5. María contra el silencio oficial

María Rubio Eulogio es su nombre de soltera. Nació en Veracruz y es enfermera militar. Fue allí, en la escuela militar, donde conoció, hace más de veintidós años, a su esposo Joaquín Ernesto Hendricks Díaz, gobernador priísta de Quintana Roo. Durante su noviazgo sus celos le parecían a su novio una coquetería más, pero en su periodo gubernamental de seis años (1999-2005) fueron motivo de escándalo en la prensa local, nacional e internacional.

María es una mujer de estatura mediana, que durante años ha luchado con las dietas para mantenerse en su peso. En 2003 se sometió a cirugías plásticas para mejorar varias partes de su anatomía. Según sus amistades cercanas es sumamente ansiosa, lo que la lleva a comer en exceso. De rostro redondo, tez morena aceitunada, nariz ancha y labios medianos, casi siempre se maquilla con pestañas postizas y se pinta los labios de un tono rosa fuerte. Gusta de vestir trajes sastres de manga larga y otras prendas de marcas finas y calza zapatos de tacón alto color claro con punta descubierta. La mitad de su vestuario es obra del afamado diseñador David Salomón. Además de gastar sumas importantes en un par de sastres clásicos Chanel que compró en París, casi siempre viste de colores llamativos; le agradan el rosa mexicano y el verde pálido, así como los vestidos floreados.

La caracteriza un tono de voz filoso y agudo que, cuando se apasiona al hacer declaraciones, en especial contra su esposo el gobernador, llega al extremo de la agudeza y a altos decibeles. Una vez que comienza a hablar, sobre todo en los medios, le cuesta trabajo detenerse; esa característica le ha ganado muchos epítetos de las y los colaboradores del gobernador. Sus excesos en este sentido han puesto en duda la credibilidad de su compromiso social, particularmente con la infancia.

El caso Succar fue, en palabras de María Rubio, «su territorio», porque, desde que se le nombró presidenta del DIF estatal, dio inicio a una campaña contra el abuso sexual de menores denominada «Con los niños no se vale». Así que sus contundentes declaraciones pusieron en entredicho las de la procuradora y del mismo gobernador.

No sería ésta la primera vez que su cónyuge contradijera la palabra del Ejecutivo. Pero, de todas las declaraciones, las suyas fueron, sin duda, las de mayor repercusión política. Sus afirmaciones sobre las redes de prostitución infantil y el crimen organizado en Quintana Roo pusieron a temblar a la procuradora de justicia, Celia Pérez Gordillo, y al gabinete gubernamental. Entre los dimes y diretes de la familia Hendricks ya se había desatado el escándalo en los medios locales sobre el caso Succar. Y mientras el Ejecutivo evitaba a toda costa pronunciar su posición, su esposa aseguró, en conferencia de prensa ante medios nacionales, que las declaraciones de la procuradora de justicia, que seguía respaldando la versión de que eran menos de diez niñas las involucradas en el caso (y por abusos deshonestos y por corrupción de menores) eran falsas.

La ex directora del DIF sostuvo:

—En la red de prostitución infantil que encabeza Jean Succar Kuri están involucrados más de dieciocho mil menores de edad procedentes de diversos países. La red que lidera el pederasta sería la segunda en importancia en el país, ya que en primer lugar estaría una que opera en el norte, concretamente en Tijuana, al manejar un total de doscientos cincuenta mil menores de edad.

—Los más de dieciocho mil menores, además de los locales, llegaron a este destino turístico de Rusia, Tailandia, Belice y Guatemala, por citar algunos.

Es evidente que se trata de una red perfectamente estructurada y en la que sin duda participaban diversas autoridades. Es muy lamentable que cada vez aumente el número de menores involucrados en este tipo de ilícitos, ya que, de acuerdo con investigaciones que hemos realizado, cada niño recibe hasta trescientos dólares por «dejarse» fotografiar.

Ante la gravedad de los hechos, la esposa del gobernador propuso al Congreso estatal la creación de la Ley del Niño, por medio de la cual se garantizaría la preservación de los derechos y la integridad de los menores.

Consideró que es muy difícil detectar la operación de las redes de prostitución y, si bien reconoció que ésta es mayor, no sólo en Quintana Roo, sino en todos los destinos turísticos del mundo, ante todo se debe preservar la seguridad de las niñas y niños. No obstante, con esto se contradecía respecto de sus anteriores declaraciones, en las que aseguró que ella, en lo personal, había hablado con su esposo de la red de corrupción de menores de Jean Succar Kuri y que su voz no fue escuchada. Mencionó investigaciones que, según la procuradora Pérez Gordillo, no existen. Pero Rubio Eulogio insistió retándola en público:

—La prostitución no es nada nuevo y, efectivamente, entre las redes establecidas interactúa un gran número de personas; en la mayoría de los casos están involucrados los padres de familia, quienes bajo ninguna circunstancia pueden argumentar que no sabían en qué están involucrados sus hijos. En Quintana Roo, además de la red que encabeza Jean Succar Kuri, también hay otras acerca de las que se realizan las investigaciones correspondientes. Las redes de prostitución de menores son equiparables al negocio del narcotráfico, debido a la fuerte riqueza que generan.

José Ramón García Santos, entonces director del DIF estatal, evitó a los medios a toda costa.

—Nadie cercano al poder que vive en Chetumal quiere enfrentarse a la ira de María —informaron sus colaboradores a una reportera que solicitaba la opinión del director operativo sobre la escandalosa cantidad de dieciocho mil criaturas explotadas en un estado con un millón novecientos mil habitantes.

Por último, García Santos accedió a hablar off the record, en ese entonces para proteger su puesto. Aseguró que María Rubio estaba enferma; que la mitad de sus declaraciones eran mentiras; que en efecto había participado en la campaña «Con los niños no se vale» para denunciar y prevenir el abuso sexual infantil, pero que incluso la gente de UNICEF con quienes sostuvo estrecho contacto mientras era presidenta de la institución le habían llamado la atención, suplicándole que instara a la primera dama a no desvirtuar la realidad exagerando las cifras, que ésa no es manera de ganar la batalla.

—Las cifras infladas y falsas generan desconfianza en la gente que conoce el tema y, por tanto, desvirtúan las campañas publicitarias de prevención —le dijeron.

Por su parte, con respecto al tema el ex director de comunicación social de la señora Rubio nos señaló en una ocasión:

—La mujer está enferma de poder y haría cualquier cosa por llamar la atención, incluso ésa, inventar cifras y delitos. Pero no escucha a nadie, no entiende la gravedad de hablar del crimen organizado de esa manera. No hay forma de que Succar, aunque definitivamente es un criminal, hubiera explotado a dieciocho mil niños y niñas en Cancún y nadie más que ella lo hubiera sabido.