Kerra se derrumbó sobre la cubierta de carga, sin aliento. Vannar había estado preparado en la puerta abierta para recibirla, y eso había resultado ser providencial. Dorvin, arriba, no osaba volver a posarse en el fango; la chica se había visto obligada a saltar hasta la rampa de carga resbaladiza por la lluvia. Si Vannar no hubiera estado allí mismo, ella se habría deslizado de nuevo fuera.

La chica se dio la vuelta, chorreando agua de lluvia. Vannar miró su traje embarrado. Sobre su uniforme Jedi, Kerra llevaba el traje de la mujer que había dirigido al personal de tierra... la primera víctima de su regreso al espacio Sith. Con un movimiento pesado, Kerra sacó de un bolsillo alargado de los pantalones un tubo grande de ópalo y lo dejó caer sobre la rejilla de la cubierta.

Vannar se quedó boquiabierto.

–¿Es eso?

–¡Un cilindro de activación! –Apareciendo detrás de Vannar, Dorvin llegó junto a él y agarró la masa rodante–. ¡Bravo por la Padawan! Quiero decir... ¡por la Caballero!

Vannar se arrodilló junto a Kerra, que aún jadeaba casi sin aliento. Correr bajo la lluvia... ¡y con la ropa de otra persona! Él no podía imaginarlo.

Ella habló.

–Tenían que tener navicomputadoras de reemplazo en el hangar –dijo Kerra, chorreando agua–. Con cilindros de activación justo dentro. ¡No hay ninguna razón para ocultar la llave cuando no está unida a la nave! –Mirándose a sí misma, se dio unas palmaditas en el uniforme de trabajo Sith... un uniforme con un gran desgarro chamuscado, por delante y por detrás, donde el sable de luz había entrado antes–. Yo sólo tenía que ser capaz de entrar por la puerta. Por suerte, nadie me miró con atención. Es un lugar muy ajetreado.

–Apuesto a que lo es –dijo Vannar, ayudando a su estudiante y ayudante a incorporarse mientras el transporte ganaba altura–. Pero creía que odiabas hacerte pasar por Sith.

–Odio aún más dejar que ganen.

Vannar miró a Kerra, asombrado. Tomando su comunicador, llamó al cereano.

–¿Estamos en marcha, Dorvin?

–¡Próxima parada, Chelloa!

–Muy bien, entonces. ¡La Operación Influjo está en Fase Dos!

Apagando el comunicador con un chasquido, Vannar le dio a Kerra unas palmaditas en el hombro mientras esta se ponía en pie y comenzaba a marcharse.

–Muy buen trabajo para ser la primera vez –dijo–. Pero puedes darte cuenta de lo que quiero decir. Eres una gran planificadora, pero las cosas por aquí cambian más rápido de lo que podemos planearlas. –Se rió entre dientes–. Tal vez deberías haberla llamado Operación En Flujo.

Agitando la cabeza para quitarse el agua del pelo, Kerra miró hacia atrás con una sonrisa.

–Tal vez debería haber planeado traer una toalla.