TÁBULA GRATULATORIA

Un libro es el resultado de múltiples influencias, algunas azarosas o providenciales. Siempre me interesó la cuestión de la lengua y el lenguaje. Hace medio siglo pasé el noviciado sociológico en la Universidad de Columbia (Nueva York). Era sobre todo una Sociología empírica y cuantitativa. Mi maestro Juan J. Linz me exhortó: “Ahora a leer novelas y a pulir esa escritura”. Se entenderá que, aparte de mi dedicación a la Sociología de las encuestas, haya utilizado la novela como fuente de conocimiento en varios libros. Al final hasta me he atrevido a componer relatos de ficción. Todo fue por el consejo de mi maestro y mi natural movedizo.

Hace un par de decenios escribí un ensayo sobre La perversión del lenguaje (Espasa, 1994). El estímulo inmediato fue la comprobación de los errores léxicos que se deslizaban en los exámenes y trabajos de los alumnos. Lo curioso es que coincidían con los que observaba en los medios de comunicación. Acuñé con ironía el concepto de “politiqués”. Fue una revelación.

Llevo varios lustros colaborando regularmente en Libertad Digital sobre la materia que llamo “la lengua viva”. Es una seccioncilla muy entretenida en la que comento las observaciones de los lectores sobre asuntos de lenguaje. He aprendido mucho.

En 2008 di un curso sobre “Sociología del lenguaje” en la Universidad de San Antonio (Texas), invitado por el profesor Francisco Marcos-Marín. Juntos publicamos el libro Se habla español (Biblioteca Nueva, 2009). Publiqué también La magia de las palabras (Infova, 2009), gracias a la generosidad de Iñaki de Miguel. Esos dos textos me han servido para dar el salto a este ensayo más comprometido.

En 2009 Carlos Herrera me cedió un espacio regular en su programa de Onda Cero para que comentara cuestiones léxicas. De modo espontáneo he seguido deslizando esos comentarios, siempre que he tenido ocasión, en las tertulias de Intereconomía. Esas experiencias y otras de colaboración en la prensa, la radio y la tele han sido muy estimulantes. Al final, el papel con el que me ven mis coterráneos es el de sociólogo, escritor y tertuliano. Quiero decir que observo y opino.

A lo largo de los dos últimos años he mantenido continuas conversaciones a través del facebook con una selecta cofradía de “feisbuqueros”, como nos llamamos entre nosotros. Con algunos de ellos me he reunido después de modo regular en una tertulia del café Gijón y otros agradables foros. Hemos discutido y porfiado sobre algunos de los contenidos que aquí se muestran. Esa inesperada e intensa relación ha sido muy gratificante.

En este mismo curso he impartido un seminario sobre “Sociología del lenguaje” en la Universidad Tomás Moro para mayores (de 40 años). Los estudiantes me han suscitado algunas dudas de interés. Notable ha sido, por ejemplo, la aportación de Mario Gastaña sobre las analogías en Medicina. Mis clases las daba por escrito y esos papeles han sido la base de este texto. El cual lo reclamó Pilar Cortés, quien le puso título, sugirió la orientación definitiva que debía darle y hasta me corrigió algunas impertinentes erratas.

Un asiduo “feisbuquero”, Francisco Capitán, me invitó a que hablara a sus estudiantes de los contenidos de este texto. Fue en Alcalá de Henares para celebrar el Día del Libro, justo cuando había concluido de teclearlo.

Esa es la historia natural de este librito, que culminará con las respuestas de los lectores. A todas las personas mencionadas y a las que están detrás de los estímulos dichos, mil gracias derramando.