...de vagar para siempre una vez más por la tierra... de la siembra, del retoño y de la cosecha abundante en frutos. Y de las grandes flores, las ricas y extrañas y desconocidas flores.

¿Dónde reposará el hombre cansado? ¿Cuándo llegarán a casa los corazones solitarios? ¿Qué puertas se abren para el vagabundo y en qué lugar, en qué tierra y en qué momento?

¿Dónde? ¿Dónde hallarán el consuelo definitivo los corazones desfallecidos, dónde encontrarán la paz los vagabundos exhaustos, dónde quedarán el tumulto, la fiebre y la angustia para siempre silenciados?

¿Quién es el dueño de esta tierra? ¿Queríamos la tierra para acabar vagando por doquier? ¿ Tanto la necesitábamos que al final no pudimos hallar sosiego en ella f Quien necesite la tierra que se haga con ella. Quien se haga con ella habrá de quedarse en su sitio, descansará en un pequeño espacio, vivirá en un pequeño lugar para siempre.

¿Sintió el hombre acaso la sed de mil lenguas para acabar sumergido entre la agitación y el horror de diez mil calles salvajes ? Ya no le hará falta la lengua, no se necesita la lengua para el silencio, para la tierra: de sus labios enraizados no saldrá palabra, el ojo cruel de la serpiente mirará por él a través de los cuencos vacíos de sus ojos, el corazón no clamará allí donde crece la vid.

La tarántula trepa por el roble putrefacto, la víbora cecea en el pecho, caen las entrañas: pero la tierra durará para siempre. La flor del amor prospera en lo salvaje y las raíces del olmo se entreveran con los huesos de los amantes enterrados.

La lengua muerta se marchita y el corazón muerto se pudre, bocas ciegas cavan túneles a lo largo de la carne enterrada, pero la tierra durará para siempre. El pelo crece como abril sobre el pecho enterrado y de los cuencos vacíos brotarán las flores fúnebres, crecerán y no perecerán.

Oh, flor del amor que con sus gruesos labios nos succiona hacia la tierra, hacia todas las cosas lejanas y fugaces, encanto de nuestros veinte mil días. El cerebro enloquece y el corazón se retuerce, roto ante su beso, pero oh, gloria, gloria, gloria, la tierra permanece. Amor inmortal, solo y pesaroso en la espesura, nosotros clamamos:« Tú nunca estuviste ausente durante nuestra soledad».