La maldición de Moctezuma o la maldición a Moctezuma

Dice la tradición transmitida de padres a hijos y de familia a familia que cuando el antepenúltimo emperador Azteca, Moctezuma el Joven, vio llegar al invasor con sus caballos, desconocidos en México en aquel entonces, supo que nada podría contra aquellos seres venidos de otro mundo.

Intentó inútilmente aplacar su ira haciendo ofrendas de oro y joyas a los seres de dos cabezas –caballo y caballero- pero estas no hicieron más que despertar la codicia de aquellos personajes que a partir de aquel momento se dedicaron a saquear todos los tesoros de los indígenas en nombre de un nuevo dios que estaba en el cielo y de su embajador en la tierra que estaba en España.

En primavera de mil quinientos diecinueve y a fin de evitar la exterminación de su pueblo, pactó con el invasor.

Pero curiosamente, su pueblo, quizá ignorante de lo que le esperaba, no aceptó esta claudicación. Moctezuma cayó en desgracia, fue encarcelado por los invasores, castigado por sus costumbres paganas y sacrificios humanos y posteriormente ejecutado por su propio pueblo que no le perdonó la cobardía de someterse al invasor.

Él fue el primer maldito. Él que era un semi dios. Sus súbditos no podían alzar la mirada ante su presencia. La vida de cualquiera estaba al alcance de sus manos y de sus maldiciones.
Al final las manos de sus súbditos acabaron con el emperador. Y fue maldito para la eternidad.

Muchos historiadores y autores aseguran que la maldición de Moctezuma existe realmente y no sólo en México sino en todo el mundo.
¡Claro que existe! ¡Claro que es real!

Pero estos descreídos se refieren a ella como una enfermedad de los huesos en el mejor de los casos y con desarreglos gastro intestinales en otros.

¡Comparar el poder de un semi dios con una diarrea!

Pero insisten en que de distintas maneras y con diferentes apariencias ha estado presente especialmente en épocas de hambre y miseria. En América se derivó del maíz, en Europa y Asia, además del maíz intervino una leguminosa fabacea de nombre científico Lathyrus Sativus denominada popularmente almorta, guija y con muchos nombres más.

En realidad los problemas de salud no eran ocasionados por comer maíz y almorta. Los problemas llegaban cuando se comía ¡sólo maíz y sólo almorta!

Los nativos mexicanos, cultivaban el maíz, a pesar de que no era mucho de su agrado, debido a que era el único grano que estaba libre de impuestos por parte de los españoles y de la iglesia. Ellos lo cocían con agua y cal, después hacían una masa y con ella hacían las famosas tortillas o tortas que usaban a modo de pan. En este proceso, llamado Nixtamalización, se liberaba la Niacina o vitamina B3, imprescindible para el organismo humano. Los españoles sin embargo le daban al maíz el mismo tratamiento que si fuera trigo y obviaban este proceso. Las consecuencias eran unas terribles diarreas que causaban la locura y algunas parálisis y que acabaron diezmando la población del invasor.

Tuvo nombres distintos en todo el mundo: El mal del faraón en Egipto, La lepra de Lombardía o mal de la polenta en Italia, Mal de la rosa o pelagra en España. El mal de les guixes en Catalunya. En Asia se le llamó Dama de Nueva Delhi. En definitiva el nombre más justo habría sido “El mal del hambre” ya que si este maíz bien o mal gestionado, hubiera ido acompañado de otras fuentes de vitaminas y proteínas su efecto negativo habría sido minimizado.

Pero estas cosas nada tenían que ver con un semi dios.

La verdadera enfermedad, denominador común de los Querol de la última generación, eran los genes. Pedro Ramiro, Teresa y Alejandro eran hijos de dos hermanos. La herencia genética cumplió con sus caprichos. Uno nació mexicano, la segunda nació aria y el pequeño nació enfermo. Cuando llegó a la pubertad, el cambio, le salvó de morir de las enfermedades con las que había nacido. Pero la felicidad le duró poco. Los caballos obedecieron a otros caprichos y lo ejecutaron. Sin piedad.

Ahora, quedaba un solo descendiente con la herencia de la maldición, en este mundo. Pero como había aventurado una pitonisa gitana, quien estuviera a su alrededor corría tanto peligro como el portador.

Moctezuma ahora disfrutaba del poder absoluto que en su día no pudo usar contra el invasor. Él hacía y deshacía a su antojo.
¿Qué tendrían que ver esas tonterías del maíz y de las guijas en el destino ordenado por un semi dios?
¿Cuántas personas heredarían aún la maldición? ¿Cuántas personas morirían por su culpa?

Quizá un día Guillermo Birdwhistle Ojinaga pueda decidir. Como sin éxito lo intentó su abuela Paulina. O quizá no. Quizá sea otro quien tome las decisiones. Ya se verá. Sí. Ya se verá.
El autor gusta de utilizar localizaciones reales por remotas que sean.

Respecto a los personajes protagonistas, son todos frutos de su imaginación y cualquier parecido con la realidad es una coincidencia.

Sin embargo, la historia, está inspirada en hechos reales acontecidos a una familia española que emigró a México en la misma época, recibió la maldición de Moctezuma y a inicios del siglo XXI murió en España el último superviviente de la estirpe a la edad de treinta y nueve años.

Terrassa, uno de agosto de 2014
Frederic Artigas Hierro