Epílogo
A los dos meses de tomarme el elixir empecé a sentirme mal. Me sentía cansada, desganada, con sueño a todas horas, tenía nauseas y mareos matutinos, hinchazón abdominal...
Como no quería preocupar a Hugo, primero se lo conté a Lily:
—Lily, a mí me ha debido de tocar una dosis adulterada del elixir porque cada día me siento peor. Estoy enfermando de algo y tiene pinta de no ser nada bueno...
—Eso es de tanto viaje Madrid-París... —dijo sin darle importancia.
Hugo y yo habíamos acordado pasar de lunes a viernes en Madrid desde donde él podía seguir perfectamente atendiendo sus asuntos y yo podía continuar con mi trabajo en la farmacia, y los fines de semana los pasábamos en París.
—Y tampoco me viene la regla...
Lily soltó una carcajada. Y se fue a buscar algo a la rebotica... Regresó con un test de embarazo.
—Es imposible —solté en cuanto vi la caja—. Los inmortales solo pueden reproducirse con mortales.
—¿Follaste con él cuando eras mortal?
Asentí.
—¡Lo que te costó, maja! Pues hala, ya sabes qué enfermedad tan mala tienes...
Después de hacerme varios test de embarazo, llamé a Hugo eufórica:
—¡No te lo vas a creer! ¡Tengo un notición que te va a dejar sin habla!
—Pero tú hablas... y muy deprisa.
—Porque estoy empezando a asimilar... ¿Te acuerdas el primer fin de semana que pasamos juntos?
—Nunca lo olvidaré. ¿Vamos a participar en un concurso de torres humanas?
—¡Estoy embarazada!
—...
—¿Hugo? ¿Hugo? ¿Hugo estás ahí?
Siete meses después nació Daniel...
Un niño que vino para hacernos más felices de lo que ya éramos y al que las enfermedades comunes del bebé le duraban dos segundos y medio.
Mi madre presumía del nieto tan sano y robusto que tenía y nosotros no dejamos de celebrar ni un solo día que nuestro hijo fuera uno de los nuestros.
Como sus padrinos Lily y Milos, quienes nada más verse fueron víctimas de un flechazo súbito. Ella dejó de ser una atea del amor y él descubrió por fin qué era lo que estaba buscando cuando se pasaba las horas muertas mirando al cielo...
Pero esa es la historia de Lily y Milos...
La nuestra, la de cómo nos conocimos Hugo y yo, finaliza aquí...