-Adelante Alba ¿Qué tal estás?

Inés, la secretaria de Yago me recibe con amabilidad y me acompaña hasta el vestíbulo de la agencia. Allí todo está como siempre, lleno a rebosar de niñas bonitas que sueñan con llegar a ser princesas de las revistas del corazón. Si me entero de que era un casting tan multitudinario ni me molesto en venir, seguro que no tengo ninguna posibilidad. Hay un montón de chicas monísimas y no tan flacas como yo. No me extraña que Alberto ni se fije en mi. Yo creo que ve a través de mí como si fuera papel de fumar. Le debo resultar tan atractiva como el palo de una escoba, lisa, sin curvas; con estos pechos que no son más que la eterna promesa del fin de una adolescencia que, a este ritmo, se va a solapar con mi vejez, abuela y nieta en el mismo cuerpo. Tengo que ir al baño a arreglarme como sea, hay que disimular ojeras, pero estará lleno. Voy a preguntar si todavía me da tiempo.

-Oye ¿Ha empezado ya el casting?

-Sí –responde una niña de alrededor de dieciocho años, pelo rubio y ojos azules. Parece recién salida de una película de Disney –Ya han entrado siete chicas, pero han salido las siete sin que seleccionaran a ninguna.

-¿Cuántas necesitan entonces?

-Pues por lo que he oído, solamente a una, y les hacen unas preguntas rarísimas para la selección, sobre estrellas y pinturas y cosas así. Además les han hecho a todas preguntas diferentes. Yago se lo está tomando muy en serio…

¿Qué Yago esta haciendo el casting? El gran jefazo sale de su despacho para elegir a una de nosotras, pobres mortales, en lugar de que lo haga cualquiera de sus muchos esbirros. No creo que sea nada tan importante como para la televisión, esta empresa no es tan grande. Sin embargo parece que se trata de algo bastante gordo. Si consigo el trabajo, tendré con qué callar a mi padre. Casi podría cobrar lo mismo que cobra él por hora… La secretaria anuncia el nombre de la siguiente candidata en voz alta  “¿Me habrán pasado el turno por no llegar a tiempo?”.

Me dirijo a ella antes de que se oculte tras su escritorio.

-Oye Inés ¿Me habéis pasado ya?

-No, no te preocupes Alba. Va por orden alfabético y aún quedan unas treinta para que te toque a ti.

-¿Tú sabes para qué es? –le pregunto en voz baja.

-¿Yo? Ni idea, lo único que he oído es que se trata de un amigo íntimo de Yago que está buscando una chica con unas características determinadas; no solo físicas, también quiere que tenga una personalidad que sea de su gusto y más cosas. Para que te hagas una idea, acaba de decirle a Yago que no pase a ninguna rubia más porque no es lo que está buscando –baja la voz para decirme –y yo todavía estoy haciendo pasar a alguna, para que no se note. Si no, no veas tú el follón que me pueden montar todas estas, con lo que son… Pero Yago insiste en que a partir de ahora, pase sólo a las morenas.

-¿De verdad? –le pregunto algo más animada -¿Y quién es ese amigo de Yago?

-Pues por lo que he entendido mientras hablaban al principio, debe de ser un artista o algo parecido, pero yo no lo había visto en mi vida. Debe tratarse de un nuevo músico o algo así, y la selección de la chica será para su primer vídeo-clip. Pero todo esto no son más que elucubraciones mías. No tiene mucha pinta de ser cantante, tiene un estilo bastante insípido. De todas maneras, Yago está muy, pero que muy interesado en complacerle. Deben de ser muy amigos.

¿Un cantante? Si eso es verdad y consigo el trabajo, sería mi gran salto. Un vídeo-clip que se vería en todo el país, e incluso puede que en todo el mundo. Tengo que entrar ahora mismo al baño a maquillarme bien, esta oportunidad es única. Además, seguro que si se lo pido, Yago consigue enchufarme; sabe de sobras que necesito conseguir de una vez un buen trabajo.

En ese mismo instante sale Yago por la puerta del minúsculo salón de actos donde se realiza la prueba del casting, y camina apresuradamente hasta Inés.

-Inés, por favor –le dice cansinamente- apunta a Raquel Divar como la seleccionada. Menos mal… Ya me estaba empezando a volver loco. Si les tengo que decir a todas las rubias que se tienen que volver a su casa sin hacer la prueba, ni me imagino la que se arma. -al momento se percata que estoy allí y su expresión de cansancio cambia por una sonrisa de alegría -¡Alba! Al final has podido venir. Me alegro de verte.

Mi gozo en un pozo, la han escogido. Ya lo sabía yo, que no tengo más mala suerte porque no me hago vudú a mí misma. Tal vez si hubiese llegado a tiempo.

-Bien –le contesto a Yago, volviendo a la realidad –Y tú ¿Qué tal estás? Oye ¿Ya la habéis escogido entonces?

-Sí, sí –me responde disculpándose –Lo siento por ti, de verdad. Se trata de un amigo al que le estoy haciendo un favor, busca a una chica que sea de su específico gusto, sea cual sea -eleva los ojos al cielo -, que vete tú a saber. Parece que por fin la ha encontrado. Pero en realidad creo que está empezando a cansarse de la prueba, y ha terminado eligiendo a esta para poder largarse. De todas maneras –continúa al ver la cara de decepción que estoy poniendo –, ahora vamos a hacer pasar a tres chicas más para disimular mientras les voy diciendo a las demás que ya hemos elegido a una para el trabajo y se pueden ir. Si todavía quieres pasar y probar suerte, no pierdes nada intentándolo. Te cuelo yo directamente la primera, y así no pierdes más el tiempo.

¿Qué debo hacer? La verdad es que tampoco pierdo nada intentándolo. Total, ya que he venido hasta aquí, por lo menos debería luchar por conseguirlo, no podría soportar volver a ver la cara de satisfacción de mi padre cuando llegue a casa y le diga que, una vez más, no me han seleccionado y sigo sin trabajo.

-De acuerdo, pero… hay alguna posibilidad. ¿O se trata sólo de pasar para hacer el bulto? –le pregunto a Yago, aunque en realidad me da igual, lo voy a intentar de todas maneras.

-Alba, voy a serte sincero. No hay casi ninguna posibilidad, lo siento, pero conozco a Diego… Perdona, no te he dicho antes su nombre. Diego es un amigo mío, el que está haciendo el casting. Pero creo que aún con todo se fijará en ti, aunque sea para hacer cualquier otro trabajo. Además, no te preocupes que ya te echaré un cable, que sabes que a las amigas siempre las trato muy bien-. Me guiña un ojo.

-¿De verdad? –le pregunto ilusionada ante las posibilidad de encontrar un trabajo, cualquier trabajo -¡Muchas gracias! En serio, para lo que sea, lo que haga falta.

Me mira sonriente, y se acerca a mi oído para decirme:

-¿Quieres que te diga un truco para que se fije en ti? Pero tienes que intentar que no se note que lo sabes ¿Vale? Diego te va a hacer una pregunta. No tengo ni idea de cuál va a ser, en realidad él tampoco lo sabe, suele ser lo primero que le viene a la cabeza cuando ve a la chica que está haciendo la prueba. Pues bien, cuando te la haga, tú tienes que contestarle con absoluta sinceridad, sea lo que sea. No te quedes mucho rato callada pensando en la respuesta porque él notará que no le vas a contestar la verdad, que dudas, o que buscas la manera de ser educada. Hasta ahora, ni una sola de las que han pasado ha respondido con sinceridad, y solamente han dicho lo que creían que Diego quería escuchar. Contesta la  verdad y hazlo rápido, por muy incómoda o rara que sea la pregunta, y verás como seguro que le gustas.

-¿En serio? Vale, pero… ¿Para qué es exactamente el casting?

-¡Ah! Si te lo digo, pierde completamente la gracia. Ya lo verás cuando te llegue el turno, pero no te decepcionará.

-De acuerdo. Muchas gracias, Yago.

-De nada, preciosa. A ver, Inés… -dice, apartando sus ojos de los míos – Que pasen Sandra, Alba y… no sé… me da igual; Macarena Díez ¿Vale?

Yago se marcha al salón de actos después de cantar los nombres de las tres elegidas y cierra la puerta tras de sí. Mientras espero a que Inés nos indique cuándo tenemos que pasar comienzo a notar cómo los nervios se apoderan poco a poco de mí ante lo que me espera  dentro.

El pintor de palabras
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