[1] Boris Groys, The Total Art of Stalinism, Princeton, 1992. <<

[2] Véase Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto comunista, capítulo III, «Literatura socialista y comunista», Madrid, Akal, 2004; y véase también F. Engels, «Socialismo utópico y científico». Pero tanto Lenin como Marx escribieron utopías: éste en La guerra civil en Francia [1871] y aquél en El Estado y la revolución [1917]. <<

[3] La denominada «teoría de los límites» y «teoría de los objetivos más cercanos» («teoriya blizhnego pritsela»); véase Darko Suvin, Matamorphoses of Science Fiction, New Haven, 1979, pp. 264-265 [ed. cast.: Metamorfosis de la ciencia ficción; sobre la poética y la historia de un género literario, México, FCE, 1984]. <<

[4] Véase G. W. F. Hegel, Encyclopedia Logia, Libro Segundo, «Essence», Oxford, 1975. <<

[5] Olaf Stapledon, The Last and First Men / Star Maker, Nueva York, 1968, p. 299 [ed. cast.: La primera y última humanidad y Hacedor de estrellas, Barcelona, Minotauro, 2003]. El novelista inglés Olaf Stapledon (1886-1950), cuyas dos obras más importantes, aquí citadas, se estudiarán en el capítulo 9 de este libro, deriva de lo que podría denominarse la tradición artística europea de los «romances científicos» o la novela especulativa de H. G. Wells, y no de las revistas populares en las que surgió la ciencia ficción estadounidense. <<

[6] Alexander Gerard, Essay on Genius, citado en M. H. Abrams, The Mirror and the Lamp, Oxford, 1953, p. 161 [ed. cast.: El espejo y la lámpara, Buenos Aires, Nova, 1962]. <<

[7] Véase Segunda parte, artículo IV. <<

[8] D. Suvin, Metamorphoses of Science Fiction, cit., p. 61. <<

[9] El repudio convencional de la ciencia ficción por parte de la alta cultura —su estigmatización de lo puramente formulista (que refleja el pecado original de su descendencia de las revistas de relatos populares), sus quejas ante la ausencia de personajes complejos y psicológicamente «interesantes» (una postura que no parece haber seguido el ritmo de la crisis poscontemporánea del «sujeto centrado»), su nostalgia por los estilos literarios originales que pasa por alto la variedad estilística de la ciencia ficción actual (como la desfamiliarización del estadounidense hablado por parte de Philip K. Dick)— probablemente no sea cuestión de gusto personal, y tampoco debería abordarse mediante argumentos puramente estéticos, como el intento de asimilar las obras selectas de la ciencia ficción al canon establecido. Debemos aquí identificar un tipo de revulsión genérica, en la que esta forma y este discurso narrativo son objeto de resistencia psíquica en general y objetivo de una especie de «principio de realidad» literario. Para dichos lectores, en otras palabras, racionalizaciones como las de Bourdieu, que rescatan las formas literarias elevadas de las asociaciones culpables de improductividad y mera diversión y que las dotan de justificación socialmente reconocida, están aquí ausentes. Es cierto que ésta es también una respuesta que los lectores de fantasía bien pudieran dirigir a los lectores de ciencia ficción (véase el capítulo V). <<

[10] K. Marx y F. Engels, Selected Correspondence, Moscú, 1975; por ejemplo, 9 de octubre de 1866 (a Kugelmann) tachando a Proudhon de utópico pequeñoburgués «mientras que en las utopías de un Fourier, un Owen, etc., encontramos la anticipación y la expresión imaginativa de un mundo nuevo» (p. 172). Y véase también F. Engels: «el socialismo teórico alemán nunca olvidará que descansa sobre los hombros de Saint-Simon, Fourier y Owen, tres hombres que a pesar de sus fantasías y de su utopismo deben considerarse entre las mentes más significativas de todos los tiempos, porque anticiparon con ingenio incontables cuestiones cuya precisión demostramos ahora científicamente», citado en Frank y Fritzie Manuel, Utopian Thought in the Western World, Cambridge, 1979, p. 702 [ed. cast.: El pensamiento utópico en el mundo occidental, Madrid, Taurus, 1984]. Benjamin era también un gran admirador de Fourier: «Il attendait la libération totale de l’avènement du jeu universalisé au sens de Fourier pur lequel il avait une admiration sans borne. Je ne sache pas d’homme qui, de nos hours, ait vécu aussi intimement dans le Paris saint-simonien et fouriériste», en Pierre Klossowski, «Lettre sur Walter Benjamin», Tableaux vivants, París, Gallimard, 2001, p. 87. Y Barthes era otro lector apasionado (véase capítulo I, nota 5). <<

[11] Véase Herbert Marcuse, «On the Affirmative Character of Culture», en Negations, Boston, 1968. <<

[12] Desde otro punto de vista, este análisis de la realidad ambigua de la cultura (es decir, en nuestro contexto, de la cultura en sí) es ontológico. Se presume que la utopía, que se ocupa del futuro o del no ser, sólo existe en el presente, donde conduce la vida relativamente débil del deseo y la fantasía. Pero esto sirve para calcular sin la anfibiedad y la temporalidad del ser, respecto al cual la utopía es filosóficamente análoga al vestigio, sólo que desde el otro extremo del tiempo. La aporía del vestigio es la de pertenecer al pasado y al presente al mismo tiempo, y así constituir una mezcla de ser y no ser muy diferente a la categoría tradicional de devenir y, por lo tanto, ligeramente escandalosa para la razón analítica. La utopía, que combina el todavía no ser del futuro con la existencia textual en el presente, no es menos digna de las arqueologías que estamos dispuestos a conceder al vestigio. Respecto a un análisis filosófico de éste, véase Paul Ricoeur, Time and Narrative, volumen III, Chicago, 1988, pp. 119-120 [ed. cast.: Tiempo y narración, México, Siglo XXI, 1995]. <<

[13] Pero se puede encontrar una declaración de autoridad en Lyman Tower Sargent, «The Three Faces of Utopianism», Minnesota Review 7, 3(1967), pp. 222-230 y «The Three Faces of Utopianism Revisited», Utopian Studies 5, 1(1994), pp. 1-37. Dado que los estudios utópicos son una disciplina relativamente reciente, las bibliografías de las intervenciones teóricas en él siguen siendo relativamente raras; pero véanse las incluidas en Tom Moylan, Demand the Impossible, Nueva York, 1986; y en Barbara Goodwin y Keith Taylor, The Politics of Utopia, Nueva York, 1983. Respecto a la reciente evolución del campo, puede consultarse la revista Utopian Studies. Las contribuciones teóricas al estudio de la ciencia ficción son otro tema: véase la espléndida sinopsis de Veronica Hollinger, «Contemporary Trends in Science Fiction Criticism, 1980-1999», Science Fiction Studies 78, julio (1999), pp. 232-262; y respecto a una perspectiva más francófona, la bibliografía incluida en Richard Saint-Gelais, L’Empire du pseudo, Québec, 1999. Para ambas, por supuesto, tenemos la suerte de disponer de la soberbia Encyclopedia of Science Fiction de John Clute y Peter Nicholls, Nueva York, 1995; y respecto a las utopías, Dictionary of Literary Utopias, de Vita Fortunati y Raymond Trousson, París, 2000. <<

[14] Wayne Hudson, The Marxist Philosophy of Ernst Bloch, Nueva York, 1982, p. 107. Debemos también señalar las críticas de Ruth Levitas a la idea de «impulso» utópico en Concept of Utopia, Syracuse, 1990, pp. 181-183. Este libro, fundamental para la constitución de los estudios utópicos en especialidad por derecho propio, sostiene que se da un pluralismo estructural en el que, de acuerdo con las construcciones sociales del deseo en periodos históricos específicos, los tres componentes de forma, contenido y función se combinan de modos distintos e históricamente singulares: «las principales funciones detectadas son la compensación, la crítica y el cambio. La compensación es una característica de la utopía abstracta, “mala” para Bloch, de toda la utopía para Marx y Engels y de la ideología para Mannheim. La crítica es el elemento principal de la definición de Goodwin. El cambio es crucial para Mannheim, Bauman y Bloch. La utopía también puede servir para expresar la educación del deseo, como opinan Bloch, Morton y Thompson, o para producir extrañamiento, como consideran Moylan y Suvin. Si definimos la utopía desde el punto de vista [sólo] de una de estas funciones no podemos ni describir ni explicar la variación» (p. 180). <<

[15] Tom Moylan me recuerda pertinentemente que Bloch ya tenía una utopía concreta: se llamaba Unión Soviética. <<

[16] Véase Claude Lévi-Strauss, «Do Dual Organizations Exist?», en Structural Anthropology I, Chicago, 1983 [ed. cast.: Antropología estructural, Barcelona, Paidós, 1995]; y asimismo Pierre Bourdieu, Outline of a Theory of Practice, Cambridge, 1977. <<

[17] Véase Gilles Deleuze, Cinéma II, París, 1985, capítulo IV, sobre «le faux» [ed. cast.: La imagen-tiempo: estudios sobre cine 2, Barcelona, Paidós, 1996]; y también Jean-Paul Sartre, Saint Genêt, Nueva York, 1983, sobre «le toc», pp. 358 y ss [ed. cast.: San Genet comediante y mártir, Buenos Aires, Losada, 2003]. <<

[18] Roland Barthes, Sade, Fourier, Loyola, París, 1971, p. 23 [ed. cast.: Sade, Fuerier, Loyola, Madrid, Cátedra, 1997]. <<

[19] Y podríamos haber añadido la tragedia histórica de Winstanley y su comuna de St. George’s Hill (junto con el destino de la comuna utópica de Goetz en El diablo y Dios de Sartre: es cierto que esta última es impuesta más que intencional, que era presumiblemente el otro argumento que el filósofo de la libertad y la práctica quería plantear). Como es bien sabido, la última obra de Huxley, La isla [1962], representa su intento de rectificar el satírico Un mundo perfecto [1932] con la construcción de una contribución «seria» (aunque narrativa) al género utópico. B. F. Skinner (1904-1990), uno de los teóricos conductistas estadounidenses más idiosincrásicos e inventor de la denominada caja de Skinner, escribió una gran utopía en Walden dos [1948], en la que (en mi opinión) el «condicionamiento negativo» influye poco: véase el breve análisis incluido en el capítulo IV. Kim Stanley Robinson (1952) no es autor de uno sino de dos ciclos utópicos, la denominada trilogía de Orange County [1948-1990] y la trilogía de Marte [1992-1996], y una tercera, centrada en el desastre ecológico y sus posibilidades utópicas, en camino. Acerca de la trilogía de Marte, véase el artículo XII, en la Segunda parte de este libro. <<

[20] Véase la Segunda parte, artículo VII, «Longevidad y lucha de clases». <<

[21] Véase el ataque de Ernst Bloch a la anamnesia en The Principle of Hope, Cambridge, Massachusetts, 1986, p. 18 [Ed. cast.: El principio esperanza, Madrid, Trotta, 2006]. <<

[22] Herbert Marcuse, Eros and Civilization, Nueva York, 1962, p. 18 y capítulo XI [ed. cast.: Eros y civilización, Barcelona, Ariel, 2001]. <<

[23] Kim Stanley Robinson, The Years of Rice and Salt, Londres, 2002 [ed. cast.: Tiempos de arroz y sal, Barcelona, Minotauro, 2005], ofrece la crónica de un mundo del que la peste negra ha eliminado en el siglo XIV, d. C. a Europa y al cristianismo, un mundo en el que florece una alta civilización «autóctona americana» en el hemisferio occidental, y China y el islam se han convertido en los principales sujetos de una historia que concluye con equivalentes a «nuestra» Primera Guerra Mundial, «nuestra» revolucionaria década de 1960, y (con optimismo) un futuro distinto del nuestro. <<

[24] R. Barthes, Sade, Fourier, Loyola, cit., p. 23. <<

[25] O. Stapledon, The Last and First Men / Star Maker, cit., p. 343. <<

[26] Véase la «Conclusión» a mi libro The Political Unconscious, Ithaca, 1981 [ed. cast.: Documentos de cultura, documentos de barbarie, Madrid, Antonio Machado Libros, 1989], y también mi artículo reseña «On “Cultural Studies”», en Social Text 34(1993), pp. 17-52. <<

[27] Como corresponde a un defensor del derecho natural; véase Ernst Bloch, Natural Law and Human Dignity, Cambridge, Massachusetts, 1961 [ed. cast.: Derecho natural y dignidad humana, Madrid, Aguilar, 1980]. <<

[28] Espero que esté claro que las explicaciones psicológicas, en especial las relacionadas con la «sublimación», son incompatibles con el tipo de producciones aquí descritas. <<

[29] Margaret Cavendish, The Description of a New World Called the Blazing World [1666], Nueva York, 1992, pp. 185-186. Cavendish (1623-1673) es una verdadera descendiente de Bacon en esta utopía que, aun siendo fantástica, se basa en un juego constructivo con elementos «científicos» derivados de todas las teorías actuales en su tiempo, incluidas las de Descartes y Hobbes, a quienes afirmaba conocer en persona. El constructivismo celebra su coronación en la ambición de la autora «no sólo de ser emperatriz, sino también autora de todo un mundo», p. 224. <<

[30] El argumento se desarrolla en el capítulo XI. Pero vale la pena preguntarse si los análisis proteicos efectuados en las Versions clásicas de Empson no acercan bastante el impulso pastoral al impulso utópico propiamente dicho. Véase William Empson, Some Versions of Pastoral, Londres, 1935. <<

[31] A veces olvidamos que ¿Qué hacer? [1863] de Chernishevski, que dio su nombre al igualmente famoso panfleto de Lenin, fue tan influyente en todo el mundo como El año 2000 [1888] de Bellamy. Ecotopia [1975], de Ernest Callenbach (1929), es la utopía norteamericana más importante de la década de 1960: describe un Estado que incluye los actuales Oregón, Washington y norte de California que, habiéndose separado de Estados Unidos, permanece décadas aislado por un bloqueo económico e informativo. En cuanto a Ursula Le Guin (1929), se analizarán frecuentemente sus obras en este libro, en especial en los capítulos V, VI y X, y también en la Segunda parte, artículo III. Es una de las escritoras estadounidenses contemporáneas más importantes (y no sólo de ciencia ficción y fantasía): su novela La mano izquierda de la oscuridad [1969] supuso una contribución fundamental al feminismo y a los estudios de género, al igual que su electrizante intervención política, Los desposeídos [1974], influyó en los debates políticos de la década de 1970. <<

[32] Pero este libro no es esa historia: el juego de materia prima se ensayará principalmente en el capítulo III, dedicado a la Utopía de Moro, mientras que en otras partes el énfasis será más formalista, investigando las limitaciones representativas que deforman un texto que en un principio posibilitan. <<

[33] Véase, por ejemplo, Niklas Luhmann, The Differentiation of Society, Nueva York, 1982. <<

[34] Juego en otras partes con figuras de Lacan («extimidad») y Derrida («encriptación»). Véase mi artículo «La política de la utopía», New Left Review [edición española] 25, marzo-abril (2004), p. 37; el artículo es una especie de esbozo inicial y tentativo de posturas más plenamente desarrolladas en este libro, que constituye el último volumen de la serie The Poetics of Social Forms. <<

[35] K. Marx, Capital, volumen 1, Londres, 1976, p. 172 [ed. cast.: El capital, Madrid, Akal, 2000]. <<

[36] Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Nueva York, 1958, p. 121 [ed. cast.: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Alianza, 2006]. <<

[37] Kim Stanley Robinson, Red Mars, Nueva York, 1993, pp. 309-310 [ed. cast.: Marte Rojo, Barcelona, Minotauro, 1996]; citado del interesante libro de Damien Broderick, Reading by Starlight, Londres, 1995, pp. 107-108, que en muchos aspectos se entrecruza con el tema del que yo me ocupo aquí y que ha aclarado mi decisión de limitar mi análisis de la ciencia ficción a sus funciones utópicas. La obra de Broderick reproduce de hecho, en un nivel de energía e inteligencia muy elevado, el objetivo habitual de la estética tradicional, a saber, el de identificar la especificidad de lo estético como tal. En otras palabras, para la literatura ordinaria, diferenciar la ficción de otros discursos; o, en el caso de la ciencia ficción, diferenciar sus frases narrativas y el contenido de dichas frases, no sólo del realismo, sino también de lo fantástico literario o lo «maravilloso» así como de la fantasía, el terror y otras formas paraliterarias. En mi opinión, ésta no es una línea de investigación muy interesante o productiva a largo plazo, aunque ciertamente ofrece muchas explicaciones útiles o asombrosas durante el proceso. De hecho, la esterilidad del enfoque documenta los límites estructurales de la filosofía estética como tal y confirma su obsolescencia. (Me inclino a hacer una excepción con el estudio de la especificidad del lenguaje poético). Pero, en la medida en que yo puedo juzgarlo, todos los enfoques generales de la ciencia ficción como modo se encuentran desastrosamente desviados en estos canales, de los cuales sólo la coyuntura histórica o el impulso utópico parecen rescatarlos. Pero se puede encontrar un enfoque marxiano de toda la tradición de la ciencia ficción en Carl Freedman, Critical Theory and Science Fiction, Hanover, 2000. <<

[38] Véase la consideración de Habermas de que el dinero está «libre de normas» dentro del sistema: The Theory of Communicative Action, Boston, 1984, volumen II, pp. 171-172, 264-265 y 343-346 [ed. cast.: Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1999]. Respecto a la idea freudiana de que el inconsciente no tiene concepto alguno del dinero, véase Norman O. Brown, Life Against Death, Middletown, 1970 [ed. cast.: Eros y Tanatos: el sentido psicoanalítico de la historia, Barcelona, Santa & Cole, 2007]. <<

[39] Jean-Jacques Rousseau, Oeuvres, volumen III, París, 1964: «Project de constitution pour la Corse» [1765], y «Considérations sur le gouvernement de la Pologne» [1770-1771]. <<

[40] Característicos son los libros de Marshall Sahlins, Stone Age Economics, Chicago, 1972 [ed. cast.: Economía de la edad de piedra, Madrid, Akal, 1983]; y Colin Turnbull, The Forest People, Nueva York, 1961 [ed. cast.: Los pigmeos: el pueblo de la selva, Buenos Aires, Javier Vergara, 1984]. <<

[41] «Fourier […] usa el método dialéctico del mismo modo magistral que su contemporáneo, Hegel» (F. Engels, Anti-Dühring, Moscú, 1977, p. 315); véase también mi ensayo sobre Fourier, artículo I de la Segunda parte de este libro. <<

[42] Edward Bellamy, Looking Backward, Nueva York, 1986, p. 69 [ed. cast.: El año 2000: una mirada retrospectiva, Barcelona, Abraxas, 2000]:

«La organización nacional del trabajo bajo una dirección fue la solución completa a lo que, en vuestro tiempo y bajo vuestro sistema, se consideraba con razón el problema irresoluble del trabajo. Cuando la nación se convirtió en el único empleador, todos los ciudadanos, en virtud de su ciudadanía, se convirtieron en empleados que debían distribuirse de acuerdo con las necesidades de la industria».

«Es decir» sugerí yo «simplemente habéis aplicado el principio del servicio militar universal, tal y como se entendía en nuestro tiempo, a la cuestión del trabajo». <<

[43] Véase el ilustrativo libro de Kirkpatrick Sale, Rebels against the Future, Massachusetts, 1995; y se puede hallar una crítica más general a la idea de «espontaneidad» campesina y a los levantamientos supuestamente espontáneos y no organizados en Ranajit Guha, Elementary Aspects of Peasant Insurgency in Colonial India, Oxford, 1983. <<

[44] Ebenezer Howard, Garden Cities of Tomorrow, Cambridge, 1965. <<

[45] La idea planteada por Marx del «General Intellect [intelecto general]» (así llamada en inglés en su texto) se encuentra en los borradores ó Grundrisse [1857-1861], Londres, 1973, p. 706; fue una estimulante concepción del periodo de la Autonomía en Italia (véase el artículo de Maurzio Lazzarato en Michael Hardt y Paolo Virno [eds.], Radical Thought in Italy, Minnesota, 1996) y es fundamental para la tan debatida noción actual del «trabajo inmaterial» en la era cibernética. <<

[46] La estrella roja [1908], del notable Alexander Bogdanov (1873-1928) es, por supuesto, prerrevolucionaria en el sentido técnico, mientras que La nebulosa de Andrómeda [1958] de I. A. Efremov (1907-1972), la salva inaugural de un retorno de la ciencia ficción utópica en la Unión Soviética después de la muerte de Stalin, abre el camino a las grandes contribuciones a la tradición por parte de los hermanos Strugatski (Arkady, 1925-1991, y Boris, 1933), sobre quienes trata el capítulo VI. Debería señalarse, sin embargo, que durante todo el periodo soviético siguió publicándose bajo la calificación de literatura infantil una larga tradición de ciencia ficción rusa al estilo Verne. Respecto al extraño caso del Chevengur (1928-1929) de Platonov, véase mi libro The Seeds of Time, Nueva York, 1994, pp. 73-128 [ed. cast.: Las semillas del tiempo, Madrid, Trotta, 2000]; y respecto a la escena rusa contemporánea, léase ante todo el libro de Viktor Pelevin, Homo Zapiens, Nueva York, 1999 [ed. cast.: Homo zapiens, Barcelona, Mondadori, 2003], y véase el capítulo VI, nota 8 de este libro. <<

[47] La ambigüedad estructural del Nosotros de Zamiatin ha sido resaltada en dos obras fundamentales de la teoría literaria utópica (así como Gary Saul Morson, véase el capítulo VI). En Metamorfosis de la ciencia ficción, Mexico, FCE, 1984, Darko Suvin se pronuncia en contra de que se considere a Nosotros antiutópica, considerándola por el contrario una intersección entre dos tendencias dentro de una tradición utópica: «la derrota en la novela Nosotros no es una derrota de la novela en sí, sino un exasperado golpe para mover al lector a pensar y actuar. Es un documento de un agudo choque entre la utopía “fría” y la “caliente”; un juicio sobre Campanella o Bacon dado por Rabelais o Shelley» p. 259. Phillip E. Wegner, Imaginary Communities, California, 2002, traza elaboradamente esta postura mediante una demostración del «juego de los mundos posibles» dentro del texto polifónico de Zamiatin. <<

[48] Véase la traducción al inglés que Paul Turner hace de la Utopía de Tomás Moro, Londres, 1965, p. 8. Esa visión de la utopía como jeu d’esprit (Moro era un gran bromista, nos cuenta Erasmo) la expresa clásicamente C. S. Lewis en English Literature in the Sixteenth Century, Oxford, 1954, pp. 167-171. <<

[49] A esto se refería Adorno, creo, con la «Segunda reflexión» incluida en Aesthetic Theory, Minnesota, 1997, traducido por R. Hullot-Kentor, pp. 26-27 [ed. cast.: Teoría estética, Madrid, Akal, 2004]; o, en su medida, lo que yo denomino metacomentario en el artículo de ese nombre incluido en mi libro The Ideologies of Theory, Minnesota, 1988. <<

[50] Robert C. Elliott, The Shape of Utopia, Chicago, 1970, capítulo 1. <<

[51] El estudio definitivo sobre la relación entre el Libro Primero y el Libro Segundo (éste, de acuerdo con todos los indicios, se escribió antes que aquél) es el libro de J. H. Hexter, More’s Utopia: the Biography of an Idea, Princeton, 1952. <<

[52] Arthur Morgan, Nowhere Was Somewhere, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1946. Véase también la nota 19 de este capítulo. <<

[53] Véase Norbert Elias, «“Thomas Morus” Staastskritik», en Utopieforschung, editado por Wilhelm Vosskamp, Frankfurt, 1985, volumen III, p. 114. <<

[54] Acerca de las dos lenguas de Utopía, véase Emile Pons, «Les langues imaginaires dans le voyage utopique», Revue de littérature comparée XIII, 1931. <<

[55] Véase M. Weber, «Politics and Vocation», en From Max Weber. Essays in Sociology, editado por H. Gerth y C. Wright Mill, Oxford, 1946, p. 93 [ed. cast.: Ensayos de sociología contemporánea, Barcelona, Martínez Roca, 1972]. El fracaso humanista se narra de un modo un tanto diferente en Lucien Goldmann, Le Dieu caché, París, 1959 [ed. cast.: El hombre y lo absoluto: el Dios oculto, Barcelona, Península, 1985]. <<

[56] Louis Marin, Utopiques, París, 1973, capítulo 6 [ed. cast.: Utópicas, juegos de espacios, Madrid, Siglo XXI, 1976]. <<

[57] Véase M. Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, cit., p. 118. <<

[58] Marx y Engels, Selected Correspondence, Moscú, 1975 [ed. cast.: Correspondencia (1868-1895), México, Siglo XXI, 1981], véase el 8 de marzo de 1881: «Por consiguiente, el análisis dado en El capital no proporciona argumentos a favor o en contra de la viabilidad de la comunidad aldeana, pero la investigación especial de este tema que he efectuado, y para la que obtuve el material de fuentes originales, me ha convencido de que esta comunidad es el fulcro de la renovación social rusa, pero para que eso pudiera funcionar de esta forma habría que eliminar primero las influencias destructivas que ahora la asaltan desde todos los extremos y después garantizar las condiciones normales para el desarrollo espontáneo». Ha habido una revitalización política del tema de los cercados y de los bienes comunales desde la globalización; véase Midnight Notes Collective, «The New Enclosures», en Midnight Oil, Brooklyn, 1992; y Naomi Klein, «Reclamemos los bienes comunales», New Left Review [edición española] 9, Noviembre-Diciembre de 2001. <<

[59] Christopher Kendrick, «More’s Utopia and Uneven Development», en Boundary two XIII, 2/3, invierno-primavera de 1985, p. 245. Este texto no se incluye en su importante y reciente libro, Utopia, Carnival and Commonwealth in Renaissance England, Toronto, 2004. <<

[60] Véase la nota 9 de este capítulo. <<

[61] K. Marx, Grundrisse, cit. La sección de estos cuadernos que el propio Marx tituló «Formas que preceden a la producción capitalista» se encuentra en las pp. 471-514 de la edición inglesa. <<

[62] Engels publicó su propia versión de los modos de producción precapitalistas en 1884, después de la muerte Marx, con el título de El origen de la familia, de la propiedad y del Estado, omitiendo significativamente el modo de producción asiático en su enumeración. Como es obvio, la existencia de una teoría propiamente marxista de este modo de producción no podía haberse conocido hasta la primera publicación de los Grundrisse en 1939. Desde entonces, el debate sobre el tema ha sido extenso, por no decir interminable. <<

[63] C. Kendrick, «More’s Utopia and Uneven Development», cit., pp. 245-246 y ss. Y en cuanto a la relación entre la utopía y la construcción nacional, véase ahora P. Wegner, Imaginary Communities, cit. <<

[64] Esto compendia la principal tesis de las Utópicas de Marin, a saber, que (siguiendo la terminología del rectángulo semiótico de Greimas) el texto utópico no es una síntesis de opuestos, o lo que Greimas llama un término complejo; por el contrario, es una síntesis de sus negaciones, o en otras palabras, un término neutral. (Proporcionaré una interpretación de dicha neutralización en el capítulo XI). En todo caso, el texto utópico no debe considerarse, en consecuencia, una visión ni una representación completa, sino una operación semiótica, un proceso de interacción entre contradicciones y contrarios que genera la ilusión de un modelo de sociedad. He analizado el libro de Marin en un artículo anterior, «Of Islands and Trenches», en The Ideologies of Theory, cit., volumen II, pp. 75-101. <<

[65] Véase la nota 8. <<

[66] Maurice Godelier, Horizon, trajets marxistes en anthropologie, París, 1973, pp. 83-92 y 343-355 [ed. cast.: Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, Madrid, Siglo XXI, 2000]. Godelier se encuentra entre los antropólogos más eminentes que defienden el valor del concepto marxista de «modo asiático», que él ha rescatado del orientalismo al aplicarlo al Imperio inca. <<

[67] C. S. Peirce, Collected Papers, Harvard, 1931, volumen I, p. 262. <<

[68] Polybius, Rise of the Roman Empire, Penguin, 1979, pp. 303-318. Este esquema de clasificación tradicional ha sido revisado y aplicado, con extraordinaria originalidad y gran capacidad de sugerencia, a la globalización actual por Michael Hardt y Antonio Negri en Empire, Cambridge, 2000, pp. 162-164 y pp. 314-316 [ed. cast.: Imperio, Madrid, Paidós, 2002]. Véase también Antonio Negri, Insurgencies, Constituent Power and the Modern State, Minnesota, 1999, pp. 67-69 y 107-110 [ed. cast.: El poder constituyente, Madrid, Libertarias-Prodhufi, 1994]. <<

[69] Tomas Moro, Works, New Haven, 1963-1997, volumen IV, pp. 65-67. <<

[70] Auerbach cita el famoso pasaje de los «Caracteres» en Mimesis, Princeton, 1953, p. 366 [ed. cast.: Mimesis, México, FCE, 1996]: «uno ve ciertos animales feroces, machos y hembras, esparcidos por el campo, negros, lívidos y quemados por el sol, atados al campo que cavan y aran con inconquistable tenacidad. Tienen una especie de voz articulada, y cuando se pone de pie muestran rostro humano, y de hecho son hombres [et en effet ils son des hommes]». <<

[71] C. Kendrick, «More’s Utopia and Uneven Development», cit., pp. 243-244. <<

[72] Claude Lévi-Strauss, La pensée sauvage, París, 1962, p. 26 [ed. cast.: El pensamiento salvaje, Madrid, FCE, 2005]. <<

[73] Pero véase, sobre la opinión utópica, el capítulo IV. <<

[74] Véase la nota 3, y también Robert C. Elliott, The Power of Satire, Princeton, 1960. <<

[75] Y véase, acerca de las constituciones, Kenneth Burke, A Grammar of Motives, Berkeley, 1969, Tercera parte, capítulo 1, pp. 323-401; y sobre las leyes o el «caso», André Jolles, Einfache Formen, Tubinga, 1982. <<

[76] Louis Althusser, Écrits philosophiques et politiques, volumen II, París, 1995, p. 59. <<

[77] Carl Schmitt, The Concept of the Political, Rutgers, 1976 [ed. cast.: El concepto de lo político, Madrid, Alianza, 1998]. <<

[78] Véase la nota 1. <<

[79] L. Marin, Utopiques, cit., capítulo 7; véase también P. Wegner, Imaginary Communities, cit., pp. 40-45. <<

[80] El texto (antimarxista) clásico es el de Karl Wittfogel, Oriental Despotism, New Haven, 1957 [ed. cast.: Despotismo oriental: estudio comparativo del poder totalitario, Madrid, Guadarrama, 1966]. <<

[81] Véase el breve comentario sobre este artículo incluido en la Introducción. <<

[82] Véase K. Marx, The Poverty of Philosophy, Nueva York, 1963, en especial pp. 69-79 [ed. cast.: La miseria de la filosofía, Madrid, Edaf, 2004]; y también los Grundrisse, cit., capítulo 2 (dedicado al dinero). <<

[83] R. Barthes, Sade, Fourier, Loyola, cit. <<

[84] L. Marin, Utopiques, cit. <<

[85] F. y F. Manuel, Utopian Thought in the Western World, cit.; véase en particular su análisis sobre la proliferación de las «sectas» revolucionarias religiosas durante la Revolución inglesa: «Edwars fue sólo el más destacado de los especialistas que, al catalogar una amplia variedad de abominables herejías teológicas y sociales, consiguieron transmitir la impresión de que eran todas idénticas. El libro de Ephraim Pagitt, Heresiography [1645], más restringido en su campo de investigación, trataba unos veinte tipos tan solo de anabaptistas: muncerianos, apostólicos, separatistas, cátaros, silentes, entusiastas, etc.» (pp. 334-335). Nos recuerda el paradigmático análisis que Flaubert hace de las sectas políticas de la Revolución de 1848 en La educación sentimental. <<

[86] O que lea la admirable biografía escrita por Jonathan Beecher, Charles Fourier. The Visionary and his World, California, 1986. <<

[87] T. W. Adorno, Philosophie der neuen Musik, Frankfurt, 1958, pp. 41 y ss. [ed. cast.: Filosofía de la nueva música, Madrid, Akal, 2003]; y Aesthetic Theory, cit., pp. 44-45, 56-58, 244-245. <<

[88] Tan proféticamente ligada a la utopía por Robert C. Elliott en su díptico The Power of Satire, cit., y en The Shape of Utopia, cit. <<

[89] Como bien se sabe, Coleridge sólo abordó este asunto, su contribución teórica más famosa, en un lugar central de su obra: los capítulos 12 y 13 de Biographia Literaria. Vale la pena, pues, citar completa su exposición, relativamente breve: «Considero, por lo tanto, que la imaginación es primaria o secundaria. La imaginación primaria, sostengo, es la capacidad viva y el agente fundamental de toda percepción humana, y repetición en la mente finita del acto eterno de creación en el YO SOY infinito. La imaginación secundaria la considero un eco de la primera, coexistente con la voluntad consciente, pero sin embargo idéntica a la primera en su tipo de agencia, y distinta sólo en su grado, y en su modo de funcionamiento. Disuelve, esparce, disipa, para recrear; o cuando este proceso se hace imposible, aún se esfuerza en todo momento por idealizar y unificar. Es en esencia vital, aunque todos los objetos (en cuanto objetos) son esencialmente fijos y están muertos».

«La ilusión, por el contrario, no tiene contrarios con los que jugar, sino fijezas y concreciones. La ilusión no es, de hecho, más que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo y el espacio; aunque está mezclada con el fenómeno empírico de la voluntad, que expresamos con la palabra opción, y modificada por él. Pero al igual que la memoria ordinaria, la ilusión debe recibir todos sus materiales ya preparados por la ley de la asociación», Samuel Coleridge, Biographia Literaria, Londres, 1949, pp. 145-146 [ed. cast.: Biografía literaria, Barcelona, Labor, 1975]. <<

[90] El término opone la «decoración», o la fachada del edificio, al vacío del cobertizo que tiene detrás; véase Robert Venturi, Denise Scout-Brown y Steven Izenour, Learning from Las Vegas, Cambridge Massachusetts, 1972 [ed. cast.: Aprendiendo de Las Vegas, Barcelona, Gustavo Gili, 2000]. <<

[91] Véase el asombroso libro de Adolf Loos, Ornament and Crime, Riverside, California, 1998 [ed. cast.: Ornamento y delito y otros escritos, Barcelona, Gustavo Gili, 1980]. <<

[92] Sigmund Freud, «Creative Writers and Day-Dreaming», en The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Londres, 1954, volumen IX, pp. 143-153. <<

[93] Ibid., volumen V, p. 488. <<

[94] Ibid., volumen IX, p. 145. <<

[95] Ibid., p. 150. <<

[96] Ibid. <<

[97] Ibid. <<

[98] Ibid., pp. 152-153. Como este análisis, más puramente formalista, parece dejar poco espacio para cualquier identificación de los lectores utópicos (o artísticos) con el deseo original, quizá valga la pena añadir un comentario que Freud hace en otra parte sobre el éxito en la proyección del cumplimiento de sus propios deseos por parte del artista: «él sólo lo consigue porque otros hombres sienten la misma insatisfacción que él con la renuncia exigida por la realidad, y porque esa insatisfacción, que resulta de sustituir el principio de placer por el principio de realidad, forma en sí parte de la realidad». «Formulations on the Two Principles of Mental Functioning», The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, cit., volumen XII, p. 224. <<

[99] Jean Renoir, La régle du jeu, Francia, 1939, 110 min. <<

[100] Jacques Lacan, Seminario de 1958-1959, Le désir et son interprétation, 10 de diciembre de 1958. <<

[101] S. Freud, The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, cit., volumen IX, p. 153. <<

[102] Platón, Complete Works, Indianápolis, 1997: véase en particular, el Meno, p. 97; Letter VII, pp. 1659-1660; y el Theaetetus, pp. 189-190. <<

[103] Alexandre Koyré, Ètudes galiléennes, París, 1939 [ed. cast.: Estudios galileanos, Madrid, Siglo XXI, 1990]. Vale la pena añadir que esta reinterpretación canónica de Koyré (que da a entender que las teorías de Galileo eran «experimentos mentales» antiexperimentales) se ha situado en el centro de un importante debate sobre los «estudios científicos» contemporáneos: véase Dus an I. Bjelic, Galileo’s Pendulum, Albany, Nueva York, 2003, pp. 10-11 y p. 164, nota 34. <<

[104] K. Marx y F. Engels, The German Ideology, Moscú, 1964, p. 34 [ed. cast.: La ideología alemana, Madrid, Losada, 2005]. <<

[105] Louis Althusser, Lenin and Philosophy, Nueva York, 1971. <<

[106] Ibid., p. 171. <<

[107] Ibid., p. 162. Althusser parece haber omitido aquí el tercer término de la tríada lacaniana, a saber, el orden simbólico, opuesto a lo imaginario (o fase especular) y a lo real, que como bien se sabe Lacan definió como «lo que se resiste por completo a la simbolización». No obstante, en mi opinión puede considerarse que Althusser presupone dos intentos distintos de aceptar lo real: el ideológico, en el que la función imaginaria incluye al yo; y el de la «ciencia», de la que se omite el yo, y que intenta proyectar lo real en términos «simbólicos» o, en otras palabras, puramente sintácticos (como una fórmula matemática). <<

[108] T. Moro, Works, cit., volumen IV, p. 142. <<

[109] B. F. Skinner, Walden Two, Nueva York, 1948, pp. 48-49 [ed. cast.: Walden dos, Madrid, Martínez Roca, 2005]. Para evitar la acusación de arbitrariedad, aduciré también el ejemplo del padre fundador de la ciencia ficción. Estoy en deuda con Dan Smith (en un próximo libro sobre la cultura material en la literatura) por el extraño caso de las sillas de H. G. Wells, que amueblan de manera bastante gratuita el apartamento del protagonista en la primera novela de ciencia ficción, La máquina del tiempo: «Las sillas», nos cuenta el narrador, «que son patente suya, nos abrazaban y nos acariciaban en lugar de someterse sin más a que alguien se sentara en ellas». Smith interpreta este detalle, con bastante verosimilitud, como un juicio sobre William Morris y su utopía nostálgica, que no sólo patentó su propia silla mullida, sino que también está supuestamente presente de forma ficticia entre el pequeño grupo de amigos a quienes el Viajero del Tiempo relata sus aventuras. A este respecto, el ejercicio de ilusión de Wells forma parte de toda la producción secundaria de la modernidad como utopía material, a pesar del resultado infeliz para la especie humana en esta primera novela científica, y por lo tanto, a pesar de sus propios sentimientos ambiguos sobre la utopía en sí. <<

[110] He hecho trampas, utilizando la traducción de Paul Turner, p. 42 (véase la nota 1 del capítulo III); compárese con la traducción incluida en Works, cit., volumen IV, p. 57. <<

[111] B. F. Skinner, Walden Two, cit., p. 46. <<

[112] Ibid., pp. 218-221. <<

[113] Agradezco esta observación a Jonathan Flatley. <<

[114] Marcel Proust, Remembrance of Things Past, Londres, 1982, volumen I, pp. 686-687 [referencia francesa, À la recherche du temps perdu, París, Pléiade, 1987, vol. I, pp. 626-627]. La cita en castellano está tomada de En busca del tiempo perdido, traducción de Pedro Salinas, Madrid, 2004, p. 400. <<

[115] Barbara Goodwin, Justice by Lottery, Chicago, 2001. <<

[116] Véase la Introducción, nota 8. <<

[117] Terry Eagleton disiente de esta postura: véase After Theory, Nueva York, 2003, pp. 142-143 [ed. cast.: Después de la teoría, Barcelona, Mondadori, 2005]; pero en lugar de enzarzarme en debates sobre la «naturaleza humana» preferiría señalar los desastrosos resultados de la política ética, como los de la Segunda Internacional (o incluso los de la Nueva Izquierda estadounidense en la década de 1960). Acerca de la ética, véanse también las posturas de Fourier, en el artículo IV de la Segunda parte de este libro. <<

[118] La obra de los hermanos Strugatsky, principales escritores de la reciente tradición de ciencia ficción soviética, se examinará en el capítulo VI. Qué difícil es ser Dios, [1964], enseña la lección histórica sobre la no intervención desde una perspectiva marxista, en la que el intento altruista de intervenir en la evolución de los modos de producción y de humanizar un sistema feudal de gran brutalidad catapulta a éste más allá del capitalismo, introduciéndolo en el fascismo. William Gibson (1948) y Bruce Sterling (1954) se consideran en general fundadores del denominado ciberpunk: véase el artículo XI de la Segunda parte de este libro. Brian Aldiss (1925) es una de las figuras más considerables de la ciencia ficción británica: su primera novela, Starship o La nave estelar [1958] se analiza en la Segunda parte, artículo II; la trilogía de Heliconia presenta una historia inmensamente ambiciosa de otro planeta y la evolución de su civilización a lo largo de un Gran Año de más de 2000 años. También es autor de una importante historia de ciencia ficción, The Billlion Year Spree, Nueva York, 1973, reescrito en 1986 con el título de The Trillion Year Spree. El novelista británico John Brunner (1934-1995) dejó una obra de ciencia ficción amplia y variada, que incluye una tetralogía compuesta por cuatro enormes e influyentes novelas distópicas: Todos sobre Zanzíbar [1968], Órbita inestable [1969], El rebaño ciego [1972] y El jinete en la onda del shock [1975]. Sobre la novela de Robinson, véase el capítulo I, nota 11, y sobre Heinlein véase también en la Segunda parte, el artículo VII. <<

[119] Cuando se le preguntó quién era el mayor poeta francés, André Gide respondió: «Victor Hugo, por desgracia»; una respuesta a la pregunta sobre el mayor escritor estadounidense de ciencia ficción tendría que definir del mismo modo a Robert A. Heinlein (1907-1988). Pero véase el excelente libro de H. Bruce Franklin, Robert A. Heinlein. America as Science Fiction, Nueva York, 1980. <<

[120] Véase, por ejemplo, mi libro Postmodernism, or the Cultural Logic of Late Capitalism, Londres/Durham, 1991, pp. 287, 369 [ed. cast.: El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona, Paidós, 2008]. <<

[121] Véase mi libro Brecht and Method, Londres, 1998, pp. 136-140. <<

[122] Thomas Mann, Dr Faustus, Nueva York, 1948, p. 162 [ed. cast.: Doktor Faustus, Barcelona, 1984, p. 189; la versión utilizada corresponde a esta edición]. <<

[123] Dante Alighieri, Paradiso, Princeton, 1974 (traducción de Singleton), Canto VIII, versos 16-30, pp. 82-85 [ed. cast.: Paraíso (trad. Ángel Crespo), Barcelona, Seix Barral, 2003 pp. 54-55]. <<

[124] D. Suvin, Metamorphoses of Science Fiction, cit., capítulo 1. No deberíamos invocar aquí la autoridad de Suvin sin señalar sus juicios negativos sobre la fantasía: véase «Considering the Sense of “Fantasy” or “Fantastic Fiction”», Extrapolation XLIV 3, 2000, pp. 209-247. <<

[125] Aristóteles, Poetics, 1451. <<

[126] Véase el capítulo II, nota 18 de este libro. <<

[127] Samuel R. Delany (1942), uno de los principales escritores (junto con sus novelas de ciencia ficción) de una fantasía muy elaborada de hecho en su serie Neveryon, y considerable teórico de la ciencia ficción desde un punto de vista lingüístico o «estructuralista», es una figura fundamental en lo que denominaremos una nueva fase «estética» o perceptiva de la ciencia ficción (véase el capítulo VII). Anne McCaffrey (1926) es más conocida por su exitosa serie del dragón de Pern, que en general se considera fantasía y no ciencia ficción. Y sobre los dragones más en general, véase Susan Willis, «Le Guin’s Dragons: Gender and Utopian Transformation», conferencia pronunciada en el Summer Institute of Theory, Universidad del Sur de Maine, agosto de 2002. <<

[128] Véase China Miéville, «The Conspiracy of Architecture», en Historical Materialism 2, verano de 1998; y véase asimismo el interesante número especial de la misma revista sobre la «fantasía radical» (X, 4 [2004]) en el que se publicó un borrador inicial del actual capítulo. <<

[129] G. W. F. Hegel, The Phenomenology of Spirit, Oxford, 1977, capítulo VI, subsección B-II, «Enlightenment» [ed. cast.: La fenomenología del espíritu, Madrid, FCE, 1999]. <<

[130] «En la sístole religiosa, el hombre propulsa su propia naturaleza desde sí mismo, se arroja a sí mismo hacia el exterior; en la diástole religiosa, recibe de nuevo en su corazón la naturaleza rechazada», Ludwig Feuerbach, The Essence of Christianity, Amherst, Nueva York, 1989, p. 31 [ed. cast.: La esencia del cristianismo, Madrid, CM Publicaciones, 1995]. Esta doctrina de la proyección, filosóficamente original, puede entonces considerarse asimismo precursora de la hermenéutica de Bloch: «La deidad es una idea cuya verdad y realidad es sólo la felicidad», Ludwig Feuerbach, The Essence of Religion, Amherst, Nueva York, 2004 [ed. cast.: La esencia de la religión, Madrid, Páginas de Espuma, 2008]. <<

[131] Ursula Le Guin, Tales from Earthsea, Nueva York, 2001, pp. 13-14 [ed. cast.: Historias de Terramar, Barcelona, Minotauro, 2006]. <<

[132] Michael Swanwick, The Stations of the Tide, Nueva York, 1991, p. 17 [ed. cast.: Las estaciones de la marea, Madrid, Martínez Roca, 1993]. <<

[133] En la Segunda parte, artículo II, se ofrece una conceptualización de esas «discontinuidades genéricas» que han evolucionado aquí hasta convertirse en un juego de simulacros. <<

[134] M. Swanwick, The Stations of the Tide, cit., p. 126. <<

[135] Un término y concepto formalista ruso; véase Víctor B. Shklolvski, Theory of Prose [1925]. Para consultar en castellano véase Sobre la prosa literaria; reflexiones y análisis, Barcelona, Planeta, 1971. <<

[136] Véase la Segunda parte, artículo VI. <<

[137] Ursula Le Guin, The Lathe of Heaven, Nueva York, 1971 [ed. cast.: La rueda celeste, Barcelona, Edhasa, 1987]; Arkady y Boris Strugatsky, Roadside Picnic, Nueva York, 1977 [ed. cast.: Stalker, picnic junto al camino, Madrid, Ediciones B, 2001]; en adelante las referencias a las páginas de ambas ediciones en inglés se darán en el texto. <<

[138] Véase el capítulo VIII. <<

[139] Vale la pena señalar que la película de Andrei Tarkovsky, Stalker [1979], sólo está ligeramente relacionada con el original de los Strugatsky. Se dice que la película virgen sobre la que se rodó una primera versión relativamente fiel resultó defectuosa, y que por desgracia las carencias económicas determinaron las soluciones alegóricas más baratas del producto final. <<

[140] En especial, dichas obras son la novela de 1965 traducida al inglés con el título de Monday Begins on Saturday, Nueva York, 1977. <<

[141] Ursula Le Guin, The Dispossessed, Nueva York, 1974 [ed. cast.: Los desposeídos, Barcelona, Minotauro, 2002]. <<

[142] Marin es especialmente bueno en este detalle geográfico peculiar; véase Louis Marin, Utopiques, cit., pp. 153-155. <<

[143] Günter Grass ha usado este cuento de hadas como marco de otra historia extraordinaria de la especie humana, en Der Butt, publicado en 1977 [ed. cast.: El rodaballo, Madrid, Alfaguara, 1999]. <<

[144] Ray Bradbury, autor de Crónicas marcianas [1950] y Fahrenheit 451 [1953], es otro escritor situado entre ambos géneros, en cuyas obras a menudo se difuminan los límites entre la fantasía y la ciencia ficción. <<

[145] Philip K. Dick, Ubik, Nueva York, 1969, pp. 138-144 [ed. cast.: Ubik, Madrid, La Factoría de Ideas, 2005]. Sería instructivo comparar estas dos escenas de transformación angustiosas con sus homólogos rusos posmodernos en la extraordinaria Homo zapiens [1999] de Viktor Pelevin, donde el descenso hacia la imagen penetra mucho más profundamente en las fuentes de la mercantilización y de la sociedad del espectáculo. <<

[146] Ibid,. p. 102. <<

[147] Véase el capítulo sobre Chevengur de Platonov en mi libro Seeds of Time, cit. <<

[148] M. Proust, À la recherche du temps perdu, cit., volumen I, Du côté de chez Swann, p. 402: «Tous les soirs je me plaisais à imaginer cette lettre, je croyais la lire, je m’en récitais chaque phrase. Tout d’un coup je m’arrêtais effrayé. Je comprenais que si je devais recevoir une lettre de Gilberte, ce ne pourrait pas en tous cas être cell-là puisque c’était moi que venais de la composer. Et dès lors, je m’efforçais de détourner ma pensée des mots que j’aurais aimé qu’elle m’écrivît, par peur en les énoncant, d’exclure justement ceux-lâ —les plus chers, les plus desirés— du champ des réalisations possibles. Même si par une invraisemblable coincidence, c’eût été justement la lettre que j’avais inventée que de son côté m’eût addressé Gilberte, y reconnaissant mon œuvre je n’eusse pas eu l’impression de recevoir quelque chose qui ne vînt pas de moi, quelque chose de réel, de nouveau, un bonheur extérieur à mon esprit, indépendant de ma volonté, vraiment donné par l’amour» [ed. cast.: En busca del tiempo perdido, vol. 1, Por el camino de Swann, cit., pp. 255-256]. <<

[149] F. H. Bradley, Appearance and Reality, Oxford, 1930, p. 194 [ed. cast.: Apariencia y realidad; ensayo metafísico, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 1961]. <<

[150] Veáse la nota a esta palabra incluida en Tomas Moro, Works, cit., volumen IV, p. 399. <<

[151] Véase el episodio sobre Mrs. Colson, en B. F. Skinner, Walden Two, cit., pp. 218-221. <<

[152] Jean-Jacques Rousseau, Oeuvres, vol. III, cit., p. 383: «Ainsi l’on trouve à la fois dans l’ouvrage de la législation deux choses qui semblent incompatibles: unes entreprise au-dessus de la force humaine, et pour l’exécuter, une autorité qui n’est rien». <<

[153] Ibid., p. 383: «Pour qu’un peuple naissant pût goûter les saines maximes de la politique et suivre les règles fondamentales de la raison d’État, il faudrait que l’effet pût devenir la cause, que l’esprit social qui droit être l’ouvrage de l’institution presidât à l’institution même, et que les hommes fussent avant les loix ce qu’ils doivent devenir par elles». <<

[154] Véase el amplio análisis de estos debates historiográficos y filosóficos en P. Ricoeur, Time and Narrative, vol. I, cit.; y acerca de la relación entre la aparición de nuevas disciplinas y la conversión de la historia en una disciplina sincrónica, véase Fernand Braudel, On History, Chicago, 1980 [ed. cast.: Las ambiciones de la historia, Barcelona, Crítica, 2002]. <<

[155] Hegel, Encyclopedia Logic, Oxford, 1975, p. 174: «El objetivo de la filosofía es […] verificar la necesidad de las cosas». <<

[156] Ibid., p. 179. <<

[157] Enumero unas cuantas novelas de este tipo en el capítulo V, como ejemplos de la concepción ilustrada de la historia. <<

[158] Isaac Asimov, Soviet Science Fiction, Nueva York, 1962, «Introduction», pp. 10-12. <<

[159] Un argumento que Reyner Baham nunca se cansó de plantear, y que adquirió fuerza propia con Archigram. Véase también Rem Koolhaas sobre Hugo Ferriss (y sobre mucho más) en Delirious New York, Nueva York, 1978 [ed. cast.: Delirio de Nueva York, Barcelona, Gustavo Gili, 2004]. <<

[160] En Philip K. Dick, The Three Stigmata of Palmer Eldritch, Nueva York, 1965 [ed. cast.: Los tres estigmas de Palmer Eldritch, Barcelona, Minotauro, 2003]. <<

[161] Isaac Asimov, «Nightfall», en R. J. Healy y J. F. McComas (eds.), Famous Sciencie-Fiction Stories, Nueva York, 1957, p. 404. <<

[162] Ibid., p. 410. <<

[163] T. W. Adorno, Aesthetic Theory, cit., p. 81. <<

[164] Jean-Paul Sartre, Being and Nothingness, Nueva York, 1966, «The Look» [ed. cast.: El ser y la nada, Madrid, Atalaya, 1993]; Jacques Lacan, Le Séminaire, vol. XI, París, 1973, pp. 70-72 [ed. cast.: El seminario, Barcelona, Paidós, 1987]. <<

[165] P. K. Dick, The Three Stigmata of Palmer Eldritch, cit. <<

[166] J.-P. Sartre, Being and Nothingness, cit., p. 73. <<

[167] En mi libro A Singular Modernity, Londres, 2003 [ed. cast.: Una modernidad singular. Ensayo sobre la ontología del presente, Barcelona, Gedisa, 2004], ofrezco un análisis de la despersonalización entendida como «tendencia fundamental» de la filosofía moderna en general. Podría haber añadido que (como bien se sabe desde Kyats y la «capacidad negativa») también es de hecho realmente fundamental en la estética vanguardista y en particular en la poesía moderna; así, los «Grados de la poesía lírica» (en un número de cinco) de Fernando Pessoa son formas intensificadoras de la despersonalización; véase también Irene Ramalho Santos, Atlantic Poets, Dartmouth, 2003, pp. 14, 77-78. <<

[168] Ursula K. Le Guin, Planet of Exile, Nueva York, 1966, p. 138 [ed. cast.: Planeta de exilio, Madrid, Edhasa, 1989]. <<

[169] Bertolt Brecht, «Legend of the Origin of the Book Tao-te-ching on Lao Tse’s Road to Exile», Poems 1913-1956, Nueva York, 1976, pp. 314-316 [ed. cast.: «Leyenda en torno al origen del libro de Tao-Te-King escrito por Lao-tse en el camino de la emigración», en B. Brecht, Historias de almanaque, Madrid, Alianza, 1995]. <<

[170] H. G. Wells, The Time Machine, en The Time Machine / War of the Worlds, Greenwich, Connecticut, 1968, pp. 75-76 [ed. cast.: La máquina del tiempo; La guerra de los mundos, México, Porrúa, 2004]. <<

[171] En el capítulo IX se hará referencia a otro interesante museo de los Moties: un museo histórico en el que las pinturas conmemorativas del pasado hablan, y exposiciones de diversas épocas históricas están habitadas por criaturas de especímenes vivos. <<

[172] John Brunner, Total Eclipse, Nueva York, 1974, p. 50 [ed. cast.: Eclipse total, Buenos Aires, Emecé Distribuidora, 1975]. <<

[173] Isaac Asimov, The Gods Themselves, Nueva York, 1972, pp. 35-36 [ed. cast.: Los propios dioses, Madrid, La Factoria de Ideas, 2007]. <<

[174] J. Brunner, Total Eclipse, cit., p. 3. <<

[175] Ibid., p. 12. <<

[176] Véase mi libro The Prison-House of Language, Princeton, 1972, pp. 204-205 [ed. cast.: La cárcel del lenguaje: perspectiva crítica del estructuralismo y del formalismo ruso, Barcelona, Ariel, 1980]. <<

[177] J. Brunner, Total Eclipse, cit., p. 40. <<

[178] Isaac Asimov, The Gods Themselves, cit., p. 27. <<

[179] Ibid., p. 47. <<

[180] Jonathan Swift, A Selection of His Works, Nueva York, 1965, p. 280. <<

[181] Arthur C. Clarke (1917-2008) fue una de las principales figuras de la ciencia ficción británica, uniendo un serio respeto hacia la tecnología espacial y la ciencia teórica con un misticismo idiosincrásico, una combinación ejemplarizada por «El niño de las estrellas», episodio final de la película 2001 [1968], en la que colaboró con Stanley Kubrick. <<

[182] Stanislaw Lem, Solaris, Nueva York, 1970, pp. 121-122 [ed. cast.: Solaris, Barcelona, Minotauro, 2000]: «La mente humana sólo es capaz de absorber unas cuantas cosas a la vez. Vemos lo que está ocurriendo delante de nosotros aquí y ahora, y no podemos visualizar simultáneamente una sucesión de procesos, no importa lo integrados y complementarios que sean. Nuestras facultades de percepción están en consecuencia limitadas incluso con respecto a fenómenos bastante simples. El destino de un solo hombre puede estar lleno de importancia; el de unos cuantos cientos, menos; pero la historia de miles y millones de hombres no significa nada en absoluto, en un sentido adecuado de la palabra. La simetriada es un millón —mil millones, mejor dicho— elevado a la potencia de n: es incomprensible. Atravesamos los enormes pasillos, cada uno con una capacidad de diez unidades Kronecker, avanzamos a rastras como sendas hormigas que se aferran a los pliegues de las bóvedas de ventilación, y estiramos el cuello para ver el vuelo de vigas crecientes, opalescentes en el brillo de las linternas, y cúpulas elásticas que se entrecruzan y se equilibran entre sí con precisión, la perfección de un momento, dado que aquí todo pasa y se desvanece. La esencia de esta arquitectura es el movimiento sincronizado hacia un objetivo preciso. Observamos una fracción del proceso, como oír la vibración de una sola cuerda en una orquesta de supergigantes. Sabemos, pero no podemos captarlo, que arriba y abajo, más allá de los límites de la percepción o de la imaginación, se están produciendo miles y millones de transformaciones simultáneas, entrelazadas como una partitura musical por un contrapunto matemático. Se ha descrito como una sinfonía de geometría, pero carecemos de oídos para oírla». Véase también la nota 8. <<

[183] Una situación infeliz dramatizada en el clásico relato de fantasmas de Robert Hichens, «How Love Came to Profesor Guildea», en P. C. Wagner y Herbert Wise (eds.), Great Tales of Terror and the Supernatural, Nueva York, 1994. Proust insiste también en el modo en que a menudo el enamorado es insufrible para el amado, que (como es costumbre en Proust) responde con crueldad. <<

[184] S. Lem, Solaris, cit., pp. 93-94. <<

[185] Ibid., p. 72. <<

[186] Ibid., p. 134. <<

[187] Ibid., p. 170. <<

[188] En mi opinión, un momento que diferencia aún más la película de Tarkovsky del original de Lem se encuentra en la escena en la que el océano, por medio de su criatura subrogada, Rheya, inspecciona una reproducción de La caída de Ícaro, de Breughel, y empieza a captar la naturaleza ajena de la estética humana. <<

[189] S. Lem, Solaris, cit., pp. 90, 178. <<

[190] Ibid., p. 197. <<

[191] Slavoj Žižek, The Indivisible Remainder, Londres, 1996, pp. 35-46. <<

[192] S. Lem, Solaris, cit., p. 193. <<

[193] Ibid., pp. 202-203; y véase «El sueño de Kelvin», p. 179. <<

[194] S. Lem, The Invincible, Nueva York, 1973, p. 234 [ed. cast.: El invencible, Barcelona, Minotauro, 1986]. <<

[195] Cito las tres leyes robóticas de Asimov:

  1. Un robot no puede herir a un ser humano ni, mediante la inacción, permitir que un ser humano sufra lesiones.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto en caso de que dichas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera Ley o la Segunda.

[196] El texto clásico del cyborg es el de Donna Haraway, «Manifesto for Cyborgs», Socialist Review 80, marzo-abril de 1985. Respecto a un análisis más amplio del androide en Dick, y en particular lo que yo denomino androide cogito, véase «Historia y salvación en Philip K. Dick», en la Segunda parte, artículo X de este libro. << <<

[197] S. Lem, The Invincible, cit., p. 183. <<

[198] Se hace referencia a Claude Lévi-Strauss, Tristes tropiques, Nueva York, 1974, el capítulo titulado «The Writing Lesson» [ed. cast.: Tristes trópicos, «La lección de escritura», Barcelona, Paidós, 2006]. <<

[199] Orson Scott Card, Speaker for the Dead, Nueva York, 1986, p. 38 [ed. cast.: La voz de los muertos, Barcelona, Ediciones B, 2004]. <<

[200] David Lindsay, Voyage to Arcturus, Nueva York, 1963, p. 53 [ed. cast.: Un viaje a Arturo, Barcelona, Adiax, 1979]. <<

[201] Véase Jacques Derrida, «Structure, Sign and Play»; estudio incluido en Richard Macksey y Eugenio Donato (eds.), The Structuralist Controversy, Baltimore, 1972, p. 272 [ed. cast.: Los lenguajes críticos y las ciencias del hombre: controversia estructuralista, Barcelona, Barral, 1972 ] <<

[202] S. Lem, Eden, Nueva York, 1989, pp. 27-28 [ed. cast.: Edén, Madrid, Alianza, 2005]. <<

[203] Ibid., p. 58. <<

[204] J. Brunner, Total Eclipse, cit., pp. 118-119. <<

[205] Colin Turnbull, The Mountain People, Nueva York, 1972, y Lévi-Strauss, Tristes tropiques, cit. <<

[206] Elliott proponía juzgar la calidad de una utopía dada basándose en el arte que su creador atribuyese a la sociedad imaginaria. Véase R. C. Elliott, Shape of Utopia, cit. <<

[207] Leslie Fiedler, Olaf Stapledon, Oxford, 1983, pp. 31-36, 67-72. Y véase también el número especial dedicado a Stapledon en Science Fiction Studies IX, 28(noviembre de 1982). <<

[208] O. Stapledon, The Last and First Men / Star Maker, cit., pp. 151, 209. <<

[209] Ibid., p. 199. <<

[210] Ibid., p. 90; y compárese con el episodio del «Niño divino», pp. 80 y ss. <<

[211] Ibid., p. 185. <<

[212] T. S. Eliot, «Hamlet and His Problems», en Selected Essays, Nueva York, 1950. <<

[213] O. Stapledon, Star Maker, cit., p. 290. <<

[214] O. Stapledon, Last and First Men, cit., p. 101. <<

[215] O. Stapledon, Star Maker, cit., pp. 330-331. <<

[216] Platón, Complete Works, cit.; The Sophist, cit.; y G. F. W. Hegel, Encyclopedia Logic, cit. Y véase el capítulo XII de este libro, respecto a un análisis más amplio del matrimonio y la familia en la utopía. <<

[217] O. Stapledon, Star Maker, cit., p. 322. <<

[218] Ibid., p. 291. <<

[219] Véase Norman Spinrad, The Iron Dream, Nueva York, 1972 [ed. cast.: El sueño de hierro, Granada, Grupo AJEC, 2006], en la que leemos la vida y las obras de un fracasado pintor austriaco que emigra al Nuevo Mundo antes de la Primera Guerra Mundial y se convierte en un famoso escritor de novelas populares. <<

[220] Larry Niven y Jerry Pournelle, The Mote in God’s Eye, Nueva York, 1974, p. 78 [ed. cast.: La paja en el ojo de Dios, Barcelona, Minotauro, 2003]. Larry Niven, autor de una inventiva serie galáctica sobre el «Espacio conocido» tal vez sea más famoso por su visión del singular sistema denominado Mundo anillo [1970], que ha inspirado a diversos autores posteriores. Su colaboración con Jerry Pournelle, especializado en una ciencia ficción más militar y agresiva, produjo una obra singular y muy distinta del estilo individual de cada uno de ellos. <<

[221] Ibid., p. 260. <<

[222] Dante Alighieri, Purgatorio, Singleton, Princeton, 1973, Canto X, pp. 102-105, líneas 55-96 [ed. cast.: Purgatorio, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2005]; a esto estoy tentado de añadir la pintura solitaria de Snail on a Slope de los Strugatsky: «un gran cuadro sobre la hazaña del explorador Selivan: Selivan con los brazos levantados se estaba convirtiendo en un árbol saltador ante los ojos de sus atónitos compañeros» (cit., p. 105). <<

[223] L. Niven y J. Pournelle, The Mote in God’s Eye, cit., p. 216. <<

[224] Ibid., p. 213. <<

[225] Agradezco a Michael Speaks la explicación de su procedimiento numerado, con ocasión de una visita al estudio de Gregg Lynn en Venice, California. <<

[226] Ibid., p. 356. Pero quizá hoy estemos aún en una situación de feudalismo industrial, si consideramos la teoría de Max Horkheimer sobre los «rackets» como una descripción de la corrupción organizada en un sistema de clanes: Gesammelte Schriften, vol. 12, pp. 287-291. <<

[227] Ibid., p. 340. <<

[228] J. Brunner, Total Eclipse, cit., pp. 39-40. <<

[229] Ibid., pp. 121-122. <<

[230] Véase el análisis sobre los dragones en el capítulo V. <<

[231] Véase el artículo VI, «El espacio de la ciencia ficción: la narrativa en Van Vogt», en la Segunda parte. <<

[232] Véase el artículo X, «Historia y salvación en Philip K. Dick», en la Segunda parte. <<

[233] En D. Broderick, Reading by Starlight, cit., pp. 142-143; los capítulos de Broderick sobre Delany son muy recomendables. <<

[234] El ensayo escrito por Kant en 1763 se titula «Intento de introducir el concepto de las magnitudes negativas en la filosofía»; los argumentos de Lucio Colletti (son en esencia ataques contra el concepto de la negatividad de Hegel) se pueden encontrar en From Rousseau to Lenin, Nueva York, 1972; la obra clásica de Deleuze es, por supuesto, Différence et répétition, París, 1968 [ed. cast.: Diferencia y repetición, Buenos Aires, Amorrortu, 2002]; y véase también Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy, Londres, 1985, capítulo 3 [ed. cast.: Hegemonía y estrategia socialista, Madrid, Siglo XXI, 1987]. <<

[235] Véase Richard Rorty, Philosophy and the Mirror of Nature, Princeton, 1979 [ed. cast.: La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1989], donde se demuestra que la idea misma de la «historia de la filosofía» es una construcción (es decir, algo «construido» y no una continuidad natural). <<

[236] El efecto sísmico que produjo la práctica reinvención de la utopía por parte de Bellamy no puede subestimarse: electrizó a diferentes culturas de modo sólo comparable al impacto de Chernishevski en el área más local de Rusia (se dieron al menos seis traducciones distintas al chino, por ejemplo). Por su parte, las reacciones productivas van mucho más allá de la respuesta socialista/anarquista de Morris; puede decirse asimismo que El año 2000 generó la primera distopía verdaderamente totalitaria, La columna del César [1890] de Ignatius Donnelly, que precedió en diecisiete años a El talón de hierro de Jack London. El fermento estimulado en las utopías feministas se documenta en Dolores Hayden, The Grand Domestic Revolution, Cambridge, Massachusetts, 1981. Podemos, desde luego, atribuir el mérito a la época y no a los visionarios utópicos que produjo, porque tras el progresismo burgués del periodo, cuyo monumento fue el movimiento pragmatista en filosofía, radicaban las inmensas fuerzas del populismo: véase Lawrence Goodwin, Democratic Promise. The Populist Moment in America, Nueva York, 1976. <<

[237] K. Marx, Capital, cit., pp. 958-959 [ed. cast.: El capital, cit., pp. 272-273]: «En realidad, el reino de la libertad empieza allí donde se acaba el trabajo determinado por la necesidad y la finalidad externa; por lo tanto, conforme a la naturaleza de la cosa, queda más allá de la esfera de la producción material propiamente dicha. Lo mismo que el salvaje tiene que luchar con la naturaleza a fin de satisfacer sus necesidades, a fin de preservar y reproducir su vida, también tiene que hacerlo el civilizado, y tiene que hacerlo en todas las formas sociales y bajo todos los modos posibles de producción. Con su desarrollo, se desarrolla también el reino de la necesidad natural, por desarrollarse las necesidades; pero, al mismo tiempo se amplían las fuerzas productivas que las satisfacen. En este terreno, la libertad sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente este metabolismo con la naturaleza, lo pongan bajo su control común, en vez de estar dominados por él como por un poder ciego; llevarlo a cabo con el menor gasto de fuerza y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero seguirá siendo siempre un reino de la necesidad. Más allá del mismo comienza el desarrollo de las fuerzas humanas que figura como fin en sí, el verdadero reino de la libertad, el cual sólo puede prosperar sobre la base de ese reino de la necesidad. La condición fundamental es la reducción de la jornada laboral». <<

[238] B. Goodwin y K. Taylor, The Politics of Utopia, Nueva York, 1983, p. 59. <<

[239] Ibid., pp. 129-137. <<

[240] H. Marcuse, Eros y civilización, cit., y Rudolph Bahro, The Alternative, Londres, 1978. <<

[241] Citado por J. C. Davis, Utopia and the Ideal Society, Cambridge, 1981, p. 21 [ed. cast.: Utopía y la sociedad ideal, México, FCE, 1985]. <<

[242] Podría también citar aquí mi artículo inédito sobre los aspectos utópicos del cine sobre atracos armados o delitos. <<

[243] Paul Lafargue, Le droit à la paresse, París, 1833 [ed. cast.: El derecho a la pereza, Madrid, Magalia, 1994]; Lafargue se expresa contra el uso inadecuado de la retórica de la «dignidad del trabajo» y su función «ennoblecedora» etc., por los capitalistas y sus ideólogos. <<

[244] Se hace referencia a Stanley Aronowitz y William DiFazio, The Jobless Future, Minnesota, 1994. El otro estudio contemporáneo fundamental sobre el trabajo, alienado, no alienado y utópico, se encuentra en André Gorz, Critique of Economic Reason, Londres, 1989 [ed. cast.: La metamorfosis del trabajo: crítica de la razón económica, Madrid, Sistema, 1994]; pero véanse también R. Bahro, The Alternative, cit., nota 7, y Moishe Postone, Time, Labor, and Social Domination, Cambridge, 1996 [ed. cast.: Tiempo, trabajo y dominación social, Madrid, Traficantes de Sueños, 2006]. <<

[245] Elaborada por primera vez en los Manuscritos de Marx en 1844. Y, de hecho, véase al propio Marx acerca del «reino de la libertad», nota 4 de este capítulo. <<

[246] Marshall, Sahlins, «The First Affluent Society», en Stone Age Economics, cit., p. 14. El artículo coincide con Baudrillard y Pierre Clastres; véase también la nota 14 del capítulo II. <<

[247] Véase una expresión paradigmática en Jean Baudrillard, Le miroir de la production, París, 1973 [ed. cast.: El espejo de la producción, Barcelona, Gedisa, 1980]. <<

[248] La afirmación de Sheila Kirkpatrick de que existía una «vida cotidiana durante el estalinismo» ha suscitado la indignación en los veteranos de la Guerra Fría. Pero, dejando a un lado el monumental Ein weites Feld de Günter Grass, tal vez fuese mejor ceder la palabra a los propios europeos del Este: véase Slavoj Žižek, «Cuando el partido se suicida», New Left Review [edición española] 2, mayo-junio de 2000; y para otras expresiones de lo que ha dado en llamarse Ostalgie, véase Charity Scribner, «From the Collective to the Collection», New Left Review I/237, septiembre-octubre de 1999. <<

[249] Salvoj Žižek, «The “Theft of Enjoyment”», en Tarrying with the Negative, Durham, Carolina del Norte, 2003, pp. 201-205. <<

[250] Freidrich Schiller, Letters on the Aesthetic Education of Mankind, Cambridge, 1967 [ed. cast.: Cartas sobre la educación estética del hombre, Barcelona, Anthropos, 1990]; y también el notable ensayo de Georg Lukács sobre la influencia de Schiller en la tradición marxista, en Beiträge zur Geshichte der Aesthetik, Berlín, 1954 [ed. cast.: Aportaciones a la historia de la estética, México, Grijalbo, 1966]. <<

[251] H. Marcuse, Eros and Civilization, cit., p. 84. <<

[252] William Morris, News From Nowhere and Other Writings, Londres, 1993, p. 186 [ed. cast.: Noticias de ninguna parte, Barcelona, Minotauro, 2004]. <<

[253] Ursula Le Guin, Always Coming Home, Nueva York, 1985, p. 48 [ed. cast.: El eterno regreso a casa, Barcelona, Edhasa, 2005]. <<

[254] La revista Wired es, creo, la patria de tales fantasías utópicas sobre Internet. <<

[255] Pero incluso aunque la era informática sea un «mundo feliz» cuyas valencias utópicas y distópicas aún no se han medido, la propaganda utópica a favor de la cibernética (o incluso a favor de la propia globalización) ha aprovechado lo que en esencia es la dimensión cultural o comunicativa de ésta. Libros como The World Is Flat, de Thomas L. Friedman, Nueva York, 2005 [ed. cast.: La tierra es plana, Madrid, Martínez Roca, 2006], sin embargo, dejan claro (ya sea explícita o implícitamente) que hay toda una red empresarial cuya infraestructura comunicativa exigiría una representación muy distinta de la que se ofrece en la retórica habitual de democracia informativa y comunicativa (que también ha sido el tema ideológico subyacente de la filosofía contemporánea, desde el estructuralismo a Habermas). De hecho, los utopistas literarios apenas han seguido el ritmo de los empresarios en el proceso de imaginación y construcción, siguiendo diversas formas de fantasía globalizada y pasando por alto un despliegue de infraestructuras planetarias en el que, desde esta perspectiva muy distinta, el Wal-Mart celebrado por Friedman se convierte en el mismísimo prototipo que anticipa una nueva forma de socialismo, para la cual el reproche a la centralización demuestra ahora ser inmerecido y carecer de importancia desde el punto de vista histórico. En cualquier caso, ciertamente se trata de una reorganización revolucionaria de la producción capitalista, y en ese sentido conceptos como «waltonismo» o «walmartificación» serían mucho más apropiados para calificar este nuevo escenario que otros términos tan vacuos como «postfordismo» o «capitalismo flexible», que simplemente son privativos o reactivos. <<

[256] El término distopía se usa tradicionalmente (y también aquí) para designar representaciones del futuro mejor caracterizadas como «nuevos mapas del infierno» (Kingsley Amis, 1960), y dichas predicciones se han interpretado en general como antiutopías. La obra de Tom Moylan (capítulo 12, nota 16) nos obliga a reconsiderar este estereotipo, como veremos en breve. <<

[257] T. W. Adorno y Max Horkheimer, Dialectic of Enlightenment, Palo Alto, 2002, pp. 95, 104 [ed. cast.: Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, Madrid, Akal, 2007]. <<

[258] W. Morris, News from Nowhere, cit., pp. 140 ss. <<

[259] U. Le Guin, The Dispossessed, cit., p. 82. <<

[260] Ibid., p. 18. <<

[261] Ibid., p. 211. <<

[262] Ibid., pp. 98-99. <<

[263] Ibid., p. 216. <<

[264] Véase T. Moro, Works, cit., volumen IV, pp. 146-147: «Ahora veréis que en ninguna parte hay permiso para malgastar el tiempo, en ningún lugar hay pretexto para eludir el trabajo: ni bodegas de vino, ni cervecerías, ni burdeles por ninguna parte, ninguna oportunidad de corrupción, ningún agujero para esconderse, ningún lugar de reunión secreto. Por el contrario, al estar a la vista de todos, las personas están obligadas a ejecutar el trabajo habitual o a disfrutar su ocio de un modo no carente de decencia». <<

[265] U. Le Guin, The Dispossesed, cit., p. 347. Es justo añadir que Le Guin usa la misma alegoría en su ataque decididamente antiutópico contra el socialismo titulado «The Ones Who Walk Away with Omelas» en The Wind’s Twelve Corners, Nueva York, 1975 [ed. cast.: Las doce moradas del viento, Barcelona, Edhasa, 2004]; y véase el número especial sobre este texto de Utopian Studies I, 1 y 2, 1991. <<

[266] S. R. Delany, Trouble on Triton, Middletown, Connecticut, 1996, el título cambió respecto al original Triton de 1976, p. 8 [ed. cast.: Tritón, Barcelona, Ultramar, 1991]. <<

[267] Véase el análisis que Carl Schmitt hace de la «línea de la amistad» en Der Nomos der Erde, Berlín, 1950, pp. 60-69: un límite más allá del cual «todo vale» entre países oficialmente en paz [ed. cast.: El nomos de la Tierra, Granada, Comares, 2005]. <<

[268] Carl Schmitt, Political Theology, Chicago, 1996 [ed. cast.: Catolicismo y forma política, Madrid, Tecnos, 2001]. <<

[269] A. Negri, Insurgencies, cit., p. 324. <<

[270] Raymond Williams, Politics and Letters, Londres, 1979, p. 433. <<

[271] Las diversas concepciones actuales de lo posthumano derivan supuestamente del «Manifesto for Cyborgs» de Donna Haraway (véase el capítulo VIII, nota 16). <<

[272] T. Moro, Works, cit., volumen IV, p. 117. <<

[273] Famoso comentario de Samuel Huntington, elaborado en M. Crozier, S. Huntington y J. Watanuke, The Crisis of Democracy, Nueva York, 1975. <<

[274] T. More, Works, cit., volumen IV, p. 125. <<

[275] Jean-Paul Sartre, Search for a Method, Nueva York, 1963, pp. 61, 100-101 [ed. cast.: «Cuestiones de método», prólogo a Crítica de la razón dialéctica, Buenos Aires, Losada, 2004]. <<

[276] Debe hacer referencia a un análisis inédito sobre la obra de Daniel Denett, Consciousness Explained, que se publicará en el volumen II de la serie Poetics of Social Forms, sobre la alegoría. <<

[277] Un concepto central en la filosofía de Alain Badiou. <<

[278] Véase David Simpson, Situatedness, Durham, Carolina del Norte, 2003. <<

[279] En mi opinión esta crítica a los intelectuales y a su idealismo profesional ha constituido la fuerza motriz en la obra de Pierre Bourdieu. La función del antiintelectualismo y del antiutopismo no debería subestimarse. <<

[280] Véase el comentario de Marx sobre Aristóteles en Capital, cit., pp. 151-152. <<

[281] T. W. Adorno, Minima Moralia, Londres, 1974, pp. 155-156, traducción modificada [ed. cast.: Minima moralia, Madrid, Akal, 2004]. <<

[282] Como pertinentemente observa Rose Subotnik en Developing Variations, Minneapolis, 1991, p. 50, Adorno nunca menciona a Haydn. <<

[283] T. W. Adorno, Minima moralia, cit., p. 156. <<

[284] T. W. Adorno, Philosophie der neuen Musik, Frankfurt, 1958, p. 33 [ed. cast.: Filosofía de la nueva música, Madrid, Akal, 2003]. <<

[285] T. W. Adorno y M. Horkheimer, Dialectic of Enlightenment, Palo Alto, 2002, pp. 22-23 [ed. cast.: Dialéctica de la Ilustración: fragmentos filosóficos, Madrid, Akal, 2007]. <<

[286] T. W. Adorno, Negative Dialectics, Nueva York, 1973, p. 299 [ed. cast.: Dialéctica negativa: la jerga de la autenticidad, Madrid, Akal, 2005]. <<

[287] Gary Saul Morson, The Boundaries of Genre, Austin, Texas, 1981. <<

[288] Véase el capítulo II, nota 19. <<

[289] G. S. Morson, The Boundaries of Genre, cit., p. 174. <<

[290] Ibid., p. 167. <<

[291] La afirmación por parte de Paul de Man de la «ironía de ironías» en Schlegel (Blindness and Insight, Minneapolis, 1997, pp. 221-222: «Mit der Ironie ist durchaus nicht zu scherzen», etc.) es un momento definitorio. Y véase mi estudio sobre De Man en A Singular Modernity, pp. 106-118 [ed. cast.: Una modernidad singular, Barcelona, Gedisa, 2004]; véase también Postmodernism, cit., pp. 258-259. <<

[292] G. S. Morson, The Boundaries of Genre, cit., p. 77. <<

[293] Ibid., p. 155. <<

[294] Véase en la Segunda parte, el artículo IV: «Progreso frente a utopía, o ¿podemos imaginar el futuro?». Como este artículo ha sido muy citado, y a pesar de la modificación de posturas que el lector observará en el presente libro (en especial aquí y en el artículo IV), he reproducido el original sin cambios. <<

[295] Véase Thomas Mann, Betrachtungen eines Unpolitischen, Berlin, 1960 [ed. cast.: Consideraciones de un apolítico, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1978]. <<

[296] Véase mi libro The Prison-House of Language, cit., p. 15. <<

[297] Me refiero a la deconstrucción «clásica», no a la «positiva» actual. <<

[298] E. Bellamy, Looking Backward, cit., pp. 133-134. <<

[299] B. F. Skinner, Walden Two, cit., p. 126. <<

[300] Ibid., p. 89. <<

[301] Véase mi artículo «“End of Art”, or “End of History”?», incluido en The Cultural Turn, Londres 1998; y también el análisis sobre Marcuse aquí incluido. Agradezco a Peter Bürger sus comentarios. <<

[302] W. Morris, News from Nowhere, cit., p. 131. <<

[303] Ibid., pp. 159-160. <<

[304] Ibid., p. 192. <<

[305] Véase mi artículo «The End of Temporality», en Critical Inquiry vol. XXIX, 4(2003). <<

[306] Chrystia Freeman, Sale of the Century, Nueva York, 2000, p. 114. <<

[307] W. Morris, News from Nowhere, cit., pp. 175-176. <<

[308] Ibid., p. 67. <<

[309] B. F. Skinner, Walden Two, cit., pp. 237-238. <<

[310] E. Bellamy, Looking Backward, cit. P. 205. <<

[311] W. Morris, News from Nowhere, cit., p. 132. <<

[312] K. S. Robinson, Red Mars, cit., pp. 255-256. <<

[313] R. Barthes, Sade, Fourier, Loyola, cit., p. 23. <<

[314] B. F. Skinner, Walden Two, cit., pp. 166-167. <<

[315] Boris Groys, véase la nota 1 de la Introducción. <<

[316] Pero véase el análisis sobre Adorno en el capítulo anterior. <<

[317] Slavoj Žižek, The Sublime Object of Ideology, Londres, 1989, p. 6 [ed. cast.: El sublime objeto de la ideología, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003]. <<

[318] Pero quizá sería más adecuado ofrecer algunas versiones de estas conocidas «posiciones subjetivas múltiples» poslacanianas en la ciencia ficción: «Los contactos humanos están parcelados, por usar un término de la ciencia cerebral o de la teoría de sistemas; parcelados […] Uno podría, por lo tanto:

  1. perseguir un proyecto de forma de vida paleolítica,
  2. cambiar el tiempo atmosférico,
  3. intentar reestructurar su profesión, y
  4. ser feliz,

al mismo tiempo, pero no de manera simultánea, sino pasando de una cosa a otra, entre diferentes poblaciones; comportándose como si fuese una persona distinta en cada situación. Podría hacerse, porque no habría testigos. Nadie vería lo suficiente como para contemplar la vida de uno y reunirla […]» en K. S. Robinson, Fifty Degrees Below, Nueva York, 2005, pp. 68-69. <<

[319] Véase, por ejemplo, Jean-François Lyotard, Économie libidinale, París, 1974, p. 155 [ed. cast.: Economía libidinal, Buenos Aire, FCE, 1990]: «non, décidément, il faut le dire clairement: il n’y a pas du tout de sociétés primitives ou sauvages, nous sommes tous des sauvages, tous les sauvages son des capitalistes-capitalisés». [«No, decididamente hace falta decirlo con claridad: no hay en absoluto sociedades primitivas o salvajes, todos somos salvajes, todos los salvajes son capitalistas capitalizados»]. <<

[320] Se dice que Goebbels gritó, después de la Noche de los Cristales Rotos, «¡Ahora nadie puede decir que los nazis no somos interesantes!». <<

[321] B. F. Skinner, Walden Two, cit., p. 267. <<

[322] Ibid., p. 295. <<

[323] Véase el análisis en el capítulo II. <<

[324] W. Morris, Tales from Nowhere, cit., pp. 135-136. <<

[325] Mikhail Bajtin, Rabelais and His World, Bloomington, 1984, pp. 274-277 [ed. cast.: La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento: el contexto de Françoise Rabelais, Barcelona, Barral, 1974]. <<

[326] J. Clute y P. Nicholls, Encyclopedia of Science Fiction, cit., p. 360. <<

[327] Véase el capítulo V, nota 3. <<

[328] Véase Tom Moylan, Scraps of the Untainted Sky, Westport, Connecticut, 2001, junto con las discusiones en Tom Moylan y Raffaella Baccolini (eds.), Dark Horizons, Nueva York, 2003. Quizá la idea de la «distopía crítica» se corresponde con la concepción de la sátira en R. C. Elliott, como una especie de número genérico opuesto a la utopía: véase el capítulo III, nota 3; y R. C. Elliott, The Power of Satire, cit. <<

[329] En su obra clásica sobre el tema, The Sense of an Ending, Oxford, 1966, Frank Kermode asocia lo apocalíptico con dos fuentes distintas (aunque tal vez relacionadas): una proyección de los temores existenciales a la muerte, y una consecuencia formal de la exigencia estructural de que el relato tenga un final. Pero como ocurre con la interpretación freudiana de los sueños sobre mi propia muerte, el fin del mundo puede servir simplemente de tapadera de un cumplimiento de deseos muy distinto y más propiamente utópico: como cuando (en las novelas de John Wyndam, por ejemplo), los protagonistas y un pequeño grupo de supervivientes de la catástrofe acaban fundando una colectividad más pequeña y más vivible tras el final de la modernidad y el capitalismo. O por otra parte encontramos el comentario incidental de Kermode —«ni siquiera el pensamiento político judío fue verdaderamente apocalíptico hasta que falló la profecía» (p. 5)— e interpretamos ciertos tipos de apocalipsis como expresión de la melancolía y el trauma de la experiencia histórica de derrota [véase la ed. cast.: Frank Kermode, El sentido de un final, Barcelona, Gedisa, 1983]. El paraíso perdido es un ejemplo, del mismo modo que otras novelas históricas recientes, como La guerra del fin del mundo (Madrid, Alfaguara, 2006) de Mario Vargas Llosa o Q (Barcelona, Random House Mondadori, 2000) de Luther Blissett. Y tampoco parece fuera de lugar interpretar la inmensa jouissance escatológica del mayor de los escritores apocalípticos modernos, J. G. Ballard (1930), como expresión de su experiencia del fin del Imperio británico en la Segunda Guerra Mundial: véase su novela El imperio del sol, Barcelona, Minotauro, 1958. <<

[330] George Orwell, 1984, Nueva York, 1961, p. 28 [ed. cast.: 1984, Barcelona, Destino, 2000]. <<

[331] Véase el capítulo II, nota, 19. <<

[332] Se hace referencia al artículo de Wilhelm Worringer titulado «Abstracción y empatía», escrito en 1907. <<

[333] Un mundo feliz [1932], que compone la tercera obra de la trilogía distópica canónica, es en buena medida una crítica aristocrática a los medios de comunicación y a la cultura de masas, no a cualquier «totalitarismo» orwelliano; sobre esta última, véase, ante todo, Slavoj Žižek, Did Somebody Say Totalitarian?, Londres, 2001 [ed. cast.: ¿Quién dijo totalitarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de una noción, Valencia, Pre-Textos, 2002]. <<

[334] Véase el iluminador análisis de J. C. Davis sobre Winstanley, en Utopia and the Ideal Society, cit., pp. 183-188. <<

[335] Véase Antonio Balasopolous, «Unworldly Worldliness. America and the Trajectory of Utopian Expansionism», Utopian Studies XV (2), invierno de 2004. <<

[336] Véase el capítulo I, nota 6. <<

[337] J.-P. Sartre, The Critique of Dialectical Reason, 1960, volumen I, Londres, 2004 [ed. cast.: Crítica de la razón dialéctica, Buenos Aires, Losada, 2004]; y véase mi Introducción a este libro. <<

[338] Véase el notable ensayo de Phillip Wegner, «“We’re Family”: Kinship, Fidelity, and Revolution in Buffy the Vampire Slayer», en Living Between Two Deaths: Periodizing US Culture, 1989-2001, Durham, Carolina del Norte, de próxima publicación. <<

[339] Pierre Bourdieu, Un art moyen, París, 1965 [ed. cast.: Un arte medio, Barcelona, Gustavo Gili, 2003]. <<

[340] Jean Borie, Le Célibataire français, París, 1976; y ahora véase Eve Sedgewick, Between Men, Nueva York, 1992. <<

[341] Aristóteles, Politics, párrafo 1253, verso 19. <<

[342] Véanse sobre otras utopías latinoamericanas, Fernando Gómez, Good Places and Non-Places in Colonial Mexico, Lenham, Maryland, 2001; Alicia M. Barabas, Utopías indias, México, Grijalbo, 1989; y Michael Ennis, «Historicizing Nahua Utopias», tesis doctoral, Duke University, 2005. <<

[343] Lyman Tower Sargent ha realizado un estudio integral sobre las formas adoptadas por la familia en las comunidades utópicas (o «intencionales»); véase «Utopia and the Family. A Note on the Family in Political Thought», en Arthur L. Kalleburgs, J. Donald Moon y Daniel L. Sabia Jr. (eds.), Dissent and Affirmation. Essays in Honor of Mulford Q. Sibley, Bowling Green, Ohio, Bowling Green University Popular Press, 1983, pp. 106-117, 256-259. <<

[344] Perry Anderson, «El río del tiempo», New Left Review 26 [edición española], mayo-junio de 2004, p. 37. Y sobre las utopías feministas véase, Peter Fitting, «So We All Became Mothers’. New Roles for Men in Recent Utopian Fiction», Science Fiction Studies 12(1985), pp. 156-183; y «The Turn from Utopia in Recent Feminist Fiction», en Libby Falk Jones y Sarah Webster Goodwin (eds.), Feminism, Utopia and Narrative, Knoxville, Tennessee, 1990, pp. 141-158. <<

[345] Callenbach, de hecho, ha escrito ambas versiones; su «Introducción» a Ecotopia Emerging (Nueva York, 1981), cuenta la historia de la Guerra de Independencia de Ecotopia frente a Estados Unidos. <<

[346] Thomas Pynchon, The Crying of Lot 49, Nueva York, 1967, p. 104 [ed. cast.: La subasta del lote 49, Barcelona, Tusquets, 1994]. <<

[347] Véase el admirable documental de Stephanie Black sobre Jamaica, Life and Debt, EEUU, 2001, 80 min. <<

[348] Véase el capítulo dedicado por Peter Wollen al «arte para turistas» en Raiding the Icebox, Londres, 1993 [ed. cast.: El asalto a la nevera, Madrid, Akal, 2006]; y también Néstor García Cancilini, Culturas híbridas, Buenos Aires, Paidós, 2007. <<

[349] He oído a Reyner Banham expresar su respeto por la precisión histórica y estilística de los arquitectos de Disney. <<

[350] Véase el estudio de Kim Stanley Robinson en la Segunda parte, artículo XII. Por otro lado, puede decirse que la decisión del «jati» de no olvidar sus anteriores encarnaciones constituye el momento «reflexivo» de la evolución histórica en Years of Rice and Salt, cit., pp. 338-339. <<

[351] Robert Nozick, Anarchy, the State and Utopia, Nueva York, 1974, pp. 311-312 [ed. cast.: Anarquía, Estado y utopía, México DF, FCE, 1988]. Nozick olvida la gran solución de la armonía de las pasiones, o combinatoire libidinal, planteada por Fourier. Más seria, pero habitual en todas las teorías políticas o culturales de la utopía, es la ausencia de la cuestión que debería haber sido inevitable desde Marx y el marxismo, a saber, la de la organización económica. <<

[352] Barbara Goodwin, Justice by Lottery, cit. <<

[353] Yona Friedman, Utopies réalisables, París, 1975, p. 275 [ed. cast.: Utopías realizables, Barcelona, Gustavo Gili, 1977]. Se puede encontrar una revisión y una crítica a toda la gama de utopías antiestatales de este periodo en Boris Frankel, The Post-Industrial Utopias, Madison, 1987 [ed. cast.: Los utópicos postindustriales, Valencia, Alfons El Magnánim, 1990]. <<

[354] Fernand Braudel, The Mediterranean and the Mediterranean World in the age of Philip II, Nueva York, 1972, volumen I, p. 154 [ed. cast.: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Madrid, FCE, 1976, vol. I, p. 203]. <<

[355] Ibid., pp. 160-161 [211]. <<

[356] Ibid., p. 161 [211-212]. <<

[357] Ibid., p. 212. <<

[358] Slavoj Žižek, Revolution at the Gates, Londres, 2002, pp. 202-203. <<

[359] La ex Yugoslavia nos proporciona un ejemplo excelente de sistema federal así contemplado. Véase Susan Woodward, Balkan Tragedy, Washington DC, 1995, pp. 36-38: «El concepto de nación constituyente puede considerarse una acomodación a esta realidad. Los individuos retenían su derecho nacional al autogobierno vivido fuera de la república de su nación de origen […].

Las instituciones federales se fundamentaban en la idea cooperativa de gobierno basada en consejos (saveti) en los que los representantes de las repúblicas y las provincias (en el parlamento, el poder ejecutivo, el banco central, la presidencia estatal colectiva, y demás) eran consultados, deliberaban y tomaban decisiones consensuadas. El sistema de representación paritaria de naciones y el consenso tenían por objeto impedir que un único grupo nacional se hiciera con el dominio del Estado. Fue diseñado por las naciones numéricamente más pequeñas (en especial eslovenos y croatas) explícitamente en reacción al dominio político del aparato estatal serbio en el periodo de entreguerras (1919-1941). Por lo tanto, toda la política federal dependía de la cooperación de los líderes republicanos, que podían vetar cualquier decisión.

El país tenía una economía mixta, en la que la coordinación económica se daba a través de un híbrido de instrumentos. Los precios libres regulaban el mercado de venta al por menor, pero los contratos de suministro bilaterales regían la mayoría de las transacciones entre empresas públicas o entre las empresas de elaboración y los agricultores privados. Las negociaciones corporativas entre sindicatos, cámaras de comercio y gobiernos establecían las normas sobre los salarios y las prestaciones de las empresas. Un plan social indicativo, similar al sistema de planificación francés, informaba sobre las futuras tendencias en las preferencias gubernamentales sobre política crediticia. El plan se basaba en una amplia consulta a las empresas, los ayuntamientos, las repúblicas, las asociaciones de productores y los funcionarios, y era aprobado por el parlamento federal, no en la jerarquía ministerial del planeamiento central. La mayoría de las decisiones económicas eran objeto de amplia consulta, debate y participación». <<

[360] Ibid., p. 61: «Cuando el programa del FMI y la reforma económica empezaron a legislar reformas en la banca, en las relaciones económicas exteriores y en el sistema monetario, y cuando surgieron los debates políticos por los recortes del presupuesto federal, por los derechos a los ingresos derivados de la exportación y por los controles salariales, cambiaron a una posición confederada más radical. Las garantías establecidas por la constitución existente ya no bastaban; su independencia económica exigía nuevas protecciones políticas. Esto suponía eliminar las restantes funciones políticas del gobierno central —los tribunales, la policía, el ejército, las normas de procedimiento y el fondo de ayuda al desarrollo federales que mantenían ligadas las repúblicas y las provincias— a favor de la soberanía republicana». <<

[361] F. Jameson, The Seeds of Time, cit., pp. 197-198. <<

[362] S. Žižek, Tarrying with the Negative, cit. p. 202. <<

[363] Jürgen Habermas, Philosophical Discourse of Modernity, Cambridge, Massachusetts, 1987, p. 12 [ed. cast: El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1993]. <<

[364] Véase Manfredo Tafuri, Architecture and Utopia, Cambridge, Massachusetts, 1976; y también el estudio de Negri sobre Keynes (en Insurgencies, cit.). <<

[365] Una figura usada en Architecture and Utopia, cit., p. 70: «Todo el trabajo de demolición servía para preparar una plataforma libre desde la que partir en el descubrimiento de nuevas e “históricas tareas” de trabajo intelectual». <<

[366] ¿Es necesario añadir que aquí «perturbación» no es una palabra clave para el denominado terrorismo? Por supuesto; y, por lo tanto, también es necesario añadir tres puntos sobre la violencia, para distinguirla de la perturbación en cuanto novum, en cuanto reestructuración e inesperada apertura de hábitos, en cuanto puerta secundaria lateral que de repente se abre a un nuevo mundo de seres humanos transformados. Los argumentos son los siguientes: (1) la violencia es una ideología, elaborada en torno a la omisión estructural del poder estatal y la opresión física autorizada por la «ley»; (2) la violencia siempre la inicia la derecha y una represión conservadora o contrarrevolucionaria, a la que la violencia de izquierdas es después una respuesta; (3) la violencia política es contraproducente, y fortalece dialécticamente a su número opuesto: de ese modo, el expansionismo estadounidense genera a al Qaeda, cuyo crecimiento fomenta entonces el desarrollo de un Estado policial estadounidense, que bien puede a su vez suscitar nuevas formas de resistencia. <<

[367] Hans Heinzholz, Leo Kofler y Wolfgang Abendroth, Conversations with Lukács, Theo Pinkus (ed.), Cambridge, Massachusetts, 1975 [ed. cast.: Conversaciones con Lukács, Madrid, Alianza, 1971]. <<

[368] Marge Piercy, Woman on the Edge of Time, Nueva York, 1976, pp. 197-198. <<

[369] J. Beecher, Charles Fourier. The Visionary and His World, cit. (en adelante Beecher en el texto). <<

[370] Charles Fourier, Nouveau monde amoureux, S. Debout-Oleszkiewicz (ed.), París, 1967, pp. 339 y ss. [ed. cast.: Nuevo mundo amoroso, Madrid, Fundamentos, 1976]. En adelante se referirá como NMA en el texto. <<

[371] R. Barthes, Sade, Fourier, Loyola, cit., p. 93. <<

[372] Charles Fourier, Nouveau monde industriel, París, 1973, p. 99, [ed. cast.: El nuevo mundo industrial y societario, México DC, FCE, 1989], en adelante se referirá como NMI en el texto: «Y como las series apasionadas se componen únicamente de grupos, es preciso aprehender como se forman éstos. “¡Ay! ¡ay!, los grupos, es un asunto agradable ese de los grupos: debe ser divertido eso de los grupos”. Así razonan los bellos espíritus cuando se habla de ellos: es preciso, ante todo, purgarlos de toda una gama de insulseces equívocas, pero con independencia de que el asunto sea agradable o no, es cierto que no conocemos en absoluto a los grupos, y que no sabemos siquiera formar un grupo regular de tres personas, por no hablar de uno de treinta.

Sin embargo, disponemos de numerosos tratados sobre el estudio del hombre: ¿qué nociones pueden aportarnos éstos sobre este asunto, si descuidan la parte elemental, el análisis de los grupos? Todas nuestras relaciones no tienden sino a formar grupos, los cuales jamás han sido objeto de estudio alguno». <<

[373] Nosotros hemos dispuesto durante este año tan solo de 17 tratados de moral, afirmaba un periódico de 1803, que se lamentaba de la escasez de esta producción. No hablaba más que de Francia: añadamos el resto de Estados a la cuenta, etcétera, etcétera. <<

[374] «Sin la analogía, la naturaleza no es sino un vasto campo de zarzas; los 73 sistemas de botánica no son más que 73 tallos de cardo. Rousseau los ha calificado correctamente de ciencia repelente, que viene a escupir el griego y el latín a las narices de las damas. Decid a éstas, para suscitar su interés, que tal efecto de pasiones es representado en tal vegetal; mostradles las variedades del amor en el iris, el nardo, el clavel, el jacinto, el melocotón, el albaricoque, el palomo y el gallo […]». <<

[375] Brian Aldiss, Starship, Nueva York, 1958, se tituló en Reino Unido Non-Stop; las páginas de referencia a esta edición junto con las del libro de Robert A. Heinlein, Orphans of the Sky, Nueva York, 1964, se dan dentro del texto entre paréntesis. Para consultar en castellano, véanse: B. Aldis, La nave estelar, Barcelona, Edhasa, 1990; y R. A. Heinlein, Huérfanos del espacio, Barcelona, Edhasa, 1967. <<

[376] Véase Bertolt Brecht, Brecht on Theater, editado y traducido al inglés por John Willett, EEUU, 1964, en especial pp. 191-193. <<

[377] Cualquier reflexión actual sobre el género está en deuda —a veces involuntaria— con el libro de Northrop Frye, Anatomy of Criticism, Princeton, New Jersey, 1957 [ed. cast.: Anatomía de la crítica, Caracas, Monteávila, 1991]; debería mencionar también, en la renovación de este campo de estudio, a los neoaristotélicos de Chicago representados por la antología de R. S. Crane, Critics and Criticism, University of Chicago Press, 1952. Respecto a un estudio sobre las teorías recientes, véase Paul Hernadi, Beyond Genre, Ithaca, 1972 [ed. cast.: Teoría de los géneros literarios, Barcelona, Bosch, 1978]; y respecto al análisis más reciente de las «expectativas genéricas», véase E. D. Hirsch Jr., Validity in Interpretation, New Haven, 1967. Sobre la ciencia ficción como género, puede consultarse el ensayo esencial sobre su evolución escrito por Darko Suvin, «On the Poetics of the Science Fiction Genre», College English, diciembre de 1972; aunque la investigación fundamental de la relación entre este género y la experiencia social sigue siendo la de Georg Lukács, véase por ejemplo su obra Writer and Critic, Londres, 1970 y The Historical Novel, Londres, 1962 [ed. cast.: La novela histórica, Barcelona, Grijalbo, 1976] o, en un estudio más general, consultar mi artículo «Case for Georg Lukács», en Marxism and Form, New Jersey, 1972 [ed. cast.: Marxismo y forma, Buenos Aires, Ariel, 1985]. <<

[378] La obra de Brian Aldiss se publicó originalmente en Reino Unido bajo el título de Hothouse, en 1962, y en Estados Unidos con el título de The Long Afternoon of Earth [ed. cast.: Invernáculo, Barcelona, Minotauro, 1991]. <<

[379] Harry Harrison y Brian W. Aldiss (eds.), Best SF: 1969, Estados Unidos, 1970, p. 217. <<

[380] Analizo este fenómeno desde un punto de vista diferente en «Seriality in Modern Literature», Bucknell Review, primavera de 1970. <<

[381] Artículo escrito en 1973. <<

[382] Véase el artículo anterior. <<

[383] Ursula Le Guin, Left Hand of Darkness, Nueva York, 1976, p. 96 [ed. cast.: La mano izquierda de la oscuridad, Barcelona, Minotauro, 2000]; las demás referencias a la edición en inglés se darán dentro del texto. <<

[384] La entropía es, por supuesto, un mito muy burgués del siglo XIX (por ejemplo, Henry Adams, Wells, Zola). Véase, para justificar mejor este tipo de interpretación, mi artículo «In Retrospect», Science-Fiction Studies 1(1974), pp. 272-276. <<

[385] Ursula K. Le Guin, «Is Gender Necessary?», en Susan J. Anderson y Vonda McIntyre (eds.), Aurora Beyong Equality, Greenwich, Connecticut, 1976. <<

[386] He intentado sostener una reducción análoga de las posibilidades de la novela histórica en Marxism and Form, cit., pp. 248-252. <<

[387] Véase D. Suvin, «On the Poetics of the Science Fiction Genre», College English 34(1972), pp. 372-382; y «Science Fiction and the Genological Gungle», Genre 6(1973), pp. 251-273. <<

[388] Véase la nota 4. Le Guin no se da cuenta de algunos problemas —por ejemplo, la sincronización del kemmer y la continuidad de los roles sexuales entre enamorados—; los señala el implacablemente lógico Stanislaw Lem en «Lost Opportunities», SF Commentary 24, pp. 22-24. <<

[389] En la medida en que Los desposeídos —seguramente la utopía más importante desde el Walden dos de Skinner— parece desempeñar una función significativa en la reflexión política, parece importante cuestionar la calificación que la autora da a Anarres de utopía «anarquista». Con ello pretende sin duda diferenciar su organización descentralizada del clásico modelo soviético, sin tener en cuenta la importancia de la «eliminación del Estado» también en el marxismo; objetivo político más recientemente subrayado por la Revolución cultural y por las comunas experimentales en China y en los diversos tipos de autogestión obrera en otros lugares. <<

[390] W. Morris, News from Nowhere, cit., pp. 91, 95, 96. <<

[391] K. Marx y F. Engels, Basic Writings on Politics and Philosophy, ed. Lewis S. Feuer, Garden City, Nueva York, 1959, p. 44. <<

[392] Véase, sobre Verne, el estimulante capítulo que Pierre Macherey le dedica en Pour une théorie de la production littéraire, París, 1966 [ed. cast.: Para una teoría de la producción literaria, México, Polanco, 1976]. <<

[393] La bibliografía sobre Wells es enorme. A modo de introducción y bibliografía selecta, véase D. Suvin, Metamorphoses of Science Fiction, cit. Esta obra es un innovador análisis teórico y estructural del género al que debemos mucho. <<

[394] Véase mi libro The Political Unconscious, cit. <<

[395] Un importante análisis sobre el lugar único ocupado por Escocia en el desarrollo del capitalismo puede encontrarse en Tom Nairn, The Break-Up of Britain: Crisis and Neo-nationalism, Londres, 1977 [ed. cast.: Los nuevos nacionalismos en Europa: la desintegración de Gran Bretaña, Barcelona, Edicions 62, 1978]. <<

[396] Véase mi ensayo «On Raymond Chandler», Southern Review 6, verano de 1970, pp. 624-650. <<

[397] Un estudio más completo de estas propuestas y unos análisis más profundos de la Utopía de Moro en particular, se encontrarán en mi artículo reseña del libro de Louis Mann, Utopiques (¡que también se recomienda ver!), «Of Islands and Trenches», Diacritics 7, junio de 1977, pp. 2-21. Véase también el análisis relacionado en «World Reduction in Le Guin», Segunda parte, artículo III, de este libro. (Y sobre todo véase la Primera parte, en especial el capítulo XI). <<

[398] Ivan Efremov, Andromeda, Moscú, 1959, pp. 54-55 [ed. cast.: La nebulosa de Andrómeda, Barcelona, Planeta, 1976]. <<

[399] Compárese con «Of Islands and Trenches» (véase nota 6). <<

[400] En otras palabras, por adaptar el refrán favorito de Claudel, «le pire n’est pas toujours sûr». <<

[401] Véase mi libro The Prison-House of Language, cit., pp. 203-205. <<

[402] Que la autora de Los desposeídos puede caer en un antiutopismo clásico de tipo dostoievkiano y contrarrevolucionario queda bien documentado en su desagradable fabulita titulada «The Ones Who Walk Away From Omelas», incluida en The Wind’s Twelve Quarters, cit., pp. 275-284. <<

[403] Roland Barthes, Writing Degree Zero, trad. al inglés de Annette Lavers y Colin Smith, Londres, 1967, p. 39 [ed. cast.: El grado cero de la escritura, Madrid, Siglo XXI, 2005]. <<

[404] A. y B. Strugatsky, Roadside Picnic, cit. <<

[405] Esto no quiere decir que los Strugatsky no hubieran tenido su porción de problemas personales y editoriales. <<

[406] Tzvetan Todorov, Poétique de la prose, París, 1971. <<

[407] Vonda N. McIntyre, The Exile Waiting, Greenwich, Connecticut, 1975; en adelante la referencia a las páginas se hará dentro del texto. <<

[408] Más información sobre las «discontinuidades genéricas» en mis comentarios acerca La nave estelar, artículo II de esta Segunda parte. <<

[409] Alfred Bester, The Demolished Man, Nueva York, 1975, p. 31 [ed. cast.: El hombre demolido, Barcelona, Minotauro, 1975]. <<

[410] El relato de Onions, «The Beckoning Fair One», se puede encontrar en las numerosas ediciones de Herbert A. Wise y Phyllis Fraser (eds.), Great Tales of Terror and the Supernatural. Véase también la Primera parte, capítulo VIII, nota 3 de este libro [ed. cast.: incluido en Historias para no dormir, Madrid, 1974]. <<

[411] Respecto a una versión distinta de este problema, consúltese mi artículo titulado «On Raymond Chandler», cit., pp. 624-650. <<

[412] Véanse mis comentarios sobre La nave estelar de Aldiss; y acerca de esta tradición véase también Peter Fitting (ed.), Subterranean Worlds, Middletown, Connecticut, 2004. <<

[413] Véase, además, mi argumento en «Of Islands and Trenches» (en Ideologies of Theory, cit.) y «Progreso frente a utopía», artículo IV de esta Segunda parte. <<

[414] Alfred E. Van Vogt, Reflections of A. E. Van Vogt, Lakemont, Georgia, 1975, pp. 78-79. <<

[415] Alfred. E. Van Vogt, Slan, Nueva York, 1982, pp. 9-10 [ed. cast.: Slan, Barcelona, Gaviota, 1986]. <<

[416] A. E. Van Vogt, «The Purpose», en The Worlds of A. E. Van Vogt, cit., pp. 61-62. <<

[417] «The Weapons Shop», en Raymond J. Healy y J. Francis McComas (eds.), Famous Science-Fiction Stories, Nueva York, 1957, p. 768. <<

[418] A. E. Van Vogt, Destination: Universe, Nueva York, 1952, p. 147. <<

[419] Ibid., p. 148. <<

[420] Leonard Bloomfield, Language, Chicago, 1961, p. 170. <<

[421] Ann Banfield, Unspeakable Sentences, Londres, 1982. <<

[422] En este aspecto estoy en deuda con Peter Fitting. Véase su contribución en «Symposium on Alien», en Science-Fiction Studies 22, VII, 3(1980). <<

[423] Lewis Henry Morgan, Ancient Society, Palo Alto, 1975, p. 49 [ed. cast.: La sociedad primitiva, Madrid, Edymion, 1987]. <<

[424] Ibid., p. 552. <<

[425] George Bernard Shaw, Back to Methuselah, Nueva York, 1921, p. 131. En lo sucesivo las referencias a las páginas precedidas de BM incluidas en el texto corresponden a esta edición [ed. cast.: Vuelta a Matusalén, Buenos Aires, Americana, 1958]. <<

[426] Karel Čapek, The Makropoulos Secret, Boston, 1975, p. 81. <<

[427] Robert A. Heinlein, Time Enough for Love, Nueva York, 1973 [ed. cast.: Tiempo para amar, Madrid, La Factoría de Ideas, 2006]. Las referencias posteriores en el texto corresponden a la citada edición en inglés. <<

[428] Véase Slavoj Žižek, For They Know Not What They Do, Londres, 1991 [ed. cast.: Porque no saben lo que hacen: el goce como factor político, Buenos Aires, Paidós, 1998]. <<

[429] El análisis clásico sigue siendo el de Sigmund Freud, «Creative Writers and Day-Dreaming» Standard Edition, vol. IX, (1908), pp. 141-153. (Y véase la Primera parte, capítulo IV, de este volumen). <<

[430] Respecto a la cronología, véase la nota 1 del siguiente artículo. <<

[431] P. K. Dick, Dr Bloodmoney, or How We Got Along After the Bomb, Nueva York, 1965, p. 96 [ed. cast.: El doctor Moneda Sangrienta, Barcelona, Edhasa, 1988], las demás referencias se darán en el texto. <<

[432] Este impresionante aparato se basa en la idea de que los conceptos no existen aislados sino que se definen en oposición mutua, en grupos relativamente organizados; y en el refinamiento añadido de que existe una distinción básica entre lo opuesto o contrario, de lo contradictorio, S. Así, si S es el bien, -S es el mal, mientras que S’ es una categoría algo distinta de cosas «no buenas» en general. La determinación de lo negativo de -S es más complicada, como muestro en el texto; y como se demuestra también más adelante, existe la posibilidad añadida de introducir términos más complicados que unen estos términos sencillos de diversos modos. Se puede encontrar un análisis más amplio de este esquema en A. J. Greimas, «The Interaction of Semiotic Constraints», Yale French Studies 41, 1968; y también en mi libro Prison-House of Language, cit., pp. 162-168; así como mi Introducción al libro de A. J. Greimas, On Meaning, Minneapolis, 1987 [ed. cast.: Del sentido, Madrid, Gredos, 1989]. <<

[433] Véase Claude Lévi-Strauss, «The Structural Study of Myth», en Structural Anthropology, cit., pp. 202-228. <<

[434] He aquí una lista de las novelas y de las ediciones usadas con fechas de publicación y de composición, siguiendo la cronología dada por Lawrence Surin en Divine Invasions, Nueva York, 1989, pp. 290-312 [ed. cast.: La invasión divina, Barcelona, Minotauro, 2004]; 1961: Man in the High Castle, Nueva York, 1985 [ed. cast.: El hombre en el Castillo, Barcelona, Minotauro, 2007]; 1962: We Can Build You, Nueva York, 1994 [ed. cast.: Podemos construirle, Madrid, Martínez Roca, 1988]; 1962: Martian Time-Slip, Nueva York, 1964 [ed. cast.: Tiempo de Marte, Barcelona, Minotauro, 2002]; 1963: Dr Bloodmoney, cit.; 1963: Now Wait for Last Year, Nueva York, 1981 [ed. cast: Esperando el año pasado, Gijón, Júcar, 1988]; 1963-1964: Clans of the Alphane Moon, Nueva York, 1984 [ed. cast.: Los clanes de la luna alfana, Barcelona, Minotauro, 2003]; 1964: The Three Stigmata of Palmer Eldritch, cit.; 1966: Do Androids Dream of Electric Sheep?, Nueva York, 1984 [ed. cast.: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Barcelona, Edhasa, 2006]; 1966: Ubik, cit.; 1968: A Maze of Death, Nueva York, 1971 [ed. cast.: Laberinto de muerte, Barcelona, Plaza & Janés, 1999]. Las referencias a las páginas que se incluyen en el texto corresponden a estas ediciones en inglés. <<

[435] Pero véase, en un intento de integrar las últimas novelas en la narrativa anterior, Kim Stanley Robinson, The Novels of Philip K. Dick, Nueva York, 1984. <<

[436] Véase mi artículo «On Raymond Chandler», cit., pp. 624-650; y el artículo que lo acompaña, «The Synoptic Chandler», en Joan Copjec (ed.), Shades of Noir, Londres, 1993. <<

[437] Véase Pierre Macherey, A Theory of Literary Production, Londres, 1978. <<

[438] Marc Angenot, 1889: Un état du discours social, Montreal, 1989. Y véase también mi artículo «Marc Angenot, Literary History, and the Study of Culture in the Nineteenth Century», Yale Journal of Criticism XVII, 2(2004), pp. 233-253. <<

[439] Véase «Después del Apocalipsis: sistemas de personajes en Dr. Moneda Sangrienta», artículo IX en la Segunda parte de este libro. <<

[440] Véase mi libro Postmodernism, or the Cultural Logic of Late Capitalism, cit., capítulo 9, «Nostalgia for the Present», pp. 279-287. <<

[441] William Gibson, Pattern Recognition, Nueva York, Putnam, 2003 [ed. cast.: Mundo espejo, Barcelona, Minotauro, 2004]. En adelande, las referencias a esta edición se darán dentro del texto. <<

[442] El autor hace aquí referencia a la compañía de viajes Thomas Cook, fundada por el inglés del mismo nombre a mediados del siglo XIX y que se convertiría en una auténtica industria turística y de viajes en el siglo XX. [N. de la T.] <<

[443] Bruce Sterling, A Good Old-fashioned Future, Nueva York, 1999. <<

[444] Organismo independiente especializado en evaluaciones de software que constituye a su vez una división del META Group. [N. de la T.] <<

[445] David Foster Wallace, Infinite Jest, Boston, 1996 [ed. cast.: La broma infinita, Barcelona, Mondadori, 2002]. <<

[446] Name-dropping en el original: hábito de mencionar con familiaridad nombres conocidos con objeto de fanfarronear. [N. de la T.] <<

[447] Chaqueta de aviación media. [N. de la T.] <<

[448] El coracle es una pequeña embarcación, en ocasiones circular, pero más frecuentemente rectangular con las esquinas redondeadas, de mimbre y piel de animal (más tarde, la piel se sustituiría por brea o algún otro material resistente al agua). La utilizaban para el transporte fluvial y costero los antiguos bretones y todavía hoy la emplean algunos pescadores en los ríos y lagos de Gales e Irlanda. [N. de la T.] <<

[449] D. Suvin, Metamorphoses of Science Fiction, cit., p. 61. <<

[450] K. Stanley Robinson, Green Mars, Nueva York, 1994, p. 69. La trilogía, que incluye también Red Mars y Blue Mars, Nueva York, 1996, será referenciada en el texto con las abreviaturas R, G y B. Para consultar en castellano, véanse Marte Verde, Marte Rojo y Marte Azul, publicadas en Minotauro, 2001. <<

[451] Véase Louis Althusser, For Marx, Londres, 1977, traducido al inglés por Ben Brewster, en especial los capítulos 3 («Contradiction and Overdetermination») y 6 («On the Materialist Dialectic») [ed. cast.: La revolución teórica de Marx, México DF, Siglo XXI, 1999]. <<

[452] Ibid., p. 217: «una irregularidad (en el dominio) del, siempre dado previamente, todo complejo». <<

[453] Jean-Paul Sartre, La nausée, en Œuvres romanesques, París, 1981, pp. 150-160 [ed. cast.: La náusea, Madrid, Alianza, 1996], la anotación del diario empieza «Six heures du soir». <<

[454] Wallace Stevens, «Anecdote of the Jar», en The Palm at the End of the Mind, Nueva York, Ed. Holly Stevens, 1967, p. 46. <<

[455] K. Marx y F. Engels, The German Ideology, cit., p. 46. <<

[456] André Bazin, «The Ontology of the Photographic Image», en What Is Cinema? Traducido al inglés por H. Gray, Berkeley, 1967, pp. 9-16 [ed. cast.: ¿Qué es el cine?, Madrid, Rialp, 2006]; y Siegfried Kracauer, Theory of Film: The Redemption of Physical Reality, Nueva York, 1960 [ed. cast.: Teoría del cine. La redención de la realidad física, Barcelona, Paidós, 2006]. <<

[457] Martin Heidegger, Unterwegs zur Sprache, Pfullingen, 1959 [ed. cast.: De camino al habla, Barcelona, Del Serbal, 2002]. <<

[458] Pero debe señalarse también su opuesto, en los resultados congelados y caóticos de las primeras inundaciones: «hasta el paisaje hablaba ahora una especie de glosolalia» (R, p. 495). <<

[459] Véase A. J. Greimas, On Meaning, cit. <<

[460] «La pasada noche al acostarme era invierno, y ahora, por mi observación de los árboles ribereños, estábamos en verano, una hermosa y radiante mañana de principios de junio», W. Morris, News from Nowhere, cit., p. 3. <<

[461] Hugo McDiarmid, «On a Raised Beach», en Douglas Dunn (ed.), The Faber Book of Twentieth-Century Scottish Poetry, Londres, 1992, pp. 56-57. <<

[462] «“¿Pero, dónde está el socialismo?”, recordaba Dvanov, y miraba hacia la oscuridad de la habitación, buscando su cosa», en Andrei Platonov, Chevengur, Ann Arbor, 1978, p. 79 [ed. cast.: Chevengur, Madrid, Cátedra, 1998]); y véase el análisis en mi libro The Seeds of Time, cit., pp. 73-128. <<

[463] Como, clásicamente, en Robert A. Heinlein, The Moon Is a Harsh Mistress, Nueva York, 1966 [ed. cast.: La Luna es una cruel amante, Madrid, La Factoría de Ideas, 2003]. <<

[464] G. Deleuze, Cinema II, cit., p. 89. <<

[465] R. C. Elliott, The Shape of Utopia, cit. <<

Arqueologías del futuro
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