(A Cristo crucificado).
Me da la vida el temor…
CERVANTES
Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.
Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarte sin perderte.
Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.
Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.
*
También para los tristes hubo muerte.
CAMOENS
¿Quién fui? ¿Quién soy? ¿Qué siento de mí mismo
en esta larga y perezosa espera
de una sombra mortal, que ni siquiera
sé si es la mensajera del abismo?
Nunca podré romper este espejismo
que rechaza mi hora postrimera:
como si el alma fuese prisionera
de un vano y tenebroso narcisismo.
¿Quién he sido? ¿Quién soy en este ahora
sintiéndome a mí mismo dolorido
por no poder sentir lo que más siento?
¿Quién voy a ser ahora, en esta hora
del corazón, sabiendo que no ha sido
más que un sueño de amor mi pensamiento?
*
Un soneto me manda hacer Violante…
LOPE
Un soneto me pide que le haga,
ignorando las reglas del soneto,
otra nueva Violante, a quien, discreto,
pedirá mi soneto dulce paga.
Como en el eco de la voz se apaga
de la ripiosa consonancia el veto,
prisión será el soneto de un secreto
que ni su eco ni su voz propaga.
Secreto a voces que el silencio apura,
sonoramente, con el crepitante
temblor del verso como el de la llama.
Secreto que a sí mismo se asegura
por su sonoro son soneteante
cuando enmascara un corazón que ama.
*
Salía el sol del tenebroso abismo
de la noche, volviendo todo claro:
«yo —dijo— las tinieblas enmascaro
de luz, porque soy sombra de mí mismo».
Y con tan descarado narcisismo
que le roba al espejo su descaro
al mismo sol no le parece raro
romper la soledad de su espejismo.
Como si el cielo fuese todavía
canto, que en el silencio se aposenta;
secreto afán de solitario olvido;
oscura noche, luminoso día,
que sólo al corazón le transparenta
su eco sin voz, su espanto enmudecido.
*
Será ceniza mas tendrá sentido.
QUEVEDO
Ya no esperaré más la triste aurora
que me despierte al clarear el día,
despertándome el alma a su agonía
al traspasar de su angustiosa hora.
Ya no verán mis ojos como ahora
esta desensoñada noche mía:
ni con sus manos la melancolía
los velará de sombra cegadora.
Siente mi oscuro corazón, huido
de la noche estelar de tu mirada
y de su pura sombra perseguido,
como si una invisible llamarada
de tenebrosa luz le hubiese herido
volviéndole ceniza enamorada.
*
Pienso que cada noche, cada día,
cada hoy, cada ayer, cada mañana,
es una y otra vez la misma vana
ilusión en que el tiempo se extasía.
Pero sigo pensando todavía
que esa ilusoria soñación humana
de un mundo temporal, ¡ay!, nos desgana
del vivir que a ese sueño se confía.
¡Largo el fiar y breve la fianza
de un porfiar que por fiar se pierde
burlando con la muerte su esperanza!
Fresca manzana que el gusano muerde
y antes de madurar su temperanza
se pudre dentro estando fuera verde.
*
A pesar de la sangre que procura
cubrir de noche oscura
la luz de esta memoria.
LOPE
Como un recuerdo que no implica olvido
pero que explica una presente ausencia,
arde en mi corazón esa presencia
del fuego que en su sangre se ha dormido.
Si mi sentir, por ser tan dolorido,
nubla la claridad de mi conciencia,
es porque vela en él su trasparencia
de oscuro pensamiento conmovido.
La noche, enmascarada de ilusoria
realidad para el alma, ha rodeado
de tinieblas «la luz de esta memoria».
Pesarosa ficción de lo soñado
que al hilo memorable de su historia
suspende esa ilusión de lo olvidado.
*
Cuando me siento el corazón vacío
como un eco estelar del firmamento,
no sé si estoy pensando lo que siento
o estoy sintiendo el pensamiento mío.
No sé si de tus ojos el desvío
que apaga en mí tu vivo sentimiento
oscurece también mi pensamiento
con un extravagante desvarío.
No sé si siento o pienso que soñando
con tu triste y alegre primavera
de mi soñar estoy desesperando.
Como si mi sentir y pensar fuera
una ilusión en que se va quedando
mi vida de tu sueño prisionera.
*
Si todo lo que fue no hubiera sido
y lo que es no lo siguiera siendo,
sería lo que vino sucediendo
igual que si no hubiese sucedido.
Y sería un sentir tan sin sentido
éste que ahora estoy consintiendo
como si se estuviera desasiendo
de la mano de nieve del olvido.
Huésped que en el silencio se aposenta,
mi corazón, de su velar cansado
se adormece en penumbra soñolienta.
Y de tanto velar, ¡ay!, desvelado
va apagando en su lumbre cenicienta
el sueño de un soñar desensoñado.
*
Sobre el ébano frío de la noche.
MANUEL ALTOAGUIRRE
Cuando al atardecer la luz incierta
no decide su paso todavía,
ya siento que la noche está vacía
y que su oscuridad está desierta.
No sueña, ni dormida ni despierta,
su soledad de sombra el alma mía.
La noche me hace claro: oscuro, el día.
No hay hora para mí que no esté muerta.
Es tarde, ¡amor! Apenas me asegura
mi voz un eco que no apague el viento,
dejándome cenizas de amargura.
Por eso ahora lo que yo más siento
no es sentir que la vida no me dura,
sino que no me dura el sentimiento.
*
Noche fabricadora de embelecos.
LOPE DE VEGA
A un corazón trasnochado
le has dado con tu mirada
una noche enmascarada
que lo ha desenmascarado.
Tan sin piedad le has mirado
con esa noche cerrada
por tus ojos espejada
que lo has descorazonado.
¡Qué nocturnidad alevosa,
premeditada negrura
de sí misma temerosa!
Sueño de una sombra pura
que en el corazón reposa
como en una sepultura.
*
Quisiera de mi arte darte parte
para que compartieras todavía
conmigo la verdad de una poesía
que vivifica la virtud del arte.
Porque no todo lo que se comparte
se parte en dos, como se partiría
en ti y en mí la noche con el día
para sentirlos, ¡ay!, los dos aparte.
La viva luz que enciende tu alegría
como la oscuridad que la aposenta
no parten ni comparten su porfía:
como la llama no compartiría
con su sombra la lumbre cenicienta
que apaga entre las brasas su agonía.
*
A Jacques Roubaud
SONETO RENGO
Por cojo escojo el soneto
como forma que renguea,
pues sé que de pie cojea
de la cuarteta al terceto.
Y por saberlo interpreto
que consuena o consonea,
que copula o que coplea
y campea por su respeto.
Que reniega su razón
porque vuelve del revés
el compás de su canción.
Compás de cuatro por tres
su son sonante es un son
que cojea de los dos pies.
*
SONETO AL REVÉS
No sé por qué estoy pensando
que me tengo que morir
sin saber cómo ni cuándo.
Sin saber cómo ni cuándo
ni dónde, voy a vivir
sin más que estar esperando.
Sin más que estar esperando
para poderme dormir
que se me acaba el seguir
sintiendo que estoy soñando.
Sintiendo que estoy soñando
para dejar de sentir
que me tengo que morir
sin saber cómo ni cuándo.
*
El sueño de Segismundo,
como el de Alonso Quijano,
era un sueño sobrehumano,
un sueño fuera del mundo.
Por eso fue tan profundo
el desengaño mundano
del Caballero Quijano
y el Príncipe Segismundo.
Un desengaño engañoso
fue el de Aldonza en Dulcinea
cuando salió de la aldea.
Y el desensueño amoroso
de Rosaura y Dorotea
fue un despertar pesaroso.
*
El cielo es un abismo tenebroso
más hondo que el infierno y todavía
más helado y ardiente, en su porfía
de anonadante horror maravilloso.
Las estrellas y el sol, con pesaroso
vuelo, nos enmascaran, noche y día,
su soledad de infinitud sombría
que enmudecen de espanto luminoso.
Como una sobrehumana criatura
el mundo finge una razón secreta
que la celeste bóveda asegura.
Y en el espacio sideral se aquieta
el tiempo vivo, como eterna hechura
de la mano de Dios que lo sujeta.
*
Herida por la luz del mediodía
mi sombra cree que escapará del suelo
y volviéndose a mí con ese anhelo
quiere dejar de ser la sombra mía.
Cuando ya siento su caricia fría
pasar mi cuerpo con ardor de hielo,
tan puro intento de imposible vuelo
no me ensombrece, ni me asombraría.
Sombra de una ilusión con luz incierta
quiere apagar sus ecos infernales
acallando mi voz que los despierta.
Sintiendo estoy sus ansias fantasmales
de esconder en la tierra su luz muerta
y huir la de los cielos inmortales.
*
Nieve, traslado helado del hastío:
cuando desciendes blandamente al suelo
desde el abismo de tu oscuro cíelo,
eres cobijo de silencio al frío.
Hasta que tu celeste desvarío
te apresa, precipicio de tu vuelo,
en duro celo, en crepitante hielo:
sedosa al paso pesaroso mío.
No dejas de ti misma, cuando helada,
más que el blanco fulgor de tu figura:
sudario de la luz aprisionada;
que esa radiante faz de tu blancura
por pálido cristal equivocada
te apaga en sueño, en sombra y noche oscura.
*
Aquí nació mi vida a la esperanza
y aquí esperó también que moriría;
ahora que vuelvo aquí, parecería
que el tiempo me persigue y no me alcanza.
Detiene otoño el paso a la mudanza
que en la luz, en el aire se extasía:
los árboles son llamas, su alegría
enciende ya mi bienaventuranza.
Todo pasó. Todo quedó lo mismo:
como si en este otoño floreciera,
ardiendo en el fulgor de su espejismo,
última para mí, la primavera;
abismo del no ser al ser abismo
la eternidad del tiempo prisionera.
*
Escucho con los ojos el latido
le la luz, que en el aire transparenta
el corazón del cielo y aposenta
en su inaudita música el sentido.
Maravillosamente suspendido,
el ánimo arrebata la violenta
explosión, que el otoño representa
en teatral incendio convertido.
Las llamas, extasiando sus fulgores
en la hilera de chopos, los despoja
del oro de sus rayos heridores:
pasando, traspasando, hoja por hoja,
su lumbre con tan vivos resplandores
para que el sol que muere los recoja.
*
Ombre de mon amour.
APOLLINAIRE
Son una sombra que no siembra huida,
porque engendrada de una llama incierta
deja en el surco la semilla muerta
para que vuelva a renacer la vida.
Por la tierra y el agua convertida
en limo, en barro humano, me despierta
la luz del sol de par en par abierta
como se abren los labios de una herida.
Para poder seguirte pareciendo,
si quieres escaparme, te persigo,
si me persigues, te acompaño huyendo.
Como amigo fugaz soy tu enemigo
que no parece ser que lo está siendo.
No estoy nunca sin ti, ni estoy contigo.
*
Siempre mañana y nunca mañanamos.
LOPE
Mañana está enmañanado
y ayer está ayerecido:
y hoy, por no decir que hoyido,
diré que huido y hoyado.
A tal extremo ha llegado
hoy a perder el sentido
que al mañana ha convertido
en «cualquier tiempo pasado».
Un ayer futurizado
y un mañana preterido
nos han escamoteado
un hoy por hoy suspendido
de un mañana anonadado
y de un ayer evadido.
*
Che la diritta via era smarrita.
DANTE
Al final del camino de mi vida
volví a encontrar a la temible fiera,
más temible esta vez que la primera
porque más de tinieblas precedida.
Mi Beatriz, mi muerta, aparecida
al claro amanecer, como si fuera
del sueño la amorosa mensajera,
me mira con mirada entristecida.
La bestia intenta en vano devorarme
cuando de mi divina intercesora
siento la luz que vino a despertarme.
Ella tiende su mano protectora
entre la fiera y yo, para guiarme
por la senda celeste de su aurora.
*
TRES SONETOS A CRISTO CRUCIFICADO ANTE EL MAR
(París, 1937).
A Jacques y Raïssa Maritain
Solo, a lo lejos, el piadoso mar, Unamuno
I
No te entiendo, Señor, cuando te miro
frente al mar, ante el mar crucificado.
Solos el mar y tú. Tú en cruz anclado,
dando a la mar el último suspiro.
No sé si entiendo lo que más admiro:
que cante el mar estando Dios callado;
que brote el agua, muda, a su costado,
tras el morir, de herida sin respiro.
O el mar o tú me engañan, al mirarte
entre dos soledades, a la espera
de un mar de sed, que es sed de mar perdido.
¿Me engañas tú o el mar, al contemplarte
ancla celeste en tierra marinera,
mortal memoria ante inmortal olvido?
II
Ven ya, madre de monstruos y quimeras,
paridora de música radiante:
ven a cantarle al Hombre agonizante
tus mágicas palabras verdaderas.
Rompe a sus pies tus olas altaneras
deshechas en murmullo suspirante.
De la nube sin agua, al desbordante
trueno de voz, enciende tus banderas.
Relampaguea, de tormentas suma,
la faz divinamente atormentada
del Hijo a tus entrañas evadido.
Pulsa la cruz con dedos de tu espuma.
Y mece, por el sueño acariciada,
la muerte de tu Dios recién nacido.
III
No se mueven de Dios para anegarte
las aguas por sus manos esparcidas;
ni se hace lengua el mar en tus heridas
lamiéndolas de sal, para callarte.
Llega hasta ti la mar, a suplicarte,
madre de madres por tu afán transidas,
que ancles en sus entrañas doloridas
la misteriosa voz con que engendrarte.
No hagas tu cruz espada en carne muerta;
mástil en tierra y sequedad hundido;
árbol en cielo y nubes arraigado.
Madre tuya es la mar: sola, desierta.
Mírala tú que callas, tú caído.
Y entrégale tu grito arrebatado.
*
TRES SONETOS A UN MADRID VIEJO Y VERDE (1561-1961).
I
Fantasma soy en penas detenida.
QUEVEDO
Madrid, tienes moriscas las entrañas.
Fuiste corte y no fuiste cortesano.
Y si villa, no ha sido por villano
que capitalizaste las Españas.
Todo lo peregrinas y lo extrañas
desde tu aldeanismo castellano:
que Lope hizo gatuno y sobrehumano
teatro de invisibles musarañas.
A la luz que tus aires aposenta
Cervantes le dio voz, Velázquez brío,
Quevedo sombras, Calderón afrenta
rodeando de llamas su vacío.
Y Goya con sutil mano violenta
máscara de garboso señorío.
II
Noche, fabricadora de embelecos.
LOPE
Anocheció Madrid, que parecía
cubierto del cristal más trasparente
que estaba amaneciendo de repente
con tanta claridad como de día.
Luces vivas sus calles repartía
poblando la ciudad, más que de gente,
de destellos de luz resplandeciente
que el aire embelesaban de alegría.
El cielo miró arder desde su abismo,
como un diamante en negro terciopelo,
Madrid, alma encendida a su espejismo:
ciudad nocturna en urna de su hielo,
Narciso enmascarado de sí mismo,
y Eco, muda de asombro, el mismo cielo.
III
Madrid, con su buen aire, todo es viento.
HURTADO DE MENDOZA
Madrid, grande de España te han nombrado.
A mí más me gustabas cuando chico:
que ahora, con presunción de nuevo rico,
me pareces más pobre que agrandado.
—«Torres, desprecio al aire, he levantado,
mi grandeza con ellas edifico»—
dices, perdóname si rectifico
tu lenguaje de niño mal criado.
Tus ínfulas son viento, son señuelo,
ardid de pardo gato de tronera,
para arañar, más que rascar, el cielo.
Con tu buen aire diste en ventolera:
padeces aerofagia de buñuelo
y flatos de arrogancia verbenera.
*
ECCE ESPAÑA
Dicen que España está españolizada,
mejor diría, si yo español no fuera,
que lo mismo por dentro que por fuera
lo que está España es como amortajada.
Por tan raro disfraz equivocada,
viva y muerta a la vez de esa manera,
se encuentra de sí misma prisionera
y furiosa de estar ensimismada.
Ni grande ni pequeña, sin medida,
enorme en el afán de su entereza,
única siempre pero nunca unida;
de quijotesca en quijotesca empresa,
por tan entera como tan partida,
se sueña libre y se despierta presa.
*
Europa no habla griego, que habla gringo
creyendo que está hablando el europeo:
babélico balido y balbuceo
que se americaniza de vikingo.
Nunca soñó un Imperio Carolingio
tan incontinental cocacoleo.
Ni encontró un Bonaparte a su deseo
tal respuesta, responso, ni respingo.
Respuesta que es apuesta y desatina.
Responso a la difunta Gran Bretaña.
Respingo que lo da quien más se empina.
Y mientras se la ignora o se la extraña
a una Europa, que, al serlo, fue latina,
ya no se habla en cristiano ni en España.
*
A Fernando Pereda
Tierra de santos y de cantos,
de santeros y de copleros,
de bailaoras y toreros,
de maravillas y de espantos.
Y de tantos y tantos y tantos
picaros y místicos logreros;
de caballeros milagreros
si malas capas peores mantos).
Gente que baila siempre al son
que le tocan para su danza:
danza que sale de la panza
para hacer de tripas corazón;
que con razón o sin razón
lleva todo a punta de lanza.