UNO
Uruguay, 1981
Alrededor de siete mil almas, siete mil diferentes maneras de pensar forman Nueva Palmira, nombre de escasa trascendencia para un pueblo de aún menos importancia. El abrazo fresco, verde, mantiene a la pequeña ciudad pegada a la caricia del río Uruguay.
No hay fábricas ni nubes de smog; solo aire puro y templado que emana de los cercanos bosques. Todo el día, cuando arriba la primavera, la invaden los cantos de diferentes aves y el aroma de abundantes flores.
¿Un paraíso terrenal acaso? ¡Claro que no! El mismo factor que ha despojado a la Tierra entera de sus edenes, que ha doblegado bosques con asfalto, ha impedido también que mi pequeña ciudad, favorecida por Natura, sea un lugar de ensueño: el ser humano.
Es sabido que en una manada de elefantes resalta el más ruidoso, dañino; ese animal por sí solo puede decidir el destino de los demás. En mi querida ciudad es igual.
Un insignificante grupo se populariza por la rapidez con que sus rumores y los pequeños problemas, exagerados por sus negras mentes, se suceden a diario. ¿Les hará falta un buen tema de conversación? No, claro que no. Es una muestra de lo que se logra ante la falta de cultura, de cerebro y de ética. Ese maldito afán de hablar acerca de algo, sin tener ni la mínima idea de cómo se generó, es deporte social.
Bueno, para que el mundo sea mundo debe haber de todo. Nos parece en algunos casos que uno es el único que tiene algún problema insalvable, pero la realidad nos confirma que todos tenemos alguna que otra dificultad “sin solución”.
Lo cierto de este pequeño e incisivo comentario sobre la naturaleza humana es que abarca la totalidad de sociedades e idiomas; además, influye en un ser que está adquiriendo apenas madurez moral y espiritual. Esos rumores, frecuentes a lo largo y ancho del planeta, se han visto alimentados con una excelente vitamina proveniente de un problema económico que afecta al mundo, a mi país y, claro… a mí.
La unión de mi familia era tan sólida o más que antes, pero las grietas económicas habían resquebrajado nuestro estándar de vida a tal punto que las ideas básicas de algunos años atrás habían tenido que ser sustituidas por otras más radicales. El ahorro de antes, la austeridad que le siguió, las deudas que se multiplicaban día a día, me hicieron levantar la vista hacia horizontes distantes y más fructíferos… quizá.
¿En qué momento hablé de irme? Mis ahorros eran nulos, mis ingresos goteaban sobre mis necesidades, mi ambición giraba dentro del callejón sin salida que empezaba en una ilusión para estrellarse luego en la sólida pared formada por el alto costo de la vida; donde la escalera de mis ganancias no alcanzaba ni a ponerse a la par. Así las
cosas… hasta que llegó aquel momento de reflexión.
Ir, dos simples letras que adquirían un extraordinario significado dentro de mi bullicioso cerebro. El solo pensar en irme hizo florecer un inmenso campo, sembrado de miles de preguntas, cientos de suposiciones; no había para ninguna de ellas una respuesta medianamente satisfactoria.
Mis viajes, más bien turísticos, siempre habían estado dentro de los límites de mi cultura e idioma; en pocas palabras solo había recorrido mi país, tanteando apenas un terreno desconocido. Este nuevo ir era diferente, con límites menos precisos. No lograba darle una dimensión aproximada a lo que se estaba gestando en mi mente.
Desde que tuve capacidad de discernimiento había mantenido el deseo vivo, palpable casi, de saborear una aventura diferente que me hiciera sentir especial. Ahora, el deseo alimentado vigorosamente por la avidez material que se me desbordaba, comenzó a corporizarse dentro del espacio y el mundo que me rodeaban.
¿Adónde ir? ¿Cómo?
El motivo: ambición; no desmedida, mas ambición al fin. Otro era el deseo de una real aventura que me ayudara a no ser uno más del montón de muchachos que deambulan por las calles de mi ciudad, con un futuro incierto sobre sus cabezas. Esto no consistía en decir adiós e irme, así que coloqué mis pies sobre la tierra, con la inmadura sensatez de mis veinte años, y comencé a planear seriamente el posible viaje.