Homenaje al día y a la noche
EL DÍA cierra la verja de su jardín.
Se lava los pies y se pone el manto
para recibir a su amiga la noche.
El crepúsculo avanza lentamente.
En sus hombros hay manchas de sangre,
en sus manos una rosa,
casi marchita.
El alba avanza ruidosa.
Sus manos abren el libro del tiempo
y el sol pasa las páginas.
En el umbral del ocaso
el día rompe sus espejos
para conciliar el sueño.
Los días-
cartas que el tiempo escribe a los hombres
sin palabras.
Cada día
el sol alumbra a un niño
llamado mañana.
Su vida dura poco.
Los momentos son olas del tiempo.
Cada cuerpo es una playa.
El tiempo es viento
que sopla del lado de la muerte.
La noche abotona la camisa de la tierra.
El día la desnuda.
Es el alba-
En el balcón las flores se frotan los ojos.
En la ventana
ondean las trenzas del sol.
El día ve con las manos.
La noche ve con todo el cuerpo.
Si el día hablara,
anunciaría la noche.
Apacible es la mano de la noche
en las trenzas de la melancolía.
El invierno es soledad,
el verano migración.
Entre ambos, la primavera es un puente.
Sólo el otoño se adentra en todas las estaciones.
El tiempo es una montaña
donde habitan el día y la noche.
El día asciende,
la noche desciende.
El día no sabe dormir
más que en el regazo de la noche.
La luna vela
en el balcón de la noche.
Se le concedió a mi tristeza
ser una continua noche.
El pasado,
lago para un solo nadador:
el recuerdo.
La luz- vestido
que a veces teje la noche.
El crepúsculo- única almohada
en la que se abrazan el día y la noche.
La luz sólo actúa despierta.
La oscuridad sólo actúa dormida.
Los sueños de la noche son hilos con los que tejemos
los trajes del día.
De "Homenajes" 1988
Versión de María Luisa Prieto