Lunes, 4 de septiembre

Turismo social por tierra, mar y aire

El viernes recibí a Emilio Botín, presidente del Banco Santander, al que acompañan algunos directivos de su entidad. Me felicita por el éxito electoral y manifiesta su deseo de hacer negocios con la Junta. Hasta el momento, según él mismo reconoce, no se habían interesado ni por captar nuestra deuda pública regional ni nuestros depósitos. Inteligente y activo.

Entrevista con Carlos Alsina en Radio Voz. Comienza haciendo mención a un reportaje de ABC que da cuenta, en tono crítico, de nuestros programas de turismo social en Castilla-La Mancha, llamándolos «turismo electoral de Bono».

Al salir, doy instrucciones al consejero, Tomás Mañas, para que no se arrugue y que no dé ni un paso atrás en el programa: «A nuestros jubilados, que hasta ahora sólo viajaban a destinos de la península, debes facilitarles también que puedan ir a toda España, es decir, a las islas, en barco y en avión. La derecha no quiere caldo, pero va a tomarse dos tazas: turismo social por tierra, mar y aire…». Mientras liquidemos con superávit nuestras cuentas anuales no hay problema alguno para mantener un programa como éste que permite viajar al mar en muchos casos por primera vez a numerosos jubilados de mi tierra.

Martes, 5 de septiembre

Belloch sobre Garzón: «Acabará pagando sus culpas en los tribunales»

Veo a Serra en Ferraz. Considera que «Solana no es el inicio sino el epílogo de un periodo». Císcar me habla de la candidatura de Felipe: «He tomado café con él y está decidido a no presentarse». «Yo he sido —asegura que le comentó González— la solución de este partido durante mucho tiempo pero ahora soy al mismo tiempo la solución y el problema; si no me retiro, dentro de poco tiempo seré solamente el problema y no podría volver a ser la solución si es que el partido me lo pide algún día».

Comida en el palacio de Parcent con el ministro Belloch: «Un día fui a la Moncloa y pregunté a Felipe si quería o no, realmente, que se detuviese a Roldán. Se lo pregunté por las interferencias que estaba recibiendo en mi labor de búsqueda por parte del CESID. Felipe fue firme, claro y definitivo a la hora de favorecer la detención de Roldán y ésa es la única verdad». En relación con Garzón su calificación no puede ser más clara: «Se trata de un personaje que acabará pagando sus culpas en los tribunales».

Lunes, 11 de septiembre

Don Marcelo: «Los cardenales nos convertimos en sacristán de pueblo cuando nos aceptan la renuncia»

Recibo al provincial de los jesuitas de la provincia de Toledo, José María Fernández Martos y Bermúdez-Cañete, a quien acompaña el cardenal don Marcelo. Vienen a pedirme ayuda para la restauración de la iglesia de los jesuitas de Toledo. Me comprometo a cofinanciar la obra por un importe máximo de ochenta millones de pesetas. Después, centramos nuestra conversación en la despedida de don Marcelo a quien animo a que escriba sus memorias. No se resiste del todo, aunque dice que «sólo he tomado notas detalladas de mis conversaciones con Franco y con el Papa y aquello que se puede contar es vulgar y carece de interés, y lo que puede resultar de interés sería muy incómodo y molesto para algunos obispos y perjudicial para la Iglesia». Añade: «Si escribo, Tarancón no iba a quedar bien, especialmente por el asunto Añoveros. Me llamaron el cardenal Jubany y Elías Yanes pidiendo que fuese a hablar con Franco. Yo fui quien resolvió aquello llamando a Villavicencio —jefe de la Casa Civil de Franco— para que me recibiera el Caudillo. Villavicencio se negaba a darme audiencia en domingo, pero como le insistiera me llamó confirmándome que me recibiría el jefe del Estado al día siguiente, el lunes. Franco apenas hablaba y yo iba argumentando las razones por las que no debería expulsarse a Añoveros y romper con la Iglesia. Me miraba con unos ojos metálicos e inexpresivos. En un momento determinado dije a Franco que el arzobispo de Barcelona me había llamado para trasladarme que los curas estaban dispuestos a echarse a la calle. Entonces Franco con voz apagada me dijo: “No se preocupe; eso lo arreglo yo en media hora”. Sin embargo, percibí que había un argumento que le hizo especial mella. Concretamente, le dije que en España hay veintitrés mil sacerdotes, de los que veintidós mil son fieles a la Iglesia y cumplidores de la Ley… Solamente unos mil crean problemas y están en contra del régimen, y no es razonable que se tome una medida contra el obispo Añoveros que no entenderán los veintitrés mil sacerdotes y que además servirá para dividirlos y para confundirlos sobre todo si se denuncia el Concordato y dejan de cobrar su paga mensual. Noté que había hecho diana y empecé a cargar con estos argumentos y en esa dirección. Cuando habían pasado 28 minutos le propuse a Franco hablar con Arias Navarro, que era el presidente del Gobierno diciéndole que conocía a su jefe de Gabinete y cuñado del presidente, que se llamaba Antonio del Valle. Franco me dijo que le llamase y tocó un timbre. Me acompañaron para que desde un teléfono de la antesala de Franco pudiese hablar con el jefe de Gabinete de Arias Navarro. Inmediatamente me dieron audiencia y fui a ver a Arias, que al contrario que Franco no paraba de hablar. Escuché tranquilo y cuando terminó le dije que no habían medido las consecuencias de romper con la Iglesia. Arias Navarro me contestó que había llegado tarde porque ya se había pensado desde el Gobierno en la denuncia del Concordato e incluso en impedir que el nuncio regrese a España porque estaba en Roma. Durante una hora insistí en que por el bien de España y de la Iglesia debería impedirse la expulsión de Añoveros y la ruptura con la Iglesia. Cuando acabé mi entrevista con Arias Navarro fui a comer a Jesús Maestro y en el Telediario dieron la noticia de que Franco me había recibido. Llamé al nuncio pero me dijeron que, efectivamente, estaba en Roma. Tarancón no me llamó en ningún momento. Por la noche, estando ya en el palacio arzobispal de Toledo —sigue don Marcelo— se presentó un cura de Bilbao que era el secretario de Ubieta, el vicario de Añoveros, para pedir información de lo que había ocurrido. También me llamaron Cirarda, Cantero Cuadrado y el cardenal Jubany. Un ministro me dijo que estuvieron las cosas a punto de romperse pero que en el Consejo de Ministros del viernes, Franco, después de escuchar a todos los ministros, les dijo: “No han tenido en cuenta ustedes en sus intervenciones el hecho de que en España hay veintitrés mil sacerdotes de los que veintidós mil están de acuerdo con el régimen y cumplen con la Ley… Les pido que reflexionen sobre este hecho y mientras tanto dejaremos este asunto sobre la mesa”». El argumento de don Marcelo había causado su efecto ante el dictador.

Comenta que «Franco no me besó el anillo al despedirme». El gesto que pone en la cara denota que no lo achaca a falta de respeto sino a distracción. Se queja de su jubilación como arzobispo y se lamenta de tener que dejar la sede arzobispal: «No parece justo que estemos seiscientos obispos jubilados y muchos de ellos diciendo misa a la intemperie porque ni capilla tienen en su propia casa». Trato de animarle diciendo que un cardenal de la Iglesia es un príncipe espiritual y me contesta rotundo: «¿Un príncipe? ¡Un sacristán de pueblo es en lo que nos convertimos los cardenales cuando nos aceptan la renuncia!». Hay un evidente poso de aflicción y hasta de amargura en sus palabras.

El provincial de los jesuitas va todos los domingos a decir misa a la cárcel donde está preso Roldán y trata de darnos explicaciones justificatorias de la personalidad del delincuente. Le corto con dureza diciendo que cualquier explicación de la conducta humana es razonable, pero Roldán nos ha hecho tanto daño con sus desvergüenzas que posiblemente sea lo más grave que le ha ocurrido jamás al PSOE: que al director de la Guardia Civil le metan preso por ladrón es inasumible.

Miércoles, 13 de septiembre

En Lisboa, con Soares y Sampaio

Comida en la embajada de España en Lisboa con el embajador Raúl Morodo, la sobrina de Carlos Hugo, Teresa de Borbón, y el político mejicano Porfirio Muñoz Ledo, líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y su esposa. Ésta es descendiente del diputado del PSOE Díaz, que nació en Villarejo de Cuenca y fue representante en Cortes de la II República por Ciudad Real.

Por la tarde, Morodo ofrece una recepción, con motivo de la Presidencia española, en el magnífico jardín de la embajada que cuenta con unas instalaciones espectaculares. Éstas fueron destruidas en septiembre de 1975 por quienes protestaban por la ejecución de tres militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de ETA, últimas sentencias de muerte dictadas por Franco.

El presidente Mario Soares me recuerda que fuimos abogados defensores de unos jóvenes del Movimiento de Palma Inacio en Salamanca y se lo cuenta a Jorge Sampaio. En efecto, años atrás, Soares venía con frecuencia desde París a visitar a Tierno y era gran amigo de Raúl Morodo. Su relación comenzó en 1965, por un artículo de Novais sobre Tierno que leyó Soares en París y para conocerlo vino a Madrid. En uno de sus viajes tuve el honor de me que pidiera ser abogado, junto a él, de unos activos militantes contra las dictaduras de Oliveira Salazar y de su sucesor, Marcelo Caetano, que estaban presos en Salamanca.

Con Jorge Sampaio, alcalde de Lisboa y candidato a las próximas elecciones presidenciales, hago un aparte y hablamos del problema del agua. Para él, es el principal motivo de conflicto entre España y Portugal y cree que puede llegar a tener tintes preocupantes en un próximo futuro, especialmente por el Guadiana. Considera que puede ganar las elecciones. Soares manifiesta con rotundidad que el primer ministro, Aníbal Cavaco Silva no se va a presentar porque «se considera un hombre elegido, un salvador de la patria, y los salvadores nunca se arriesgan a perder».

También saludo al pretendiente de la corona portuguesa, Duarte de Braganza, que se muestra especialmente amable y muy interesado por problemas ecológicos. Me sorprende que el pretendiente a la Corona mantenga una relación tan buena con las autoridades republicanas de Portugal. Llego a la conclusión de que así como en España hay republicanos perfectamente integrados en la Monarquía, en Portugal hay reyes tan cómodos y contentos con la República. Por eso lo de «pretendiente» debe de ser un título más que una aspiración.

Lunes, 18 de septiembre

Guerra quiere ser el nuevo secretario general

Ayer llamó Narcís Serra: «Benegas y Guerra se han entrevistado con Roca y con Arzallus para sondearles acerca de la posibilidad de que dimita Felipe y se produzca la investidura de Solana. Guerra quiere ser el nuevo secretario general del partido y así me lo ha dicho; está reuniéndose con grupos de diputados a los que tantea acerca de estas posibilidades. La decisión de Felipe de no presentarse es irreversible pero tenemos que luchar hasta el último momento para hacerle cambiar de criterio. Felipe no tomará la decisión de anunciar su sustituto hasta que el Tribunal Supremo le deje libre de toda culpa».

Le digo a Serra que veo abatido a Felipe pero que intuyo que no va a abandonar. Estoy convencido de que será nuestro candidato de nuevo: «Estos toros de raza se crecen en la adversidad y son capaces de llevarse por delante al más diestro de los toreros».

Hoy, reunión de la Ejecutiva Federal. Le planteo a Felipe González la posibilidad de que me nombre jefe de la misión que asista en el Vaticano a la beatificación de cuarenta y cinco religiosos asesinados en la guerra civil. Me lo había pedido don Marcelo. «No lo veo —me contesta—, pero si tú quieres…» Es normal que Felipe no lo vea con claridad. El propio padre Martín Patino me contó que hubo un almuerzo entre Gabino Díaz Merchán y Juan Pablo II en el que éste le habló de su intención de beatificar a los mártires de la guerra civil y el obispo Díaz Merchán le dijo que eso no era bueno, porque en España se entendería mal, y él no podría ir a su pueblo natal, Mora, sin ser recibido como un hipócrita después de haber perdonado como había hecho a quienes habían asesinado a sus padres en época de la República. Díaz Merchán quedó sobrecogido por la decisión del Papa para llevar adelante las beatificaciones. Tarancón también estaba en contra y le manifestó al Papa que molestarían en España. Juan Pablo II, al parecer, contestó que no lo hacía para molestar y Tarancón le replicó que «aunque no se haga para molestar, molesta».

La Ejecutiva comienza con un análisis de Felipe: «Los últimos presupuestos que aprobó Adolfo Suárez pudieron salir adelante gracias a que un grupo de diputados del PSOE abandonaron el hemiciclo. Ahí se ve el distinto modo de hacer oposición del PSOE y del PP». No interviene nadie. Pido la palabra para manifestar que nuestros males podrían resumirse exactamente en lo que acaba de ocurrir; es decir, después de que la España política está pendiente de nuestra reunión nosotros no hablamos y recibimos la doctrina de Felipe sin decir nada. Me muestro sorprendido de que en toda España se hable del posible sustituto de Felipe y en la Comisión Ejecutiva Federal nadie haya dicho ni media palabra.

Acordamos expulsar del partido a los 669 compañeros que han figurado en listas municipales distintas a las del PSOE. Como hay risas acerca del número tan elevado de desertores, Císcar dice que en 1991 fueron setecientos veintidós los que se nos escaparon. También acordamos la suspensión de militancia del que fue presidente de Aragón, José Marco. Se aprueba por unanimidad.

Martes, 19 de septiembre

Mario Conde intenta chantajear al Gobierno

Reunión del Consejo de Gobierno. Doy cuenta de la querella que ha presentado la empresa Trama —de la que fue fundador el ex consejero Rafael Martín Sanz— contra López Carrasco y contra mí porque la Consejería de Agricultura no les adjudicó unos contratos. Me acusa de haber dado la instrucción de que no se adjudicaran obras a familiares de altos cargos y a ex consejeros. No es la peor acusación que pueda hacerse contra un dirigente político[35].

Comida en el Banco Hipotecario (Argentaria) con Francisco Luzón. Me acompaña Alejandro Alonso; quedamos sorprendidos de la magnífica edificación que nos acoge. Se trata del palacio del marqués de Salamanca, en el paseo de Recoletos, que fue, por cierto, sometido a hipoteca en el banco del propio marqués y, finalmente, se lo quedó el banco por impago del préstamo hipotecario del aristócrata. Paco Luzón, presidente de Argentaria, es un conquense, de Cañabate. Vemos el «Telediario»: dan cumplida cuenta del supuesto chantaje de Conde y sus abogados al presidente del Gobierno. Es especialmente penoso ver al abogado Santaella relatar su entrevista con Felipe González. Que en el palacio de la Moncloa, donde tan poco se recibe, se haya admitido a este señor, resulta incomprensible. Más tarde, esta incomprensión se ve explicada con una nota de Adolfo Suárez en la que, en un gesto que le honra, manifiesta que pidió al presidente del Gobierno que recibiese a Santaella al que le atribuye la condición de antiguo colaborador en la Presidencia del Gobierno.

Me entrevisto en el Palace con Manolo Aguilar, que está acompañado por el senador por Álava, Javier Rojo. Manolo quiere que nos conozcamos. Rojo es listo, activo y con una vocación política a flor de piel. Me cae bien. Nos cuenta que «yo estuve presente en la Moncloa cuando Felipe González nos recibió con ocasión del asesinato de Enrique Casas. Tengo un exacto recuerdo de la reunión porque escribí todo lo que allí se dijo que no fue poco relevante. Damborenea criticó duramente a Felipe diciéndole que vivía en una urna de cristal y se había olvidado por completo del partido en el País Vasco donde los socialistas morían como conejos. Damborenea le recordó que nada de lo que había prometido se había cumplido y propuso a Felipe que respondiera con la misma moneda a los terroristas, y el presidente replicó que mientras él fuera presidente del Gobierno y secretario general del PSOE no mostraría su acuerdo a responder al margen del Estado de derecho, y que, además, la violencia podía dar resultado a corto plazo pero que era un disparate a medio y a largo plazo. Sobre la mesa había varios periódicos, entre otros Diario 16, cuya primera plana recogía declaraciones de Damborenea diciendo que era el momento del estado de excepción en el País Vasco. Maturana le dijo a Felipe que la dirección del PSOE del País Vasco no compartía las tesis de Damborenea».

Miércoles, 20 de septiembre

Con la hija de Salvador Allende

El nuevo arzobispo de Toledo, Francisco Álvarez, no me ha invitado a la ceremonia de su recepción en la Puerta de Bisagra. Hablo con don Marcelo y suaviza mi incomodidad: «Este Álvarez viene sin saber ocultar el poco agrado que le acompaña; usted y yo no pintamos nada en la Puerta de Bisagra recibiendo a este personaje, lo mejor es que venga usted a palacio, tomamos un café y lo esperamos en la catedral. No creo conveniente que vaya usted, el presidente de la Junta autonómica, en ese acarreo tan poco protocolario desde Bisagra a la catedral. Ya verá usted como habrá poca gente en el trayecto».

Recibo a la hija de Salvador Allende, Isabel, que viene a pedir ayuda económica para erigir una estatua a su padre en la plaza de la Moneda, de Santiago de Chile. Conectamos bien. Le enseño los documentos que aún guardo de mi viaje a Chile en 1976; hablamos de Jaime Castillo Velasco, un abogado de la Democracia Cristiana que siempre se comportó con firmeza en materia de derechos humanos y que me acogió con afecto solidario y hasta me cobijó en su casa cuando la DINA me buscaba para expulsarme de Chile. Garantizo la ayuda económica solicitada porque Lerma y Leguina, que se habían comprometido también, ya no tienen ni poder ni presupuesto[36].

Comida en la embajada de Estados Unidos con el embajador, Richard N. Gardner. Es catedrático de Derecho Internacional en la Universidad de Columbia, y hombre amable que habla un español no muy fluido pero correcto. La conversación la orienta un amplio guión que deja sobre la mesa y que sigue con precisión. Comienza interesándose por el secreto de mis cuatro mayorías absolutas. Me pregunta sobre el PP y le hago entender mi crítica opinión sobre Aznar de la manera más delicada que puedo porque no deseo faltar al respeto, ante un embajador extranjero, a quien puede ser presidente del Gobierno, pero le digo que no dudo de su cercano triunfo.

De Julio Anguita destaco su «iluminación» y le indico un artículo en Cambio 16 —que el embajador ya conocía— donde se declara «hijo de Lenin y heredero de la Revolución de octubre». Le preocupa la opinión que de su país se tiene en España. Me expreso de modo benévolo señalando lo negativamente que nos influyó la visita y abrazo de Eisenhower a Franco en 1959, y el desdén de Alexander Haig, entonces secretario de Estado, al calificar el golpe del 23-F como un «asunto interno de España». El embajador escucha y apunta.

Domingo, 24 de septiembre

En las paredes de Anchuras: «Curas y militares, parásitos sociales»

Asisto a la toma de posesión del nuevo arzobispo de Toledo. Desde la Puerta de Bisagra, el alcalde de Toledo y el prelado suben en un Mercedes blanco descapotable y pasean por un Toledo semidesértico. Al día siguiente, Diario 16 publicará una foto patética en la que se ve al alcalde y al arzobispo sin que haya ni una sola persona en las aceras. Mala entrada del arzobispo. Ridículo paseo.

Don Marcelo, revestido como corresponde litúrgicamente, me dice al pie del ascensor que une su casa con la catedral: «Es usted el único que viene a recibirme en mi última entrada a la catedral como titular». Caminamos hasta la sacristía. Me encuentro con todos los obispos que concelebran; son más de cincuenta. Mi vecino, Torija, el obispo de Ciudad Real, me pregunta: «¿Es que también vas a concelebrar tú?». Siempre tuve buena relación con Torija, pero nos enfrentamos con motivo del campo de tiro que se iba a instalar en Anchuras. Le envié la siguiente carta en septiembre de 1988:

«Me entristeció enormemente saber que también tú estabas —o te situaban— en contra mía por una decisión que yo no había tomado. La aceptaba y acepto como necesaria e irreversible, pero se trata de un acuerdo del Consejo de Ministros adoptado a propuesta de la Junta de Defensa Nacional, cuya presidencia es ocioso que te diga quién la ostenta.

»Esperaba la oposición de los adversarios políticos del PSOE, para quienes Anchuras es sólo un pretexto, pero su verdadero objetivo soy yo y lo que represento en esta región. De todos esperaba una reacción similar a la que han tenido, menos de ti. Cuando el 20 de julio te llamé para comunicarte la decisión que ese día iba a adoptar el Consejo de Ministros, me dijiste casi textualmente: “Cuando el asunto sea público, trataré de ayudarte”. Personalmente no me escandalizan las posiciones pacifistas. Muy al contrario, pertenezco a un partido con ninguna vocación belicista. Para hablarte claramente, me gusta más la postura que adivino en ti que la de aquellos obispos de la Iglesia Católica que por razón de su cargo o empleo (arzobispo castrense y general de división) se ven obligados a bendecir tropas, armas o instrumentos de guerra.

»Me dolió, querido Rafael, que tu carta contribuyese a fomentar la idea de que la presencia o cercanía de nuestro Ejército es motivo de “inseguridad, temor o desgracia”. En un Estado democrático como España es muy peligroso mantener esa tesis, ya que de ahí a pedir la supresión del ejército sólo hay un paso muy corto. Me consta que tú no estás en esas latitudes, pero también sé que tu carta ha sido utilizada ampliamente por quienes, por ejemplo, han pintado en las paredes de Anchuras: “Curas y militares, parásitos sociales”».

La catedral se encuentra preciosa y muy bien iluminada. Hay más de setecientos curas para la concelebración, una despedida por todo lo alto para un gran arzobispo. Don Marcelo dice unas palabras en las que no puede ocultar que su marcha no es voluntaria: «Entrego el báculo aunque no estoy cansado». El nuevo arzobispo lee mal su discurso, confunde a la Virgen del Sagrario con la del Rosario y sin venir a cuento habla de la capacidad del Papa para nombrar a sus obispos. En Asturias le llamaban «don Paquito» y también se referían a él como «monseñor cositas» por la poca entidad de sus conversaciones y la escasa enjundia de su persona. Tiene las hechuras propias de un don nadie.

Miércoles, 27 de septiembre

Conspiración para la continuidad de Felipe

Cena en el ministerio de Lerma —Administraciones Públicas— donde hemos sido convocados por Císcar para mantener una reunión de partido. Asistimos Serra, Chaves, Almunia, Obiols, Císcar, Lerma y yo. Más tarde llega el ministro Eguiagaray. Nos reunimos en el comedor del ministerio flanqueados por los retratos de quienes fueron presidentes del Gobierno: Azaña, Largo Caballero, Negrín, Cánovas del Castillo, Fernández Villaverde y Moret. Hablamos de las galerías de retratos, de pintores… y sale a relucir el nombre de Antonio López García del que Almunia dice que «se ha pasado a la derecha, como Alberto Corazón, después de haber hecho los anagramas de todos los ministerios».

El tema más importante que tratamos es la sucesión de Felipe. Todos coincidimos en que debe seguir. Serra cree que «hay muy escasas posibilidades de que Felipe sea el candidato, casi nulas, pero las pocas que tenemos debemos de aprovecharlas después de que el Tribunal Supremo le exculpe, y tantas más posibilidades tendremos cuanto más incienso eche el auto del Supremo al presidente». Almunia cree que «Felipe no será candidato; la única posibilidad de que lo sea es que nos veamos obligados a una disolución en octubre debido a que no nos aprueben los Presupuestos y a que se acepte la comisión de investigación sobre el GAL».

Defiendo que los allí presentes hemos de hablar con Felipe: «Me parece inadmisible lo que nos ha contado Chaves en el sentido de que el otro día, cuando iban a almorzar con Felipe, Ibarra y el propio Chaves, les dijera que les prohibía hablar de su continuidad como candidato… No se puede aceptar que Felipe no sólo decida lo que él debe hacer sino lo que tenemos que proponer los demás».

Serra dice que el argumento más fuerte de Felipe González no es político sino personal: «Estamos muy condicionados por el Supremo, ya que si Felipe anuncia que no será candidato perjudica su situación ante la Sala y, en esas circunstancias, no faltarían buitres para echarse sobre él». Almunia es de la misma opinión. Serra comenta que «nos ha tocado el mejor instructor que podíamos esperar, en la persona de Moner, por su autoridad ante la Sala; otros, como Delgado o Martín Pallín, no andan sobrados de equilibrio personal».

En relación con los candidatos a suceder durante un tiempo corto a Felipe, planteo el nombre de Solana. No genera entusiasmo pero no veo otro. Almunia dice que él, como abogado del diablo, propone a Borrell para que lo contrapongamos internamente. Le digo que Borrell tiene mejor perfil para un debate electoral, para ser candidato que para ser presidente. Chaves manifiesta que comió con Borrell a principios de agosto en Sevilla y que «no solamente le vi dispuesto a ser candidato sino que le vi muy interesado».

Pregunto a Serra por el CESID. «El Gobierno —explica— no supo hasta enero de 1995 que Perote se había ido del CESID llevándose información valiosa. Después de que la prensa publicase la cinta de Suárez en enero de 1995 se presentó en la Moncloa el ministro de Defensa, concretamente el 27 de febrero, para informar que había algo grave. García Vargas nos contó que Perote se había llevado información reservada y que Manglano no lo había puesto en conocimiento del Gobierno debido a que Perote le dio palabra de honor de militar de que no usaría la información». Narcís añade que «la relación de Perote con Conde surge después de estar en la cárcel el banquero y de que Sancristóbal le cuente pormenores del GAL. Me dicen que es el comisario Álvarez quien pone en contacto a Perote con Conde».

Domingo, 1 de octubre

Carlos Luis Álvarez se inventa vidas de santos y mártires

Ayer almorzamos en la embajada de España ante la Santa Sede, invitados por el embajador Pedro López de Aguirrebengoa. Asisten, entre otros, el cardenal Eduardo Martínez Somalo, don Marcelo, monseñor Torija, el nuevo obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, el presidente de Aragón, Santiago Lanzuela, y un buen número de curas y otros obispos, hasta treinta y seis personas en total que componemos la enorme mesa.

Estoy en Roma para asistir a la beatificación de cuarenta y cinco sacerdotes asesinados durante la guerra civil. El riguroso periodista manchego y buen amigo mío, Miguel Ángel Mellado, al saber el motivo de mi viaje a Roma, me cuenta que Cándido (Carlos Luis Álvarez) dedicó parte de su trabajo en los primeros años como periodista a escribir vidas de mártires que luego se publicarían bajo la firma de fray Justo Pérez de Urbel. Según Mellado, Cándido no hizo otra cosa, en muchos de los casos, que inventarse los santos, sus nombres y su martirio, para ahorrarse el trabajo. Lo grave es que Antonio Montero, obispo de Badajoz, hizo, eso sí, antes de ser obispo, una tesis doctoral que tituló Historia de la persecución religiosa en España, presentando una estadística de 6.832 eclesiásticos sacrificados en esa persecución: doce obispos; 4.172 sacerdotes del clero secular; 2.365 religiosos y 283 religiosas. El bueno de don Antonio, fuese «por las prisas o por la comodidad, recogió en su publicación muchas biografías contenidas en el libro de fray Justo Pérez de Urbel, que Cándido se había inventado, y yo —me dice Miguel Ángel Mellado— tuve la santa paciencia de irme a la Biblioteca Nacional para comprobar que el listado que me dio Cándido de falsos mártires figuraba, con detalles de sus inventados suplicios, en el libro del purpurado». Así se escriben algunas historias.

Sin quitar la más mínima entidad a la persecución religiosa que se produjo en España en los años de la guerra civil, que fue muy grave e importante, conviene también destacar las exageraciones. Espero que el abogado del diablo haya impedido la subida a los altares de los santos que canonizó Cándido por conducto del consejero nacional del Movimiento y procurador en las Cortes franquistas, fray Justo Pérez de Urbel, y del obispo Montero.

Sigamos con Roma. Vestidos con frac los hombres y con mantilla y peineta las mujeres, nos dirigimos a la basílica de San Pedro. Hace un sol de justicia. Nos atienden los gentiles hombres del Papa, que parecen someliers de restaurante de lujo. La ceremonia dura más de dos horas. Muchos protestan, pero a mí no se me hace pesada, porque la novedad concentra mi atención en los detalles de la rica liturgia. Al acabar el acto de beatificación pasamos a la capilla de la Piedad. Saludamos al papa Juan Pablo II: «Señor presidente, rezo por su familia y por la austera y católica Castilla», nos dice. «Santidad, si me consiente una petición, rece también por La Mancha», respondo. Atravesamos la basílica, que se encuentra absolutamente solitaria. Impresiona contemplarla vacía y ver cómo emerge la pequeñez del hombre ante la impresionante obra.

Almuerzo en el Colegio Español de Roma. Asisten más de trescientas personas entre familiares y devotos de los nuevos beatos: están presentes los cardenales españoles Marcelo González, Ricard Maria Carles, Martínez Somalo y Javierre. También asisten varios arzobispos y treinta obispos españoles.

Uno de los beatificados hoy por el Papa ha sido Pedro Ruiz de los Paños, natural de Mora de Toledo, fundador del Instituto de Discípulas de Jesús, y asesinado durante la guerra, en el paseo del Tránsito de Toledo, el 23 de julio de 1936. Está presente la familia del beato José Pascual Carda Saporta, sacerdote operario, de Villarreal (Castellón), que había sido rector del seminario de Ciudad Real. Don Marcelo me dice: «Cuando iba a ser fusilado Carda, se quitó el reloj y lo entregó a uno de sus verdugos, y su sobrino lleva años buscando el reloj de su tío». Antes de acabar el almuerzo llamo al sobrino y le entrego mi reloj como una evocación de aquel hecho que costó la vida a su pariente.

Al acabar el almuerzo toma la palabra don Marcelo y acaba diciendo literalmente: «Ahora, el presidente mío, socialista, tiene que hacer uso de la palabra». Me apetecía hacerlo. No creo que el público presente haya oído jamás hablar, con complacencia, a un socialista. Quiero aprovechar la ocasión para romper la barrera que en España separa a los clérigos de aquellos que por ser socialistas nos suponen anticlericales. El texto de mi discurso es el siguiente:

«Por lo inhabitual de las circunstancias, me he levantado a hablar con el ánimo sobrecogido. Me impresiona hablar en el Colegio de España en Roma; y hacerlo ante personas de su categoría y de su dignidad eclesiástica me sobrecoge. Sin embargo, pienso hablarles como si me encontrase en familia, como si les conociera de toda la vida. A ello me invita el cardenal González Martín y a ello me estimulan también las palabras que acaba de pronunciar la superiora de las Discípulas de Jesús.

»Es probable que cause sorpresa el hecho de que un socialista venga a Roma para asistir a una beatificación. Es posible, incluso, que cause sorpresa que un socialista se confiese amigo del cardenal primado de Toledo. He dicho que voy a hablar sin reservas y sin otra cautela que el respeto que me merecen. Estoy aquí de manera que no puede ser calificada de casual o circunstancial. No estoy aquí para cumplir con un rito aunque los ritos sean importantes, ni para dar satisfacción a un menester protocolario. Estoy aquí de manera consciente y voluntaria, porque he querido, y para ser portavoz de un sentimiento.

»Quiero ser portavoz de un sentimiento de respeto a los muertos; respeto a aquellos que murieron en circunstancias trágicas por el solo hecho de ser sacerdotes. Durante la guerra civil española hubo muchas muertes, demasiadas muertes de una y otra parte. Todos los muertos merecen nuestro respeto y, desde luego, los que hoy se beatifican merecen el mío y el de tantos españoles que, al margen de sus ideas políticas, tienen sensibilidad y admiración por las gentes de bien.

»También quiero ser portavoz de un sentimiento de reconocimiento a la grandeza personal de los que murieron en circunstancias tan especiales y tan dramáticas. Permítanme que les dé cuenta de algo personal. Cuando anuncié a mi familia que vendría a la beatificación y que el fin de semana no podría estar con mis hijos, uno de ellos, el más pequeño, protestó de no poder contar con la presencia de su padre. Lamentablemente son muchos los fines de semana que, sin venir a Roma, tampoco los dedico a mis hijos. Para intentar que se resignara sin culparme en exceso le expliqué la causa de mi ausencia: le dije que venía a Roma para asistir a un acto en el que se iba a reconocer el mérito de un grupo de personas buenas. Para que me entendiera mejor entré en detalles y le dije que las personas a las que venía a homenajear habían muerto de manera trágica y que pese a saber que iban a morir, tuvieron la grandeza de perdonar a los que les iban a quitar la vida. Le expliqué a mi hijo que alguno de los muertos besaron las manos de los que les iban a fusilar y que otro, concretamente, se quitó el reloj y se lo dio a uno de sus verdugos. Por cierto, acabo de saludar a los familiares del beato Carda, que regaló el reloj a quien le quitó la vida, y como había traído a Roma, con intención de hacer algunos obsequios, varios relojes con la inscripción de mi Comunidad autónoma, me he permitido regalarle uno que llevaba puesto en mi muñeca como evocación de aquel triste hecho.

»A nadie le gusta morir; a mí no me gusta morir y pienso que cuando una persona se encuentra ante el trance de una muerte segura no habla ni actúa para la galería. Cuando aquellos hombres sabían que iban a perder la vida, cuando estaban seguros de su muerte, no hablaban para que luego recogiésemos sus palabras en un libro sino que cuanto decían hay que reputarlo extraordinariamente sincero. Por eso, tomé el libro de Vicente Cárcel Ortí y le leí a mi hijo lo que el beato Carlos Navarro Miquel decía a su hermana días antes de la muerte: “Se acerca la muerte, pero no todos los que mueran serán mártires. Para ser mártir se necesita no sólo que se nos mate sino conciencia limpia, obrar bien, perdonar al que mate; y no olvides este detalle del perdón cuando te llegue el momento. No olvides este detalle”. [Aquí los presentes me interrumpen con sus aplausos].

»También quisiera ser portavoz de un sentimiento de reconciliación; de lo necesario que es para España que nos reconciliemos los que históricamente hemos aparecido como enfrentados. Estoy convencido de que cuando las beatificaciones no se hacen para exhibir heridas ni para ahondar diferencias, pueden ser útiles para el entendimiento y para la reconciliación. Ojalá que en España nadie tenga que morir nunca más por ser sacerdote, o por tener unas ideas distintas a aquel que tiene la fuerza, la autoridad o el poder. Definitivamente, no es progresista fomentar actitudes anticlericales y creo que no tiene asiento topar con la Iglesia. Creo que es mucho más progresista y mucho más civilizado tratar de entenderse.

»El sentimiento religioso, la religiosidad, es un valor que, en cualquier caso, merece respeto. He conocido a mucha gente de Iglesia y tengo que reconocer que, en conjunto, me parece gente buena. La gente de Iglesia me ha planteado muchos problemas pero siempre he creído que los problemas que me planteaban no creaban especial dificultad. La gente de Iglesia me ha pedido el 0,7 por ciento para la cooperación internacional y creo que es una petición a la que no podemos cerrarnos. Cuando protestaban los del 0,7 por ciento, una autoridad gubernativa me consultó acerca de si debíamos desalojar a los que protestaban. Le contesté que más que desalojarlos habría que aplaudirlos [de nuevo, aplausos].

»He leído que el fundador de los sacerdotes operarios, el beato Manuel Domingo y Sol, decía algo así: “No sabemos si estamos designados a ser río caudaloso o gota de rocío; pero lo que sí sé es que no estamos destinados a salvarnos solos”. Estas palabras del beato se corresponden bastante bien con los versos de otra persona que por la intransigencia también se vio obligado al exilio. Me refiero a León Felipe y a sus versos: “No es lo que importa llegar solo y pronto / sino llegar con todos y a tiempo”.»

Al acabar, recibo parabienes. Especialmente me sorprende la cantidad de jóvenes seminaristas que quieren hacerme constar su gratitud por mis palabras. El embajador López de Aguirrebengoa asegura: «Hoy has hecho un verdadero servicio al Estado y no tengo la más mínima duda de que si se pusiera una urna en el Colegio Español te votarían todos». Martínez Somalo —el cardenal camarlengo— comenta en tono laudatorio a sus vecinos de mesa: «¡Qué tío! Yo sabía que el presidente de Castilla-La Mancha tenía carné de altos vuelos, pero ahora tengo que decir que es piloto de vuelos supersónicos».

Recepción vespertina en la embajada de España ante la Santa Sede. Saludo al escultor Juan de Ávalos y me comenta que «fui socialista y tuve el carné número siete en Mérida. Al acabar la guerra fui al exilio a Lisboa, y en un viaje a Madrid se acercó a mi estudio el arquitecto de la casa civil de Franco para que visitara con él el Valle de los Caídos, porque a Franco le había gustado mucho el grupo escultórico que yo había presentado a ese concurso». Me cuenta que «también soy el autor del monumento a los caídos encargado por un presidente de la Diputación de Ciudad Real, pero aquel cabrito dedicó el ángel a Franco, lo pusieron cerca de Valdepeñas y acabó destrozado por una bomba del GRAPO».

Miércoles, 4 de octubre

Los cojones pétreos del obispo de Cuenca

Viaje a Cuenca. Visito en el Palacio Episcopal a monseñor Guerra Campos, que acaba de ser operado de una hernia. Habla más de una hora. «Estoy a punto de la jubilación obligada —se lamenta—, porque el mes pasado cumplí los 75 años y no estaré mucho tiempo más aquí, ya lo verán ustedes…» y recuerda que «durante la República, con quince años, fui obligado a punta de pistola a inscribirme en un sindicato socialista». Cuando subíamos hacia su despacho, que es modesto y pobre, me he ido fijando en los distintos elementos decorativos de la casa y, la verdad, es que tienen un gusto extravagante. No hay adorno ridículo que no se encuentre en aquel casón: desde una imagen de plástico de la Virgen del Pilar con flores también de plástico hasta una silla de enea-plástico minúscula. No falta de nada. Especialmente llamativo es el león de piedra con el que se inicia la balaustrada en la escalinata. Domingo Muelas[37] nos cuenta que ese león está castrado porque, subiendo un cura las escaleras para ver al entonces obispo, don Inocencio Rodríguez, que le citaba con intención de amonestarlo, le dio unos golpes en el trasero al león diciendo: «Ay, Inocencio, Inocencio, ¡qué cojones tienes!». El obispo escuchó la expresión desde el descansillo de la escalera y al día siguiente mandó que, con un martillo y un cincel, le quitaran los genitales al león.

Recibo en Toledo a Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe. Me cuenta que trasladó de noche el archivo de la casa ducal de Medinaceli desde Sevilla a Toledo porque en Andalucía pretendían que el mismo quedase sujeto a la declaración de bien cultural que había iniciado la Junta de Andalucía sobre la Casa de Pilatos. El archivo de la Casa de Medinaceli llegó a Sevilla hace treinta años, tras llevar siglos en Madrid. Además, no tiene sentido que el Estado haya creado el Archivo de la Nobleza en el Palacio de Tavera de Toledo y que ahora cada región y cada pueblo empiece a quedarse con los archivos originales del marqués de turno y llenemos de telarañas esta sección de nobleza del Archivo Histórico Nacional, cuya sede ha costado construir y restaurar más de setecientos millones de pesetas. Por cierto, ¿quién diría que un Gobierno socialista presidido por Felipe González iba a crear el Archivo de la Nobleza?

Domingo, 15 de octubre

Garzón: «Prefiero creer a Roldán antes que a Belloch»

Cena en casa del juez Ventura Pérez Mariño. No asisto de buen grado, pero la vieja amistad con Ventura me decide a acudir. Él y Garzón están preocupados por el dinero que se les dio para compensar sus sueldos no cobrados de jueces desde que fueron candidatos del PSOE hasta que cobraron como diputados. Igualmente, les preocupa saber quién pagó el despacho que usaron. Me sorprende que sus preocupaciones aparezcan años después de los hechos. Cuando se quiere ser tan puros como ellos y se cobra una cantidad de cierta relevancia, lo primero que debe uno preguntarse es quién paga y lo segundo, declararlo a Hacienda. Mi contestación es clara: «Si alguien se interesa por la cuantía de lo que cobrasteis y por su origen, no tenéis más que mostrarles vuestras declaraciones de renta del año 1993 y todo estará claro».

Garzón trata de aparecer como un juez políticamente independiente que «he parado —dice— muchos golpes contra Felipe González». Le manifiesto mi extrañeza y le digo que «uno de los mayores golpes a Felipe González ha sido tu informe al Tribunal Supremo». Hace consideraciones acerca de la «posición de El País que ha sacado mi Informe de contexto porque yo me he limitado a hacer una relación circunstanciada de hechos sin valoración política». Garzón quiere quedar como persona que nada tiene contra el Partido Socialista, pero contra hechos no valen razones. Una de sus afirmaciones es que «todo estaría olvidado si Felipe hubiese dimitido en enero». Esa misma postura es la que he oído en varias ocasiones a Pedro Jota y la que sin duda les une intelectualmente en estos momentos.

Ventura dice que «no hubiese entrado de haber sabido lo que sé ahora». Me callo. Prefiero aparentar que tengo mala memoria. Sin embargo, al llegar a casa reviso mis notas y me refresco con la entrevista que Ventura me pidió en el Mesón del Asturiano de Illescas en 1993 (ver en este Diarios I la jornada del 20 de abril de 1993). Por lo menos sí sabía que Garzón recibió una confidencia siendo juez, antes de ser diputado, que «podría hundir el mundo y que afectaba al presidente del Gobierno», como también es un hecho que, siete días después de aquella confidencia, cerraron su trato electoral con Felipe y, en ocasión tan importante y tan cercana temporalmente —¡sólo siete días después!— a la revelación hecha a Garzón «que podría hundir el mundo», no le dijeron ni media palabra al presidente.

Garzón cree que Roldán ha devuelto el dinero de los fondos reservados y añade algo que no puedo aceptar: «Prefiero creer a Roldán antes que a Belloch». Esta afirmación es suficientemente significativa de su estado de ánimo frente al PSOE. En relación a Rafael Vera, Garzón se muestra confuso en sus apreciaciones. Por una parte habla bien de él y dice que ha trabajado mucho con su juzgado y, por otra parte, lo critica con dureza.

Acerca del cuartel donostiarra de Intxaurrondo asegura que «nunca quería ir porque allí se grababan las conversaciones». Ante mi pregunta de cuáles son los delitos del general Enrique Rodríguez Galindo, Garzón me contesta: «No te equivoques, tú no sabes nada y yo lo sé todo sobre este asunto. Además, todo va a salir y todo se va a saber». En cuanto a Perote, Garzón mantiene que «pese a todo, es un personaje con honor»[38]. Mi distancia con Baltasar y Ventura se acrecienta mucho esta noche. Que tenga más confianza en Roldán que en Belloch y que defienda el honor de Perote es muy fuerte. No puedo aceptarlo.

Lunes, 16 y martes, 17 de octubre

Por las Hoces del Cabriel no pasarán

Hablo con Rubalcaba y le doy cuenta de modo somero y rápido de la reunión de anoche. Me comenta: «Podías haberle dicho a Garzón que te contara si es verdad que Domínguez habló con él sobre el secuestro de Marey antes de ir a las elecciones con nosotros, y que te contara también cómo el fiscal Gordillo, su amigo, facilitó que el sumario siguiese abierto». Callo. Prefiero no echar más leña al fuego. Para finalizar, me lanza: «¿Con quién quiso entrevistarse Roldán cuando volvió a España? Era con Garzón. ¿Por qué será que quiso entrevistarse con Garzón?».

Alfredo Pérez Rubalcaba me informa de algo verdaderamente sorprendente y que constituye una grave deslealtad de Ventura y Garzón: «Estos dos jueces han mandado un escrito al fiscal general del Estado manifestando que tenían dudas acerca de la procedencia de los fondos que les pagaron en 1993. El fiscal general lo ha mandado al de Madrid y el de Madrid a la juez Coronado. También han enviado un escrito a la fiscalía manifestando que tú, Pepe Bono, les habías dicho que el dinero que ellos recibieron no procedía de los fondos reservados sino del Partido Socialista». Me quedo de una pieza. No puedo entender que ayer Ventura y Garzón no me dijeran nada de estos escritos en los que me mencionaban.

Llama la presidenta de Renfe, Mercè Sala, contestando a una llamada mía. Al decirle que quería que retrasara el cierre de la estación de Campo de Criptana (Ciudad Real), hasta marzo, me pregunta: «¿Qué pasa en marzo para que haya que esperar?». Le contesto que quizá en marzo haya elecciones y que muy probablemente ella deje de ser presidenta de Renfe. Trata de darme una lección moral diciéndome que es directora de una empresa en la que no tiene por qué hacer consideraciones políticas. Le respondo que no admito lecciones morales de quien dirige una empresa en la que tanto ruido de corrupción ha habido y en la que, sin duda, se deben producir irregularidades que nada tienen que ver con la pequeñez que yo intentaba plantearle. Cuando me muestro tajante, da marcha atrás y asegura que se informará del asunto y tratará de darme una explicación. Le digo que se olvide de lo solicitado pero que no olvide que está en Renfe porque hemos ganado unas elecciones: «¿Acaso crees que eres presidenta porque así estaba escrito en tu destino?».

Cena en mi despacho con Borrell, Lerma y Rubalcaba. Hablo, en un aparte, con Alfredo de los casos Marey, Lasa, Zabala y GAL. Me alegra verle en posiciones rotundas e invariables y en contra de cualquier licencia de los que hablan de luchar contra ETA «con red». Esta expresión es común entre algunos personajes. «La única manera de luchar contra ETA es con ganas, con muchas ganas de ganarles y hacerlo limpiamente, con la ley en la mano», me dice Rubalcaba.

Alfredo se muestra favorable a que Felipe no se presente: «Porque es incapaz de pedirle a la sociedad española que le absuelva de los males que le atribuyen. Es un problema de timidez». Manifiesto mi disconformidad absoluta con este posicionamiento y digo que Felipe es un toro de raza que se crece en el castigo y que estoy seguro que se presentará y «lo de pedir perdón es asunto más del partido que del presidente; no creo que proceda que se deba poner en plan penitente porque mucho de lo malo que le atribuyen es mentira y además está más que compensado por lo mucho bueno». Rubalcaba coincide totalmente y explica que no le entendí bien.

Hablamos del asunto que nos convoca, que es la autovía Madrid-Valencia a su paso por las Hoces del Cabriel. Mi postura es firme de cara a declarar espacio protegido la zona del Cabriel. Borrell habla en tono despreciativo de los valores ecológicos y me lanza: «No te envuelvas en la bandera ecologista». Me pide que retrase la decisión de declarar las Hoces parque natural para que de esa manera ellos puedan contratar las obras antes de la declaración de zona protegida. Me muestro firme y le hago ver que me quedan cuatro años como presidente del Gobierno regional mientras que a ellos quizá les quede sólo un mes. Percibo que quieren declarar de interés nacional la obra para evitar que Castilla-La Mancha la pueda parar. Borrell, que es inteligente pero no es astuto, me da la clave cuando pregunta a Emiliano García-Page sobre las fechas que manejamos para aprobar la reserva natural de las Hoces. Esa pregunta me alerta. Tengo que aprobar el decreto de las Hoces antes que ellos las declaren de interés nacional. En cuanto los despido, a las dos de la madrugada, redacto el decreto para aprobarlo esta misma semana. Me acuesto a las cinco de la mañana. Vinieron a por lana pero les pienso trasquilar. Mañana planteo el asunto en el Consejo de Gobierno.

El martes, 17, el Consejo de Gobierno de Castilla-La Mancha aprueba el Decreto que califica las Hoces del Cabriel como reserva natural. Llamo por teléfono a los ministros Rubalcaba, Borrell y Atienza para explicarles la declaración de las Hoces. Con Borrell la conversación es corta pero correcta. Me pregunta si por las Hoces podrá pasar algo y le digo que «podrán pasar las aves, los animales y tú mismo, si quieres aceptar mi invitación a un paseo, pero la autovía no pasará. De eso puedes estar seguro».

Jueves, 19 de octubre

El alcalde de Minglanilla no juega muy limpio

Esta mañana hay sesión en las Cortes Regionales pero no asisto. Así, me evito pasar entre los doscientos ciudadanos que venidos de Minglanilla y vestidos con unas camisetas en las que se puede leer: «Autovía sí, protección no», increpan a los periodistas y diputados que entran al Parlamento regional. Se muestran ofensivos; la verdad es que me importan poco políticamente. El alcalde de Minglanilla, Rogelio Pardo, diputado regional del PP, envió una carta el 31 de enero de 1995 al consejero de Agricultura, con membrete de su Ayuntamiento, para ofrecerse como intermediario de los propietarios de una de las fincas afectadas por la declaración de reserva natural para que la Junta la comprase a la sociedad CASPIMA, S. L. En su carta, sospechosamente, destacaba «el enorme interés ecológico de dicha finca». Es decir, tenía valor ecológico para la venta y, por lo visto, no lo tenía para ser declarada reserva natural a la que el alcalde-diputado tanto se opuso. ¿Qué buscaría este personaje? Con individuos de este calibre se pone de manifiesto que en el PP no parecen estar muy interesados por encontrar gente de altura para gobernar Castilla-La Mancha.

Comida con Juan Garrido, alcalde del PP de Albacete: «Trabajé en el PSP. Mi abuelo era guardia civil de abastos que iba por Salobre y era amigo de tu abuelo, Juan de Mata». Me manifiesta sus enormes diferencias con algunos correligionarios de Albacete y habla muy mal de Emigdio de Moya, el presidente de la Diputación, de quien dice que, aunque sea del Opus, «ni perdona ni olvida».

Miércoles, 25 de octubre

Solana quiere que se anuncie ya su candidatura

Hoy han resultado rechazados los Presupuestos Generales del Estado para 1996. Esta votación de rechazo tiene enorme importancia ya que es la primera vez que ocurre en los trece años de Gobierno socialista. Sin embargo, Felipe no disolverá las Cortes porque está muy condicionado por el procedimiento penal que se sigue en el Tribunal Supremo y en el que, legítimamente, espera resultar exculpado. Hasta que esa exculpación no se produzca no tomará decisiones en relación con el proceso electoral. Por si el día no tenía suficientes datos negativos, la juez María Jesús Coronado decide inculpar a Corcuera, a Vera y a Sancristóbal por el supuesto delito de malversación de fondos por haber utilizado irregularmente los fondos reservados.

A las nueve y cuarto de la noche acudo al Ministerio de Administraciones Públicas en la antigua Presidencia del Gobierno. Los primeros en llegar somos Eguiagaray y yo, y después se incorporan Obiols, Císcar, Almunia, Serra, Chaves, Quijano y por último Lerma que viene del Senado, de las votaciones del Código Penal. No asiste Solana que está en El Cairo, Saavedra que está en París y Jáuregui que tiene una cena en Bilbao.

Comenzamos la reunión contándonos Serra que se ha reunido con Xabier Arzallus para hablar de las comisiones de investigación del GAL y de Intelhorce. Arzallus no ha dado una contestación definitiva a las peticiones de Serra que básicamente se reducían a no aceptar la comparecencia de Felipe González en la comisión del GAL, aunque sí la de Serra y la de Benegas. Se pretende que no tenga que comparecer en la comisión ninguno de los que ya han comparecido en los sumarios correspondientes. Serra nos dice que Arzallus quedó en contestar el lunes. También nos comenta Serra que «hablamos de estos asuntos y del precio que tendremos que pagar…».

En relación con el suplicatorio de Barrionuevo, nos informan que Alfonso Guerra ha cenado con el ex ministro y su mujer. En esa cena ha defendido su teoría de que «ya es hora de dejar la defensa meramente jurídica que nos conduce al caos y empezar con una defensa política que será más eficaz». Serra destaca la contradicción de Alfonso Guerra que, mientras estuvo con el peligro de que se le pidiera un suplicatorio, se manifestaba partidario de la defensa jurídica a ultranza. Sin embargo, cuando ya no tiene peligro personal desde el punto de vista jurídico aconseja a los demás que sí lo tienen que se metan en confrontaciones políticas. Al parecer, Guerra había aconsejado a Pepe Barrionuevo que ganase tiempo y no aceptase el planteamiento de rapidez que se le sugería desde el Gobierno.

En efecto, Barrionuevo tiene un mes de plazo para contestar a la comisión del Estatuto del Diputado cuando ésta reciba la solicitud de suplicatorio. Si lo hace con rapidez y con urgencia, el pleno del día 8 de noviembre podría estudiar el suplicatorio de Barrionuevo y concederlo. En ese caso, el proceso se aceleraría y todo hace indicar que el Tribunal Supremo podría exculpar al presidente con cierta rapidez. El Tribunal Supremo, según todos los que saben algo de este asunto, está dispuesto a exculpar a Felipe González pero no lo hará antes de escuchar a Barrionuevo y de proceder a los correspondientes careos con los que le han acusado. Por esta razón es muy importante la urgencia en la declaración de Barrionuevo. Císcar nos dice que «Barrionuevo no se ha llevado dinero». Quijano y yo hacemos una firme defensa de Barrionuevo, aunque la verdad es que todos coinciden en su inocencia.

Todos nos mostramos de acuerdo en que si Felipe González anuncia que no va a ser candidato, es probable que lo procesen. Serra ratifica esta postura y añade que «los magistrados más cercanos a nosotros nos advierten que una retirada de Felipe González sería tanto como su procesamiento seguro. Actualmente hay cuatro magistrados que quieren procesar a Felipe, a los que se ha unido un fascista recién ingresado en el Supremo en sustitución de Barbero… Si el día 8 se concede el suplicatorio de Barrionuevo —concluye—, para Navidad podríamos tener la exculpación de Felipe González».

Joan Lerma cree que no hay que esperar a las exculpaciones y que tendríamos que hacer ya el calendario electoral contando con que Felipe sea el candidato. Serra y Almunia manifiestan que ésa es una eventualidad imposible y que «Felipe —dice Almunia— no va a ser candidato en ningún caso; de tal manera que si es exculpado anunciará que no es candidato pero que se encuentra libre de sospecha, y si no es exculpado dirá que no puede ser candidato porque no está clara su inocencia ante los tribunales».

Císcar y Serra insisten en que diseñemos la estrategia electoral «como si Felipe no fuera el candidato». Yo me resisto a aceptar este planteamiento. Creo que hay que insistir a Felipe para que se presente si quiere salir con honor. Comenta Narcís que se lo han pedido Botín e Ibarra y que se encuentra absolutamente inmóvil en su postura de no presentarse. Obiols considera que Felipe debe presentarse a las elecciones aunque se vaya inmediatamente después de los comicios. «No puede vaciar la piscina —dice Obiols— antes de que nos hayamos tirado a la misma y lo único razonable es que cuando nos hayamos tirado le quite el agua». Yo insisto en que tenemos que ver de nuevo a Felipe y que estas decisiones electorales deben tomarse en presencia del secretario general sea o no sea candidato.

Serra nos comenta que ha comido con Solana y que éste se encuentra «muy jodido y que pide que hablemos este fin de semana con Felipe para aclarar la situación y que su candidatura quede clara con rapidez porque no puede aceptar la nominación como candidato a finales de diciembre». Se hacen bromas en relación con Solana, y Serra se refiere a él no por su nombre sino como la hipótesis. Por eso llega a decir «cené con la hipótesis…». Císcar manifiesta que es muy poco apetecible que Borrell esté permanentemente haciendo campaña mientras que Solana está siempre en el extranjero. Solana, según Serra, cree que Borrell y Belloch están haciendo campaña y él se encuentra en situación muy desventajosa. «Llama por teléfono —dice Serra— desde Bariloche y desde cualquier sitio del mundo en que encuentre un teléfono para quejarse de su amarga situación…»

Chaves propone que los allí presentes vayamos a hablar con Borrell para decirle que no le apoyamos. Lerma y yo nos oponemos a ir a ver a Borrell y creemos que lo que hay que hacer es animarle, no vaya a ser que el día de mañana pueda afirmar que no se presentó porque le quisimos interrumpir su libre opción.

Nos informa Císcar que las encuestas van mejor y manifiesta su sorpresa porque el PSOE no se haya querellado contra Moreiras cuando éste afirmó que el PSOE había recibido 600 millones de pesetas. Lerma y yo bromeamos diciendo que nos vamos a querellar contra Moreiras y Mario Conde para que digan quién recibió los 600 millones que dicen haber entregado al Partido Socialista. Císcar afirma que «no es justo que todos los militantes paguen por una acusación de esta naturaleza».

En un momento final del encuentro, Lerma, que cena a mi lado, me dice que él estaba dispuesto a admitir cualquier itinerario para la autovía Madrid-Valencia siempre que no produjera retrasos en su ejecución. Le digo que eso no me lo había comentado nunca y que hubiese sido muy bueno que se hubiese puesto de acuerdo conmigo en vez de buscar el acuerdo con Borrell. Me contesta que «yo aceptaría que fuera por cualquier sitio pero sin mi consenso». No le entiendo y lo que entiendo prefiero no tenerlo en cuenta. Terminamos la reunión a la una y media de la madrugada.

Volviendo a Toledo tengo sensación de impotencia y de incapacidad colectiva. No es admisible que la voluntad de Felipe González, por cierto no expresada y sólo insinuada, nos tenga paralizados. Hemos de cambiar muchas cosas en la organización del partido y, reconociendo a Felipe sus innegables méritos y servicios al país y al socialismo, quizá ha llegado la hora de desposeernos de estos pies de plomo que nos impiden caminar y pensar por nuestra cuenta.

La situación no puede ser peor. Aunque… quizá empeore.

Jueves, 26 de octubre

El PP y la mujer

Escándalo en las Cortes regionales porque el diputado del PP, Domingo Triguero, manifiesta lo siguiente: «Una cooperativa de mujeres que quieran aprender a hacer potajes o a barrer casas es una buena cooperativa de mujeres, pero no es una cooperativa agrícola de las de verdad». En esta opinión no se está hablando de la naturaleza jurídica del cooperativismo sino de la posición del Partido Popular, que no quiere enterarse de que la mitad de la humanidad ha sido discriminada desde la noche de los tiempos, y que hay que hacer leyes y tomar disposiciones en su beneficio.

Sus diputados regionales, con perseverancia digna de mejor causa, quieren suprimir la dirección general de la Mujer. Resulta llamativo lo que han llegado a afirmar: «La propia creación en sí de esta dirección supone ya la discriminación, señores; supone el resurgir del feminismo», como dijo el diputado popular José Díaz García y recogió el Diario de Sesiones de las Cortes regionales, del 21de diciembre de 1989.

El diputado regional del PP, Gumersindo Navarro Alfaro, compara la promoción de las mujeres con la de las lentejas, el champiñón, el vino o los quesos y lo dice en la tribuna de oradores de las Cortes regionales: «Cuando ahora se habla de promocionar, y en Castilla-La Mancha tenemos muchas cosas que promocionar, y siento que no está aquí nuestro consejero de Agricultura porque él promociona las lentejas, promociona el champiñón, promociona el vino, promociona los quesos, y es muy bueno y nos hace falta que se conozcan y se vendan porque es nuestra fuente de vida y nuestra riqueza; pero ¡promocionar las mujeres de Castilla-La Mancha! Pero… ¿adónde vamos a llegar? ¿Promocionar a mi mujer, a las mujeres de sus señorías, a nuestras hijas? ¡No!».

Lunes, 30 de octubre

El sabio Martín Villa prefiere «ciudades con obispos y sin gobernador: tienen buenos restaurantes, buenas librerías y mucha tranquilidad»

Hoy El Mundo publica que en el cuartel de Intxaurrondo se sorteó entre los guardias civiles quién saldría responsable de la muerte por torturas del etarra José Ignacio Zabala. La tortura es algo que me supera, no la admito ni en la hipótesis del más perverso delincuente.

La Comisión Ejecutiva Federal comienza con una intervención muy corta de Felipe González. Rodríguez Ibarra es contundente: «Yo aplaudía y aplaudo los golpes a ETA, he recibido muchos cadáveres de guardias civiles en Talavera la Real asesinados por esos hijos de puta». Le apoyo y aseguro que no me agrada la muerte de nadie pero si un etarra lleva una bomba para ponerla en un colegio prefiero que le explote a él antes de colocarla. Rubial toma la palabra para reclamar que corresponde a Felipe González decidirse: «Ya nos estás jodiendo… tienes que decir sí o no». Felipe contesta que no está dispuesto a pronunciarse sobre su candidatura, a no ser que la Ejecutiva lo decida de modo mayoritario.

Comida en Los Porches con Rodolfo Martín Villa. Rodolfo me habla de don Marcelo y de su estancia en Barcelona: «Tanto a don Marcelo como a Guerra Campos se les arrinconó en el ámbito conservador, pero los dos tenían orígenes progresistas en lo social». Se refiere también a otros prelados: «Durante mi época en Barcelona, tras las ejecuciones de septiembre de 1975, tuve una conversación con el cardenal Jubany que, ante la posibilidad de que pudieran producirse nuevos Consejos de Guerra y nuevos fusilamientos y ante el fracaso con el que había concluido en aquel septiembre una fallida intercesión del Papa, me preguntó quién podría hablar con Franco para pedir su indulgencia. Le contesté, con cierta juvenil ingenuidad, que la viuda de Carrero, una persona a la que yo no conocía, pero que me parecía que dispondría de alguna autoridad como viuda de un asesinado por ETA, y que sería bien recibida y escuchada en El Pardo. Jubany quedó en hablar con Tarancón, a quien yo entonces tampoco conocía, para que le ayudara a tomar contacto con esta señora». «Algunos obispos —añade— fueron de gran utilidad en orden a la concesión de la amnistía. Facilité una lista de familiares de asesinados por ETA para que monseñor Echarren y los otros obispos auxiliares de Madrid, junto con Tarancón, pudieran influirles positivamente». Martín Villa no pierde detalle al referirse a otros purpurados: «Alberto Iniesta era como un buen cura de Albacete al que de pronto le hubieran obligado a dar el salto a la condición de obispo del Vallecas de entonces, con problemas obreros a los que era muy sensible. Vitorio Oliver tiene gran bondad natural, es un gran latinista y Echarren tiene una gran formación social que le hace muy sensible a los planteamientos obreros».

Le planteo los dos temas por los que le he llamado. En primer lugar, hablamos de la fusión de las cajas de ahorro. Se muestra partidario de poder mediar para que nos entendamos en el caso de la de Castilla-La Mancha. La segunda cuestión que le planteo es la necesidad de que haya puentes de entendimiento entre la derecha y la izquierda. Concretamente le sugiero la conveniencia de un club, una fundación o un lugar de encuentro entre el PP y el PSOE para la defensa de los valores que España representa tanto a nivel cultural como histórico y lingüístico. Se muestra muy favorable.

Dedicamos parte del almuerzo a hablar de la situación actual. Martín Villa considera que: «En el PP hemos hecho nuestra particular transición partidista con Aznar y que, aunque en principio no apareciera como una gran figura histórica, ha servido muy bien. Aunque no lo creáis, Aznar es una buena persona y puede ser un excelente presidente del Gobierno que no va a intentar haceros daño personal. Creo que Felipe González le desprecia, y eso me parece muy malo, ni siquiera acudió al hospital en ocasión del atentado que sufrió. Aunque detrás de ese bigote que, a veces, parece una mampara separadora, no es difícil descubrir a la persona y pienso que no me equivoco si afirmo que Felipe no ha tratado con la consideración debida a quien puede ser presidente del Gobierno. Aznar es una persona con la que tenéis que contar ya que es quien ha conseguido hacer la transición desde la derecha. Fraga construyó a la derecha desde la intemperie, no desde el poder, y Aznar ha conseguido consolidar ese proceso». Le hablo directamente de la posibilidad de un indulto para Barrionuevo, si se produjera una condena. Martín Villa cree que «no es problemático que Aznar lo concediese. Incluso personas que pudieran parecer más exigentes, como Federico Trillo, posible presidente del Congreso, actuaría en este campo con planteamientos institucionales».

Sobre nuestros asuntos en el Tribunal Supremo me comenta que Fernando Cotta, presidente de la Sala Segunda «fue director general de Justicia con Landelino, es un hombre muy conservador pero, ante todo, es un juez».

«Yo sigo suscrito al BOE —prosigue Martín Villa— y durante vuestro mandato he encontrado en sus páginas perlas como la que nombraba a Ezquerra jefe de la misión española ante la Santa Sede para la beatificación de unos sacerdotes fusilados durante la guerra civil y en el decreto se hablaba de “asesinados en julio de 1936”. Le mandé una nota a Múgica en la que decía que sólo os faltó añadir “por las hordas marxistas”». Otro de los comentarios de Martín Villa se refiere a la entrada de Belloch en el Ministerio del Interior: «Felipe González, cuando llamó a Belloch, debió haberle explicado la situación que se iba a encontrar y éste podría haber aceptado o rechazado, pero lo que no es razonable es que Felipe quisiera actuar de modo justiciero cuando su responsabilidad, por supuesto sólo política, en el tema del GAL parece innegable». Sobre el general Emilio Alonso Manglano me cuenta que no le merece demasiado respeto ya que «siendo yo presidente de la comisión de Presupuestos, fue llamado a informar, y ante una pregunta de IU relativa al número de espías que España tenía en el Norte de África, comenzó a hablar queriendo contarlo todo, y tuve que cortarle y decirle que no siguiese dando ese tipo de detalles».

Respecto a Suárez, Martín Villa me comenta que tiene una relación escasa aunque le ve a menudo: «Suárez se ha enfadado mucho con el libro sobre Torcuato Fernández Miranda[39], pero le he aconsejado que no haga nada». Al final está presente la idea de Torcuato sobre la Transición que, a su parecer, tuvo un empresario, el Rey, un autor, el propio Torcuato, y un actor, Adolfo Suárez. De Arias Navarro opina que era «una persona a la que, en materia de cambio político, su corazón no le dejaba hacer lo que le pedía su cabeza». Me comenta también que fue miembro del Consejo del Reino y que la primera y la única vez «que estuve sentado en una mesa con Franco en relación a un asunto de trabajo fue con motivo del consejo de guerra de Burgos. Estaba de vacaciones en el sur y recibí una llamada para una reunión del Consejo. Volví a Madrid, nos reunimos con Alejandro Rodríguez de Valcárcel por la mañana e inmediatamente después de comer nos trasladamos a El Pardo. Valcárcel, en tono exuberante, se refirió a Franco como la espada más limpia de Occidente y Franco se limitó a agradecer nuestra colaboración y comunicarnos lo que sin duda ya tenía decidido, que era el indulto a los condenados en ese Consejo de Guerra».

Martín Villa es persona que ha servido con lealtad. Habla de un modo que inspira confianza. Se trata de alguien que quiere ya disfrutar de la vida y que no está dispuesto a meterse en muchos más conflictos. Bastantes ha padecido. Prueba de ello es su afirmación final: «Me gustan las ciudades donde hay obispo, pero no gobernador, tales como Plasencia, Astorga, Vic… En ellas suele haber buenos restaurantes, buenas librerías y mucha tranquilidad».

Miércoles, 8 de noviembre

Los espías, las heces de Ceaucescu y el comunismo

Hoy recibo al comandante cubano y vicepresidente José Ramón Fernández, el Gallego Fernández. Desayunamos en el palacio de Fuensalida. Al comentarle que el dictador rumano, Nicolae Ceaucescu, había ordenado cambiar los sanitarios en Fuensalida cuando estuvo de visita oficial y lo hospedaron aquí, me dice que no le extraña porque a Kruschev los norteamericanos le analizaban los excrementos cuando hacía uso de los retretes del complejo de Naciones Unidas en Nueva York.

Llaman Fernando López Carrasco, Cercas y el ministro de Agricultura para felicitarme porque el Congreso ha aprobado definitivamente la Ley que declara Cabañeros como Parque Nacional. La noticia me produce extraordinaria satisfacción; después de tantos años y de tantos padecimientos, todos los grupos parlamentarios votan a favor del Parque Nacional de Cabañeros. La decisión del Ministerio de Defensa en 1981 de instalar un polígono de tiro en Cabañeros, desoyendo distintos informes sobre su riqueza ecológica, fue el primer gran conflicto que planteé como presidente de Castilla-La Mancha. Me enfrenté al Gobierno de Felipe González y especialmente a su ministro Narcís Serra. Al principio, nadie daba un duro porque obtuviésemos éxito en nuestra protesta. El Partido Popular, como casi siempre hizo en Castilla-La Mancha, no apoyó nuestra reivindicación y, concretamente, votaron en contra del dictamen de las Cortes regionales oponiéndose a la instalación del campo de tiro en Cabañeros (Diario de Sesiones, de 30 de noviembre de 1983). Ese día, Javier Rupérez, diputado del PP, protagonizó el primer acto de una comedia ridícula. Dijo en las Cortes: «Es muy fácil montarse en el caballo de la ecología. Si me hubieran dicho que en el coto de Doñana se fuera a instalar un polígono de tiro, hubiera sido el primero en levantar mi voz para decir que allí no se instalara». El segundo acto del divertido vodevil lo protagoniza también Rupérez declarando al diario ABC (6 de marzo de 1987): «Me tumbaría sobre Cabañeros para salvar la finca».

Comida en el despacho con Cándido Méndez, secretario general de UGT, a quien acompaña Fernando Campos, secretario regional. Están conmigo Máximo Díaz Cano y Alejandro Alonso. Méndez me causa buena impresión, la de un hombre bueno. Habla del grave inconveniente que para ellos ha supuesto la crisis de la cooperativa de viviendas PSV: «No estaré tranquilo —dice— hasta que no se entregue la última casa al último cooperativista. La mala gestión ha sido la causante de ese desastre, no hay que buscar delitos porque no los hay, hay despilfarro y mala gestión. Carlos Sotos, el gerente, gastó entre doscientos y trescientos millones con la Visa Oro. En la célebre foto en que aparecen Redondo y Sotos poniendo la primera piedra de la cooperativa, la pala que manejaba, de tamaño casi real, era de plata de ley». ¡Qué locura!

Viernes, 10 de noviembre

Juan Rubio: «Abril Martorell nos pidió cincuenta millones para UCD y, por supuesto, se los dimos»

Escucho en la SER una historia sobre la declaración de Javier de la Rosa según la cual entregó 12.000 millones de pesetas a Manuel Prado y Colón de Carvajal. Trata de que todos dirijan sus miradas hacia el Rey que, por cierto, hoy mismo me llama: «Mira, Pepe, te llamo porque el día 22 cumplo veinte años como Rey y quiero que lo celebréis conmigo un grupo de amigos a los que os considero leales. Se trata de tomar una copa y estar juntos, sobre las doce de la mañana. Te enviaré una carta pero a algunos he querido llamaros antes por teléfono».

Cena en la finca «El Cerrón», de Juan Rubio, en Retuerta del Bullaque, Ciudad Real, que fue propiedad del general Prim. Juan nos cuenta que estuvo hace unos días en una montería con Prado y Colón de Carvajal y que éste le manifestó: «Se va a producir un fuerte ataque contra el Rey porque quieren hacerle abdicar». En otro momento, Juan recuerda que «Abril Martorell fue el primer recaudador de dinero político que conocí: nos reunió a un grupo de empresarios aceiteros y nos pidió cincuenta millones de pesetas para UCD y, por supuesto, se los entregamos».

Miércoles, 15 de noviembre

Serra: «Si Solana manda en la OTAN, se acaba la guerra en Bosnia porque los bosnios preferirán la paz al abrazo de Solana»

Comida en Los Porches con Isidro Hernández Perlines y el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir al que planteo la necesidad de hacer una pequeña presa en la Peña de las Yegüas, en Zapateros, cerca de mi pueblo[40].

A las cinco, el Rey nos recibe al Consejo de Gobierno de Castilla-La Mancha y al presidente de las Cortes, José María Barreda. Le encuentro decaído. Me sorprende la cantidad de pequeños silencios que se establecen y las dificultades para poder mantener una conversación fluida con el Monarca. El Rey se interesa por la reservas de agua y por la agricultura. Al acabar la audiencia, me quedo un rato más para hablarle de la situación política. Percibo que se esfuerza en escucharme, pero me da la sensación de que no tiene buen oído: «Le quiero hablar desde la lealtad, desde la preocupación y, por supuesto, desde la sinceridad. Creo, Señor, que estamos a las puertas de un grave enfrentamiento. Muchos españoles no comprenderán que vaya a la cárcel Barrionuevo, que ha luchado contra ETA, y que los etarras salgan de prisión con más o menos facilidad».

A la salida de la audiencia nos encontramos con la jefa de prensa de la Casa Real, Asunción Valdés, que trata de trasladarnos la doctrina oficial sobre el caso De la Rosa. Según ella, se trata de «un lío entre financieros». Le contesto: «La lealtad nos obliga a defender al Rey desde la verdad. Los que estáis cerca debéis prevenirle y defenderle de las acechanzas de los financieros y de los sinvergüenzas que creen que con dinero se puede hacer todo. Los banqueros que manden en sus bancos, pero en esta Casa deberían venir “a mirar y dar tabaco”, como se dice de los mirones en el juego del mus. Lo que no es aceptable es que pretendan influir en los nombramientos». Asunción Valdés se queda algo sorprendida de mi contestación pero me hace un gesto que interpreto como de leal aquiescencia al Monarca.

A las siete de la tarde reunión en la Moncloa, en el salón de columnas. Asistimos Císcar, Quijano, Jáuregui, Almunia, Serra, Chaves, Obiols, Eguiagaray, Lerma y yo. Felipe González aparece en pantalones vaqueros. Comienza Císcar, diciendo que los allí presentes queremos que Felipe sea nuestro candidato a las próximas elecciones generales. Felipe comenta: «Me da un apuro horroroso hablar de este tema porque no estoy en condiciones de tirar del carro. Considero que es muy mala la personalización del proyecto; como sabéis, en 1993 también quise irme después de haber anunciado en 1989 que sería mi última legislatura. Sin embargo, me vi obligado por la situación de crisis económica a seguir como candidato. Ahora no puedo, porque estoy al límite de mis fuerzas. Por ejemplo, para dar el pasado mitin en Barcelona estuve dos días sin descansar. Lo pasé muy mal porque a mí los actos públicos siempre me ponen nervioso. Me sentí a gusto durante el mitin pero pasé dos días muy malos. Si eso me ocurre con un solo mitin, ¿qué me ocurriría si tuviera que dar todos los mítines de campaña? Para colmo, al volver de Barcelona tuve que estar la tarde del sábado en una reunión interminable desde las tres hasta las once de la noche con los líderes socialistas europeos. Y el domingo, que pensaba descansar, me llamó el Rey para despachar toda la mañana sobre el asunto De la Rosa. En Barcelona, además, me di cuenta de que ya no hacen caso a mis propuestas. Antes hacía una indicación y parecía una consigna, pero ahora la gente no me hace caso».

«Mi postura —concluye Felipe— es que hay que elegir ahora en caliente a un candidato y no tenemos tiempo para someterlo a un procedimiento distinto de lo estatutario. Hay que elegir un candidato a través del Comité Federal y arroparlo. No nos puede ocurrir como en 1991 en que tuve la previsión de que quizá Serra pudiera sustituirme y así lo comenté a Alfonso pero aquello no dio más resultado que un encanallamiento contra Narcís. Solana no está tocado por ningún escándalo y esto es bueno, y además tiene la virtud de llevarse bien con los periodistas, cosa esta que parece unida a la condición de ministro de Exteriores como también le ocurría a Paco Ordóñez. Ahora bien, ¿valdrá? Ayer me llamó para decirme que los alemanes y los franceses le han planteado que sea él el nuevo secretario general de la OTAN y tengo la impresión —continúa González— de que está tocado por esta oferta. No es nada difícil que pueda serlo porque se lleva bien con el secretario de Estado norteamericano y yo no estoy legitimado para decirle que no sea candidato porque deba sustituirme a mí». Serra me dice en voz baja que «si Solana llega a ser secretario general de la OTAN se va a acabar la guerra en Bosnia porque los bosnios preferirán la paz a los abrazos de Solana».

Felipe considera que no debemos condicionar la decisión de elección de candidato a la resolución del Tribunal Supremo por el caso GAL: «Un buen día para la exculpación es el anterior al Consejo Europeo. Estos magistrados supremos pueden ser sensibles a un hecho de esta naturaleza y es probable que no quieran que el Consejo Europeo sea presidido por una persona que está sometida a investigación y a sospecha en la causa del GAL». Agradece que no insistamos en su candidatura, porque «estoy muy cansado, física y psíquicamente, y aunque no pienso retirarme porque yo muero con las botas puestas, no me encuentro con fuerzas para ser candidato».

Me sorprende esta otra afirmación del presidente en alusión a Aznar: «Puedo ganar a ese personaje, pero no creo que deba presentarme. La derecha quiere acabar con las conquistas sociales que hemos conseguido y está exagerando tanto la situación que puede llegar a parecer ridículo el ambiente en el que vivimos. No me siento tentado a presentarme —insiste— porque creo que si hago la campaña como debo, al final tendréis mi funeral». Se pone tan tétrico que Narcís Serra, que está a mi lado, coge un bolígrafo y escribe en mis notas un «RIP» al lado de la palabra funeral. «Lo malo —continúa Felipe— es mi jodida tendencia a no dramatizar pero quiero que sepáis que he tenido más ambiciones para mi país de las que el propio país ha tenido consigo mismo. Yo no acepto la idea de Calvo-Sotelo de que éste es un país de putas y de camareros. Quiero seguir trabajando por el proyecto socialista pero no me pidáis que lo haga desde la Presidencia del Gobierno». Lo de no dramatizar hablando de su funeral resulta llamativo.

Cuando Felipe acaba su intervención tomo la palabra y le digo: «Yo creía que tenías una buena razón para no presentarte, pero después de oír tus palabras me doy cuenta de que las únicas razones que alegas son irrelevantes en el ámbito de la política. Que te encuentres cansado, muy cansado, no es una razón para abandonar el barco en estas circunstancias. Has dicho que en 1993 seguiste por la situación de crisis económica en que se encontraba el país. Pues bien, la situación actual es bastante peor que la que en 1993 te motivó a seguir. Tus argumentos son buenos para tus hijos y para tu mujer, pero en política no sirven y eso lo sabes tú mucho mejor que yo. No te conozco desde el punto de vista personal, pero creo que cometes un tremendo disparate, ya que incluso en el ámbito personal vas a ser muy duramente juzgado si nos abandonas en los momentos más difíciles que estamos atravesando. No puedes pedirnos que elijamos a tu sustituto porque tú eres el secretario general y sabes muy bien que este partido se ha hecho a tu imagen y semejanza, y nosotros no sabemos elegir a tu sustituto porque todas las decisiones las has tomado tú y si hemos pensado en Solana es porque creemos que es la persona que tú quieres que te sustituya, pero cuando hablamos en tu ausencia todos hacemos bromas por su carácter componedor. El partido tiene que cambiar y es verdad, como tú dices, que tenemos que despersonalizar el poder pero para eso necesitamos un tiempo y tu colaboración, pero no tu despedida. Yo no estoy en absoluto de acuerdo con tu decisión y hemos venido a decírtelo. Si persistes en la idea de no presentarte tendremos que soportarla pero, en ese caso, yo personalmente preferiría retirarme del grupo de dirección del partido porque considero que no tendríamos nada que hacer y sería malo que nuestra presencia encubriera una opinión que no compartimos acerca de una campaña con otro candidato que nos seas tú». Felipe replica: «Yo creía que éramos una familia socialista a la que se podía hablar de sentimientos».

Manolo Chaves considera muy negativo que Felipe no sea el candidato. Chuchi Quijano dice que «si te vas, unos interpretarán que huyes de la derrota segura y otros creerán que no quieres ayudar a la victoria».

Cuando estamos acabando, Felipe hace varias referencias como tratando de reconciliarse conmigo: «Imagino —me dice— que mantienes la invitación a la matanza, a pesar de que no me presente como candidato». Le contesto que «mantengo la invitación, entre otras cosas porque vas a ser el candidato». Se sonríe. En ese momento, por la sonrisa, tengo la certera intuición de que Felipe González no se retira; será candidato.

Lunes, 20 de noviembre

Ibarra: «Soy de la Ejecutiva, por tanto yo no sé nada»

Ayer se celebraron, anticipadamente, las elecciones catalanas. Las encuestas han vuelto a equivocarse de plano. CiU ha ganado, aunque ha bajado mucho más de lo que se esperaba y se aleja de la mayoría absoluta. El Partido Socialista (PSC) ha perdido seis escaños, y el PP pasa de siete a diecisiete. Que Pujol no haya conseguido la mayoría absoluta significa, para mi personal currículum, que soy el único presidente de Comunidad que atesora cuatro marcas de esta naturaleza consecutivas. Pese a todo, Pujol gobernará con los votos del PP.

Hoy se cumplen veinte años desde la muerte de Franco. La sala de la Comisión Ejecutiva Federal está bastante vacía. Por primera vez, desde que soy ejecutivo, no asiste Rubial y preside Felipe González. Analizamos los resultados electorales de Cataluña. Obiols manifiesta que le parecen «buenos» y que «nuestro descenso de un 2,5 por ciento es llevadero. Sobre la subida del PP, si yo fuera ellos, me tomaría una copa pero no dos, porque no han llegado a tener los resultados que obtuvo en Cataluña la UCD».

Cuando se va Felipe, Guerra se crece y parece otro hombre. Ibarra hace bromas acerca de lo poco informada que está la Ejecutiva de lo que pasa en el partido y comenta que hace unos días le preguntó un periodista por el candidato a las próximas elecciones y él le contestó: «No sé cómo me pregunta usted eso, ya sabe que soy de la Ejecutiva y, por tanto, no sé nada de nada».

Martes, 21 de noviembre

«Quien quiere ser Rey no puede decir todo lo que sabe, ni juzgar todo lo que ve, ni creer todo lo que oye»

Recibo al Príncipe Felipe en el Teatro Rojas de Toledo para la entrega de premios de la Real Fundación de Toledo. Hay muy pocos socialistas en la sala. Abundan las corbatas de Hermès con motivos ecológicos, los condes, los marqueses, y la clase pudiente toledana. Las palabras que se pronuncian parecen vacías, meros halagos. Especialmente meloso y cortesano se manifiesta el marqués de la Esperanza. Es muy contrario a la Ley del Mecenazgo y al Gobierno de Felipe González. Tomo notas para contestarle adecuadamente. La ministra de Cultura, Carmen Alborch, admite que es perfectible y que no todas las cosas que contiene son buenas. No me agrada del todo esta concesión al marqués, e improviso una respuesta que me parece educada y cortés pero dura. Básicamente digo que no debe confundirse a los mecenas con la aristocracia y que hay fundaciones que viven más del dinero público que de las aportaciones de sus patrones.

El Príncipe habla sin leer. Puedo comprobar bien esta circunstancia porque me encuentro sentado a su lado y veo cómo ha ido tomando notas durante el acto para organizar su intervención. Sin duda es el heredero más valioso y preparado que ha tenido la dinastía de los borbones en toda su historia.

Para trasladarnos al helicóptero subo en el Mercedes del Príncipe porque así lo indica él. Hablamos de la situación política. El Príncipe me habla de usted. Mi impresión es que quiere ser amable pero tiene una rigidez que le impide ser clasificado como un típico borbón en lo que a las relaciones naturales y espontáneas de éstos se refiere. Hablamos de las palabras que ha escuchado en el acto. Sonríe a algunos de mis comentarios sobre los aristócratas actuales y escucha con atención cuando le digo: «Quien quiere ser Rey no puede hacer todo lo que puede, ni decir todo lo que sabe, ni juzgar todo lo que ve ni creer todo lo que oye». «Eso debería copiarlo», me dice. «No hace falta —le contesto— lo lleva usted en el genotipo, por parte de madre».

Miércoles, 22 de noviembre

Veinte años de reinado de Don Juan Carlos

Recepción en la Zarzuela para celebrar el vigésimo aniversario de la proclamación del Rey. Felipe González dice que seguirá defendiendo el Plan Hidrológico porque es la única solución para la distribución del agua en España. Habla de que en el Ebro se vierten al mar 1.700 hectómetros cúbicos que pueden ser considerados como excedentarios. Le urjo a que trabaje en esa dirección «aunque tu ministro ya ha firmado un documento con todos los partidos de Aragón asegurando que no saldrá ni una gota de agua del Ebro, ni siquiera desde su desembocadura… Teniendo el Tajo que ya trasvasó Franco desde su cabecera de cuenca, ¿para qué indisponerse con los aragoneses?». No le agrada mi apostilla.

Hablo con Rubalcaba acerca de la candidatura de Solana a la secretaría general de la OTAN. Alfredo es de los que cree que Felipe no debe presentarse y por eso no está de acuerdo con que Solana vaya a la OTAN: «Voy diciendo que no sabe inglés —asegura Rubalcaba—, que sus estudios no fueron en Columbia sino en Colombia y que es un enemigo enardecido del atlantismo…». Rubalcaba me reconoce, ya en serio, que Solana es «el más raspa de todos nosotros» y que se está moviendo con el fin de conseguir ese puesto.

Entrego al pintor Manuel López Villaseñor, en su casa de Torrelodones, la medalla de oro de Castilla-La Mancha. Nos acompaña el escritor y dramaturgo Paco Nieva. Se emociona Villaseñor y casi no puede hablar.

Lunes, 27 de noviembre

El magistrado Cotta es irascible y le gustaría «desalojar a Felipe del poder»

Comida con el magistrado del Supremo Joaquín Martín Canivet. Es un antiguo conocido con quien hice amistad en el despacho de Morodo. Me da cuenta con bastante sinceridad de la situación de sus colegas en la Sala Segunda. A su juicio, no hay ninguno que esté predeterminado por razones ideológicas a absolver o a condenar a nadie por el asunto del GAL; aunque «a Cotta le gustaría hacer el servicio histórico de poder desalojar al presidente del Gobierno, no lo hará si no tiene pruebas para juzgarlo. Cotta —prosigue— fue director general con Landelino porque es pariente suyo. Se trata de un hombre irascible y muy derechista». Respecto a Barrionuevo opina que «está mal aconsejado jurídicamente y sus declaraciones a la prensa pueden perjudicarle notablemente. He hablado con el instructor Moner y éste me ha dicho que no tiene nada contra Barrionuevo, según se desprende de los autos, y que atenderá a los careos porque nada tiene que imputarle en este momento». Y concluye: «Es muy difícil que a Felipe le llamen ni siquiera a declarar».

Informo a Pepe Barrionuevo de mi conversación con Martín Canivet. Se muestra afectuoso y dice no tener «pudor en reconocer que necesita ayuda». El Congreso de los Diputados aprobó la semana pasada conceder el suplicatorio para procesarle, con 122 votos en contra. Siempre me he sentido muy cerca política y afectivamente de Pepe Barrionuevo aunque el fichaje de Garzón no le gustó y, desde luego, tiene motivos para que no le gustase.

Martes, 5 de diciembre

Fraga: «Soy un montero y en las monterías no se toca a las hembras»

Ayer desayuné con la Asociación de Periodistas Parlamentarios. Lleno a rebosar. Hice declaraciones relacionadas con la sucesión de Felipe cuya literalidad es la siguiente: «Ahora que Solana no puede ser candidato[41], Felipe González no tiene más remedio que presentarse a las elecciones generales. Retirarse en estos momentos podría ser una irresponsabilidad política que no comprendería casi nadie. Éste es el peor momento para retirarse. Si no se presenta, algunos pensarían que no quiere ayudar a ganar las elecciones y otros creerían que huye de la derrota. Como tiene casta, creo que será candidato y sorprenderá a los compañeros tibios que ya han dado la batalla por perdida». Y añadí que «nunca la derecha tuvo tanta fuerza y tan poco líder. Aznar es, políticamente hablando, pequeño». Alfonso Guerra le definió como «un híbrido entre monseñor Escrivá de Balaguer y Onésimo Redondo».

Hoy, comida en el palacio de Parcent con el ministro de Justicia e Interior. Belloch me habla de que la candidatura de Almunia para sustituir a Felipe: «Cobra fuerza por las presiones de Rubalcaba, Maravall y Solana que creen que Almunia es el siguiente en el escalafón del que ellos forman parte. Borrell no puede tener posibilidades y no las tendrá; el presidente me ha dicho que Borrell no tiene el más mínimo sentido común». También me habla de su posible candidatura con cierta tristeza: «Sólo tú y Ciprià Císcar me apoyaríais en la Comisión Ejecutiva Federal y aunque Felipe me prefiere a mí a cualquier otro, después de Solana, no podrá proponerme porque sería un enfrentamiento brutal con todos los que han pasado por este ministerio. Según las encuestas, yo soy el más valorado entre la juventud, incluso antes que tú; el otro día fui a Málaga y con el paraninfo lleno de estudiantes me harté de firmar autógrafos. Pero no puedo ser el candidato porque no lo aceptarían los de Ferraz».

«Felipe —sigue diciendo el ministro— apenas si sabía algo de los GAL. Estoy convencido de que no sabía nada del dinero que se estaban llevando algunos para hacerse ricos. Antoni Asunción le contó algo, pero yo se lo detallé y pude comprobar la cara de horror y de asco que ponía ante mis informaciones. Creo que Felipe es un hombre honrado, pero se siente culpable por no haber actuado».

Belloch me cuenta que «la tortura se venía practicando en el ministerio desde Franco, en concreto en el cuartel de Intxaurrondo, pero yo la he cortado de raíz. Galindo vino a verme y me preguntó si podía trabajar con red y le dije que lo que tenía que hacer era cumplir las leyes. Como no me hizo caso tuve que abrirle diligencias por unas torturas en Intxaurrondo y las mandé al juzgado pero Garzón las archivó». Respecto a los asesinos de Lasa y Zabala, el ministro asegura que «están perfectamente identificados y estoy mandando todas las pruebas que puedo al juez Carlos Bueren para que acabe con ellos».

El titular de Justicia e Interior me cuenta una historia que incrementa mi asombro: «Ha venido a verme el general Sáenz de Santamaría y me ha dicho que cuando él era jefe del estado mayor de la Guardia Civil recibió una instrucción de Fraga consistente en que desde las comandancias de la guardia civil del País Vasco se hiciese una relación de personas que pudiesen ser detenidas y conducidas a un chalet que se iba a comprar en Miranda de Ebro donde pudiesen ayudar a desarticular a ETA. Un teniente coronel incluyó, encabezando la lista de los que debían ser detenidos y conducidos a Miranda, a monseñor Setién lo cual hizo que Fraga montase en cólera y le dijese a Santamaría que no podía aceptar aquella lista. Como en las listas también había nombres de mujeres Fraga llegó a decir a Santamaría: “Haga el favor de borrar a las mujeres de esa lista porque yo soy un caballero y también soy montero y en las monterías no se toca a las hembras”».

Miércoles, 6 de diciembre

Carrillo: «Anguita acabará siendo un líder de la derecha española»

Acudo al acto de homenaje a la Constitución en el Congreso de los Diputados. Solamente asistimos tres presidentes autonómicos.

Aprovecho para hablar un momento con Felipe: «No me aprietes, que ya es suficiente con lo que has dicho y con lo que me ha llegado», me espeta. Se refiere a mis declaraciones del pasado día 4 ante la Asociación de Periodistas Parlamentarios.

Tertulia con Carlos Sanjuán, Santiago Carrillo y Manolo Aguilar. Carrillo manifiesta que no sabe a quién va a votar y que «aunque he metido a mi suegra, que tiene 96 años, en el PSOE, creo que tendré que votar en blanco porque tengo claro que no voy a votar a este Anguita que acabará siendo un líder de la derecha española». En relación con la candidatura de Felipe, Carrillo dice que «desde siempre creo que se va a presentar y que está haciendo un juego inteligente y propio de un tipo tan listo como él». Santiago Carrillo añade que «el Rey ha hecho mucho por la democracia y por ello no es raro que algunos republicanos le estemos agradecidos, pero tres meses antes de cesar Suárez, y sabiendo que yo era amigo de Adolfo, me dijo que no podía seguir como presidente del Gobierno; entonces yo me pregunté si eso era lo que me decía a mí, ¿qué diría de Suárez a los militares?». El propio Carrillo se contesta diciendo: «Es verdad que paró el golpe de estado pero también es verdad que habla mucho. Ha hecho de guardagujas para traer la democracia. Yo, como republicano, prefiero la República, pero no estoy seguro de que la caída de la monarquía no significara una república falangista dirigida por Aznar».

Domingo, 10 al jueves, 14 de diciembre

Peces-Barba contra Felipe

El domingo, 10, se clausuró el Congreso del PCE. El secretario general de CC. OO,… Antonio Gutiérrez, les fastidia el fin de fiesta al denunciar injerencias del partido en la política del sindicato. Es un golpe duro en la línea de flotación de los comunistas. Esta actuación de Gutiérrez es tan fuerte y tiene tal calado en los medios de comunicación que también deja en un segundo lugar la carta que habían escrito Gregorio Peces-Barba y dieciocho dirigentes más contra la candidatura de Felipe González. Gregorio debe de estar molesto con Felipe por algo que ignoro y ha promovido un escrito contrario a su candidatura. Ibarra me llama y se muestra especialmente duro con Peces-Barba: «Ve cercanos a los del PP y quiere asegurarse el rectorado de esa Universidad que tiene», en alusión a la Universidad Carlos III, en Getafe. Debe de haber otra razón que ignoramos.

Por la noche, veo un reportaje en televisión sobre los cien años del nacimiento de Dolores Ibárruri la Pasionaria. A medida que la escucho hablar y contar sus reflexiones, aumenta mi simpatía por ella.

A mi abuela Juana Antonia la llamaban algunos en el pueblo la Pasionaria. En abril de 1983, al acabar un mitin en Salobre, me dijo: «Me llaman la Pasionaria porque pido el voto para ti. El mote me lo ha puesto mi sobrino Paco, pero no me importa que me llamen así porque si Suárez tiene a la Pasionaria en su Gobierno por algo será». Como puede verse, mi abuela no entendía mucho de política pero retorcía el argumento que fuera para apoyarme. Murió el 7 de diciembre de 1988. Tenía 91 años y había pasado muchas penas. Enterró a tres hijos, Pilar, Vicente y mi padre. Su vida estaba llena de trabajo, habiendo tenido que regentar una posada y posteriormente una tienda. Quedó huérfana de padre con tan sólo unos meses y no recuerdo haberla visto quejarse nunca. Era ahorradora y económica; tenía buen humor. Apenas sabía leer y escribir, pero no la engañaban con facilidad.

El jueves 14 me reúno con tres responsables de IU en Castilla-La Mancha: Pedro Pablo Novillo, Juanjo González y un tercero que no habla. Como testigo, García-Page. Se muestran amablemente quejosos de que les llame comunistas cuando «nosotros no pertenecemos a la dirección de esa organización». No lo pueden decir con más distancia. Pese a todo, siguen siendo militantes del PCE aunque dicen que lo van a dejar pronto. Piden financiación para su organización. Les recuerdo que no se puede estar dando coces —como hace su diputado Molina— y luego poner la mano. A su diputado regional le tienen «por algo irascible e incontrolable» y así me lo hacen ver. Novillo me inspira confianza pero a los otros no les conozco. Hablo con precaución. Ésta es la vez que más tiempo he hablado con gente de IU desde que soy presidente; estuvimos una hora. ¡Qué diferencia la de esta IU de Anguita con el veterano PCE de Pasionaria, Carrillo, Sánchez Montero, Horacio F. Inguanzo, Santiago Álvarez…!

Viernes, 15 de diciembre

Hoy ha muerto Gutiérrez Mellado, símbolo de nuestra democracia

Hoy ha muerto en accidente de carretera, en Torremocha del Campo, el general Gutiérrez Mellado. Los cambios acontecidos en España no se entenderían sin el inolvidable y precioso servicio del soldado más firme y leal de España: el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado. Símbolo de las libertades y la democracia que los golpistas intentaron derribar en el hemiciclo del Congreso de los Diputados en febrero de 1981, sin conseguirlo. Se mantuvo en pie cuando intentaron humillarle. Como en pie se mantuvo la democracia. Su entereza y valor en aquellas horas decisivas le hicieron acreedor al respeto unánime de los españoles.

Hoy recuerdo aquel 23-F, cuando yo era secretario cuarto del Congreso. Recuerdo la sutileza y el cinismo del general Armada —tan refinados como las flores que hoy cultiva— que contrastan con la franqueza y el honor del general que hoy ha muerto. Ya no hay secretos, sólo quedan recuerdos. Si hay algún secreto relevante no es quién engañó a quién, sino el autoengaño de que los militares podían «salvar al Rey» y a la nación, imponiendo por la fuerza un «Gobierno de salvación nacional». La democracia española tenía entonces dos enemigos armados. Uno poderoso. Parte de la cúpula militar, en un ejército que todavía no era constitucionalista, jaleaba —«¡Ejército al poder!»— por sectores sociales que en ellos veían la defensa de sus privilegios. El otro enemigo era ETA que con sus atentados criminales a los militares se convirtió en un aliado objetivo de los golpistas. Éstos podían acabar con la democracia, ETA, no. Hoy sólo subsiste este enemigo que hace daño a la democracia pero que tampoco puede acabar con ella.

El golpe no fue ni podía ser blando. Su triunfo, aunque sólo fuera a corto plazo, hubiera traído desolación y muerte. ¿Cuánta?, mejor que no hayamos llegado a saberlo. Juste habla de «enfrentamientos con víctimas»; Pinilla de los que se habían echado la pistola al cinto… Tomado como rompecabezas, el 23-F es un puzle al que pueden añadirse aún muchas piezas. Pero la imagen de las que ya están puestas es clara: la democracia triunfó en España en medio de riesgos graves, con enemigos poderosos que no todos dieron la cara, sino que jugaron a varias bazas.

Hoy, en el luto por Gutiérrez Mellado recuerdo la figura principal, la del presidente Adolfo Suárez González, tan criticada por nosotros —«Se subiría al caballo de Pavía», dijo Guerra— en los días previos al golpe como valorada hoy. Pocas personas han llegado a concitar en la historia de España tanta adhesión social como hoy reúne la figura de un Suárez al que la prensa, sus adversarios, sus correligionarios y otros personajes muy destacados tanto criticamos y tanto hicimos sufrir.

¡Cómo olvidar el sereno y firme gesto de Santiago Carrillo al quedarse en su escaño! O el de Manuel Fraga cuando, a las 8.50 se levanta de su escaño y grita: «¿Puede la Guardia Civil tenernos como a una pandilla de forajidos a tantos hombres indefensos? Esto es una traición a España». Y tanto él como Íñigo Cavero y Fernando Álvarez de Miranda gritan a los guardias: «¡Disparen contra mí!». Y también el Rey, que esa noche defendió el orden constitucional. Esa noche el Rey creció ante su pueblo. Esa noche, de hace casi quince años, el Rey hizo por la democracia —también por la monarquía— más que todos sus antepasados juntos. La España actual que deja Gutiérrez Mellado nada tiene que ver con la de 1981. Ni siquiera nosotros, los de entonces, somos hoy los mismos.

Domingo, 17 de diciembre

Felipe: «Guerra contra el Tratado de Maastricht, jodiendo junto al tonto de Oskar Lafontaine»

Muy de mañana me despierta el teléfono; es Felipe González que me invita a una matanza que ha organizado en Los Quintos de Mora. Felipe va con su hija María. Presume de conocer bien la técnica de la matanza; aunque su afición es grande y su buena voluntad importante, no tiene gran conocimiento de cómo hacer las morcillas manchegas o de cómo descarnar el cerdo. Pone empeño para aprenderlo y rápidamente lo repite como si de ciencia propia y antigua se tratara. Al menos, así me lo parece.

Felipe está eufórico con el Consejo Europeo y, aunque se muestra muy cansado por los esfuerzos realizados, la alegría predomina en él sobre el cansancio: «En algunos momentos he sentido un pellizco en el estómago por la emoción de saber que España estaba presidiendo el Consejo Europeo más importante de la década. No te extrañes de que este Consejo pase a la historia y que dentro de diez o quince años se hable del Consejo de Madrid como el que dio nombre a la moneda europea y el definitivo impulso a la Unión». Me comenta que hace unos días vino a verle Giscard d’Estaing para oponerse a que se cambiara el nombre de «ecu» por el de «euro». Al parecer, el nombre de «ecu» fue inventado entre Schmidt y Giscard. Felipe no estaba de acuerdo con ese nombre y apoya a los alemanes que no desean que el «ecu» se imponga cuando su fortaleza económica ha quedado bastante por debajo del marco alemán. La cena de despedida del Consejo Europeo se celebró en El Pardo y Felipe, para distender el ambiente, dijo: «El espíritu del general dictador anda por estas habitaciones y estoy seguro que aceptaría que la moneda europea se llamase de cualquier manera excepto “franco”».

Felipe me comenta que su autoridad como presidente es reconocida sin ningún esfuerzo y que quedó muy satisfecho del encuentro: «Tanto es así que me tomé un güisqui con Javier Solana una vez que habíamos terminado la reunión». Como muestra significativa «de lo bien que ha salido todo, al acabar la cena de El Pardo hubo una ovación espontánea, lo que no suele ser común en este tipo de actos». Como contrapunto a esta euforia me dice: «Mientras yo me estaba esforzando por sacar adelante estos asuntos, Guerra estaba jodiendo, hablando en contra del Tratado de Maastricht, en una actuación inexplicable. No puedo entender esta actitud de Guerra junto al tonto de Oskar Lafontaine, al que tuve que dar un buen corte en la reunión de los socialistas previa a la Cumbre de Madrid».

Me intereso por su relación con el canciller Kohl y me comenta que «todo empezó cuando en una rueda de prensa, en Alemania, me preguntaron por la política alemana en relación con el despliegue de misiles. Dije comprender la posición del Gobierno alemán y aquello fue muy bien recibido por el canciller… aunque se enfadó Morán. En otra ocasión, Kohl me pidió que pronunciase las palabras de saludo con motivo de un cumpleaños suyo que coincidió con una cumbre europea. Cuando comencé a hablar —recuerda Felipe— observé que iba emocionándose y terminó llorando. Es un comedor excepcional. Se come sus angulas y las de la Thatcher, a quien le da asco hasta mirarlas. En cierta ocasión, después de salir de comer de la Moncloa se fue a Casa Lucio a hartarse de aperitivos y acabó pidiendo un cocido madrileño, a las once de la noche».

Sigue Felipe: «Cuando se produjo la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, llamé por la noche a Willy Brandt y a Helmut Kohl para felicitarles por lo que sería una noticia que cambiaría la faz del mundo. Luego supe que no había llamado nadie más que yo». Y menciona otro interlocutor telefónico más reciente: «El presidente Bush me llamaba casi todos los sábados desde Camp David preguntándome por la situación y hablando de las operaciones de la guerra del Golfo».

En relación con la decisión de la Sala de Conflictos del Tribunal Supremo y del Consejo de Estado, muestra su extraordinaria alegría de que «hayan dejado a la altura que merece a Garzón. Estoy tentado de desclasificar los documentos que había pedido Garzón y enviárselos para demostrarle que estamos a un nivel distinto y a una gran distancia en lo que a dignidad se refiere. Habría que decirle: “¡Toma, intrigante!, ahí tienes eso que no te vale para nada, ahora que el Tribunal Supremo nos ha dado la razón”».

Sobre ETA le digo que hay que hacer algo y que no podemos seguir contemplando cómo mueren a chorro los españoles y que «habría que pensar legalmente en acabar con ellos. Es inaceptable que un país como el nuestro soporte a estas alimañas. Si el PP y el PSOE tuviesen las mismas ganas de ganarle a ETA que de ganar las elecciones ya habríamos acabado con esos canallas». Felipe me contesta: «¡Eso!, ¡eso!, eso que tú dices, acabar con ellos es lo que habría que hacer. Pero el PP hace política electoral del terrorismo y estarían encantados viendo en la cárcel a nuestra gente. A determinados dirigentes de la derecha les importamos los socialistas más que ETA: les importamos para meternos presos». Coincido plenamente con este criterio. Lo más triste es que algunos del PP que tan mal nos quieren son de comunión diaria, más falsos que un duro de plástico.

Le planteo el tema que más me preocupa, el de su candidatura, y observo que el asunto lo tiene bastante decidido en sentido positivo. Emocionalmente, me confirma que será candidato: «Antonio Banderas me llama de vez en cuando y me dice: “No hagas caso a esos cabrones que se meten contigo”. Está dispuesto a venir a la campaña electoral… si soy el candidato».

Viernes, 22 de diciembre

El Comité Federal ratifica a Felipe como candidato

El lunes, día 18, llego a las diez menos cuarto a Ferraz. Al entrar Felipe en la sala me cuenta que Antonio Banderas le ha enviado una copia de la película Too Much. Mientras está hablando conmigo le entregan una carta los trabajadores de la limpieza de Ferraz en la que le piden que siga como candidato.

Comienza la sesión de la Comisión Ejecutiva Federal con unas palabras de Rubial en las que dice: «Como yo ya estoy luchando contra el tiempo te propongo como candidato a la Presidencia del Gobierno y tienes que decir que sí. No pienso dejarte levantar hasta que nos des tu conformidad». Felipe González toma la palabra:

«En 1993 algunos de los aquí presentes nos conjuramos para que aquélla fuese la última vez que yo me presentaba, rompiendo lo acordado en 1989, a causa de la crisis económica. No se me han agotado las ideas pero, personalmente, no quiero ser candidato, no querría ser candidato. Entre otras cosas por vergüenza torera: presentarme ante los españoles diciendo que quiero ser diecisiete años presidente del Gobierno me parece una pasada. Creo que sería bueno el relevo —prosigue el presidente—. Uno tiene que darse cuenta cuándo empieza a ser un problema y yo creo que ahora empiezo a ser para otros un problema serio. Durante años, los ataques se han centrado en mí y aunque creo haber acreditado capacidad de aguante, tengo un desgaste político evidente y quizá fuera buena una renovación y que el sucesor se lleve todo lo que de positivo hemos hecho en estos años y yo me quede con lo negativo».

Hoy, viernes, reunión del Comité Federal. Felipe González comienza diciendo que «tengo razones personales para no ser candidato y espero que se me respeten». Y termina: «He meditado mucho y mis razones permanecen; pase lo que pase estaré al servicio del partido para defender un proyecto en el que creo». Mi impresión personal es que Felipe quiere un amplio apoyo del Comité Federal para cubrirse en el caso de que tuviéramos una derrota considerable.

Se establece un turno de intervenciones: Diez a favor de la candidatura de Felipe y siete en contra. Fernando Morán dice: «Si se tratara de juzgar a una persona o a una labor o a una gestión yo no estaría en este turno en contra. Pero estoy haciendo uso del turno en contra porque considero que el procedimiento ha sido un error y no ha habido tiempo para debatir dentro del partido. No se puede proceder a un relevo sin consultar a las bases y a la sociedad».

Llega al Comité Federal el auto del juez Bacigalupo sobre Filesa. A juzgar por la cara de Guerra y de Benegas se trata de un éxito. Pronto supimos que de treinta y tantos inculpados del juez Barbero sólo han quedado siete y además por delitos poco relevantes. La exculpación del ex secretario de Finanzas del partido, Guillermo Galeote, tiene gran trascendencia y, personalmente, me alegro mucho por él y por la verdad. Ya me lo había dicho Escámez.

Felipe termina el debate diciendo que «el desafío nos sobrepasa, pero nadie podrá decir que soy candidato a la fuerza, ya que eso supondría que no estoy de acuerdo con el fondo del proyecto y yo lo estoy». El resultado de la votación es: ciento sesenta y dos a favor, dieciséis en blanco y cinco nulos. Ninguno en contra de la candidatura de Felipe.

Sábado, 30 de diciembre

Encuentro inesperado con Aznar en Baqueira

Excursión a Banys de Tredòs, en el valle de Arán, con Jesús Sabroso y Conchi Ruiz. Nos encontramos con José María Aznar. El líder de la oposición invita a un café. Le veo bastante reservado en su conversación pero creo adivinar que está intranquilo e inseguro respecto al próximo resultado electoral de marzo. Abiertamente, pregunta mi opinión y le digo que «vas a ganar las elecciones aunque no por mayoría absoluta y gobernar sin mayoría cuando es la primera vez que se accede al Gobierno, puede resultar muy incómodo y, posiblemente, no puedas completar la legislatura».

Aznar me habla de la conveniencia de un gran pacto nacional entre socialistas y populares que tenga como objeto «algunos asuntos económicos y la organización territorial del poder en el Estado autonómico». Le hablo de terrorismo y de lo inconveniente que sería el encarcelamiento de Barrionuevo. No se muestra muy interesado en tratar del asunto.

Al despedirse, Aznar me dice: «Escapaste de la quema en las pasadas elecciones. Eres el único socialista que ha ganado por mayoría absoluta». Le replico que efectivamente escapé por catorce mil votos, y que tengo el récord de cuatro mayorías absolutas consecutivas.

No es Aznar persona a quien conozca lo suficiente para formarme un criterio preciso sobre su personalidad y carácter, pero sería injusto no reconocerle algo que me agrada: su defensa de España. En nuestro país cada vez es más difícil encontrar líderes que hablen abiertamente de España como nación o como patria común. Somos muchos los españoles que queremos ser patriotas, es decir, que tenemos patria a la que queremos, que no somos apátridas. Sin embargo, hay un sector de políticos que prefieren hablar del Estado en vez de España y que cualquier referencia patriótica la ven sospechosamente derechista o, simplemente, «facha». Por el contrario, Alfonso Guerra, Ibarra, Vázquez sirven como ejemplo de quienes postulamos sin complejos nuestra identidad española.