CAPITULO 10
EN la hacienda Stefan se sentía cada vez más desesperado. Intentando que los días pasaran con rapidez salía a montar muy temprano, en ocasiones acompañado de Rogelio y otras tantas lo hacia él solo. El ejercicio en la piscina se convirtió mas en parte de la rutina diaria que en nadar por placer.
Como la compra de la cosecha era un hecho comenzó a prepararlo todo para el proceso de elaboración, sabía que el lanzamiento final sería bastante tardado, pues él quería elaborar un producto de exquisita calidad, y así seria.
Mientras tanto continuaba atendiendo sus labores, los negocios en Italia y en Estados Unidos lo mantenían ocupado la mayor parte del tiempo, a la fecha el investigador aun no le daba resultados sobre Hannah, eso sí que lo tenía angustiado ya que por el momento no podía ni quería alejarse de la hacienda, y mientras no hablara personalmente con sus padres y les explicara la situación ellos estarían a merced de esa loca.
Estaba en el límite de su desesperación, pensando la manera en cómo obtener la dirección donde se encontraba Alex en Ensenada y salir de inmediato a buscarla, cuando de pronto se encontró con que Conny lo llamaba desde el balcón, esta le hizo señas de que entrara en la casa y él así lo hizo.
Stefan corrió hasta llegar a la entrada principal donde lo esperaba Constanza.
—Pasa algo Constanza ¿Alex se encuentra bien? — El solo imaginar que algo malo pudiese ocurrirle lo lleno de angustia, tanta que no fue capaz de reprimir el gesto de preocupación que lo delato.
—Cálmate muchacho, mi nieta está en perfecto estado.
Stefan contenía la respiración y al escuchar a Conny expulso el aire de manera audible.
—Por un momento pensé lo peor
—Me di cuenta — bromeo la mujer — te llame por que se que has estado muy interesado en saber cuando regresa Alex, me imagino que por cuestiones de negocios.
Conny espero una respuesta por parte de Stefan pero al no obtener más que una franca sonrisa continúo.
—Te tengo buenas noticias Stefan, mi nieta regresa mañana por la tarde, así que para cualquier cosa — enfatizo — que desees tratar con ella, solo deberás esperar hasta el día de mañana, ¿no te parece grandioso? — sonrió.
—Mas que eso Conny, más que eso....
El viaje de regreso a las Ilusiones le pareció un suspiro, en parte era porque la mayor parte de este se la paso dormida, la noche anterior no tuvo más opción que hacer lo que Bruno le había pedido.
Alex se había dirigido a su habitación a vestirse con algo más... atractivo había dicho él, pero antes de llegar y hurgar en la pequeña maleta de viaje con el propósito de hacer un milagro y encontrar ese algo que Bruno considerase atractivo, Alex se llevo la sorpresa de su vida.
Al abrir la puerta de la recamara lo primero que vio fue el vestido que estaba sobre su cama, en verdad era hermoso. Alex se ducho y después procedió a maquillarse, algo poco habitual el ella, para esta ocasión opto por recogerse el cabello en un chongo que adorno con horquillas y después se enfundado en un precioso vestido largo de gasa en verde botella con un escote muy discreto que realzaba su increíble figura. Como únicos complementos una maxi pulsera de pedrería, muy acorde con el vestido, y una cartera de mano.
No había tardado más de una hora para cuando estuvo lista.
Cuando bajo las escaleras, Bruno se quedo pasmado ante la visión de la hermosa mujer que descendía lentamente y le lanzaba una mirada interrogativa.
—Estas... wow — parpadeo varias veces — luces hermosa Alex, muy hermosa — le tomo la mano y se la llevo a los labios donde deposito un beso. — Puedes apostar que esta noche seré el hombre más envidiado del lugar.
—No juegues Bruno
—Pero si no estoy diciendo nada que no sea verdad, ¿acaso no hay espejos en tu habitación?, que no te viste ante uno mujer, esta noche estas magnifica, te han sentado muy bien los días que hemos pasado fuera alejados de todo.
—Pero lo extraño...
—Lo sé — sonrió antes de añadir — ahora — dijo mientras tomaba el brazo de Alex y lo colocaba sobre el suyo — vayamos a cenar que muero de hambre.
Alex, se movió en su asiento y estiro su cuerpo para salir del letargo que la envolvía nuevamente, no estaba acostumbrada a desvelarse y menos a tomar más de un par de copas.
—¿Te encuentras mejor? — pregunto un sonriente Bruno
—Si, ahora sé que me hicieron falta un poco más que dos horas de sueño
—Es la falta de costumbre
—Eso y la botella de champagne que nos bebimos
—Pero estuvo muy divertido, no lo puedes negar — le tomo la mano
—Si no lo niego, solo digo que ahora la resaca me está pasando la factura
—Si no fueras tan testaruda y te hubieras tomado las aspirinas, no lo estarías padeciendo
—Lo sé pero estoy segura que la resaca es parte de lo que también me he perdido
—Completamente de acuerdo, compañera
Ambos sonrieron y continuaron charlando el resto del camino hasta llegar a las hacienda.
Cuando llegaron a la hacienda, Constanza salió a recibirlos con los brazos abiertos.
—Hija no tienes idea la alegría que me da que estés de nuevo con nosotros
—Y a mi abuela, te extrañe mucho
—Y nosotros a ti, pero por favor cuéntame que tal la pasaste
—Muy bien Constanza, la casa esta tal como la recordaba, es muy bonita y todo es tan armonioso que de inmediato el alma se llena de paz y tranquilidad, te olvidas de los problemas, eliminas el estrés sencillamente deliciosa, esa es la palabra correcta para describirlo.
Pasaron a la sala y comenzaron a charlar, Alex no veía por ningún lado a Stefan y claro que no preguntaría por él y menos iba a admitir que se moría por saber de Stefan, acaso se marcho mientras ella estaba ausente, y de ser así ¿Cuándo volvería a verlo? Si es que algún día lo veía de nuevo.
No tuvo que esperar mucho, al parecer dios escucho sus suplicas. Alex escucho ruidos provenientes del pasillo que comunicaba a la cocina, no eran los pasos de Matilde ni los de Rogelio, estos se escuchaban firmes y desenfadados, en ese momento apareció Stefan, había entrado por la puerta que comunicaba el patio trasero con la cocina y al escuchar ruidos en la sala se dirigió a ella, con la esperanza de que Alex hubiese regresado ya.
Nada más verlo Alex sintió que su corazón se acelero y le sudaron las manos, lo vio de arriba abajo, era Stefan Dunant pero en nada se parecía al elegante hombre que llego a las Ilusiones apenas unos días atrás.
Stefan estaba vestido como un vaquero, tenia puestos unos jeans y una camisa color beige que llevaba un poco desabrochada lo cual dejaba ver la dureza de los músculos de su pecho, en una de sus manos llevaba los guates para montar pero lo más asombroso fue verlo con sombrero, no era uno de los típicos sombreros que suelen usar las personas de la región pero vaya que lucía sumamente atractivo. No podía apartar la mirada de él, Stefan era como un imán que la atraía sin poder evitarlo y a estas alturas ya no sabía si deseaba seguir evitándolo.
Por su parte Stefan clavo su mirada en Alex, la ropa que llevaba era la habitual pero, aun así había algo en ella que le pareció diferente, esta Alex no era la misma que se fue apenas unos días, las personas no pueden cambiar tanto en tan poco tiempo pensó. Pero definitivamente algo había ocurrido en ese viaje, algo que el averiguaría pues no soportaba mas vivir con la sensación de que en la vida de Alex se escondía un secreto.
La primera en romper la tensión fue Constanza.
—Stefan no te da gusto que Alex haya regresado
—Claro que si Conny, estoy muy feliz por ti
—¿Solo por mi? — le sonrió con malicia
—Y por el resto de las personas que habitamos esta casa, que debo admitir no es la misma sin su presencia — Stefan se acerco a ella y le tomo la mano para ayudarla a ponerse en pie. Una vez que lo hubo hecho la miro directo a los ojos.
Alex pudo ver que los ojos de Stefan estaban más azul que de costumbre o como ella los recordaba. Este la miraba con una intensidad tal que por un momento se sintió turbada, poseída por él. El mundo a su alrededor dejo de existir y solo estaban ellos dos en medio de la nada. Stefan aun la tenía tomada de la mano, anclada al fiero poder de esos ojos azules en los que podía perderse para siempre.
Deliberadamente Stefan la soltó de la mano solo para llevar esta hacia la mejilla de Alex, lenta y delicadamente acerco su rostro hacia el de ella sin dejar de mirarla ni un segundo. A Alex se le detuvo el corazón.
—Por dios va a besarme — pensó. Y la sangre comenzó a galoparse en sus mejillas llenándolas de un delicioso color rosado. Contuvo la respiración mientras intentaba relajar el cuerpo que sentía agarrotado debido al esfuerzo por mantenerse en pie.
Para su decepción Stefan solo le beso la mejilla. Pero fue un beso tan íntimo que la dejo temblando.
Stefan mantenía una mano colocada sobre la piel de su mejilla, pero era más como el suave roce de la seda, era perfectamente consciente de cómo él fue bajando el rostro hasta tenerlo a escasos milímetros de sus labios. Estos vibraron como si tuviesen vida propia y recordasen la dulce presión de la vez anterior, cuando la beso en la piscina. Alex no sabía que pensar, estaba como en otro mundo, lo único que le importaba era el hombre parado delante de ella. Tenía las emociones a flor de piel y la respiración cortada, de pronto Stefan acariciaba su brazo, era una caricia inocente pero Alex se sintió turbada y para nada era miedo, sino todo lo contrario...
Bruno carraspeo de manera muy audible. No sabía cómo reaccionar ante lo que veía, acaso estaba..., ¿Celoso?, nunca antes se enfrento ante esa circunstancia. Siempre cuando iba a la hacienda tenía toda la atención de Alex solo para él y ahora debía compartirla con Dunant. Para nada le gusto esa nueva situación, aun que debía admitir que su amiga se veía... diferente.
Claro que la noche que salieron a cenar y después a bailar también lucía distinta. El vestido se ceñía a su cuerpo como guante, y al llegar al restaurante Bruno se percato de que su pronóstico de ser el más envidiado del lugar era cierto. Pudo ver en la mirada de los otros hombres como se comían a Alex. Ella estaba exquisitamente vestida, su traje para nada era demasiado sexy, pero puesto en ella se volvía un tanto sensual. Esa noche, el únicamente no se sintió arrogantemente complacido con él mismo por llevar de su brazo a la que por mucho era la mujer más hermosa del lugar, además de eso se sintió extrañamente atraído por la nueva faceta de su amiga.
De pronto como si volvieran a la realidad Stefan y Alex se separaron, eso sí, no dejaron de mirarse. Había cierta conexión entre ello que incluso se sentía en el aire y que ninguno de los dos pudo entender.
Fue Stefan el primero en hablar
—Alex, me alegro mucho de que ya estés nuevamente con nosotros... te aseguro que todos en esta casa te echábamos mucho de menos — mientras hablaba,
Stefan no dejo de mirarla, se negaba a perder ese algo que de momento lo mantenía unido a ella.!Dio! — Pensó — La había echado tanto de menos que ahora le resultaba imposible alejarse de ella. — Bueno yo me retiro debo darme un baño antes de presentarme a la mesa. Con su permiso — se inclino a modo de despido.
Como Alex no fue capaz de pronunciar palabra, fue Conny quien respondió por ella
—Adelante Stefan, te estaremos esperando para comer
—Gracias — soltó pero aun así no aparto la mirada de Alex solo hasta que hubo llegado al corredor que llevaba a las habitaciones.
Esos días transcurrieron rápidamente, desde su encuentro Alex y Stefan habían creado entre ellos una especie de vínculo que se establecía cada vez que se encontraban cerca uno del otro.
Antes de que Bruno regresase a la ciudad, revisaron el contrato que Stefan firmo con la Hacienda Las Ilusiones y este pudo comprobar que Dunant para nada pretendía engañar de alguna forma a su cliente y amiga, sino por el contrario, le llamo mucho la atención que una de las clausulas especificara que cualquier mención, reconocimiento o galardón que llegase a recibir el producto final, la Hacienda Las Ilusiones iba a ser quien se viera gratamente favorecida con esta distinción al igual que las demás empresas que ayudasen a crear “el vino”. Fue así como después de que Bruno revisara los documentos y diera el visto bueno a la compraventa, que Alex acepto además de vender la cosecha de ese año, vender también la de los dos años siguientes.
El sol aun no salía, pero Alex ya estaba despierta y recordaba las recomendaciones de Susana, su Psicóloga. Sera un año de aprendizaje en el cual deberás reflexionar sobre el pasado y empezar a corregir todo aquello que has dejado pendiente hasta ahora. No te confundas Alex, no me refiero a que vivas en el pasado, si no a que lo enfrentes y lo superes para de una vez y para siempre lo dejes de lado. Si lo logras veras como en este año podrás empezar muchas nuevas cosas, pero será importante que dejes a un lado tus miedos y te lanzas adelante.
Ella aun no decidida que hacer, para nada le satisfacía ya esa vida que estaba llevando pero tampoco se atrevía enfrentarlo todo, aun no estaba lista, no era el momento... ¿Pero cuándo será? se pregunto entonces y de inmediato su mente se lleno con las imágenes de Stefan.
Bruno se había marchado el día anterior, en esa ocasión se había quedado mas días de los que normalmente solía hacerlo y aun que la extrañaba la actitud que estaba tomando su amigo últimamente, opto por no preguntarle nada, si le pasaba algo ya se lo diría él en sus momento. Así era Bruno mientras no estuviera listo para hablar no había poder humano que lograse sacarle una sola palabra de lo que estaba sucediendo “Abogados” pensó mientras reía para sí misma.
Por otra parte Stefan sabia que debía viajar de inmediato a Italia, la situación que Hannah le estaba haciendo pasar a sus padres lo tenía bastante preocupado. Esa mañana Monique lo llamo para informarle que la embaucadora mujer había presentado una prueba de paternidad y que el resultado dio positivo al compararlo con la sangre del Señor Paolo Dunant, su padre. Los alcances de Hannah lo pusieron al límite de su resistencia, se iría a Italia al día siguiente, no quería hacerlo pero ya había llegado la hora de aclarar unas cuantas cosas con esa arpía.
Al ver entrar a Alex se dijo que ese era el mejor momento para informar de su partida.
—¿Podemos hablar?
—En otro momento señor Dunant, ahora estoy..., — Alex no pudo continuar pues Stefan la interrumpió
—Me voy mañana de la Hacienda — soltó
¿Qué?, quiso decir Alex, pero las palabras no lograron salir de su boca, ¿Cómo que se iba? ¿Por qué?, el sentimiento que le causo el saber que Stefan se marchaba de las Ilusiones la tomo por sorpresa
—Está bien — no era su intención parecer fría, pero lo fue. Estaba consternada por la noticia, había oído que Stefan se quedaba hasta la Vendimia pero, ahí estaba él marchándose, dejándola como la dejaban todos.
Hay por dios Alexandra, — dijo para sus adentros ya deja de pensar idioteces, Stefan no te está dejando a ti, simplemente se va de la hacienda, eso es todo.
—¿Eso es todo? — Stefan no daba crédito a la frialdad de Alex
—Si, que esperaba que le dijera — Alex estaba que se moría por dentro, no sabía qué diablos estaba pasando con ella, la sola idea de no volver a verlo le provocaba un dolor en el pecho que no la dejaba respirar con facilidad y aun así, ahí estaba ella hablándole como si no le importara para nada, pero no podía hacer otra cosa, eran años de tratar de parecer indiferente ante todo y ante todos que le había ganado costumbre, pero por otra parte que esperaba Stefan de ella, que se arrojara a sus brazos y le rogara que se quedase, no tenía ese derecho y no lo tendría nunca pues ella no era tan egoísta como para amarrar a un hombre a su lado al que no se le puede dar amor y menos se le puede dar amor físico, ella era una mujer que no se sentía capaz de entregarse en cuerpo y alma a nadie, nunca.
—Nada — respondió Stefan. Se quedo mirándola largamente, él esperaba que ella le lanzara alguna señal que le diera esperanza, que le hiciera mandar el asunto de Hannah, al demonio y quedarse con ella. En cambio ahí estaba Alexandra Parker, siendo tan fría e indiferente como siempre fue con él.