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Palacio
Real
Dormuth,
Marik
Mancomunidad de Marik, Liga
de Mundos Libres
14 de Noviembre del
3064
Víctor se detuvo
a una respetuosa distancia del octágono de mesas, mirando
desafiante a Katherine, la cual obviamente no estaba dispuesta
a ceder el podio sin lucha. Su confianza había flaqueado tan solo
por un instante, un brillo de duda que se desvaneció casi tan
rápido como llego. Sus glaciales ojos azules se clavaron ahora
fijos en él, como la mirada de un basilisco.
Tras eso, su
hermana sonrió. Seguridad. Supremacía. Katherine verdaderamente
pensaba que tenia una mano ganadora en esta ocasión. Víctor
sabia que podría tenerla. Pero él había planeado sacar la
próxima carta del fondo de la baraja.
– Me gustaría
dirigirme al Consejo, – dijo volviéndose hacia Theodore Kurita. El
Primer Señor frunció las cejas, desgarrado entre seguir el
protocolo y el alcance de la posible argumentación que Víctor
ofrecía.
– Primer Señor,
tenemos ante nosotros una votación que en forma alguna incumbe a
esta persona, – corto Katherine antes de que Theodore pudiera
hablar. – Su presencia en la galería ha sido tolerada en
interés de las buenas relaciones para futuras conversaciones,
pero su interrupción aquí, ahora, es una burla de nuestros
procedimientos –.
– Una moción de
orden puede ser invocada en cualquier momento para refutar
hechos incorrectos, – dijo Víctor.
– No por parte de
un grupo exterior, – rebatió Katherine. – La votación del Primer
Señor es un asunto interno del Consejo. No tienes posición
aquí Víctor –.
– Tengo un
patrocinador –.
– ¿Quién? –
Katherine lanzó una helada mirada hacia Kurita. – ¿Theodore?
Difícilmente imparcial, dada tu pasado historial, y digámoslo,
tus lazos personales –. Ella sonrió con una falsa amabilidad ante
la velada referencia a Omi. – Si nos permitimos caer en tu
trampa ¿Qué evitará que cualquiera de nosotros desfile como su
propio testigo y que convirtamos a este Consejo en un
tribunal?–.
Víctor sonrió y
la obsequió con una mirada de compasión. – Tendremos nuestro
momento ante un tribunal dentro de poco, Katherine. Te lo
prometo. Pero en este caso no puedes argumentar
ningún conflicto de intereses. El Primer Señor Kurita no es mi
patrocinador –.
Eso la detuvo en
seco. Obviamente no había considerado siquiera la posibilidad de
que Víctor viniera a la conferencia de la mano de nadie que no
fuera Theodore. – ¿Entonces quien es? – preguntó.
Thomas Marik se
puso en pie. – Soy yo, Katrina. Le prometí a Víctor mi apoyo si
necesitaba levantarse para defender sus acciones–. Lanzó una
mirada sobre Theodore. – Esa promesa todavía es válida, –
dijo.
Theodore hizo un
gesto de asentimiento desde su asiento. – El Consejo escuchará a
Víctor Steiner-Davion-.
Katherine se
agarró podio mientras Víctor se abría camino a través de las mesas,
como si la posesión física de la plataforma pudiera ser
suficiente para evitar que hablara. El ignoró la mirada
curiosa de Gavin Dow, y no pudo evitar desear que Anastasius Focht
estuviera allí.
Su hermana
finalmente rindió el podio cuando él estaba a solo tres pasos de
distancia, pero primero se coloco directamente en su camino,
bloqueándole momentáneamente. – ¿Qué esperas lograr Víctor?
–demandó con un áspero susurro. – ¿Qué esperas probar? –.
– No necesito
probar nada, – respondió del mismo modo. – Las acusaciones son
igualmente dañinas. Una dolorosa lección que aprendí de ti, si
mal no recuerdo–.
– Tu no sabes lo
que es el dolor–. Dada su mayor estatura, Katherine le miraba desde
arriba, sin esconder su desprecio. – Pero creo que lo sabrás–. Dio
un paso hacia un lado, cediéndole el podio y volviendo a su propio
asiento –.
La mirada de
Víctor siguió su solemne retirada. Dejémosla que me amenace, pensó.
Sea lo que sea lo que este planeando, tendremos que prepáranos
para ello mas tarde. Ahora es el momento de poner fin, de
una vez por todas, a las altas ambiciones de
Katherine.
– Katherine ha
tratado de explicarles mi pensamiento y mis acciones a todos
ustedes, – empezó. – Dado que ella ha abierto esa puerta,
considero que es mi deber hacia este Consejo corregir sus falsas
ideas–.
– Para el
registro, déjenme recordarle al Consejo que no busque una guerra
civil después de que mi hermana usurpara el trono de la
Alianza Lirana. No me opuse a ella cuando robo la Federación de
Soles de mi regente, Yvonne Davion. Me construí una nueva
vida, lejos del poder que mi hermana proclama que yo ansiaba,
y donde me las arregle para vivir en paz durante doce muy cortos
meses –.
Víctor soltó un
firme suspiro. – Según recuerdo, nunca he acusado falsamente a
Katherine de nada. Que ella ha abusado de su posición para
manipular palabras y hechos en su propio beneficio es evidente.
E igualmente, según mis referencias, para ejercer la violencia
contra su propia familia. Si ella o alguien toma esto como una
referencia a la trágica muerte de nuestro hermano, Arthur
Steiner-Davion, cometerá un error. Admito libremente que no
conozco quien asesinó a Arthur –.
Vio la sorpresa
correr por toda la galería, e incluso Thomas Marik no pudo ocultar
completamente su asombro frente a las palabras de Víctor.
Katherine, en cambio, se puso en tensión frente a la
explosión que sabia se avecinaba. – Pero si conozco, - dijo
Víctor, - quien estaba detrás del asesinato de nuestra madre.
Y no puedo quedarme quieto mientras este Consejo elige para su mas
alta y respetada posición a una mujer con la sangre de su
propia madre en sus manos –.
Katherine salto
disparada sobre sus pies. – ¡ Esto es ultrajante! – gritó, pero su
protesta quedo acallada por los gritos de furia que salían desde la
galería, por lo que Theodore Kurita tuvo que llamar al
orden.
Thomas Marik fue
el único que finalmente recuperó el control de la habitación,
devolviendo a la galería al silencio mientras se ponía en pie.
– Por favor, por favor –. Su cara estaba tan indignada como la
de Katherine. – Víctor Davion, no podéis traer tales
acusaciones a este Consejo sin evidencias. ¿Qué pruebas ofrecéis
para esas acusaciones? –
– Víctor negó con
la cabeza. – No mas de las que Katherine ofrece en sus acusaciones
sin fundamento contra mí. Pero no estoy aquí para presentar
cargos formales contra ella, Thomas. Todavía no.
Simplemente me
niego a sucumbir frente al cuadro que Katherine quiere pintar sobre
mí –. Levantó una mano. – No me malinterpreten, Señores de la
Esfera Interior. Estoy reuniendo las evidencias. Tengo
lo suficiente para convencer, pero no para condenar
–.
Theodore se puso
lentamente en pie, elevando el numero de personas de las variadas
mesas en pie hasta cuatro. – Si no pedís un foro para
presentar cargos, Víctor, ¿Qué es lo que queréis de nosotros?
–.
– Solo que
consideren cuidadosamente los posibles sesgos en cada lado de esta
guerra civil, y que tengan gran cuidado en como actuar. Les
pido que tengan en cuenta lo que conocen acerca tanto de mi
hermana como de mí. Recuerden los acuerdos políticos que ella
ha adoptado a puerta cerrada, las manipulaciones de las que
han sido personalmente testigos, y que piensen en el coste que
ustedes personalmente deberán pagar al apoyarla a ella y a
cualquiera de sus aliados. Pregúntense a sí mismos si esta persona
es la que verdaderamente quieren como su Primer Señor
–.
Theodore Kurita
lanzó su mirada desde un Steiner-Davion a otro. – Dada la
naturaleza volátil de estas conflictivas acusaciones, cederé a
nuestra actual nominada para el puesto de Primer Señor el turno
de palabra, si ella lo desea. Tenéis todo el derecho de
refutar los cargos no oficiales de vuestro hermano, Katherine
–.
Antes de que
pudiera responder, Christian Månsdotter, Príncipe-Regente de la
República Libre de Rasalhage, se puso en pie también. El
ultimo miembro votante del Consejo se frotó su barbilla y miro
con preocupación hacia la mesa de ComStar. Gavin Dow y su
compañero, Gardner Riis, le devolvieron la mirada con
expresión ilegible. Finalmente Månsdotter pareció tomar una
decisión.
– Primer Señor, –
dijo seriamente, la dignidad de sus modales y su voz se alzaron
sobre la sala. – La Republica Libre de Rasalhage retira su
apoyo a Katherine Steiner-Davion –.
..........
Con el Consejo
finalizado Víctor, Theodore, Thomas Marik y Hohiro Kurita se
reunieron alrededor de la delegación de Rasalhage. Jerrard
Cranston y Morgan Kell se unieron a ellos procedentes de la
galeria, ayudando a aislar la mesa del resto del salón de
baile. Apretones de manos fueron solemnemente ofrecidos, de
uno en uno, al nuevo Primer Señor.
– Felicidades, –
dijo Víctor, entrechocando la mano de Månsdotter firmemente. – Lo
que hicisteis requirió coraje–. Siguió la mirada preocupada de
Månsdotter hacia la mesa de ComStar, donde el Capiscol Marcial
Gavin Dow les devolvió la cortesía. – Probablemente mas del que
nunca haya conocido–.
Christian
Månsdotter asintió. El peso de su nueva oficina empezaba ya cargar
sus hombros y a agrandar las arrugas alrededor de sus ojos.
Aun así, su sonrisa era genuina. El prestigio y el honor de obtener
el cargo de Primer Señor sería una bendición tanto para su nación
como para su futuro político.
– Gracias Víctor,
– dijo, después se volvió hacia Thomas Marik y le ofreció su mano.
– Y no os he dado a vos las gracias por vuestra nominación,
Thomas. Me cogió por sorpresa. He de admitir que pensaba
que Theodore os nominaría a vos –.
Marik se encogió
de hombros e intercambio una significativa mirada con el mayor de
los Kurita. – Yo también lo esperaba. Pero dada mi historia
con Kath.., Katrina, y con Víctor, en este asunto, habría sido
difícil para mi ser totalmente imparcial. Vuestra nación no tiene
lazos directos ni con la Alianza Lirana ni con la Federación Soles,
y hoy habéis mostrado vuestra voluntad de actuar para el mejor de
los intereses de todos nosotros. Eso puede ser exactamente lo
que necesitamos –.
– Todavía es una
tarea desalentadora, dijo Månsdotter, después intercambio una
profunda reverencia con Theodore y Hohiro. – Por ahora, – le
dijo a Hohiro, – agradecería que continuaseis actuando
como comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de la Liga
Estelar –.
Haciendo una
nueva reverencia, Hohiro dijo, – Arigato. Será para mi un placer hacerlo
–.
– Ahora si me
disculpan –. Månsdotter hizo un gesto hacia la creciente multitud
que también esperaba para felicitarle. – Debo hacer lo que
pueda para calmar las cosas –.
Víctor observo
una sombra del viejo Hohiro a través de la mascara de solemnidad
que su amigo llevaba puesta. – Llamadmé Christian Månsdotter
si necesitáis apoyo de Mechs –.
Thomas Marik
también se dio la vuelta y se fue para reunirse con su mujer y con
el Capiscol Blane, quien estaba envuelto en una seria
conversación con Grover Shraplen del Concordato de Tauro. Víctor
le observo, intentando todavía encajar las piezas de la
identidad de este hombre, y decidiendo de nuevo que en
realidad no le importaba. Las acciones de Thomas habían estado por
encima de cualquier reproche, como siempre.
Aunque lo mismo
difícilmente podía decirse de él.
– En verdad que
no quería hacer esta escena, – dijo al pequeño grupo de amigos que
quedaban. – Hoy no. Solo nos va a traer problemas
–.
Theodore Kurita
negó con la cabeza. – No podía permitirse que Katherine se
convirtiera en Primer Señor,
Víctor. Nunca –.
Intercambio una marcada mirada con su hijo. – Y tu no podías
permitirte quedarte distraído –. Morgan Kell alcanzó a
tomar el hombro de Víctor en un fuerte apretón de su brazo bueno. –
Pienso que era mejor que fueses tú quien le parara los pies.
Sun-Tzu ordenó a Candance salir del planeta esta mañana. Ahora
sabemos porqué –. Hizo una pausa volviéndose hacia la mesa
capelense vacía.
– Candance me
dijo que no estaba preocupada. Sabia que harías lo que fuese
necesario para ganar–.
– De acuerdo, –
dijo Víctor con un toque de tristeza. – Siempre gano. Al final,
consigo lo que persigo, lo que es necesario, pero otros pagan un
alto precio –.
– Eres demasiado
duro contigo mismo, Víctor, – dijo Jerry
Cranston
– Cierto, – una
nueva voz intervino cuando Katherine se unió al grupo. Siguiéndola
estaba Richard Dehaver, pegando a ella como alguna clase de
sombra viviente. – Después de todo, así es como nos
han educado. A tomar las decisiones difíciles. Nunca a eludir
lo que es necesario hacer, sin que importara el coste personal
–. Su tono era solo unos grados por debajo de cordial. – ¿Acaso no
has aprendido eso después de todos estos años al lado de mi
hermano,.....Galen? –
Víctor se
congeló, y un escalofrió sobrenatural corrió a través de su cuerpo.
Su hermana parecía estar demasiado calmada, refiriéndose a la
vida pasada de Jerry. Estaba mas segura que nunca, incluso frente
a su derrota. Él recordó lo que ella había dicho acerca de que
llegaría a conocer el dolor, y se preguntó que precio le demandaría
ahora.
– ¿Galen? –
preguntó Hohiro Kurita, mirando a Cranston como si se lo encontrara
por primera vez. Busco la antigua cara del hombre, pasando de
largo la barba y las alteraciones quirúrgicas. – Galen Cox. Estabas
muerto –.
– Todas las
personas mueren, – dijo Katherine. – Algunas de ellas vuelven –.
Ella sonrió, casi tímidamente hacia Cranston, el hombre al que
una vez había pedido que se casara con ella y que
después había abandonado a la bomba de un asesino. Cuando se
giro hacia Hohiro, sus ojos tenían el brillo de un láser. –
Algunas de ellas no –.
Hohiro se
sacudió, como si le hubieran abofeteado. Palideció, y miró a
Katherine como si estuviera a punto de diseccionarla con
certero tajo–.
Víctor sabia que
algo importante acababa de pasar entre su hermana y su amigo.
Observo a su amigo mientras los dedos de este se flexionaban
como si estuvieran buscando el mango de su katana. –
Estas llevando esto mas allá de lo que habría pensado
Katherine, – dijo.
– ¿Pensaste que
tendría un ataque de rabia Víctor? ¿Que me avergonzaría a mi misma
y a mi nación delante de la Liga Estelar? – A excepción del
ligero énfasis en la partícula posesiva, el tono de Katherine era
casi conciliador. – Estoy disgustada, sí. Especialmente contigo.
Simplemente no puedes admitir cuando estas equivocado, o
cuando has perdido. Pero no puedo estar furiosa contigo ahora, no
después de mostrar tanta fortaleza frente al Consejo. No dada
tu propia trágica perdida –.
Los ojos de
Víctor se clavaron directamente sobre Jerry Cranston. Habían
filtrado la noticia acerca de Galen Cox años atrás, esperando
ponerla a la defensiva, pero nunca pensando que ella podría
volverla contra ellos. Jerry lo negó con un imperceptible
gesto con su cabeza, como diciendo que no tenia noticias de derrota
militar en Tikonov, la única perdida trágica que podía retrasar sus
planes.
O eso
pensaban.
– ¿Perdida? –
preguntó Víctor, dispuesto a algún tipo de engaño o a otra
estratagema manipuladora. Su hermana era como una vistosa pero
venenosa araña hilando su tela.
Observándola
atentamente, casi se perdió la reacción de dos de sus amigos. La
rigidez de sus posturas militares y las miradas atrapadas en
sus caras antes de que pudieran colocarse de nuevo la
mascara impasible tan típica de cada guerrero del Condominio
les traicionaron. Theodore y Hohiro lo sabían. Fuese lo que fuese a
lo que Katrina se estaba refiriendo, ellos lo sabían.
– Si...., – La
voz de Katherine sonó súbitamente insegura, como si estuviera
metiendo la pata en algún tipo de reunión social. – Cuando
recibí el informe desde fuera del Condominio, asumí naturalmente,
...–.
– Víctor, – dijo
Theodore con urgencia. – Víctor, debes venir conmigo ahora. Este no
es el momento–.
Hohiro coloco una
mano sobre el brazo de Víctor, como si quisiera obligarle. Víctor
se lo quito de encima.
- ¿No es el
momento para que? – demandó, pero dedos helados habían empezado ya
a apretar su corazón.
–¿Quieres decir
que no te lo han dicho? – Katherine palideció, con su cara
asombrada. – ¿Tus amigos.....?
Oh, Víctor, que
terrible debe ser para ti –. Ella lanzo miradas a los hombres
reunidos, jugando el papel de afligida. Su mirada envenenada dejo a
Víctor atrapado, sus ojos de hielo azul se encontraron con
los suyos, abatiéndose sobre él.
– Nunca podría haber soñado en ser la primera que tuviera que decírtelo, – dijo Katherine con prisas, como si estuviera muy, muy, muy apenada por él. – Por supuesto esa es la razón por la que no puedo estar contrariada contigo en estos momentos. Lo que sentí el día en que nuestra madre fue asesinada, lo siento ahora por ti, querido hermano, ahora que has perdido a tu querida y preciosa Omi –.