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En el bar, en una cabina amplia, y lujosa, Eve pensaba sobre un agua gaseosa. Habría preferido una buena, y fuerte patada de un Zombi, pero quiso una cabeza clara más que una sacudida.

Usted tiene un estilo muy fácil, compasivo, dijo ella a Darcia. Creo que ella habla con usted si usted permanece en ese canal.

Opino lo mismo.

La Dra. Mira aquí, ella tiene el mismo trato. Usted podría formar equipo con ella. —Eve echó un vistazo hacia Mira, quién bebía a sorbos el vino blanco.

Ella quedó impresionada y alterada, comenzó Mira. Primero, verificará la información sobre la muerte de su ahijada. Cuando lo haga, la tristeza se mezclará con el choque.

Entonces, será aún más vulnerable a las preguntas correctas presentadas en el estilo correcto.

Es fría, Dallas, dijo Darcia. Me gusta eso de usted. Sería muy agradable entrevistar a Belle Skinner con la doctora Mira, si le va bien a ella.

Estoy encantada de ayudar. Imagino que tienes la intención de hablar con Skinner otra vez, Eve.

Con el permiso del jefe.

No empiece a ser cortés ahora, le dijo Darcia. Arruinará su imagen. Él no querrá hablarle, continuó ella. Cualquiera fuesen sus sentimientos hacia usted antes, mi impresión es -después de su apertura- que él los ha envuelto a usted y a Roarke juntos. Los odia a ambos.

—¿Nos mencionó en su discurso?

No con nombres, pero lo insinuó. Su inspirador, mejor dicho su discurso tipo animador, dio un giro a la mitad del camino. Él entró en una línea referente a los policías quiénes se corrompen, quiénes olvidan sus deberes primordiales a favor de las ganancias y comodidades personales. Sus gestos, el lenguaje corporal... Darcia se encogió de hombros. Estaba claro que él hablaba de este lugar -los palacios de lujo erigidos con sangre y avaricia, creo que él dijo- y de usted. Alianzas con el mal. Él se esforzó mucho en ello, casi evangélico. Si bien hubo algunos que parecían entusiasmados y solidarios con esa manera de pensar en particular, me pareció que la mayoría de los asistentes se sentían incómodos avergonzados o enojados.

Él quiso usar su apertura para castigarnos a Roarke y a mí , eso no me preocupa. Pero Eve notó que Peabody apartaba la vista de su vaso. ¿Peabody?

Creo que él está enfermo. Ella habló en voz baja, finalmente levantó su mirada. Físicamente, y mentalmente. No creo que esté realmente estable. Fue difícil observar lo que ocurrió esta mañana. Él comenzó algo, pues bien, elocuente, que luego sólo empeoró con ese discurso sentencioso. Lo he admirado toda mi vida. Fue difícil de observar, repitió ella. Muchos policías que estaban allí se tensaron. Uno casi podía sentir las capas del respeto cayendo una a una. Habló del asesinato un poco, de cómo un hombre joven, prometedor había llegado a ser la víctima de una venganza insignificante y desalmada. Como un asesino podía esconderse detrás de una insignia en vez de ser llevado a la justicia por una.

Bastante directo, concluyó Eve.

Muchos policías terrestres salieron en aquel momento.

Entonces probablemente está un poco inestable ahora mismo. Lo aprovecharé, dijo Eve—. Peabody, localiza a Feeney, ve que otros detalles puedes desenterrar en las dos víctimas y cualquier otra persona en el lugar que esté relacionado con la operación en Atlanta. ¿Eso le va bien, Jefe Angelo?

Darcia terminó su bebida.

Desde luego.

 

 

 

 

* * * * *

 

 

 

 

Eve se desvió de regreso a la suite primero. Quiso algunos detalles más antes de interrogar a Skinner otra vez. Nunca dudó que Roarke ya los hubiera encontrado.

Estaba en el comunicador cuando llegó, hablando con su jefe de seguridad del hotel. Inquieta, Eve salió a la terraza y dejó a su mente barajar los hechos, las pruebas, las líneas de posibilidades.

Dos muertos. Los padres de ambas víctimas policías mártires. Y aquellos relacionados con el padre de Roarke y con Skinner. Asesinado en un mundo creado por Roarke, en un sitio lleno de funcionarios policiales. Era tan ingenioso, era casi poético.

¿Estaba arreglado desde el principio? No fue un crimen impulsivo sino algo astutamente, fríamente planificado. Weeks y Vinter habían sido los sacrificios, peones acomodados y descartados por el juego más grande. Un juego de ajedrez, de acuerdo, ella concluyó. El rey negro contra el blanco, y su instinto le dijo que Skinner no estaría satisfecho con un jaque mate.

Él quería sangre.

Giró cuando Roarke salió.

Al final, destruirle no será suficiente. Te hace caer en una trampa, paso a paso, para la ejecución. Hay muchas armas en este sitio. Él mantiene la presión, amontona lo circunstancial así hay una vista bastante buena de que podrías haber ordenado esos golpes. Todo que él necesita es un soldado dispuesto a aceptar la responsabilidad. Apuesto a Hayes para aquello. Skinner no tiene mucho tiempo para llevarlo a cabo.

No, no tiene, estuvo de acuerdo Roarke. Entré en sus archivos médicos. Hace un año fue diagnosticado con un raro desorden. Es complicado, pero lo mejor que puedo dilucidar, algo que te come el cerebro.

—¿Tratamiento?

Sí, hay algunos procedimientos. Ha tenido dos reservadamente, en una instalación privada en Zurich. Eso redujo la marcha del proceso, pero en su caso... ha tenido complicaciones. Una tensión en el corazón y pulmones. Otra intento de corrección lo mataría. Le dieron un año. Le quedan, quizás, tres meses. Y de esos tres meses, dos como máximo donde él seguirá siendo móvil y lúcido. Ha hecho preparativos para la auto terminación.

Eso es duro. —Eve metió sus manos en sus bolsillos. Allí había más… podía verlo en los ojos de Roarke. Algo acerca de la forma que la observaba ahora. Calza con lo demás. Ese suceso ha estado atascado en su interior durante décadas. Quiere limpiar sus libros antes de irse. Lo que sea que se esté comiendo su cerebro lo ha hecho probablemente más inestable, más fanático y menos preocupado por los detalles. Necesita verte morir antes de que él lo haga. ¿Qué más? ¿Qué es eso?

Me deslicé varias capas más en su historial de la redada. Sus seguimientos, sus notas. Él creyó que había rastreado a mi padre antes de que hubiera huido del país otra vez. Skinner usó algunas conexiones. Creyó que mi padre se dirigió al Oeste y pasó unos cuantos días entre algunos viles socios. En Texas. En Dallas, Eve.

Su estómago se encogió, y su corazón tropezó por varios latidos.

Es un lugar grande. No quiere decir...

El tiempo coincide. Él caminó hacia ella, pasó sus manos de arriba abajo por sus brazos como para calentarlos. Tu padre y el mío, criminales insignificantes que buscaban un tanto importante. Fuiste encontrada en ese callejón de Dallas sólo algunos días después de que Skinner perdiera el rastro de mi padre otra vez.

Dices que ellos se conocían, tu padre y el mío.

Señalo que el círculo es demasiado preciso para ignorarlo. Casi no te lo dije, añadió, descansando su frente en la suya.

Dame un minuto. Se alejó de él, se asomó en la baranda, y miró fijamente más allá del centro vacacional. Pero veía ese cuarto frío, sucio, y ella acurrucada en una esquina como un animal. La sangre en sus manos.

Él tenía un negocio en marcha, dijo ella silenciosamente. Algún trato u otro, supongo. No bebía tanto y era peor para mí cuando no estaba bien borracho cuando volvía. Y tenía algo de dinero. Está bien. Respiró hondo. Está bien. Esto está llegando a su fin. ¿Sabes lo qué pienso?

Dime

Pienso que algunas veces el destino te concede un respiro. Como dijera, está bien, has tenido bastante de esta mierda, así que es hora de que tengas algo agradable. Ve lo que haces de ello. Ella se volvió a él entonces. Hacemos algo de ello. Cualquier cosa que hayan sido para nosotros, o el uno para el otro, es lo que somos ahora lo que cuenta.

Querida Eve. Te adoro.

Entonces me harás un favor. Desvanécete por el siguiente par de horas. No quiero dar a Skinner ninguna oportunidad. Necesito hablar con él, y no hablará si tú estás conmigo.

De acuerdo, con una condición. Vas conectada. Él tomó un pequeño broche adornado con joyas de su bolsillo, y lo ajustó a su solapa. Monitorearé desde aquí.

Es ilegal registrar sin conocimiento de todas las partes y permiso a menos que tengas la autorización apropiada.

—¿En serio? Él la besó. Esto es lo que consigues por acostarte con malas compañías.

¿ste acerca de eso, verdad?

Así como oí que gran parte de tus compañeros policías se retiraron del discurso. Tu reputación se mantiene, Teniente. Imagino que tu seminario mañana esta lleno.

Mi... ¡Mierda! Se me olvidó. No pensaré en eso, refunfuñó ella por el camino. No pensaré en eso.

 

 

 

 

* * * * *

 

 

 

 

Ella entró calladamente en la sala de conferencias donde Skinner conducía un seminario sobre tácticas. Fue un alivio darse cuenta que se había perdido la conferencia y había entrado durante el período de preguntas y respuestas. Hubo muchas miradas largas en su dirección cuando bajó por un lado del cuarto y encontró un asiento a mitad de camino desde atrás.

Ella examinó el esquema. Skinner sobre el escenario en el podio, Hayes parado a su espalda y a su derecha, en atención. Otros dos de su seguridad personal en su lado contrario.

Excesivo, ella pensó, y evidente además. El mensaje era que la posición, la situación, planteaba un peligro personal para Skinner; pero él estaba tomando precauciones y cumpliendo con su trabajo.

Muy limpio.

Levantó su mano, y fue ignorada. Cinco preguntas pasaron hasta que ella simplemente se puso de pie y se dirigió a él. Y cuando se levantaba, notó que Hayes deslizaba una mano dentro de su chaqueta.

Ella supo que cada policía en el cuarto observó el gesto. El cuarto quedó en absoluto silencio.

Comandante Skinner, una posición de orden con regularidad requiere que usted envíe a hombres en situaciones donde la pérdida de vida, civil y departamental, es un riesgo importante. En tales casos, ¿encuentra usted más beneficioso para la operación dejar de lado los sentimientos personales por sus hombres, o usar esos sentimientos para seleccionar al equipo?

Cada hombre que recoge una insignia lo hace así sabiendo que él dará su vida si hace falta para servir y proteger. Cada comandante debe respetar aquel conocimiento. Los sentimientos personales deben ser sopesados, a fin de seleccionar al hombre correcto para la situación correcta. Es un asunto de experiencia y consideración, a lo largo de los años y aquella experiencia, de reconocer la mejor dinámica para cada operativo establecido. Pero los sentimientos personales -es decir, los apegos emocionales, las conexiones privadas, las amistades, o la animosidad- nunca debe distorsionar la decisión.

Entonces, como comandante, ¿usted no tendría ningún problema en sacrificar a un amigo personal cercano o relación para el éxito de una operación?

Su color subió. Y el temblor que ella había notado en su mano se hizo más pronunciado.

—¿Sacrificar”, Teniente Dallas? Una elección infortunada de palabras. Los policías no son corderos enviados a morir. No son pasivos esos buenos soldados que se sacrifican por el bien común, sino activos, y dedicados en la lucha por la justicia.

Los soldados son sacrificados en la batalla. Son pérdidas aceptables.

Ninguna pérdida es aceptable. Su puño aporreó el podio. Necesario, pero no aceptable. Cada hombre que ha caído bajo mi mando pesa en mí. Cada niño dejado sin padre es mi responsabilidad. El mando requiere eso, y que el comandante sea lo suficientemente fuerte para soportar la carga.

—¿Y mandar, en su opinión, requiere restitución por esas pérdidas?

Lo hace, Teniente. No hay justicia sin pago.

—¿Para los niños de los caídos? ¿Y para los niños de aquellos que evadieron la mano de la justicia? En su opinión.

La sangre habla a la sangre. Su voz comenzó a elevarse, y temblar. Si usted estuviera más preocupada por la justicia que con sus elecciones personales, usted no tendría que hacer la pregunta.

La justicia es mi preocupación, Comandante. Parece que tenemos definiciones diferentes del término. ¿Piensa usted que su ahijada fue la mejor opción para esta operación? ¿Pesa su muerte en usted ahora, o equilibra las otras pérdidas?

Usted no es digna de decir su nombre. Usted ha puteado su insignia. Usted es una deshonra. No piense que el dinero de su marido o las amenazas me detendrán de usar toda mi influencia para hacer que le quiten su insignia.

Yo no me paro detrás de Roarke más de lo que él se para detrás de mí. Ella siguió hablando cuando Hayes avanzó y puso una mano en el hombro de Skinner. No insisto en asuntos del pasado. Dos personas están muertas aquí y ahora. Esa es mi prioridad, Comandante. La justicia para ellos es mi preocupación.

Hayes dio un paso delante de Skinner.

El seminario ha terminado. El comandante Skinner les da las gracias por asistir y lamenta la interrupción de la Teniente Dallas en el período de preguntas y respuestas.

La gente se movió, y levantó. Eve vio a Skinner marcharse, flanqueado de dos guardias.

Si me preguntas, comentó alguien cerca de ella, estos seminarios podrían utilizar más jodidas interrupciones.

Ella caminó hacia el frente y se acercó hasta quedar cara a cara con Hayes.

Tengo dos preguntas más para el comandante.

Dije que el seminario ha acabado. Y también su pequeño espectáculo.

Ella sintió a la muchedumbre arremolinándose alrededor de ellos, unos cuantos lo bastante cerca para oír.

Para que vea, qué raro. Pensé que entraba en el espectáculo. ¿Lo dirige él, Hayes, o lo hace usted?

El comandante Skinner es un gran hombre. Los grandes hombres a menudo necesitan protegerse de las putas.

Un policía se acercó, y apretó a Hayes en el hombro.

Mejor vigile los insultos, hombre.

Gracias. —Eve se lo agradeció con una cabezada. Yo me ocupo.

No me gusta que los que juegan a policías llamen a una insignia puta. Él retrocedió, pero se quedó cerca.

Mientras protege al gran hombre, siguió Eve—, usted podría querer recordar que dos de sus soldados de primera línea están en el depósito de cadáveres.

—¿Es una amenaza, Teniente?

Diablos, no. Es un hecho, Hayes. Así como es un hecho que los dos tuvieron padres que murieron bajo el mando de Skinner. ¿Y su padre?

Un sonrojo de furia subió a través de sus pómulos.

Usted no sabe nada de mi padre, y no tiene ningún derecho a hablar de él.

Sólo le estoy dando algo en qué pensar. Por alguna razón me da la impresión que estoy más interesada en averiguar quién puso aquellos cuerpos en el depósito de cadáveres que usted o su gran hombre. Y porque lo estoy, lo averiguaré antes de que este espectáculo fracase y siga adelante. Esa es una promesa.