Enfrentamiento

Mis hombros quemaban.

Desde que Stalker no le había dado ninguna instrucción, más allá de limpiarme, Tegan no sabía qué hacer conmigo, por lo que esperamos. En este momento los Lobos estaban ocupados con la parte del juego mortal, y si no encontraba una manera de evitarlo, Fade moriría ensangrentado y solo, porque había mentido por mí.

Yo no quería que muriera por mí.

Nos sentamos junto al fuego. El edificio parecía estar prácticamente vacío, y la lluvia tamborileaba contra el techo. Estiré el cuello en busca de algo que pudiera utilizar para desatar mis muñecas. No encontré nada detrás de mí que sirviera, pero en frente vi un trozo de cristal que aunque cortaría mis dedos también cortaría las cuerdas.

Aprovechando que las llamas habían atrapado la mirada de Tegan y no parecía estar prestándome atención, me moví hacia delante esperando que continuase así hasta que terminase mi trabajo.

Mi corazón latía en mis oídos. Me llevó décadas pero finalmente conseguí tocar con mis dedos el fragmento. Tuve que moverme para cubrir el rozamiento que hizo al arrastrarlo hacia mí. El tiempo corría, pesado e ineludible mientras serraba las cuerdas.

La sangre goteaba por mis dedos haciéndome saber que me había cortado, sin embargo no podría decir que tan mal estaban. La sangre hacía mis manos resbaladizas y me permitía liberarme de las aflojadas cadenas.

Cuando Tegan habló, me sorprendí. —¿Ya te has liberado?

Yo me congelé. —Si sabías lo que estaba haciendo, ¿por qué no me detuviste?

—Ese no es mi trabajo, —dijo con un atisbo de espíritu—. Ellos me dijeron que te limpiara. Eso es todo. Deberían haber dejado más guardias, pero son estúpidos y solamente veían a una chica débil.

Eso no era totalmente cierto porque Stalker sabía que yo era diferente.

Había preguntado por qué, por tanto quizá se tratase de algún tipo de prueba. Pero no me iba a quedar por aquí para averiguarlo, ya que no importaba lo que quisiera de mí, no iba a suceder.

—Pero se equivocan contigo, —continuó ella—. Tú no estás indefensa.

Yo estuve de acuerdo con un asentimiento. —¿Entonces no gritarás si me escabullo?

Sus ojos se clavaron en los míos. —Lo haré si no me llevas contigo.

Tomé mi decisión en una fracción de segundo. —¿Dónde pusieron mi equipo?

El edificio era largo y achaparrado con ventanas en lo alto que dejaban entrar muy poca luz. La suciedad oscurecía el cristal y algunos vidrios estaban rotos. Aunque debía ser de día, en el interior no se mostraba. Por otra parte, la constante lluvia podía tener algo que ver con la penumbra.

—Por aquí. —Ella nos dirigió hacia una esquina donde mis cosas, y las de Fade, habían sido tiradas sin ningún cuidado.

—¿Todos viven aquí o es solo el lugar donde traen a sus víctimas? —No había visto a ninguna otra mujer aparte de Tegan, por lo que me inclinaba por un no.

—Vivimos donde sea que Stalker nos dice, —dijo ella—. Así que no, no vivimos aquí.

—¿Hay más chicas?

—Sí, pero no confían en mí. Es por eso que me mantienen cerca. —Su boca se apretó a la luz del fuego, la ira ardiendo bajo su piel magullada.

—¿Por qué?

—Porque no nací como un Lobo. Vivía con mi madre hasta hace un par de años, nosotras nos ocultábamos y mudábamos un montón.

Como Fade, pensé con asombro.

—¿Te cogieron después de que muriera? —No pregunté cómo había sido porque lo llevaba escrito en la piel.

Tegan asintió, los ojos planos y duros. —He perdido dos cachorros en el último año y la última vez casi muero. En ese momento fue cuando decidí que si alguna vez tenía la oportunidad de escapar, lo haría. Así que he estado esperando el momento adecuado.

Escuchaba sin tener idea de que contestarle. En el enclave, si alguien trataba a una chica de esa manera, se convertía en alimento de los Freaks. Tal vez los mayores no fueran tan buenos como pensaba, pero tampoco eran tan malos como podrían llegar a ser.

Mientras ella hablaba, yo rebuscaba en mi bolsa. Mi ropa sucia había sido hecha pedazos, pero todavía tenía las de recambio. Todo seguía dentro, incluso mis armas. Cerré mis ojos con una oleada de alivio y luego me saqué la camiseta por la cabeza apresurándome en vestirme antes de que los Lobos se dieran cuenta que Tegan estaba ayudándome a escapar.

—Y así les engañé, les hice creer que me habían quitado toda la esperanza. —Terminó diciendo.

Recogí mis dagas, me las ajusté y coloqué el garrote en mi espalda. Se sentía como un peso tranquilizador. Esta vez no iba a contenerme. Hasta conocer a Stalker y sus Lobos no creo que entendiera completamente cuando Fade hablaba sobre cómo era la Superficie, cuán diferentes eran sus peligros. Ahora lo entendía. Los Pandilleros eran como Freaks, no se podía razonar con ellos.

Tegan me miraba con hambre en sus ojos, pero no de comida, ella buscaba la fuerza, la garantía y la venganza por lo que le habían hecho.

Sin pensarlo detenidamente, desliza el garrote fuera del estuche y se lo tendí.

—Esto es más simple que los cuchillos. Se requiere menos destreza.

Solamente tienes que blandirla tan fuerte como puedas hasta que el otro deje de moverse.

Ella asintió espasmódicamente. —Por aquí. Te enseñaré donde empiezan siempre la cacería.

Aunque no se movía tan silenciosamente en comparación con un Cazador, el ruido a medida que nos acercábamos ahogaba cualquier sonido que podríamos haber hecho. Un fuerte gemido llenó el aire, poniéndome el vello de mis brazos de punta.

Yo miré a Tegan, quien suspiró y dijo. —Eso es normal.

Nos arrastramos más cerca, a través de la abertura de la parte trasera del edificio, dentro de un raro patio con vestigios del viejo mundo amontonados: metal oxidado, puertas torcidas y trozos de máquinas rotas. Por encima, el cielo se cernía como una roca a punto de caer y el suelo era de un color que nunca había visto. Los remolinos de color azul y verde le hacían parecer herido y enfadado.

Siguiendo instrucciones de Tegan, me moví cuidadosamente tras una pila de vestigios. Los Lobos tenían a Fade sobre sus rodillas, completamente rodeado. Había más lobos que antes. Todos ellos inclinaron la cabeza hacia atrás, pisando fuerte y haciendo ese ruido horrible. No podía decir lo malherido que estaba, pero cuando Stalker rodeó su cuello con una mano y le acercó el cuchillo, todo mi cuerpo se tensó.

Tegan me pellizcó el brazo fuertemente. —Aún no. Nuestra mejor oportunidad es después de que lo desangren y le envíen fuera.

La parte táctica de mi cerebro se impuso. —Es mejor no enfrentarnos a todos ellos a la vez. Si somos capaces de llegar hasta Fade primero, nos habremos desecho de algunos de a poco.

La estrategia no era tan diferente al cazar Freaks en los túneles. Siempre intentábamos alejarnos de las grandes manadas, así no nos veíamos sobrepasados. Este sería, más o menos, el mismo caso.

Por lo que permanecí en silencio viendo como le cortaban, mientras los contaba y calculaba cuanto tiempo tomaría despacharlos a todos. No sabía cómo había enfrentado Fade el día de su nombramiento o las blancas marcas candentes que Twist fijó sobre sus heridas, pero él permaneció en silencio mientras los Lobos trabajaban en él. Odio bullía en mis entrañas. Stalker lo observaba todo con un aire divertido como si fuera destinado a su entretenimiento.

—Hecho, —dijo Stalker cuando el Lobo terminó—. Corre, carne. Te cogeremos pronto.

Tegan y yo salimos de las sombras en cuanto Fade salió corriendo y teniendo cuidado de no llamar la atención de los Lobos, rodeamos el edificio por el otro lado. Era un riesgo calculado y habríamos podido perder de vista a Fade si…

Él se estrelló contra mí, venía desde la esquina del edificio. Sus manos me agarraron los brazos para estabilizarme automáticamente, y en su rostro maltrecho apareció una amplia sonrisa. La sangre que embadurnaba sus brazos no restaba mérito a sus cicatrices de Cazador.

Yo nunca había visto nada tan bienvenido o tan desconcertante.

—¿Qué haces? —Le pregunté—. Ni siquiera estás intentando escapar.

—Di la vuelta al edificio para soltarte, —dijo él—. Pensé que tendríamos una mejor oportunidad juntos. ¿Quién es esta?

—Tegan. —Los nervios la hacían rebotar con el garrote en la mano.

No sabía si abrazarlo o golpearlo. —Salgamos de aquí.

—No vamos a llegar muy lejos antes de que los Lobos nos atrapen, —dijo ella—. Es posible que les sorprenda en un principio, la mayor parte de la carne solamente grita y muere, pero ellos se movilizaran.

Fade y yo compartimos una sonrisa, y entonces saqué mis dagas. —Está bien, de todas formas no queríamos huir.

Un edificio cercano parecía el lugar ideal para una emboscada, era como aquel en el que me cogieron al principio, aunque este parecía incluso menos utilizado: los excrementos de los animales salvajes y el crecimiento extraño de los arbustos lo demostraban. Las ruinas que había aquí serían de utilidad, si pudiéramos usarlos como queríamos.

Teníamos muchos factores a nuestro favor. En primer lugar, los Lobos creían que Tegan y yo seguíamos sentadas junto al fuego, esperando por su regreso triunfal. Tampoco se daban cuenta de que Fade podía convertir casi cualquier cosa en un arma o que luchaba incluso mejor con las manos vacías. Creían que habían atrapado una pareja de cobardes, una chica que haría lo que le dijeran y un chico que no era lo suficientemente valiente como para convertirse en un pandillero.

Esto iba a ser divertido.

Al establecer la trampa, no intentamos contener la hemorragia ya que las heridas de Fade eran leves y superficiales y queríamos que ellos siguieran el rastro. En poco tiempo oí susurros que indicaban que uno de los Lobos había mordido el anzuelo.

—Fresca, —dijo una voz—. Está aquí dentro.

—No ha ido muy lejos, —otro murmuró con disgusto—. Esperaba que él lo hiciera interesante.

Fade salió de detrás de una pila de cajas. —¿Te refieres a esto?

Como era de esperar, se le lanzaron, haciendo aquel ruido horrible y gimiente. Supuse que era para avisar a los demás que nos habían encontrado. Caí sobre uno de ellos desde arriba, mis rodillas estrellándose contra la espalda del chico, y oí romperse los huesos. Fade tumbó al otro con una patada en la entrepierna, y Tegan los terminó.

—Dos menos, —dijo ella sonriendo.

Al escuchar pisadas fuera me alejé de los dos que estaban inconscientes, ni siquiera trataban de ser silenciosos lo que demostraba una profunda falta de respeto por nuestras habilidades. Meneé la cabeza en silencio hacia Fade, que se encogió de hombros. Están locos, me dijo con aquellos ojos negros. ¿Quién entiende lo que hacen?

Las filas de cajas ofrecían lugares para esconderse que dificultaban que nos rastrearan. Fade restregaba su sangre por todas las cosas que encontrábamos conforme entrabamos y salíamos de las sombras, evitando que nos detectaran. Había nacido en la oscuridad. En otro tiempo, la luz de las antorchas era la más intensa que jamás había visto, así que esto se sentía como volver a casa.

Les escuchaba venir hacia nosotros de dos en dos o tres en tres. Casi era injusto porque ellos buscaban a Fade y nosotros nos aseguramos de que lo encontraran una y otra vez. Cuando me uní a la lucha, sus expresiones me sorprendieron. Uno pensaría que nunca habían visto a una chica que supiera cómo usar un arma antes. La estupidez mata.

—¿Cuántos fueron esta vez? —preguntó Tegan sin respiración.

Fade me miró. —Yo conté diez, ¿y tú?

—Doce. Olvidabas los dos que trataron de escapar.

Cuando vi a Tegan intentando limpiar el garrote, pensé que más tarde tendría que explicarle como la sangre podría dañar la madera si no se mantenía limpia. Más tarde, si conseguimos suministros, lo limpiaría.

—Entonces estamos a mitad de conseguirlo —dijo ella.

Mi boca se apretó. —No se ha acabado. Aún tenemos que ensañarle una lección a Stalker.

—Coincido. —Fade nos llevó más profundamente hacia un grupo de antiguas maquinarias y metal oxidado.

Más lobos venían, a la caza de una presa fácil, lástima para ellos que nosotros no lo fuéramos. Clavé un cuchillo en uno de ellos y tuve que ir a recogerlo mientras Fade me vigilaba desde una distancia y quien, como yo, fingía no darse cuenta del chico que se acercaba furtivamente por detrás. Obtuvo un cuchillo por la molestia.

—Mi turno, —dijo Tegan—. He estado soñando con esto.

Le dejamos a los dos siguientes porque tenía muy buenas razones para estar enfadada. Me retorcía cuando pensaba en lo que había sufrido, y solo porque había nacido niña. Los Lobos, y quizá todos los pandilleros, tenían una enfermedad en sus cerebros que no les dejaba captar la verdad: El valor de las personas proviene de sus acciones. En el enclave, el fuerte y el que está en forma sobrevive, pero si eres fuerte, proteges a los más débiles hasta que tienen la oportunidad de que su propio poder crezca. Al menos, ese era el ideal. En la práctica, no siempre había funcionado de esa manera en nuestro asentamiento, y quizá en otros enclaves, como Nassau, había sido incluso peor.

Pero no se veía ese equilibro en la Superficie, y eso me enfermaba.

Por fin, según mi conteo, solo nos quedaban dos: Stalker y con quiera que él estuviera cazando. Pasos nos avisaron de su llegada y le hice señas a Tegan para que se mantuviera quieta porque ella tenía menos habilidad en el sigilo. A pesar de que me frunció el ceño, ella accedió y se presionó contra las cajas.

—Acabó con Mickey y Howe, —dijo una nueva voz—. Todo está lleno de sangre y he perdido la cuenta de los cuerpos. Tal vez deberíamos dejar a este irse. —Él sonaba asustado y joven. Esto me molestó hasta que recordé la regocijante manera con que esos mocosos me habían atacado. Incluso podía haber sido el que me registró, esta posibilidad fortaleció mi resolución—. Stalker, no creo que quede nadie más y todavía tenemos a la chica. Eso podía ser divertido, ¿eh?

—La carne tiene dientes, —contesto Stalker, su voz sonaba serena y segura—. Pero lo atraparemos.

—Eso es lo que tú crees, —susurré.