CAPITULO 7
STEFAN se paseaba por los jardines mientras hablaba por celular con Monique, la rubia le había llamado de emergencia por que una tal Hannah Spencer se había presentado en el hotel
—Ha preguntando por ti y cuando le he dicho que no estas, se soltó gritando a los cuatro vientos que era tu prometida y la futura madre de tu hijo.
—Eso es mentira Monique
—Yo creo lo que tú me digas Stefan pero... — se cayó, por primera vez no sabía cómo decir lo que aun faltaba
—¿Pero? — la apuro
—Stefan...
—Monique dime lo que sea anda, de cuando acá eres tan corta, venga. — el silencio de Monique lo puso nervioso su amiga no era de las mujeres que se callaran ni sus pecados, no veía el motivo de por qué dudaba.
—Bueno la mala noticia es que cuando esa tal Hannah llego al hotel, tus padres estaban comiendo con unos amigos que estaban de visita por acá y se habían citado para verse y charlar, así que cuando escucharon los gritos de esa loca, primero decir que es tu prometida y luego que está esperando un hijo tuyo, ha tu madre casi le da un ataque de alegría.
—¿Qué? — la interrumpió
—Eso no es todo
—Acaso hay más..., — echaba chispas de coraje.
—Si y me temo que es mucho peor
Stefan bufo audiblemente y Monique supo que estaba tratando de controlarse porque estaba furioso. Para nada le gustaría estar en los zapatos de Hannah una vez que Stefan pusiera las manos sobre ella.
—¿Stefan?
—Sigo aquí, continua por favor
—Bueno, pues que con tanto alboroto me mandaron llamar y me encontré con la escena en la que esta mujer Hannah comenzaba a relatarle a tus padres la aventura que han tenido enfrente de todo aquel que estuviese interesado en escuchar la historia, y ya sabes como siempre hay por ahí un par de reporteros amarillistas y demás, así que la interrumpí y les pedí pasar a la oficina. Una vez dentro Hannah confesó que era mentira que es tu prometida que había dicho eso solo para hacerse oír, que la verdad es que tu reniegas de tu hijo y que para nada estas dispuesto a reconocerlo, que ella solo fue una víctima en tus brazos que se dejo seducir por ti, que está enamorada de ti como colégiala y quien sabe que sarta de mentiras mas. — Stefan escucho como Monique tomaba aire para poder seguir hablando — le ha metido en la cabeza que ella es una pobre victima tuya, además de que...
—¿Pero es que todavía hay más?
—Me temo que si, solo un poco ya casi termino
—Te escucho
—Les conto una historia de que tú la viste con un antiguo novio que aun esta prendado de ella y que por eso dudas de que el bebe sea tu hijo, pero les juro por todos los santos que sí, que la criatura es tuya. Creo que no es necesario que te diga que tus padres están furiosos contigo.
—Como pueden pensar que yo será capaz de abandonar a un hijo de mi sangre
—Esa mujer los ha sabido envolver muy bien, así que no los culpes, además añade que no estás aquí para defenderte.
—Tienes razón ¿Dónde está Hannah ahora? — quiso saber
—Tus padres se la llevaron con ellos y tengo entendido que la instalaron en la casa de Anacapri
—¿Qué?
—Lo que oíste
—Maldita sea — grito
—Cálmate, de nada sirve exasperarse, mejor dime ¿Qué quieres que haga?
Stefan caminada como fiera enjaulada, pensando en que hacer para desenmascarar a la maldita mujer, nunca se le ocurrió que la muy sinvergüenza sería capaz de llegar a tanto, se meso el cabello como si de esa manera las ideas fueran a fluirle con mayor rapidez.
—La verdad es que no se me ocurre nada para desenmascarar a Hannah por ahora, sé que es una zorra pero no tengo pruebas de ello y mamá con lo sentimental que es no aceptará nada menos que algo contundente.
—Lo se
—Para empezar quiero que contrates a un investigador privado de Estados Unidos y que averigüe todo acerca de la vida de Hannah, me imagino que con su historial pronto podre quitarle la careta de victima ante los ojos de mi madre, esta demás decirte que no comentes esto con nadie, ni siquiera con mis padres.
—Esta bien, así lo hare.
—Otra cosa, dale al investigador los datos donde pueda localizarme y que la información me sea entregada solo a mí.
—Esta bien.
—Monique.
—Dime
—Gracias por tu ayuda, tu apoyo y la confianza que siempre me has brindado.
—No hay nada que agradecer, para ese me pagas y muy bien — bromeo intentando mitigar un poco la tensión de Stefan — además soy tu amiga y te quiero.
—Yo también te quiero y no sé qué haría sin ti — sonrió.
La sonrisa aun permanecía en los labios de Stefan cuando se percato que alguien pasaba justo a su lado. Se volvió solo para darse cuenta de que Alex desmontaba solo a unos pasos. Acaso escucharía la conversación que acababa de sostener con Monique. Si lo hizo ella no dio señales de que así hubiese sido. Stefan la llamo, debía averiguar si lo escucho hablar con su amiga, debía saber que tanto escucho y poder explicarle la situación.
Claro que Alex escucho la ultima parte de la conversación de Stefan, se pregunto quién sería la mujer a la que estaría diciendo que la quería y que sin ella no sabría que hacer... La punzada de dolor que sintió en el pecho la sofoco, quería gritarle, preguntar quién era ella, pero sabía que no tenía derecho. Los besos que se dieron en la alberca hacia apenas una noche no significaban nada para él así que tampoco significarían nada para ella.
Cuando Alex no se detuvo Stefan la siguió apresurado. Llegaron al camino principal de la casa cuando de pronto un convertible platinado aparco justo en la entrada. Del Mercedes descendió un hombre vestido solo con unos Jeans y una playera cuello redondo color azul marino que le quedaba como guante marcando los bien definidos músculos de los brazos y los pectorales. Él hombre era alto de cabello oscuro y rizado aun que lo llevaba muy corto, las gafas de sol no permitían que se apreciaran sus lindos ojos color marrón oscuro enmarcados por unas pobladas pestañas. Aquel desconocido al ver a Alex le sonrió y extendió las manos en clara señal de que esperaba que ella corriera a su encuentro y se echara en sus brazos.
Para sorpresa de Stefan, Alex así lo hizo, comenzó a correr hacia la entrada de la casa seguida del Dóberman. El hombre parecía no ver al animal solo miraba a la escultural mujer que corría hacia él.
Stefan estaba furioso, la rabia de saber a Hannah con sus padres llenándoles la cabeza de mentiras no se comparaba con la que sentía ahora al ver a ese intruso rodear con sus brazos a Alex y apretarla contra su pecho, cuando a él ni siquiera le permitía tomarle la mano.
Alex se echó a los brazos de Bruno y este la levanto del piso dando un par de vueltas con ella en brazos. Alex flotaba y reía mientras Bruno la giraba, con sus brazos rodeo el cuello masculino y se apretó contra él.
Cuando Bruno la puso de nuevo en el suelo, Stefan vio como Alex deshacía el abrazo del cuello de aquel extraño solo para posar sus delicadas manos sobre los hombros de él. Stefan vio como Alex se paró de puntillas para darle un sonoro beso en ambas mejillas, luego lo tomo de las manos para introducirse en la casa.
Estaban parados sobre el primer escalón cuando Bruno llamo a Drako, este obedeció de inmediato y se acerco a ellos. Bruno acaricio el lomo del animal para después sacar algo de uno de sus bolcillos y dárselo en el hocico al Dóberman.
Olvidándose de Stefan, Alex continúo escaleras arriba tomada de la mano del recién llegado. Stefan contemplaba la escena con malestar, para nada le gusto la llegada de aquel hombre al que Alex si le permitía esas confianzas.
—¿Acaso seria su novio?, pensó.
—Claro que no — se respondió a sí mismo en voz alta, como para asegurarse de que en realidad no lo era, de ser así ella se lo hubiese echado en cara la noche de la piscina cuando se besaron. — Alex no parecía el tipo de mujeres a las que les gustase jugar con dos hombres a la vez, volvió a pensar. ¿Quién sería ese intruso?
Se encamino a la entrada de la casa, Drako aun comía el bocadillo que el recién llegado le ofreció. Stefan no pudo reprimir lanzarle reproches al animal.
—Menudo protector que eres — se agacho un poco para mirar de frente al Dóberman — mira que dejar que ese tipo la abrace de esa manera, ¿Por qué no lo atacaste? o como mínimo debiste gruñirle y enseñarle los bien afilados colmillos que tienes, así como lo hiciste conmigo.
Sin percatarse de que era observado, Stefan molesto subió de dos en dos las amplias escaleras que lo separaban de la entrada principal de la casa.
El hombre que contemplaba la escena no perdió detalle de la explosión de celos de Stefan, él también los sentía sobre el recién llegado e incluso del mismo Stefan, pero ya se había acostumbrado a ver con más regularidad ese tipo de actitudes entre su patrona y el señorito Bruno. Para bien o mal Bruno era un viejo amigo, uno que no le gustaba pero solo un amigo. En cambio a Stefan, lo consideraba más peligroso. Él había conseguido lo que ningún otro... besar a su Alex.
Sintió hervir la sangre nada más recordar la escena de la piscina. Deseo matarlo con sus propias manos cuando osó posar sus sucias manos sobre ella, cuando acaricio su hermoso cuerpo y besos sus dulces labios. Eso era algo que él llevaba tiempo añorando, supo desde el principio, desde la primera vez que la vio que no estaba al mismo nivel de ella y creyó que debía guardar sus sentimientos solo para él y dedicarse únicamente a contemplarla, admirarla, amarla en secreto. Pero después con el pasar de los días se percato de que Alex no le daba importancia ni al dinero ni las clases sociales, para ella solo eran importantes los sentimientos de las personas y eso le dio una esperanza que poco a poco fue creciendo hasta avivarse como una llama dentro de su corazón.
Él se había creído que tenía tiempo para lograr conquistarla, para que ella se diera cuenta de que él siempre estaba ahí para ayudarla. Se aparecía en todos lados y siempre se mostraba dispuesto a hacer cualquier cosa que Alex necesitara. Cuando ella nadaba en el lago, él siempre la vigilaba deseando fervientemente y con toda su alma unirse a ella. Por las noches se paraba fuera de su ventana, atreves de la cortina la vio desnudarse infinidad de veces y siempre se quedo ahí, quieto, esperando hasta que ella apagaba la luz.
Irascible dio un puñetazo contra el tronco del árbol donde se escondía. Debía deshacerse de de ese hombre, si Alex no era para él no permitiría que fuer apara nadie. Se dio la media vuelta y se alejo con las manos dentro de los bolsillos y la cabeza gacha, para evitar que alguno de sus compañeros lo viera desencajado.
Dentro de la casa, Constanza festejaba la llegada de Bruno.
—Hola muchacho — dijo mientras lo abrazaba — que alegría me da verte.
—A mí también me da gusto verte Conny — le devolvió el abrazo.
—Nos tenias muy olvidadas — le reclamo.
—Eso nunca, yo jamás me olvido de ustedes y lo sabes.
—Si que lo sé, pero hacia mucho que no te dejabas ver, cuestiones de ¿trabajo? — dijo irónicamente mientras le giñaba un ojo
—Algo así — sonrió Bruno. Con esa sonrisa suya que le iluminaba el rostro.
—Me lo imagine
—¿A que no adivinas a que he venido, Constanza?
—O sea que no es una simple visita para ver a tu vieja amiga — Constanza Valladolid alzo una ceja justo cuando estaba lanzando la pregunta. Por el rabillo del ojo vio la silueta de Stefan que justo entraba en ese momento y se quedaba parado en el umbral de la estancia esperando a ser invitado para unirse a los presentes.
—Además de eso, claro esta
—Ya por dios, deja de darle tantas vueltas al asunto y suéltalo
—Vengo por tu nieta — A Stefan se le desencajo la quijada quedándose con la boca abierta al escuchar aquella afirmación, por que sonaba a que era un hecho que Alex se iría con aquel hombre.
Conny aprovechó el momento para girarse e invitar a Stefan a entrar, no había nada mejor para despertar los celos de un hombre que saber que otro le está ganando terreno con la mujer en cuestión.
—Stefan que haces parado en la puerta, pasa y te presento a un querido amigo ¿Verdad Alex?
Alex que hasta aquel momento había sido relegada por su abuela y su amigo, salió de su recogimiento.
—¿Qué? — Y como si de pronto hubiese captado la pregunta respondió — claro que si Constanza
Stefan entro en la estancia, sin quitar la vista del hombre al que estaban a punto de presentarle y que al parecer era un antiguo amigo de la familia y eterno pretendiente de Alex si no es que algo mas. Con lo arisca que se portaba con él nunca imagino que pudiese ser dulce con alguien más que no fuera su caballo y su adorado guardián. Mientras se acercaba, Stefan internamente se media con él recién llegado. Era un hombre que conocía muy bien el juego de la vida y cuando Stefan Dunant iba por algo, no paraba hasta conseguirlo, le gustaba apostar y apostaba fuerte, siempre muy seguro de conseguir la victoria y llevarse el trofeo, en este caso Alexandra Parker. De la cual ya no estaba muy seguro en considerarla únicamente como otra más de su larga lista.
—Stefan — hablo Conny — te presento a Bruno de la Vega
—Bruno, hijo. — Se dirigió al otro hombre con cariño — El señor es Stefan Dunant
—Encantado de conocerlo Señor Dunant — Bruno le extendió la mano amablemente.
—El gusto es mío Señor de la Vega — Stefan le devolvió el saludo sin apartar por un momento la vista.
—Bruno es el abogado de la familia, pero sobre todo es un amigo muy querido desde hace muchos años.— explico a Stefan.
—Bruno — llamo Constanza — el señor Dunant, Stefan es comprador y desea que Alex le venda la cosecha de este año.
—Y puede que las de años venideros también — la interrumpió Stefan
—En ese caso es una suerte que este yo por aquí, así podre revisar el contrato y establecer algún otro por si deciden continuar con el arreglo. — sonrió antes de añadir — pero como no era mi intención venir por trabajo, les pido que dejemos ese tema para otro momento, ¿Les parece?
—Por mi está bien — en la voz de Stefan se notaban aun rastros de enfado que no pasaron desapercibidos para Conny, y ella como una sabia mujer que conoce aquel dicho que reza “Mas sabe el diablo por viejo que por diablo”, lanzo otro leve aguijonazo a la maltrecha susceptibilidad de Stefan.
—Bruno, explícame eso de que vienes a llevarte a Alex
—Pues no hay mucho que explicar Conny, que me llevo a Alex a pasar unos días maravillosos en mi compañía. — Él hombre se volvió hacia su amiga y le lanzo una perspicaz mirada — acaso... ¿Alex no le comentaste nada a la abuela sobre la invitación que te hice sobre pasar unos días fuera de las Ilusiones?
—Si le conté, ¿no lo recuerdas abuela?
—Ahora que lo pienso — se llevo la mano a la barbilla en claro gesto de estar recordando ciertas cosas — Ya lo recordé, valla me estaré poniendo senil.
—Hay Constanza que cosas dices, si estas más sana que un toro.
—Eso lo secundo — afirmo Bruno.
Stefan se sentía aun tanto incomodo, extraño. Él que estaba acostumbrado al mundo del Jet Set y venirse a sentir así en la casa de una familia de tan solo un par de integrantes, pero lo atribuyo a que ellas estaban más unidas que todas aquellas personas juntas, y es por eso que se sentía como un intruso que conocía la intimidad de una familia con problemas reales y eso era algo nuevo para él, porque desde la muerte de Bea en su vida los únicos altercados eran en cuestión de negocios y nada más. La relación con sus padres era magnifica, nunca tuvo problemas para conquistar a una mujer, hasta ahora. Siempre lograba conseguir todo lo que se proponía, se podía decir que su vida había sido y era bastante fácil y agradable. No se podía quejar y tampoco lo hacía.
Antes de que Stefan pudiese disculparse y salir de la habitación lo más pronto posible, Constanza les indico que era hora de pasar al comedor. No les quedo más opción que acompañarlos, nunca fue un cobarde y no empezaría ahora.
En el comedor Bruno se sentó a un lado de Alex, al parecer su camaradería era algo de años y esto irrito a Stefan, no soportaba la simple idea de que ella estuviese interesada en otro hombre, pero si era así, ¿por que permitió que la besara en la piscina?, bueno si era justo recordó que el prácticamente la arrincono y que ella en un principio estuvo muy tensa, pero después le había aceptado correspondiendo el beso. Sentía que cada vez le resultaba más imposible controlar su enojo, su frustración.
Para su buena suerte sonó el móvil y se disculpo antes de levantarse del comedor y tomar la llamada.