Ahora voy a contaros

cómo también yo estuve en París, y fui dichoso.

Era en los buenos años de mi juventud,

los años de abundancia

del corazón, cuando dejar atrás padres y patria

es sentirse más libre para siempre, y fue

en verano, aquel verano

de la huelga y las primeras canciones de Brassens,

y de la hermosa historia

de casi amor.

JAIME GIL DE BIEDMA

Te quiero, Tina. Y te necesito. Nunca he sabido

querer a nadie ni a nada

Creo que yo tampoco. Ayúdame, amor, ayúdame.

¡Por Dios, ayúdame! —aplastó el pecho en el rostro

de él. —Quédate conmigo, por favor… ¡Quédate

a mi lado, no puedes dejarme ahora!

JUAN MARSÉ