EPILOGO

SUS manos, no recorrían su piel con lujuria, por el contrario la acariciaban con ternura y paciencia. Poco a poco la venda que se posó sobre sus ojos se fue desvaneciendo, dejando entrar a la luz.

Después de los terribles días vividos en manos de Federico Santoro, Alex volvió a tener esas terribles pesadillas, a tal grado de que sentir el cuerpo de Stefan en su misma cama le provocaba terror.

Stefan se armó de paciencia, como le había dicho una vez a Alex.

—Es verdad que deseo tu cuerpo, sería un loco o un tonto si fuera de otra manera, y además, te amo tanto Alexandra y no solo por tu belleza física — le sonrió — y si no los abe señorita, tengo la virtud de la paciencia. Te he esperado por tantos años mi amor que no me importa esperar por ti un poco más.

—Te amo Stefan Dunant

Los días pasaron tranquilamente. Ahora que ningún peligro acechaba a Alex, sentía como si unas fuertes cadenas la hubiesen liberado de su cárcel. Las ilusiones siempre seria su hogar, pero ahora estaba preparada para conocer el mundo y que mejor que hacerlo de la mano del que pronto se convertiría en su marido.

Alex y Stefan decidieron esperar a que su hijo naciera para casarse, y en ese tiempo los padres de Stefan fueron a visitarlos a la hacienda. El proyecto del vino estaba encaminado y cuando estuviera listo, saldría a la venta.

Así transcurrieron los meses hasta que una noche en la que Stefan y Alex estaban dormidos, esta despertó al sentir como el aire comenzaba faltarle y un fuerte dolor se hacía presente en su vientre bajo.

—Stefan — lo llamo — busca a mi abuela.

—Te encuentras bien.

—No, creo que nuestro hijo está por nacer — logro decir antes de que el dolor de una contracción se apoderara de su cuerpo.

Cuando habían visitado al médico, los dos decidieron no saber el sexo del bebe, querían que fuera sorpresa y esperar hasta su nacimiento.

Constanza llegó hasta ella y ordenó a Stefan que mandase llamar a Matilde y al médico, cuando la otra mujer llegó, ella y Constanza se pusieron manos a la obra, las contracciones de Alex eran cada vez más fuertes y más seguidas, no podían esperar a que el doctor llegara.

—Matilde trae mantas y di que pongan agua a calentar.

—¿Agua?

—Sí, le preparare a mi nieta un té de Manzanilla que la ayudara a traer a este mundo a mi bisnieta, porque estoy segura de que será una niña.

—Stefan — lo llamo Conny

—Si

—Espera afuera.

—¿Qué?

—Es mejor que salgas, me estas poniendo nerviosa y no me estas ayudando.

—Constanza...

—Nada, nada. Esto es cosa de mujeres y mejor esperas fuera.

A regañadientes Stefan fue sacado de la habitación donde Alex daría a luz a su hijo, su hijo, pensó lleno de emoción y de orgullo.

De inmediato pensó en llamar a sus padres y a Bruno, tenían que saberlo, ellos querrían estar aquí, también debía llamar a Monique, su amiga se alegraría mucho al saber que su hijo estaba por nacer.

Las horas pasaban lentas y Stefan cada vez estaba más desesperado, ni Matilde y mucho menos Constanza, se dignaban a darle noticia de su hijo y su mujer. El médico había llegado hacía rato.

—Debo revisar a su mujer señor Dunant, no puede adelantarme a un diagnostico si ni siquiera he visto a la paciente — le había dicho antes de entrar a ver a Alex.

Pero, este tampoco le sirvió de mucho ya que no asomo la cabeza fuera de la habitación, una vez que entro. Estaba al borde, cuando de pronto escucho el llanto de una bebe, primero fue un leve sonido y después su hijo lloro tan fuerte que él no lo resistió más y entró en el cuarto solo para ver el momento en que Constanza ponía sobre el regazo de Alex a su hijo.

Stefan se acercó hasta ellos y los vio con tal adoración, como si se tratase del primer hombre viendo a un bebe. Le pareció que su hijo era el niño más hermoso del mundo pues se parecía a Alex.

—Es una niña — susurro Alex.

—¡Una niña! — Stefan no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

—Stefan, te presento a tu hija, Constanza Beatriz Dunant.

Stefan no se lo podía creer, Alex llamaría a su hija con el nombre de su pequeña hermana, el jamás se hubiera atrevido a pedírselo y que ella tuviese ese gesto con él, no cabía duda del amor tan inmenso que había entre ellos.

Los días pasaron y por fin, Alex y Stefan se unirían en matrimonia para toda la vida.

—Estas nerviosa.

—Como no estarlo, si mañana me caso abuela.

—Hija estoy tan feliz por ti, te mereces tanto ser dichosa y sé que al lado de Stefan lo serás.

—Si abuela, lo sé. Stefan es lo mejor que me pudo pasar después de que ese maldito de Santoro...

—Olvídalo hija no vale la pena, ese hombre ya está muerto y tú debes empezar a dejar atrás el pasado, el odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor. Y es amor lo que rodea tu vida a partir de ahora.

Las dos mujeres se abrazaron, Constanza había sido una segunda madre, un padre y su todo, pero ahora ella formaría su propia familia, aunque el amor que sentía por su abuela lo sentiría siempre.

Esa noche Alex durmió sola con su hija, y Stefan en su antigua habitación. Habían querido conservar por lo menos una tradición y seria que el novio no podía ver a su amada hasta que llegara la hora de la ceremonia.

Cuando Alex entro en la iglesia, Stefan ya la estaba esperando, a él lo acompañaban sus padres y para asombre de ella, Stefan cargaba a su pequeña hija.

Constanza estaba orgullosa de llevar a su nieta del brazo, ahora que ella tenía a un hombre como Stefan Dunant a su lado, sabía que podía morir en paz, aun que esperaba que para eso faltasen muchos años.

Constanza y Alex recorrieron el pasillo y finalmente llegaron hasta Stefan. Quien tomo la mano de Alex solo para darle un tierno beso.

—Se que cuidaras de mí Alex — le dijo Constanza, mientras le guiñaba el ojo.

—Con mi propia vida — respondió de inmediato.

Stefan entrego a la pequeña en brazos de su bisabuela y el sacerdote inicio la ceremonia.

—La revelación divina ha declarado que el matrimonio es honorable en todo. Es la primera de las dos Instituciones establecidas por Dios. Fue dada en sabiduría y benevolencia para apoyar el orden social y proveer, por medio de una familia bajo la dirección de Dios, que la verdad y la santidad sean transmitidas de una generación a otra. Antes que todas las leyes de origen humano, EL MATRIMONIO es la base de todo gobierno civil y la razón para toda legislación humana. La paz y la prosperidad de nuestro país dependen de la observación del matrimonio. Nuestro Señor empezó su ministerio terrenal asistiendo a una boda, y él usó el matrimonio para ilustrar su amor para su iglesia. Entonces la base para todo matrimonio debe ser el amor.

El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.

Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos, el que ama a su mujer, asimismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia. Por esto dejará el hombre a su padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia. Es el deber del esposo proveer todo para su esposa, protegerla del peligro y guardar para ella un afecto inalterable. Pues, así es el mandamiento de la Palabra de Dios, los maridos amad a vuestras esposas, así como Cristo amó la iglesia y se entregó asimismo por ella.

—Ya que usted y usted — señalo el sacerdote — se han escogido como compañeros de vida, por favor, manifiéstenlo, uniendo las manos derechas.

Y así lo hicieron Stefan y Alex

—Ahora, — prosigo el sacerdote — a la vista de Dios y todos los testigos presentes, yo les invito a declarar si hubiera alguna causa o motivo que pueda impedir esta unión.

Para sorpresa de todos, la pequeña Beatriz comenzó a llorar, pero pronto fue consolada por su adorable abuela

—Por su silencio, sé que no hay. Ahora por favor traer los anillos.

Matilde y Rogelio eran los padrinos y con mucho cariño se acercaron hasta la feliz pareja, entregando las argollas que habían pertenecido a los padres de Alex.

—Estos anillos — dijo el sacerdote —son símbolos de esta unión en tres maneras:

1. Porque es un círculo, y representa la eternidad, de esta misma manera este matrimonio durará hasta que la muerte los separe.

2. Porque es de oro brillante, y representa que este matrimonio queda sin mancha o defecto.

3. Porque es de metal de gran valor, también este matrimonio debe de ser precioso ante su vista.

—Yo, Alexandra Grey recibo a Stefan Dunant como mi legítimo esposo, para honrarlo y cuidarlo, y prometo serle fiel por el resto de mi vida, en los buenos tiempo y en los malos, en la riqueza y en la pobreza, en salud y enfermedad, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte nos separe.

—Yo, Stefan Dunant recibo a Alexandra Grey como mi legítima esposa, para honrarla y cuidarla, y prometo serle fiel por el resto de mi vida, en los buenos tiempo y en los malos, en la riqueza y en la pobreza, en salud y enfermedad, para amarla, respetarla y protegerla hasta que la muerte nos separe.

—Ya que usted y usted — continúo el sacerdote — habiéndose escogido y ofrecido el uno al otro, y creyendo que es Dios el que los ha traído hasta aquí, yo, como su sacerdote y predicador del evangelio de Jesucristo, en presencia de sus familias, amigos y nuestro Padre Dios, os declaro “marido y mujer”. Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Puede besar a la novia señor Dunant.

Y Stefan así lo hizo, fue un suave y tierno beso que prometía mucho amor, comprensión y compañerismo, porque Alex era más que solo su esposa, ella era su mejor amiga.

—Damas y caballeros, es mi gran gozo presentarles al Sr. y la Sra. Dunant.

Todos los presentes aplaudieron llenos de júbilo, finalmente ese amor estaba bendecido por la gracia de dios.

—“Honroso sea en todos el matrimonio”. Vayan con dios — les dijo y les dio su bendición final.

La recepción, estaba dispuesta en el jardín de la hacienda, no había muchos invitados, solo familia y amigos muy allegados a la pareja.

Después de bailar su primera canción como esposos, Stefan tomo a Alex de la mano y la llevo a un lugar apartado del bullicio de la gente.

—Ven conmigo mi amor — le había dicho.

—¿A dónde vamos, donde me llevas? — pregunto ella después de un rato que hubieron caminado.

Stefan la había llevado hasta un jardín mas privado, que se encontraba apartado de todos y les otorgaba a ellos cierta privacidad.

—Esos votos de la iglesia me parecieron muy bien pero, yo siento que tú y yo nos merecemos algo más especial.

—¿A qué te refieres? — lo miro extrañada.

—Bueno a que este ultimo año, hemos pasado por muchas dificultades y hemos salido victoriosos.

—Así es.

—Bueno, adema de eso yo siento que mi amor por ti no quedo lo bastante claro, y quiero Alexandra que tu estés completamente convencida y sepas cuanto te amo.

—Lo sé — dijo ella, mientras acariciaba su mejilla.

—No, no lo sabes, o crees que no me he dado cuenta de la manera en que te comportas en la intimidad, no es que sea lo más importante cielo, pero quiero que seas feliz, que goces a mi lado, que disfrutes de nuestra unión, porque Alex, yo quiero tener más hijos — sonrió — después de lo hermosa que nos ha salido Constanza Beatriz.

—Igual yo.

—Entonces cara, libérate, deja ir de una vez y para siempre ese pasado que te atormenta, comencemos hoy una nueva vida, hagamos de cuenta que tu y yo acabamos de nacer, no desperdiciemos nuestras energías regresando al pasado, nuestro presente y sobre todo nuestro futuro, está lleno de felicidad y eso, es lo más importante, no han nada más sagrado para mí que este amor que siento por ti.

—Tienes razón mi amor, antes de conocerte mi vida solo había estado llena de sufrimiento, pero ya no más, tú lo cambiaste. De ahora en adelante yo viviré solo para ti y nuestra hija, las páginas de esta historia están en blanco, listas para escribir lo que nosotros queramos, y yo quiero ser y hacerte muy feliz mi amor.

Stefan la rodeo con sus brazos y la atrajo mas hasta él, la beso en los ojos, en las mejillas y así fue dejando un reguero de besos por todo su rostro, hasta llegar a sus labios, imprimiendo en ese beso todo el amor y devoción que sentía por su esposa.

Se separo un poco de ella y tomo su rostro entre sus manos.

—Te amo.

—Te amo — respondió Alexandra, y quien entreabrió los labios en señal de invitación para que continuara besándola.

Alex decidió que a partir de ese momento, solo se dedicaría a ser dichosa en compensación por todos esos años que vivió llena de tristeza, ahora volvía a tener una familia completa y era feliz, muy feliz.

—Así que ya no más, se dijo para sus adentros — de ahora en adelante mi vida y estará llena de dicha.

FIN.