Agradecimientos
EN primer lugar, quiero dar las gracias al maravilloso autor de literatura infantil James Proimos, sin cuyo aliento y generosidad nunca habría tenido el deseo de escribir libros. Le debo mucho por presentarme a nuestra agente, Rosemary Stimola. Según me dicen los editores, es la mejor profesional de este gremio, y no tengo motivos para ponerlo en duda. Durante muchos años antes de conocerla, mi abogado, Jerold Couture, me guió sabiamente por los entresijos del negocio del entretenimiento, por lo cual le estaré eternamente agradecida.
Quiero hacer aquí mención especial de Jane y Michael Collins, mis padres y, casualmente, el mejor equipo de investigación del mundo. Con todo mi cariño les agradezco su ayuda a la hora de guiarme tanto en la vida como en los libros.
Tengo que destacar también en particular a dos amigos escritores por sus específicas contribuciones. Una primera conversación con Christopher Santos resultó de vital importancia para el enfoque final de este libro. Richard Register, confío en ti tanto y en tantas cuestiones, que tendré que conformarme con hacerte llegar un agradecimiento general por todo lo que haces.
Estoy tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo afortunada que me siento por haber dado con Kate Egan como editora. Le sobra talento, inteligencia y paciencia, y no concibo la posibilidad de desarrollar este libro con ninguna otra persona. Muchas gracias también a Liz Szabla por su experto asesoramiento y su ayuda, y al gran equipo de Scholastic Press.
Escribí la mayor parte de este libro en casas ajenas. Dixie y Charles Pryor, Alice Rinker, y Deb y Greg Evans, no estoy segura de cuándo habría terminado este libro —ni si lo hubiera conseguido terminar siquiera— si no me hubierais abierto vuestros hogares, dejándome compartir la tranquilidad de vuestro espacio.
Gregor. La Profecía del Gris es, ante todo y sobre todo, la historia de una familia. Yo he tenido la suerte de nacer en una grande, donde reina el amor. Así que quiero dedicar esta novela a los clanes de los Collins, los Brady, los Pryor, los Rinker, los Pleiman, los Carmosino, los Evans, los Davis y los Owen, por ser pilares constantes en este mundo tan inestable.
Y hablando de familia, mi mayor agradecimiento va para Cap, mi marido y para mis hijos Isabel y Charlie, que me devuelven la luz todos los días.