Noche de placer
Solía ir a sentarme siempre en el mismo banco de la plaza cuando me atacaba la tristeza o la soledad, a veces incluso iba a buscarla, todos me decían que retaba al peligro, que esa plaza siempre estaba sola, mi madre repetía una y otra vez «si por lo menos fueras de día... Un día de estos alguien te va a raptar y ya tendremos nosotros que lamentarnos», pero nadie entendía, ese era mi refugio y contrario a lo que todos pudieran pensar, ahí y sólo ahí, me sentía segura