Nieve

Una manta blanca yacía sobre todo; había aparecido durante la noche y solo las pequeñas impresiones de patas que moteaban la superficie me daban alguna seguridad de que no estábamos completamente solos en el mundo. El cielo era de un gris profundo, e incluso el sol lucía atenuado, aunque reflejaba más desde el suelo que desde arriba. Jalé la puerta para abrirla, cogí un puñado de la cosa, y luego lo dejé caer por la sorpresa, frotando mis dedos contra el frío. Los otros me miraban con extrañeza, y me di cuenta de que yo era la única que nunca había visto esto antes.

—¿Qué es esto? —Pregunté con cierta resignación. No iba a esconder mi ignorancia en esta ocasión. Ya deberían de estar acostumbrados a ella.

—Nieve, —respondió Tegan—. Es lo que sucede cuando la lluvia se congela.

—Sería un suicidio seguir yendo al norte con esto, —dijo Stalker—. Tenemos suerte de haber encontrado un refugio. Tenemos agua, comida y la perspectiva de cazar más. Este es un buen lugar para esperar que pase la tormenta.

—Nos debe quedar un poco más de tiempo hasta que caiga el verdadero invierno, —añadió Fade.

—Invierno. —Esa era una palabra nueva. Sonaba fría. Miré a Fade, cuyo rostro estaba cerrado y en blanco. Si él quería seguir andando, no lo sabía. En estos días, no sabía mucho sobre él. No había sido el mismo desde la muerte de Pearl.

—También hay un río cerca, para pescar, —dije, y luego me pregunté si los peces morían congelados cuando hacía frío. Quizá no había ningún pez después de que la nieve caía.

—¿Qué opinas? —Le preguntó Fade a Tegan.

—No quiero caminar en la nieve.

Eché un vistazo alrededor, evaluando su potencial para comodidad. No teníamos muebles, ni un tendedero, apenas un taburete y un cajón. La mayor parte de lo que habíamos encontrado, tendríamos que quemarlo, y una vez que nos quedáramos sin…

—¿Qué podemos usar una vez que la madera vieja se haya ido?

Stalker entró a la cocina y volvió con una herramienta que parecía adecuada para realizar hachazos. Me ponía inquieta verla en sus manos.

—Puedo cortar más.

—Deberías hacerlo antes de que la nieve se haga más profunda, —dijo Fade.

Sus miradas se encontraron y confrontaron, una disputa silenciosa, y luego Stalker se volteó con un encogimiento de hombros. —Bien. Volveré pronto.

Para mi sorpresa, Tegan se puso de pie. —Iré contigo. Puedo ayudar a cargarla.

Quizá sentía que tenía que probar algo, a sí misma, si no a cualquier otra persona. Yo podía entenderlo. No tomó un arma como motivo de orgullo.

El garrote no le haría ningún bien contra Stalker de todas maneras; la falta de entrenamiento la traicionaría. Aun así, tenía que establecer que no le tenía miedo y labrarse su lugar en nuestro grupo.

Salieron juntos en una fría ráfaga de viento. Después, cerré la puerta tanto como pude, digiriendo la idea de que no iríamos a ningún lado en un tiempo. Había perdido la cuenta de cuánto tiempo había pasado desde que salimos de abajo, y estaba un poco sorprendida de que siguiéramos vivos.

—¿Cuánto tiempo dura? —Le pregunté a Fade, mirando la nieve.

—Meses, algunas veces.

Me estremecí. —Me alegra que hayamos salido de las ruinas antes de que cayera.

—Probablemente pronto no quedará nada vivo, —dijo él en voz baja.

—¿En los túneles también?

Se encogió de hombros. —Los Freaks entraron a Nassau, y College no se preparaba, por lo que dudo que les vaya mejor. —La manera brusca con que dijo las palabras, era casi como si quisiera herirme.

—¿Por qué estás tan molesto conmigo? —No tenía sentido ignorarlo.

Había esperado que superara la tristeza o lo que lo hacía actuar de esta manera, si le daba tiempo, pero no parecía estar funcionando.

—No lo estoy.

Me tragué el impulso de llamarlo mentiroso. —Entonces, ¿con quién estás molesto?

—Conmigo mismo.

—Te sientes mal por Pearl, —supuse.

—Ella se las arregló para mantenerse a salvo, después de que su padre murió. Yo aparezco, y en un día, hago que la maten.

Por mucho que quisiera, no podía negar nuestra parte de la culpa. En este momento, no importaba si yo me había gustado. Casi no la conocía, y siendo sinceros, él tampoco. Él solo recordaba la niña que solía ser.

—¿Ayuda de alguna forma que te sientas de esta manera?

—No. Pero me parece que no puedo detenerlo.

—¿Hay algo que pueda hacer?

Me miró durante tanto tiempo que me empecé a sentir incómoda. Y entonces, preguntó —¿Aún somos compañeros? Sé que Silk nos puso juntos pero ¿me escogerías ahora?

Como antes, sentí que se refería a otra cosa con esa palabra. —No confío en nadie como en ti.

Por la manera en que su rostro se cerró, no era la respuesta que quería.

Sentí que lo había decepcionado de algún modo, pero él no me la ponía fácil. Empezó a hurgar en el fuego, y la pregunta pesó entre nosotros en el silencio hasta que los otros dos regresaron.

* * *

Esperar fue difícil. Nos dividimos el trabajo, marcando los días cortando madera, cocinando y convirtiendo nuestro refugio en un lugar decente.En baúles en el dormitorio, encontramos telas a las que pusimos a buen uso haciendo adecuadas camas improvisadas. La dejé a la frente del fuego, agradecida por esos pequeños toques de casa.

Tegan se hizo visiblemente más fuerte. Este trabajo lo manejaba mejor que caminar todo el día. Por mi parte, extrañaba patrullar. Sin embargo, hacía demasiado frío como para que fuera útil. Cualquier cosa que podría herirnos se perdería en la nieve o se congelaría.

A medida que los días pasaban, la caza se hacía escasa y algunos días comíamos alimentos enlatados. El Spam resultó ser un trozo de carne viscosa. Eso me hizo dudar, pero una vez que lo cortamos, la cosa olía y sabía bien. Llegué a la conclusión de que la cosa pegajosa debía mantenerlo fresco.

Fade cayó más profundamente en sí mismo, más como había sido en la enclave antes de que conocerlo. Había dejado de leernos el libro, y no tenía el valor para preguntarle el final cuando claramente él había perdido el interés. A veces lo agarraba y tocaba las páginas gentilmente, maravillándome por su antigüedad.

Para pasar el tiempo, pedí prestado el libro de letras de Tegan, el que su mamá había usado, y empecé a enseñarle a Stalker a leer. Tenía buena cabeza para el aprendizaje. En solo unos días, se había memorizado el abecedario, y rápidamente les siguieron las palabras. Algunas veces me quedaba dormida escuchándolo murmurar —A es de Avión…

A menudo sentía la mirada de Fade sobre mí cuando me sentaba con Stalker, pero no levantaba la mirada. Si él no tenía el coraje de decir lo que estaba dentro de su cabeza, no podía ayudarlo con lo que le molestaba. Los otros dos salían a cortar leña durante las clases de Stalker.

Al final, tuve que admitir. —Creo que eso es todo lo que puedo enseñarte.

Seguro Fade podría hacer más, pero era poco probable que se ofreciera a pasar tiempo extra con Stalker. Cerró el libro, lo guardó, y se puso de pie.

—Quizá pueda devolverte el favor.

—¿Cómo?

—Vamos.

Nos condujo hacia el dormitorio, el cual ahora estaba vacío. Habíamos quemado o arrojado todo lo que los antiguos habitantes habían dejado atrás. Eso nos dejó con un espacio de buen tamaño, aunque frío, comparado con el cuarto delantero.

—¿Qué vamos a hacer? —Ya no le tenía miedo. Cualquier cosa que había sido en las ruinas, él había jurado empezar de nuevo, y hasta ahora, había mantenido su palabra. Eso era suficiente para mí. Si alguien entendía lo que era no querer ser juzgado por acciones pasadas, era yo.

Siempre sería perseguida por la manera en que los dejé asesinar al niño ciego, envuelta en un silencio temeroso mientras los guardias se lo llevaban.

—Se me ocurrió enseñarte algunos movimientos. Eres buena, pero predecible.

Me alegré. Hacía siglos que no entrenaba, y sentarme por ahí me pondría suave. —No uses tus espadas. No soy tan rápida.

—No lo haré, —dijo—. Solo usaré manos y pies.

Practicamos durante un tiempo, pero no podía conseguirlo. Estaba oxidada, lenta, y me enojaba. Que cazadora. Se puso detrás de mí para mostrarme cómo colocar mis brazos para el ataque. Mis manos se arquearon hacia abajo. Sosteniendo mis dagas en el ángulo correcto, podría cortar una linda tira del pecho de alguien.

—¿Qué están haciendo? —Preguntó Fade desde la puerta.

Me volteé. —Entrenamos. ¿Quieres una ronda?

Negó con la cabeza y se escabulló.

Eso pronto se convirtió en nuestra costumbre, y mi lucha mejoró mientras me enfrentaba a Stalker. Estrenar me hizo sentir mejor respecto a nuestras posibilidades. Había pasado toda mi vida entrenando para proteger a la gente. No podía simplemente parar.

Después de una pelea particularmente difícil, me senté jadeando, con codos sobre las rodillas. Cuando levanté la mirada, atrapé a Stalker sonriéndome. Era tan diferente de su habitual expresión, que incliné la cabeza con una mirada inquisitiva.

—Eres buena, —dijo—. Realmente buena, paloma. Me gusta luchar contra ti.

La forma en que dijo luchar, parecía esconder otro significado. Arqueé una ceja. —¿Paloma?

—Es un ave.

Me acerqué las rodillas al pecho cuando se sentó a mi lado. —¿Y por qué me llamaste así?

Stalker se inclinó hacia atrás, apoyándose en sus brazos. La habitación estaba fría, por lo que su aliento sopló hacia afuera, doblándose ante él.

—Las veía en la ciudad, anidando en edificios destruidos. Lucían pequeñas y frágiles con sus alas grises, pero podían volar a donde ningún otro animal pudiera herirlas.

—Ni siquiera un lobo, —dije suavemente.

Entendía la comparación. Aunque yo lucía débil, tenía mecanismos de defensa inesperados. No me importaba ser comparada con una criatura que se disparaba tan bellamente en el viento. Decidí que no me opondría al sobrenombre.

* * *

En el momento que vino el deshielo, ya todos estábamos listos para seguir. El pequeño edificio nos había proporcionado refugio, y estábamos agradecidos. También era pequeño para nosotros cuatro cuando tuvimos que permanecer cerca del fuego para calentarnos.

El descanso también me dio la oportunidad de acostumbrarme al sol sin tal ardor. Ahora me sentía preparada para enfrentarlo; ya estaba acostumbrada a permanecer despierta durante el día, al menos.

La mañana que nos fuimos, le eché una larga mirada al lugar. Lo habíamos hecho acogedor y habitable, pero a menos que quisiéramos quedarnos aquí, solo nosotros cuatro, por el resto de nuestras vidas, teníamos que movernos mientras el clima lo permitía. Desde que Fade no sabía qué tan lejos teníamos que ir, quizá necesitaríamos mucho tiempo para llegar.

El suelo estaba mojado bajo mis pies, y todo olía fresco y limpio. Un pequeño frío permanecía en el aire, pero a través de mis capas de ropa, casi no lo notaba. Salimos temprano y abrimos nuestro camino hasta el río. Brillaba plateado en la distancia con altos árboles a cada lado. Yo había pasado una buena parte del invierno preguntando los nombres de las cosas que no conocía, y todos habían sido pacientes conmigo.

Ahora podía identificar prácticamente todo en lo que se posaban mis ojos mientras caminábamos. Sera difícil viajar, pero podríamos comer de algunas plantas, dijo Tegan. Peces saltaban en el agua, ondulando la superficie con anillos reveladores. Las cosas podían estar peor.

Habíamos estado caminando durante cinco días, y ese era nuestro sexto, cuando los árboles se hicieron visibles en una curva del río. Había visto unos pocos aquí y allá, pero estos vivían en su propia comunidad. Estos se agrupaban apretados, arrojando sombras profundas en un terreno lleno de ramas caídas y raíces. Despedía un olor rico y terroso, pero mejor que la tierra, y más raro.

Escuché, encantada, la canción de los pájaros. Brillantes revoloteos de color rojo y azul entre las hojas verdes me hicieron llenar la cabeza de esperanza por verlos volar libres, estallar hacia arriba, y levantarse en el viento. No me complacieron, sino que siguieron cantando desde las ramas. Otros sonidos cubrían el ruido del río caudaloso, charlas de animales y uñas escarbando. Nunca había escuchado algo tan adorable.

—Encontraremos conejos aquí, —dijo Fade.

Gracias a la constante revisión del libro de letras con Stalker, yo sabía que C era de conejo, y la imagen concordaba con los animales a los que les colocamos trampas, más o menos. Asentí. —¿Deberíamos cazar un poco en el camino?

—Hagámoslo. Encuéntrennos aquí cuando terminen. Vamos, Tegan. — Ella me envió una mirada perpleja mientras Fade se adentraba más en el bosque.

Él había estado haciendo eso más y más últimamente, eligiendo su compañía sobre la mía. Al principio, pensé que era porque no quería que estuviera sola con Stalker, pero habíamos estado juntos durante un tiempo. Si aún le tenía miedo, no tenía esperanza.

—Vayamos a conseguir algo de carne para la olla, paloma. —Stalker se movió en la dirección opuesta, aún entre los árboles, pero lejos del camino que Fade había elegido.

Frescura dichosa se extendió por mi piel mientras entraba en la sombra verdosa. Todo era silencioso, como si los árboles filtraran los sonidos tan bien como la luz. Podía oír mis pasos, aunque me enorgullecía de mi sigilo. Pero quizá eso solo se aplicaba bajo tierra. Aquí arriba, rompía todas las ramas que pisaba.

A medida que avanzamos, Stalker puso su parte de las trampas que habíamos fabricado a partir de cosas que habíamos encontrado en el viejo edificio. Luego me alejó del lugar porque los conejos no vendrían corriendo si nos olían cerca. No me importaba esa parte de la caza; era parecido a lo que habíamos hecho en los túneles, solo que esa vez no estábamos cazando conejos.

Alzó una mano cuando creyó que nos habíamos alejado lo suficiente. Me quedé quieta, esperando que me explicara por qué tenía que hacer silencio. Y entonces entró en mi espacio, me empujó contra un árbol y puso su boca sobre la mía. Él no lo hacía como Fade. Sus labios se movían más y presionaba su cuerpo contra el mío. No sabía cómo me sentía al respecto, así que lo aparté de un empujón.

—Creí que tú también me querías.

—¿Por qué? —Demandé.

—Me enseñaste a leer. Y pasamos mucho tiempo juntos, entrenando. Creí que sabías que era una excusa para estar cerca de ti.

Pensé en todas las veces que él se había parado detrás de mí, su cabeza cerca de la mía, con las manos sobre las mías mientras orientaba mi cuerpo, y lo entendí. Pero para mí, había sido entrenamiento. Me había perdido cualquier otro significado. Cuando pensaba en él, admiraba su velocidad con las cuchillas y el poder de sus cicatrices. No sabía qué más podía haber. Ni siquiera lo había considerado. Era mi compañero, como Tegan, pero no como Fade. Nadie sería como Fade. Eso lo sabía bien.

—¿Por qué yo? ¿Por qué no Tegan?

—Creo que Fade la quiere, —dijo con un encogimiento de hombros.

Las palabras cortaron en mi interior. ¿Era esa la razón por la que la buscaba con tanta frecuencia? No solo la protegía de Stalker. Tal vez había más.

Él continuó. —E incluso si no le gustara, ella es simplemente una Criadora. No tiene nada más que ofrecer. Tú, tú eres como yo.

No sabía si era verdad, o si quería que lo fuera. —¿Te refieres a una Cazadora?

—Sí. Tú eres fuerte.

Mis marcas decían que lo era, de todos modos. Algunas las había recibido el día de mi nombramiento, y otra las había recibido en la batalla, como una cazadora de verdad. Algún día podría tener que proteger a la gente de nuevo, si este viaje terminaba alguna vez.

Extendí una mano, tentativa, y llevé mis dedos a sus cicatrices. Casi desde la primera vez que lo había visto, había sentido curiosidad. Por la textura de su piel, no habían usado una cuchilla caliente para cerrarlas.

Lo habían encargado a que se las curara él mismo. A su manera, esta también era una clase de fuerza.

—¿No te importa?

Cerró los ojos. —Nunca dejé que nadie hiciera eso.

—¿Por qué no?

—Se vería como una debilidad.

Eso era algo que diría un cazador. Lo entendí desde lo más profundo de mi corazón, aunque hubiéramos nacido en mundos diferentes. Si querías que las personas te tomaran en serio, no podías dejar que pensaran que eras débil. Hacías lo que fuera para demostrar que no lo eras.

Cuando dejé caer mi mano, él la agarró y la usó para acercarme. Calor se extendió por mí cuerpo cuando me levantó y pasó sus labios de mi mandíbula a mi cuello. La sensación me estremeció, por lo que puse mis manos sobre sus hombros. Tenía la intención de empujarlo o patearlo, algo para recordarle que no podía tocarme de esta manera. En su lugar, me encontré mirándolo a sus pálidos ojos. Ya no lucían fríos; en vez de eso brillaban como el sol o la nieve. Por un instante, vi a Fade en su lugar, sonriéndome. Y la sensación se dividió hasta que no podía decidir qué sentía.

—Deberíamos…

—Revisar las trampas, —terminó él.

Stalker me puso de pie, y yo fui adelante, girando por la confusión. Las trampas solo habían atrapado a un conejo, pero era suficiente. Así que recogí el resto de ellas y él las metió en su bolso. Tegan y Fade nos encontraron en el lugar señalado con un par de conejos más.

—¿Cómo les fue? —Preguntó Fade.

Y mis mejillas se calentaron como si él pudiera ver lo que habíamos estado haciendo. Pero por todo lo que sabía, él podría haber estado haciendo lo mismo con Tegan. Quizás el rubor de sus mejillas no era por el frío. Podrían haber estado presionados juntos bajo las sombras de los árboles, susurrando secretos. La idea no hizo que ella me agradara menos, pero sí me sentí triste y pesada, como si hubiera perdido algo sin siquiera saber qué era.