La última batalla de la guerra fría
Hace 20 años el mundo celebró con contagioso entusiasmo el hundimiento del comunismo. Ahora Carlos Alberto Montaner expone por qué esta derrota, simbolizada con el derribo del Muro de Berlín, fue «el resultado de las fallas del sistema, de su intrínseca improductividad, de la pobreza relativa que generaba, de la incomodidad y del sufrimiento provocados por la sinrazón y la constante represión policiaca». Y se pregunta por qué Cuba es «la excepción marxista-leninista en una época en la que ese modelo se extinguió por su propia crueldad e incapacidad».«Tres generaciones consecutivas de cubanos no han conocido otra cosa que el Gobierno comunista de los hermanos Castro», afirma Montaner en La última batalla de la Guerra Fría. En estos 50 años de castrismo, los cubanos han visto cómo «el comunismo pudo, incluso, diezmar la industria azucarera, provocando que a principios del sigo XXI el país produjera la misma cantidad de azúcar que a fines del sigo XIX». Pero Montaner es optimista y defiende que «medio siglo de fracasos es un periodo demasiado largo para que cualquier persona medianamente inteligente pueda mantener la fe en ese minucioso desastre». Es un optimismo necesario para dar y ganar la última batalla de la Guerra Fría.