III

«Vi algo en el Cielo que no era mayor que mi puño; al principio parecía una mota pequeña y luego se fue convirtiendo en una figura nebulosa: se movía y se movía, y al fin tomó una forma concreta, bien la conocía.

«¡Una mota, una figura nebulosa, una forma, bien conocida! y seguía acercándose, y acercándose; y, si acaso anunciaba algún cúmulo de aguas, se sumergió, y viró, y cambió de rumbo.

«Con la garganta reseca, con los labios negros y abrasados no podíamos reírnos, ni quejarnos: entonces, mientras por sed todos mudos permanecían me mordí el brazo y me chupé la sangre y di la voz: ¡Vela a la vista! ¡Vela a la vista!

«Con la garganta reseca, con los labios negros y abrasados con la boca abierta me oyeron gritar: ¡A Dios gracias! de júbilo pudieron sonreír y todos a un tiempo el aliento contuvieron mientras todos aplacaban su sed.

«No se bamboleaba de un lado a otro— para hacernos allí trabajar tranquilamente sin viento, sin corrientes, se queda con la quilla bien derecha.

«Las olas de poniente estaban en llamas por completo, ¡el día ya casi había acabado! Casi en lo alto del oleaje de poniente se detenía el Sol ancho y luminoso cuando de pronto aquella forma extraña se interpuso entre nosotros y el Sol.

«Y de pronto el Sol se empañó detrás de unos barrotes (Que la madre celestial se apiade de nosotros) como si tras las rejas de un calabozo nos mirase con un rostro ancho y ardiente.

THE DEATH SHIP NEARS

«¡Ay! (pensé yo, y mi corazón latió con fuerza) ¡Cuán deprisa se acerca y se aproxima! ¡Son esas sus Velas, las que miran hacia el Sol como telarañas incansables?

«¡Son estas sus costillas desnudas, que empañaron al sol que tras ellas nos miraba? ¿Y son estos dos toda, toda su tripulación, esa mujer y su descarnado Compañero?

«Sus huesos eran negros, llenos de grietas, todos desnudos y negros, de tal opinión era; de azabache y mondos, salvo allí donde carcomidos por los mohos de la humedad, y la costra del osario se cubrían de parches de púrpura y de verde.

«Sus labios son rojos, despejada su mirada, sus bucles amarillos como el oro: su piel blanca como la lepra, y mucho más se parece a la Muerte que su acompañante; helado al aire calmo vuelven sus carnes.

El desnudo Casco se acercó a nuestro costado y la Pareja aquella jugaba a los dados; « ¡El Juego ha terminado! ¡He ganado, he ganado!» dice ella, dando tres silbidos.

THE GAME IS DONE!

«Un soplo de viento se levanta a popa y silba entre sus huesos; por los huecos de sus ojos y por el hueco de su boca silba a medias y a medias gime.

«Sin un solo susurro del Mar Allá se aleja deprisa la espectral Nave; mientras surgen por encima de las rejas del Oriente los cuernos de la Luna, con una Estrella reluciente casi entre sus puntas.

«Uno tras otro bajo los cuernos de la Luna (¡Escúchame, oh desconocido!) todos volvieron sus caras con una mueca de dolor agudo y me maldijeron con su mirada.

EACH CURSED ME WITH HIS EYE

«Cuatro veces cincuenta hombres con vida, sin un solo suspiro, sin una sola queja, dando un gran golpe, como una masa sin vida fueron cayendo uno tras otro.

«Sus almas se escaparon de sus cuerpos,— volaron hacia la bienaventuranza o la perdición y cada una de las almas pasó a mi lado, como el zumbido de mi Ballesta.»