Holmes en Albacete

Una fantasía breve

Para. Don Antonio, auténtico caballero español, digno de las órdenes de Santiago y Calatrava, que regenta la cafetería Centro con tanto pudor, buen hacer y camaradería como ya lo hizo, a finales del siglo XIX, Don Antonio Fernández y Chapín, en otra taberna albaceteña, también llamada Centro, y sita no muy lejos de su enclave actual.

EN EL VERANO de 1896, el señor Sherlock Holmes, detective consultor, pasó por Albacete de camino al continente africano, y tuvo a bien detenerse a tomar un café con leche en la legendaria cafetería Centro de la entonces pequeña ciudad.

Don Antonio Fernández, que desconocía al mítico detective, detectó cierta anomalía en aquel extraño individuo de afilada nariz y mirada penetrante. Sirvió el café a Sherlock Holmes con toda normalidad (un servicio excelente para aquella época de moscas y malas intenciones), y durante un buen rato, Don Antonio anduvo espiando al extraño que sudaba la gota gorda, y pedía el café en inglés. Tras largo cavilar, el señor Don Antonio Fernández cayó en la cuenta y le dijo al desconocido:

—¿Por qué lleva usted un paraguas, con la solanera que está cayendo ahí fuera?

A lo que el siempre ingenioso Holmes respondió:

—It will rain at eight o´clock this evening.

Don Antonio no entendió una palabra.

No obstante, ese día de calor albaceteño, bascoso y aplastante, llovió a las 8 de la tarde. Y no llovió poco, sino un aguacero de los que obligan al viandante a entrar en la cafetería y tomarse un cortado.


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