En 1925, Michael, uno de los hijos de J.R.R. Tolkien, perdió en la playa su querido perrito de juguete mientras estaban de vacaciones. Para consolarlo su padre inventó una historia sobre un perro real que un mago transforma en un perro de juguete. Rover, el perro, también conocido como Roverandom, es enviado a la luna por el «Mago de la arena», y cuando no encuentra lo que busca en el lado oscuro de la luna, lo manda al fondo del mar a que continúe buscando.

Este relato encantador, poblado por un terrible dragón y una vieja y sabia ballena, por el rey del mar y el Hombre de la Luna, era muy apreciado en la familia de Tolkien. En 1936 Tolkien lo presentó a sus editores ingleses para que fuera editado después de El Hobbit. Pero lo que querían los editores era una continuación del mismo, de modo que Tolkien dejó este libro a un lado y empezó a escribir su obra maestra: El Señor de los Anillos.

Muchas décadas más tarde, las aventuras de Roverandom son publicadas por primera vez. La edición ha estado a cargo de los estudiosos Cristina Scull y Wayne G. Hammond, autores de la aclamada obra sobre los dibujos y pinturas de Tolkien, J.R.R. Tolkien: artista e ilustrador. En su penetrante introducción, Scull y Hammond descubren las fuentes de Roverandom en las sagas nórdicas y en E. Nesbit, y lo comparan con otras obras de ficción del autor: El Hobbit, Las cartas de Papá Noel y El Silmarillion.