AGRADECIMIENTOS
Caramba, ¡ya lo creo que estoy en deuda con un montón de gente por su ayuda con esta novela! Me resulta imposible hacer una lista por orden de importancia, ya que todas estas maravillosas personas han sido esenciales para emprender este viaje, así que me limitaré a empezar por el principio… por donde empiezan todas las buenas historias.
Mi tía, Dorothy Hartshorne, porque leyó todos los borradores, discutió conmigo todos los aspectos psicológicos, y siempre me animó a seguir adelante. ¡También me ha prometido no vender mi primer borrador en eBay! Mis lectores beta, Lori Hall, Tracy Taylor, Beth Helms y Clare Henderson, quienes sacaron tiempo de sus ajetreadas vidas para leer mi libro y compartir conmigo sus opiniones. Mi increíble mentora, Renni Browne, por su aguda visión y su inquebrantable fe en este libro. Peter Gelfan y Shannon Roberts también me proporcionaron una información muy valiosa que me ayudó a llevar Nadie te encontrará al siguiente nivel.
Por compartir conmigo sus conocimientos profesionales, estoy muy agradecida al agente B. D. McPhail, al agente H. Carison, al sargento segundo J. D. MacNeill, al agente J. Moffat, al doctor E. Weisenberger, Peter Gallacher y Stephanie Witzaney. Cualquier error y exageración son culpa mía enteramente: tengo la mala costumbre de dejarme llevar cuando estoy en pleno trance creativo.
Muchas gracias a mi excepcional agente, Mel Berger, por responder a todas mis preguntas con gran paciencia y sabiduría, porque, desde luego… ¡tengo un montón de preguntas! Muchísimas gracias a mi maravillosa editora, Jen Enderlin, a quien mi libro le gustó lo bastante como para arriesgarse con él y, a continuación, trabajar codo con codo conmigo para llevarlo hasta la línea de meta. Mi agradecimiento al resto del equipo de St. Martin’s Press que han hecho de esto una experiencia fantástica para mí: Sally Richardson, George Witte, Matthew Shear, Matthew Baldacci, John Murphy, Dori Weintraub, Ann Day, Lisa Senz, Sarah Goldstein, Sara Goodman, Elizabeth Catalano, Nancy Trypuc, Kim Ludlam, Anne Marie Tallberg, todo el equipo de ventas de Broadway, y todo el equipo de ventas de la Quinta Avenida. Por último, y no por ello menos importante, mi agradecimiento también a Tom Best, Lisa Mior y a la maravillosa gente de H. B. Fenn.
También estoy profundamente agradecida a Don Taylor y Lisa Gardner por su ayuda para hacer correr la voz.
En el terreno personal, quisiera dar las gracias a todos los amigos y familiares que creyeron en mí… incluso cuando amenazaba con quemar mi manuscrito.
Todo mi amor para mi marido, Connel, que me lleva comida a mi escritorio, esconde el chocolate en sitios en los que pueda encontrarlo, y siempre hace que me sienta la mujer más afortunada del mundo.
Por último, aunque la isla de Vancouver es un sitio real, todas las ciudades de la isla que aparecen en el libro, incluida Clayton Falls, son puramente ficticias.