Noelia Amarillo
La voz
Escondidas en un claro entre montañas dos niñas, Marta hija de una humana y Laila, hija de una diosa se hacen una promesa.
Te casarás con mi primer descendiente varón. Seremos hermanas eternamente...
Años después, Efrén tiene un sueño: ser un gran bailarín, y una promesa que cumplir, aquella que su bisabuela Marta hizo hace mucho, mucho tiempo a una mujer que no existe... O tal vez sí.
Sé que puede sonar extraño, pero en esta ocasión mis agradecimientos van dirigidos a una persona que no existe. Ruth.
Debo reconocer que la idea de escribir La Voz y por ende sobre estos cinco hermanos tan peculiares no fue mía. O sí lo fue, pero de un modo extraño.
La Voz surgió de la cabeza de una de mis protagonistas femeninas, Ruth. En su libro ella contaba a su hija fábulas sobre cuatro hermanos en cierto modo “mágicos” que cuidaban de su hermana pequeña, quien no hada más que escaparse con su mejor amiga, una humana, y dades quebraderos de cabeza.
Puede decirse que según iba inventando las historias que Ruth contaba a su hija, fui creando La Voz. Y ese es el motivo de que mis agradecimientos en esta novela vayan para una persona que no existe.
Gracias, Ruth, por permitirme conocerte, por susurrarme en sueños y por contarme la maravillosa historia de Laia, Antares, Merak, Ailean, Simba y Efrén. Fue un placer crearte... Y creados.