CAPITULO 5
MIENTRAS montaban Stefan intentaba desenmarañar las sensaciones que Alex le provocaba. Se sentía vulnerable, indefenso, pero a la vez abierto y lleno de posibilidades, esta mujer le estaba provocando de una manera que nunca nadie le había provocado, sentía que... bueno en si no sabía que sentía de manera específica. Estaba hecho todo un lio.
Alex cabalgaba frente a él y Stefan se sentía con toda la libertad de observarla a su antojo, era una verdadera amazona. Montaba su potente caballo con tanto porte y garbo que Stefan se sintió como cuando recién comenzó a tomar clases de equitación. Estaba hermosa, era la mujer más hermosa que él hubiera visto. Había algo en ella que lo hacía desear abrigarla, rodearla con sus brazos y no dejarla escapar nunca.
Por su parte Alex se sentía observada y estaba incomoda, cabalgaba rígida con la espalda muy recta y los hombros perfectamente cuadrados, Drako sentía su nerviosismo y de vez en cuando gruñía. Estaba deseando llegar cuanto antes a los sembradíos principales, donde podría explicarle el proceso de la uva para terminar cuanto antes con todo esto.
Ese hombre no le gustaba parecía tan arrogante, siempre con una réplica para lo que ella decía, aun así debía reconocer que a Constanza le divertía mucho la presencia de Dunant en la Hacienda, al parecer era un aliciente en comparación con la pobre compañía que ella le brindaba. Su pobre abuela, tener que pasar por la pérdida de sus única hija, su nieto y para colmo continuar siendo fuerte para ella.
Stefan apuro el paso y se puso a un lado de Alex, ella creyó que él estaba desesperado por lo que se apresuro a decir.
—No falta mucho, no se preocupe ya casi llegamos
—Bueno no me importa la verdad, siempre que pueda tener el placer de su compañía, para mi será maravilloso, cara mía.
Stefan se había acostumbrado muy pronto a llamarla de esa manera, nunca con alguien mas había sido tan cariñoso, la única mujer que había logrado eso era Bea su pequeña hermana y ella había fallecido y con ella la sensibilidad de Stefan. Hasta ahora...
—¿De qué manera le pido que deje de llamarme así?
—No la hay — Alex bufo y Stefan sonrió al verla
—¿Y ahora que cosa le parece gracioso?
—Usted
—¿Se ríe de mi?
—No cara mía, me rio contigo... Eres hermosa hasta cuando te molestas ¿Lo sabías?
—Me importa muy poco ser o parecer siquiera hermosa
—Tú no necesitas parecerlo, eras bellísima aun sin maquillaje. Eso me gusta — lo dijo como para sí — una mujer al natural, debo confesar que nunca vi una antes.
—Pues a saber con qué clase de “Mujeres” está acostumbrado a tratar
—De todo tipo — fue sincero — pero nunca una como tu
—Y eso le desespera ¿No es así?
—No, por el contrario...más bien me intrigas.
—Aquí no hay nada más de lo que ve... — Negando con la cabeza Stefan sonrió
—No me lo creo... más bien siento que hay un abismo escondido y no sé porque pero me gustaría averiguarlo.
—No pierda su tiempo intentándolo señor Dunant
—Créeme Alex — su voz se escuchaba profunda y seria, por lo que Alex se estremeció — no lo voy a perder — respondió con toda certeza.
Alex se giro a verlo y Stefan le sostuvo la mirada, ella estaba furiosa por la arrogancia de él, pero a la vez sentía miedo, muy en el fondo sabía que podía tener razón en lo que acababa de decir y ella caería presa... ¡No! Grito en su mente y aparto la mirada de Stefan.
Se aferro a las riendas con una sola mano mientras apretaba las piernas a los costados del Diablo y con la otra blandía el fuete para apurar la marcha.
—Hijaaa — grito mientras espoleaba al Diablo.
Stefan se quedo mirándola unos segundos para después él también apurar a su caballo.
Minutos después llegaban a una extensa plantación de uvas. Alex bajo del Diablo sin esperar la ayuda de alguno de los trabajadores, claro que ninguno hizo el amago de acercarse a ayudar a su patrona, la conocían muy bien o más bien conocían bien sus hábitos, que cosa le gustase o cual no, y una de las que no le gustaba para nada, era que la tocaran por nada del mundo, así que ellos ya no se ofrecían para ayudarle a desmontar, Alex era perfectamente capaz de hacerlo por sí misma.
Alex espero a que Stefan llegase a su lado para comenzar a platicarle un poquito sobre el lugar.
—Esta es la zona templada conocida como la franja del vino. Sus propiedades climáticas se conocen como las de clima mediterráneo, gracias al Océano Pacifico, hay inviernos húmedos y también veranos secos y templados, eso nos permite obtener cosechas de máxima calidad. — Se detuvo y comprobó que Stefan la escuchaba interesado, a si que continuo — Las Ilusiones se encuentra ubicada en el Valle de Calafia, que su vez está situado en el corazón del Valle de Guadalupe, al noroeste de Ensenada, a unos 335 metros, más o menos sobre el nivel del mar. Como podrás ver más adelante — lo tuteo sin darse cuenta y Stefan sonrió para sus adentros — el viñedo es una verdadera colección botánica en donde se podrás encontrar reunidas a las mejores variedades de uva en el mundo.
Cuando termino la explicación, Stefan se encontró con una Alex rebosante de orgullo y amor por su tierra, la vio incluso feliz.
—Esto — movió la mano para señalar de lo que estaba hablando — en verdad te gusta ¿no es así?
—Si — contesto satisfecha
—Me alegro
Apartando la mirada de Stefan, Alex continúo.
—Como podrás ver las cepas que estamos cultivando son tintas, Merlot y Shyra. La mayoría de la plantación es Merlot por obvias razones claro está, pero Shyra es una variedad de fácil cultivo, requiere mucho sol y es resistente a las enfermedades, y tiene un cepaje muy plástico, maleable y permite elaborar con ella vinos de calidad. Los vinos de buena calidad suelen tener color violeta vivo y profundo, con aromas potentes y maduros a mora, tabaco entre otros. — Tomando una entre sus manos Alex prosiguió — Tiene un racimo de tamaño mediano, forma cilíndrica y compacto. Las bayas son de tamaño pequeño, forma ovoide y color azulado. La piel es medianamente espesa.
Alex continuo hablando sobre la plantación y Stefan la escucho muy atento. Sin darse cuenta el tiempo se les paso volando a los dos. Alex fue consciente de que era tarde cuando sus tripas gruñeron de hambre. Hacía mucho tiempo que no pasaba un rato tan agradable olvidándose de todo y se sorprendió al darse cuenta de que era Stefan quien había logrado tal efecto.
Regresaron a la hacienda y después de comer Alex le dio a probar de un vino Shyra que ellos habían producido. Mientras Stefan tenía la copa en la mano ella comenzó con las explicaciones nuevamente.
—El vino Syrah es un vino amable y sabroso, tiene un aroma profundo — se llevo la copa a la altura de la cara para degustar de su olor dando una gran inhalación — a frutas silvestres y a violetas. Como puede ver el color es intenso, profundo — dio un sorbo para degustarlo... y después hablo — En la boca es un vino robusto y estructurado. Es ideal para compartirlo en reuniones combinado con quesos maduros y cecinas fuertes, también es excelente acompañante para pastas con salsas rojas y carnes generalmente condimentadas como a la cacerola, asadas o guisadas.
—Puedo ver que le gusta la buena comida, me gusta... me gusta una mujer que como mas que una simple ensalada, me sorprende que se mantenga tan..., — su mirada la recorrió de pies a cabeza — delgada
—Con toda la actividad en la hacienda, es imposible comer solo ramas — Alex trato de no darle mayor importancia a su comentario y sobre todo a la mirada que Stefan le lanzo sin mayor reparo.
Stefan ya no pudo continuar hablando con con Alex por que en ese momento llego Marco que le lanzo a Dunant una mirada colérica que a este último no le paso desapercibida
—Patrona, pos no mas para informarle que ya tengo listo el inventario que me pidió de todo lo que se necesitaba comprar antes del inicio de la cosecha
—Ahora la reviso — respondió Alex, quien volvía a girarse para mirar a Stefan, pues una parte de ella se negaba a separarse de ese hombre.
—Señorita — insistió Marco — además está la lista de los recolectores que debe revisar y autorizar para esa temporada.
A regañadientes Alex se despidió de Stefan y se fue con Marco rumbo a la biblioteca, tenia responsabilidades para con la hacienda, además que no iba a demostrarle a Dunant todo lo que le provocaba su sola presencia y su cercanía.
Después de casi tres días que Stefan llego a la hacienda Alex solo lo había visto en las comidas y cenas, ella salía muy temprano por la mañana y después de esa primera vez en que se lo encontrara en la cocina preparando café ella ya no lo vio nunca antes del almuerzo. Ese día él le pidió hablar con ella en privado, al parecer Rogelio se había convertido en su nuevo guía de las Ilusiones y ahora si se encontraba en condiciones para hacer negocios y ofrecerle un trato que satisficiera a ambos.
—Por ahora no puedo Dunant, tendrá que ser en la cena ¿si le parece? — ella seguía tratándolo con demasiada cortesía para el gusto de Stefan y eso lo tenía molesto.
—Como guste señorita Parker.
Sin decir palabra Alex se retiro del comedor. Estaba cansada, las pesadillas no cesaban por el contrario, y faltaba muy poco para su cumpleaños. Deseaba por sobre todas la cosas que Stefan ya se hubiera marchado para ese entonces, no lo quería cerca en caso de que a ella se le saliera de las manos y tuviera alguna crisis como le ocurría de vez en cuando.
Esa noche durante la cena, Alex no podía apartar la mirada de Stefan, en poco tiempo se dio cuenta que pese a ser muy rico Stefan era una persona sencilla, para nada trataba con altanería a los pocos sirvientes que atendían la casa grande y menos a los trabajadores del campo. Se había hecho muy amigo de Paula, la niña estaba encantada con él igual que su abuela.
El día anterior mientras ella cepillaba al Diablo, Paula y Stefan daban un paseo por la hacienda, Alex los vio y sin pensar se fue a seguirlos con el pretexto de buscar a Drako, quedándose detrás de un árbol escucho la conversación, de que podía hablar un hombre como Stefan con una niña como Paula
—¿Y a ti que te gusta? — pregunto Paula de manera inocente
—Me gusta la lluvia
—¿Y que mas?
—El invierno
—¿Y que mas? — Stefan sonrió
—Me encanta la Pizza, sobre todo la de peperoni
—También es una de mis favoritas — rio encantada — ¿y que mas?
—Que Ragazza más curiosa.
—¿Qué quiere decir Ragataza?
—Ragazza — lo repitió para que Paula escuchara la pronunciación correcta — significa niña. Pero tú eres una Ragazza chiedere — le dijo antes de comenzar a hacerle cosquillas.
—¿Y Alex? — pregunto de pronto
—¿Qué pasa con Alex?
—¿Ella te gusta? — a Alex se le detuvo el corazón, ella también deseaba conocer la respuesta
—Ha ragazza curiosa, estas muy picola para saber ciertas cosas. Andiamo — la tomo de la mano y regresaron a la casa.
Alex aun deseaba conocer la respuesta de Stefan, acaso podía él estar interesado en ella, el simple pensamiento le provoco un hormigueo en el estomago. Eso no puede ser posible, pensó. Stefan es un hombre sofisticado, de mundo, acostumbrado a otro tipo de mujeres, acaso no le había dicho él mismo que nunca antes conoció a una mujer como ella, seguro que se refería a una tan simple.
Stefan tan poco pudo apartar la mirada de Alex, esa noche lucia especialmente bella, estaba levemente maquillada, solo lipstick y algo de blush. Se había cambiado para la cena y aun cuando se puso uno de sus jeans, la camisa de tonos rosa le daba un aire muy femenino, llevaba las mangas dobladas hasta los codos pero en esta ocasión no se había puesto su acostumbrada camiseta que solía usar debajo, lo que dejaba al descubierto la suave piel de sus pechos, que delicia seria poder tocarlos.
Stefan se imagino desabrochando cada uno de los minúsculos botones y deslizando la camisa por los hombros, pasarla por los delicados brazos hasta quitarla por completo de su cuerpo y dejándola únicamente con el sujetador, entonces pasaría sus dedos por la suave clavícula delineándola para después....
—Señor Dunant
—Se — la voz de Alex lo saco de sus ensoñaciones, por dios pensó, parecía un adolescente calenturiento.
—Le decía que ya podemos pasar a la biblioteca, o ¿acaso ya no desea hacer negocios? — Stefan le sonrió tan deliciosamente que Alex se sintió estremecer — Abuela por favor acompáñanos — Alex creyó que al estar presente Constanza ella podría controlar sus nervios, desde el día anterior que escucho a Paula preguntar a Stefan si ella le gustaba no pudo dejar de pensar en la respuesta, tanto si era favorable como si no...
—No le veo el caso mi cielo, además tu eres la experta yo únicamente les estorbaría
—No digas eso Constanza
—Además, estoy cansada y no deseo otra cosa más que recostarme
—Pero...
—Nada, nada
—Esta bien — se rindió al fin
—Buona notte mia bella signora — Stefan hizo una reverencia mientras le besaba la mano
—Buenas noches muchacho — antes de salir del comedor, doña Constanza se volvió y le hablo a Alex
—Hija
—Si abuela
—Si no terminan muy tarde con sus negocios, creo que sería una buena idea que llevaras a Stefan al claro que está detrás de la cabaña, la noche esta agradable y la luna preciosa, presúmele que nosotros también tenemos paisajes maravillosos. — le guiño el ojo.
Antes de que Alex pudiera decir algo, Stefan se adelanto a responder
—De eso no me cabe la menor duda Constanza — Stefan clavo sus penetrantes ojos azules en ella, hipnotizándola. La atrapo en su mirada y por un momento, solo por un brevísimo momento él creyó ver en los ojos de Alex el mismo sentimiento de atracción que sentía por ella.
Alex rompió el contacto con Stefan y solo fue capaz de balbucear un ya veremos...
En la biblioteca Alex tomo su lugar detrás del imponente escritorio de Caoba que antaño perteneció a su abuelo, deseaba conservar todo tal como cuando su familia vivía, como una manera de tenerlos siempre presentes, y le ofreció a Stefan tomar asiento frente a ella. Ambos se miraron retadores, Stefan quería la cosecha y ella, pero este no era el momento. El siempre separaba los negocios del placer y hasta que no estuviese resuelto el primer punto no era factible continuar con el segundo, por más que lo deseara.
Alex por su parte era una apasionada y defensora vehemente de su trabajo, preguntaría el que, como, cuando, donde y hasta por qué... de lo que harían con su vid, y si no obtenía una respuesta que la satisficiera no vendería, así de simple o complicado era para ella, todo dependiendo de cada punto de vista.
Después de un poco más de dos horas hablando, bombardeando a Stefan con preguntas y hasta discutiendo, Alex acepto finalmente venderle la vid y así llegaron a un acuerdo monetario. Hablar de dinero con Alex era lo último que Stefan quería. El deseaba hablarle de todo, de un buen vino, de caminatas a la luz de la luna, de cenas románticas, de amor, de... ¿Que acababa de pensar? AMOR, de cuando acá esa palabra estaba en su vocabulario, no estaba peleado con el amor ni mucho menos pero jamás lo había sentido y menos lo había buscado, ¿de dónde salió esa idea?...
Alex consultaba su reloj aun no era demasiado tarde, si Stefan le recordaba lo del paseo ella no tendría pretexto alguno para acudir, ¿y desde cuando necesitaba Alex Parker algún pretexto absurdo para hacer algo que no quisiera hacer? Se dijo que si no deseaba ir no iría y punto, faltaba más. Para su buena suerte Stefan estaba demasiado concentrado en sus pensamientos y no saco a colación el tema del paseo. Se despidieron cortésmente y cada uno se marcho a su recamara para desconcierto de Alex que sin estar consiente deseaba esta última batalla.
Ya en su recamara Alex se sentía inquieta y por más que intentaba dormir no lo logro, pasaba más de media noche cuando se levanto de la cama y decidió que nadaría un rato, el cansancio físico siempre le había dado resultado para lograr conciliar el sueño, así que tomo una mullida toalla antes de dirigirse a la piscina. Drako la esperaba en la puerta pero Alex le ordeno que se quedara, el animal obedeció y triste vio partir a su ama.
Stefan trabajaba en el ordenador cuando escucho el chapoteo en la alberca, curioso por ver quién era se levanto para dirigirse a la ventana. Se quedo boquiabierto al ver a la hermosa sirena que grácilmente se deslizaba dando largas brazadas. No lograba verla por completo la luz era escasa, de pronto se le seco la garganta al darse cuenta de algo... ¿Acaso ella estaba desnuda? El deseo cruzo su cuerpo como un relámpago, si ella nadaba desnuda era algo que tenía que ver de cerca. Sin pensárselo dos veces se dirigió hacia la piscina.