Con su llegada vuelven a cobrar vida los pavorosos fuegos. Las colinas arden, y la tierra se seca. El decurso de los hombres se agota, y las horas decrecen. El muro está resquebrajado y el velo de la separación, descorrido. Allende el horizonte retumban las tormentas, y los fuegos celestiales purifican el mundo. No existe salvación sin destrucción ni esperanza a este lado de la muerte.
Fragmento de Las Profecías del Dragón.
Traducción atribuida a N’Delia Basolaine.
Camarera mayor y escudera de Raidhen de Hol Cuchone
alrededor del 400 DD.