REPARTO GUATEMALTECO

—Por orden de aparición—

El Choco Wotzbelí Castillo Aguilar
Gallinavada Nurya Monge
Granjero 3 Julio Díaz
Granjero 2 Miguel Ángel González
Granjero 1 Mario Lemus
Granjero 4 Víctor Hugo Higueros
Mujer del Granjero 2 Concha Deras
Gordo 1 Héctor Daniel López
Gordo 2 Catarino Álvarez
Gordo 3 Carlos Enrique Álvarez
Gordo 4 Mortimer Calvillo
Vendedor de Concentrados-Juez Mario Zúñiga
Hijo del Granjero 2 Hugo Armando Calvillo
Gallina 1 Héctor Jiménez
Gallina 2 Roberto Díaz Gomar
Gallina 3 Haroldo Vallejo
Gallina 4 Rolando Gutiérrez Castillo
Gallina 5 Jorge Ibarra
Galloviejo-Fiscal Humberto Oliva
Verdugo Haroldo Valenzuela
El Informador Carlos Enrique Castillo

En el presente texto no aparecen —ni pueden aparecer— las intervenciones de uno de los principales personajes de la obra: «El Informador».

Digamos primero quién es y luego, en qué consiste su participación.

El Informador es el enlace directo entre la fábula y la realidad del mundo y del día, durante cada función de la obra.

Es el encargado de sacar al espectador de la ficción teatral y de llevarlo a la vida inmediata. Su rol es tan necesario e importante como el hecho de que se sacrifique una gallina verdadera, viva, en el escenario: sin lo uno, como sin lo otro, la pieza se queda en un mero juego literario. Ellos dan verdad, veracidad a todo el espectáculo.

La participación de EL INFORMADOR consiste en tomar y leer frente al público una, dos, tres, cuatro o más noticias de la prensa del día de cada función relativa a los siguientes aspectos:

a- las grandes prestidigitaciones mundiales o locales del comercio, la banca o las especulaciones financieras;

b- la lucha de los pueblos por la conquista de su libertad y de su independencia contra el imperialismo y/o las dictaduras; y

c- la represión contra esa lucha, incluidas las guerras colonialistas.

Estas noticias serán leídas interrumpiendo la acción teatral o entre escenas, tantas veces como sea necesario y siempre que el texto de la noticia coincida con la intención, el texto y el contenido de lo que ocurre en ese momento en el escenario. Siempre que intervenga el informador, deberá citar la fuente de donde ha tomado la noticia: «Diario Tal», «página tal de fecha de hoy», «tantos de tantos del año tal», y luego, el titular y la noticia o párrafo de la noticia que haya sido escogido.

Dejo, pues, a criterio del director la escogencia y el manejo de este aspecto vital de la obra, cuya literatura estaré plagiando por su medio a quién sabe cuántos desconocidos periodistas.

ACERCA DEL VESTUARIO:

GALLINAS: Trajes de indio o de campesino sumamente pobre. Lo deshilachado de las telas contribuirá a dar la impresión de plumas. Fuera de ello, prescíndase totalmente de cualquier alusión formal a la imagen visual de una verdadera gallina.

GRANJEROS: Ropa de campo usual en los grandes terratenientes, ganaderos, etc., que no es sino la adopción de formas texanas actuales: botas de tacón alto, chaquetas cortas, camisas de ingeniosa abotonadura; anchos sombreros de fieltro, pantalones estrechos, gruesos cinturones, etc.

GALLOVIEJO-FISCAL: Traje caqui de corte ligeramente militar, muchas medallas, entorchados, botones, una banda roja cruzando el pecho.

LOS GORDOS: Monstruosos: Smocking relleno. Lo más inmenso posible. Los encajes y plisados de las pecheras deberán contrastar espantosamente con el volumen.

VENDEDOR DE CONCENTRADO: Traje de calle, común y corriente.

EL HIJO DEL GRANJERO 2: Pijamas de niños; de preferencia, blanca con grandes pollitos amarillos estampados.

ESCENA I

Desde antes de que comience la afluencia de público al teatro en donde se representa, El Choco está sentado en la banqueta pidiendo limosna, canturreando acompañado por su guitarra e importunando a los espectadores que llegan a la sala. Esta caracterización debe ser lo más perfecta posible: los espectadores deben dar limosna al actor.

Cuando suena la segunda llamada, El Choco entra al lunetario. Un empleado del teatro o —de preferencia— el policía que cuida el sector, entre precipitadamente y trata de sacarlo de la sala, discuten entre dientes y entre ambos se produce más o menos el siguiente diálogo.

POLICÍA: ¿A dónde va usted?

EL CHOCO: ¿Qué?

POLICÍA: No se haga el baboso ¿a dónde va?

EL CHOCO: Sólo voy a oír lo que dicen aquí adentro.

POLICÍA: Para fuera, salga, o me lo llevo.

EL CHOCO: (Lloriqueando.) Si yo no le estoy haciendo mal a nadie, yo sólo vengo a… ¡como uno es pobre!

(En ese momento llegan el director y un empleado del teatro y tratan de calmar la situación.)

EL DIRECTOR: (Al policía.) Mejor déjelo, agente. Si no, se queda en la calle haciendo relajo y molestando al público. (Al Choco.) Y usted se sienta por allí, sin molestar o llamo al agente para que se lo lleve preso. ¡Ya lo sabe!

El Choco busca a tientas dónde sentarse mientras El Director, El Policía y El Empleado salen por entre el público. El Choco deberá en el curso de esta escena ganarse la simpatía de los espectadores. Preferible si alguien, espontáneamente, lo ayuda a sentarse. La luz de la sala continúa encendida y las del escenario apagadas. El telón ha estado abierto y la escena vacía, iluminada nada más por el reflejo de la sala. Suena la tercera llamada. Entre bambalinas se escucha una discusión a media voz entre Granjero 3 y Gallinavada. Granjero 3 entra intempestivamente al escenario tironeando a la actriz que viene aún sin maquillarse y en traje de calle. Él trae bajo el brazo el chal que ella usa durante la obra y un cartelón en el que se lee: «Gallina».

ESCENA II

ACTRIZ: ¿Pero, qué te pasa…? ¡El telón ya está abierto! ¡Déjame en paz! ¡Te digo que me sueltes!

GRANJERO 3: Haceme caso.

ACTRIZ: Te repito que no tengo nada que hacer aquí.

GRANJERO 3: ¿Es que no conocés la obra? (El autor lo señala bien claro.)

ACTRIZ: ¡Pero no se trata de mí!

GRANJERO 3: (Lee la acotación en el libreto.) «Por el lateral derecho entra el Granjero 3 con una gallina bajo el brazo y un cartelón en el que se lee la palabra “GALLINA”».

ACTRIZ: Sí. Pero se trata de la gallina verdadera, de ésta. (Le entrega la gallina al Granjero 3, quien no encuentra que hacer con ella.)

GRANJERO 3: Si tú no haces el papel… bueno… ¡Alguien tiene que hacerlo!

ACTRIZ: ¡Y dale…! ¿Cómo quieres que haga yo el papel de un animal? Además, ya vi cómo la tratan en los ensayos.

GRANJERO 3: Pues alguien tiene que hacer ese papel… y ese alguien eres tú, toma (le echa encima el chal gris).

ACTRIZ: (Abandona la escena refunfuñando). ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Okey, ya voy!…

(Granjero 3 coloca el cartelón en el extremo izquierdo el proscenio (del actor) de frente al público, dejando la gallina oculta por la pancarta. Recorre las entradas laterales llamando a los demás actores.)

GRANJERO 3: ¿Muchá, ya están listos? Ya sonó la tercera llamada. (Voces entre bambalinas). Sí, ya casi. Ahorita. ¿Dónde está mi sombrero? Ya vamos, etc.

ESCENA III

Plena luz sobre el escenario. Por distintos laterales entran desordenadamente, conversando y terminándose de arreglar la ropa Granjero 1, 2, 3 y 4; así como la mujer del Granjero 2. Todos ellos, con excepción del 3 traen sendos cartelones en los que se lee «DELITO», «CONDENA Y», «DE UNA». La Mujer trae en la mano el sombrero que Granjero 4 ha olvidado entre bambalinas, se lo coloca en la cabeza entre la risa y los comentarios benévolos de los demás. Colocan todos los cartelones parándose cada uno detrás del suyo de frente al público. Granjero 2 inspecciona el conjunto de letreros: En el centro falta el que debió haber traído La Mujer.

GRANJERO 2: (Leyendo.) «Delito… conde y…» ¿Y el tuyo?

LA MUJER: ¿Qué?

GRANJERO 3: Tu cartelón, ¿lo olvidaste otra vez?

LA MUJER: Ah. (Sale corriendo fuera de escena y reaparece inmediatamente trayendo un cartelón en el que se lee en grandes caracteres rojos la palabra «EJECUCIÓN» y lo coloca al centro de los demás cartelones.)

GRANJERO 2: Ahora sí. (Lee.) «Delito… condena y… ejecución… de una…» (repara en la gallina que Granjero 3 ha dejado oculta tras su cartelón.) ¿Y esa gallina?

GRANJERO 3: ¿No está bien allí mi cartelón?

GRANJERO 2: No, yo digo ese animal. Sáquenlo de escena. (Todo el grupo se pasa la gallina de mano en mano hacia la derecha.)

ESCENA IV

Intempestivamente entran a escena los Cuatro Hombres Gordos. Todos visten de etiqueta. Uno de ellos trae una metralleta entre las manos (Gordo 4), otro (Gordo 1) trae una pancarta a modo de estandarte en la que se lee: «O DE CÓMO E$ CONVENIENTE INCLUIR LA CANTIDAD NECESARIA DE CALCIO EN LA ALIMENTACIÓN DE LA$ AVE$ DE CORRAL PARA AUMENTAR Y GARANTIZAR LA$ GANANCIA$ DEL GRANJERO ASÍ COMO PARA A SEGURAR Y MEJORAR LA PRODUCCIÓN AVÍCOLA». La sola presencia de este grupo causa una reacción de pavor en los Granjeros, quienes se repliegan en la esquina derecha del proscenio, en tanto que los Cuatro Gordos, en un movimiento envolvente, bloquean amenazadoramente toda la escena y los obligan a abandonar el escenario, arrojando sobre ellos los letreros que enunciaron el título de la obra. Ceremoniosamente colocan en una esquina su estandarte y, mientras el Gordo 4 vigila con su arma apuntando al público, una marcha militar atruena en los altoparlantes y los otros tres Gordos salen y vuelven de nuevo, trayendo del fondo, muy solemnemente una silla rodante, una especie de trono con rodos en el que viene, de espaldas al público un gigantesco, grotesco y espantoso fantoche de aspecto feroz que viste exactamente igual a ellos: es el Supremo Distribuidor General. Al llegar el grupo al proscenio como en un rito religioso vuelve la silla hacia el público. Del plafond desciende una enorme balanza en cuyo plato derecho hay una caja en la que se lee «HUEVOS»; en el otro, una bolsa en la que figura el símbolo local de dinero.

GORDO 1: (Se ha situado detrás del Supremo Distribuidor General. Habla y gesticula en nombre suyo. Está flanqueado por el Gordo 2 y el Gordo 3. Uno y otro le hacen respectivamente señales de que hable fuerte y con violencia, de que hable suave y con bondad. Su discurso oscila entre ambas tónicas alternativamente.)… y por todo lo anterior, visto el peligro que amenaza a la industria y conociendo las características del mercado, los sondeos de la opinión pública y los sagrados intereses del consumidor, manifestados en las alzas y bajas de la Bolsa de Valores, el Supremo Distribuidor General informa a sus abastecedores que, a partir de la fecha, se ve obligado a no pagar más de tanto por cada centenar de huevos clase triple «A», en vez del precio acostumbrado que había subido hasta tanto. Al mismo tiempo, se informa a los señores granjeros que el precio de la carne de pollo ha sido aumentado de tanto la libra, a tanto (El Gordo 3 da vuelta a la caja de la balanza en la que se lee «HUEVOS»: del lado que ahora ve el público está escrito: «CARNE DE POLLO»), lo que resulta un alto incremento compensatorio. En virtud de lo anterior, el Supremo Distribuidor General recomienda a los granjeros de la localidad la suspensión parcial de la producción de huevos y el desarrollo de la producción avícola de carne y de animales de destace. Se les informa así mismo, que en las bodegas del Supremo Distribuidor General hay una considerable existencia de incubadoras de la mejor calidad, que acaban de ser desembarcadas en el país, provenientes de tal lugar. El precio de las incubadoras por unidad es de tanto y los pedidos pueden ser hechos personalmente, o por vía postal o telefónica. (Aplausos escuetos y mecánicos de los Gordos 2 y 3. La marcha atruena nuevamente en los altoparlantes y el grupo sale ceremoniosa y marcialmente).

ESCENA V

EL CHOCO: (Desde su butaca, entre el público, canta acompañándose con su guitarra, con voz aguardentosa y destemplada.) «¡Cómo no,

Chón, cómo no!

Cómo no, Chón, qué de a huevo:

A eso mero llamo yo

“darles atol con el dedo”…».

(Con su voz que repite la estrofa, se mezcla una acalorada serie de protestas y comentarios airados que vienen de entre bambalinas, y que precede la entrada de los Cuatro Granjeros quienes, con el Vendedor de Concentrado, vienen leyendo un periódico. Están de paso en el escenario, nerviosos y exaltados).

GRANJERO 1: Esto es inaudito. ¡INAUDITO!

GRANJERO 2: Lo de siempre: ¡nos está jodiendo!

GRANJERO 3: Tenemos que hacer algo.

GRANJERO 1: ¿Comprar las incubadoras?

GRANJERO 2: Eso es lo que el Supremo Distribuidor General quiere.

GRANJERO 1: ¿Y qué otra salida nos queda?

GRANJERO 3: ¡Por eso nos ha bajado el precio de los huevos!

GRANJERO 1: A duras penas nos alcanzaría para comprar el concentrado de las gallinas ponedoras.

VENDEDOR DE CONCENTRADOS: Y yo no puedo rebajar más mis precios: los impuestos, los fletes de transporte, el pago de personal, y todo eso… ustedes ya saben.

GRANJERO 2: Pues aguantemos.

GRANJERO 3: (A Granjero 4.) ¿Y tú? ¿Por qué te quedas callado?

GRANJERO 4: No sé qué hacer: esperaba mandar a la universidad al hijo mayor este año… con esta situación no podré hacerlo… las economías se irán en la transformación de la granja… en la compra de las incubadoras…

GRANJERO 2: ¡Al carajo las incubadoras!

GRANJERO 4: ¿Qué?

GRANJERO 1: ¿Estás loco?

GRANJERO 3: ¡Con esos precios no podemos vender los huevos!

GRANJERO 4: ¿De qué vamos a vivir?

GRANJERO 2: Por eso mismo nos quiere meter las incubadoras: porque piensa que no tenemos otra salida.

GRANJERO 1: ¿Y la tenemos, acaso?

GRANJERO 2: Sí.

GRANJERO 1,3 Y 4: ¿Cuál?

GRANJERO 2: Los ahorros: nos negaremos a comprarle sus incubadoras y a venderle huevos: él necesita huevos: por eso los compra. Pues bien: nos aguantaremos hasta que vuelva a poner los mismos precios de antes.

GRANJERO 1: ¿Y qué vamos a hacer con los huevos que pongan las gallinas, mientras tanto?

GRANJERO 3: Eso, eso es: ¿Qué vamos a hacer con ellos?

GRANJERO 2: Los destripamos, los reventamos, los dejamos podrirse, nos los comemos ¡o ponemos a la madre que parió al Supremo Distribuidor General a que los empolle!

GRANJERO 4: ¿Perderlos? ¡Pero si cuestan pisto!

VENDEDOR DE CONCENTRADO: Mientras los ahorros de ustedes aguanten, todo estará muy bien, porque yo no puedo abrirles crédito: el concentrado lo compro cash y cash tengo que venderlo…

GRANJERO 3: ¿Y qué? ¿Quieres que no les demos concentrado a las ponedoras? ¿Que se mueran?

GRANJERO 1: ¿Y si se lo seguimos dando? ¿Para qué? ¿Para que pongan huevos que vamos a perder…?

GRANJERO 2: ¿Es que ustedes no se dan cuenta? ¡Lo importante no son los HUEVOS, sino LOS PRECIOS! ¿Es que ya se les olvidó que el Supremo Distribuidor General quiere con esta maniobra, obligamos a comprarle SUS incubadoras? ¡Sacarnos hasta el último centavo! Después, ya que se las hayamos comprado, bajará otra vez el precio de la carne de pollo y subirá el de los huevos. ¿Y nosotros? ¿Qué vamos a hacer con las incubadoras? ¡Sólo podremos metérnoslas en el culo!

GRANJERO 1: Eso es cierto.

GRANJERO 2: ¡Claro que es cierto!

GRANJERO 1: Él no necesita carne de pollo sino huevos, para abastecer a los fabricantes de rompopo, a los pasteleros y a todos sus clientes.

GRANJERO 2: Por eso, si en vez de decir «sí» a todo, si en vez de agachar la cabeza, nos plantamos y no le vendemos huevos ni le compramos nada, tendrá que ceder. (Se apodera de la pancarta que dejaron en escena los Gordos y lee en voz alta lo que va escribiendo en ella: + CP, -H, -P + I= -G. + H, -CP, -I + P = +G.) Más carne de pollo, menos huevos, menos precios, más incubadoras, igual: menos ganancias; en cambio vean ahora: más huevos, menos carne de pollo, menos incubadoras, más precios, igual: ¡más ganancias! ¿Qué tal?

GRANJERO 4: ¡Juega: vamos a arriesgar nuestros ahorros, vamos a aguantar hasta que le ganemos la partida!

GRANJERO 2: (Borra lo que ha escrito antes y en su lugar traza con grandes rasgos: I. No. H. Sí) ¡Incubadoras, no. Huevos, sí!

GRANJERO 3: (Iniciando la salida entusiasmado.) ¡Incubadoras, no. Huevos, sí. Incubadoras, no. Huevos, sí!

GRANJERO 2: Es sólo para darle el susto: ¡en cuanto vea que le sale el tiro por la culata se dará cuenta de que no es bueno jodernos!

GRANJERO 4: (Saliendo.) ¡¡Es insaciable el maldito!!

VENDEDOR DE CONCENTRADO: … por eso ha hecho tanta plata…

GRANJERO 2: (Saliendo con todo el grupo.) ¡Pero ahora se dará con la piedra en los dientes! (Todos han salido por el lateral opuesto al de la entrada.)

EL CHOCO: (Cantando entre el público mientras la escena permanece vacía.)

… en casa de los granjeros

pasa lo que muchos lados:

que ya están vendiendo el cuero

sin haber visto al venado…

«Cómo no, Chón, cómo no… etc.».

ESCENA VI

(Escena vacía. Por el fondo izquierdo entran Granjero 2, precedido por La Mujer. Él camina torpemente. Ella viene colérica. Ambos lucen cansados. Entran a su casa.)

LA MUJER: Si hay algo que detesto es ir al pueblo en esa vieja carretela.

GRANJERO 2: Y yo ya había perdido la costumbre de andar a caballo.

(Por el lateral derecho entran Gallina 1, con una silla, la que coloca al fondo en 3/4 hacia el público, para que se siente La Mujer. Sale por el lateral izquierdo.)

MUJER: Se nota: caminas como si tuvieras orinado el calzoncillo.

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 2 con una silla similar a la anterior, la que coloca en escuadra a la otra para que se siente Granjero 2. Sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 2: Me duelen mucho las piernas. Te repito que ya me había desacostumbrado al caballo.

(Por el lateral derecho entra Gallina 3 con una mesita esquinera que coloca cerrando la escuadra que forman las dos sillas anteriores. Sale por el lateral izquierdo.)

MUJER: ¡Me pregunto hasta cuándo va a seguir guardando el jeep!

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 4 con una alfombra que coloca bajo los pies del Granjero 2 y de la Mujer, en escuadra en relación con los muebles anteriores. Sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 2:-Hasta que vuelva a subir el precio de los huevos y podamos comprar gasolina.

MUJER: ¡¡A mí me parece estúpido que nos lleve el diablo y, encima de todo, nos gastemos los ahorros en alimentar a las gallinas, cuando no se venden los huevos!!

(Por el lateral derecho entra Gallina 5 trayendo una mesita de centro que coloca frente al Granjero 2 y a la Mujer. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 2: Tú no sabes ni entiendes nada de nada.

MUJER: Te equivocas: yo sé muchas cosas: Sé, por ejemplo, que a los vecinos se les ha enfermado de pulmonía el hijo segundo y que no han podido comprarle ninguna medicina porque todo es para el concentrado de las gallinas (por el lateral izquierdo entra Gallina 4 con un cenicero que coloca en la mesita de centro. Sale por el lateral derecho); sé que en la tienda del pueblo nos han cerrado el crédito a todas nosotras; sé que tu hija cumplirá 15 años el mes entrante y que las gallinas ponedoras se están hartando su fiesta y su traje de baile… sé… (por el lateral derecho entra Gallina 2 con un inmenso florero que coloca en el centro del proscenio, en el suelo. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 2: ¡Basta!

MUJER: Sé que todos ustedes andan con caras de perros hambrientos y que en este lugar el único que sonríe es el vendedor de concentrado que no deja nunca de ganar dinero. (Por el lateral izquierdo entra Gallina 3 con el retrato de la abuela —marquito de mesa—, lo coloca en la mesita esquinera. Sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 2: ¡He dicho que basta y basta!

(Por el lateral derecho entra Gallinavada con un gran letrero orlado con pajaritos y flores celestes, rosados y amarillos, en el que está escrito con rebuscada caligrafía: «HOGAR, DULCE HOME» y lo coloca en el proscenio, junto al florero.)

LA MUJER: ¡Sé que todos ustedes son unos imbéciles, ambiciosos, bestias!

GRANJERO 2: ¡Cállate de una vez! (Le da una cachetada.)

(Gallinavada sale por el lateral izquierdo, al tiempo que Gallina 4 entra por el derecho, toma el florero y lo coloca en otro sitio de la escena más hacia el foro. Sale por el lateral izquierdo. Se cruza con Granjero 3.)

GRANJERO 3: (Aparte.) Como que éstos ya se enteraron. (A ellos.) ¿Se puede…?

(Por el lateral derecho entra Gallina 5 con una inmensa capotera de pie, en la que, de paso, recibe el sombrero de Granjero 3.)

GRANJERO 2: Hola. Pasa adelante. Siéntate.

(Granjero 3 busca donde sentarse. Gallina 5 ha colocado la capotera tras la silla en la que lloriquea La Mujer. Sale por el lateral izquierdo, por el que entra Gallina 1 con una silla que coloca tras Granjero 3.)

GRANJERO 3: (Sentándose mientras Gallina 1 sale por el lateral derecho.) ¡Como que ahora estamos amolados de verdad!

GRANJERO 2: No. Aún nos queda algo. Vamos a ganar.

GRANJERO 3: ¿Estás optimista todavía?

GRANJERO 2: Naturalmente.

(Por el lateral derecho entra Gallina 2 con una silla que coloca al lado de la que ocupa La Mujer. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 3: ¿Y entonces, por qué llora tu mujer?

GRANJERO 2: Por pequeñas discusiones familiares (Por el lateral izquierdo entra Gallina 3 con una silla diferente a todas las anteriores. La coloca al lado de la que ocupa Granjero 3 y sale por el lateral derecho). Tu hermana se obstina en no comprender y me hostiliza hasta hacerme perder los estribos…

MUJER: ¡Me ha pegado!

GRANJERO 3: Todos estamos a punto de reventar. ¿Eso ha sido todo?

MUJER: ¿Y te parece poco?

(Por el lateral derecho entra Gallina 4 con un cenicero de pie, que coloca entre las sillas que ocupan Granjero 2 y 3. Sale por lateral izquierdo.)

GRANJERO 3: ¿Es sólo por eso por lo que tienen esas caras?

MUJER: ¿Y qué? ¿Querías encontrarme muerta de la risa?

GRANJERO 2: (A Granjero 3.) Tú tampoco te ves muy alegre.

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 5 empujando un barcito rodante con botellas y vasos. Lo deja en el proscenio derecho y sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 3: Tenemos que hablar. ¿Tienes un trago?

GRANJERO 2: ¿Tan grave es la cosa? (A la Mujer) Trae… (La mujer toma del barcito una botella y dos vasos y los coloca sobre la mesita del centro.)

GRANJERO 3: (Mientras sirve.) Ahora si estamos jodidos.

GRANJERO 2: ¿Qué pasa?

GRANJERO 3: Creí que ya lo sabías. Salud. (Bebe).

GRANJERO 2: Salud. (Bebe.) Bueno, suéltalo de una vez.

GRANJERO 3: El Supremo Distribuidor General compró la venta de concentrado ayer por la noche y la ha cerrado: Se niega a venderle concentrado a nadie.

GRANJERO 2: ¡¡Mierda!!

(Por el lateral derecho entra Gallina 1 con una silla igual a las otras 3; quita la silla diferente y coloca en su lugar la que acaba de traer. Sale por el lateral izquierdo llevándose la silla que no es del juego).

MUJER: (Riendo cruelmente.) ¿Y ahora, tú imbécil, qué vas a hacer? Agacharás la cabeza mansamente después de haber tirado todas nuestras economías en un berrinche, ¡idiota!

GRANJERO 2: Cállate.

GRANJERO 3: Ahora si nos llevó el diablo.

GRANJERO 2: Nunca creí que llegara a eso.

GRANJERO 3: ¡Y ni modo que vamos a dejar que las gallinas se mueran de hambre!

GRANJERO 2: ¡Estamos jodidos! (Bebe un nuevo vaso.) ¡Jodidos de verdad!

MUJER: Cuéntaselo a tu hija el día de su cumpleaños.

GRANJERO 2: (Amenazador.) Déjame en paz. (Ella sale por el lateral derecho a tiempo que entran los Granjeros 1 y 4.)

GRANJERO 1: ¿Ya te enteraste?

GRANJERO 2: Sí.

GRANJERO 4: El muy hijo de puta le vendió su negocio al Supremo Distribuidor General a sabiendas de que nos reventaba.

(Entran por ambos laterales las seis gallinas y cambian totalmente la ubicación de los muebles, a manera de que las sillas que anteriormente estaban de frente al público estén ahora de espaldas, como si los espectadores fueran una cámara cinematográfica que cambiará de posición en la sala. Todas estas acciones suceden sin ninguna relación lógica con el diálogo. Cuando terminan su trabajo las Gallinas abandonan la escena.)

GRANJERO 2: Estaba en su derecho al vender.

GRANJERO 4: Se lo pagó en el doble de su valor. ¡Esto se acabó!

GRANJERO 1: Ahora tendremos que transar en lo que él quiera.

GRANJERO 3: Al menos le salió caro.

GRANJERO 4: Y a nosotros también: nuestros ahorros.

GRANJERO 2: Esperen. (Pausa larga.) ¡Eso es! Ya caí. ¡Sírvanse un trago y escúchenme!

GRANJERO 1: Yo no bebo. (Los otros se sirven.)

MUJER: (Desde fuera de escena.) ¿Otra idea genial?

GRANJERO 2: Pongan atención: nosotros optamos por una medida desesperada y gastamos nuestro dinero: No vendimos. El Supremo Distribuidor General optó también por una medida desesperada y gastó su dinero: compró la venta de concentrado: estamos a mano.

GRANJERO 4: ¿Y eso qué? ¡De todos modos estamos amolados!

GRANJERO 2: Al contrario: ese gesto de fuerza del Supremo Distribuidor General nos ha revelado su debilidad. Le hemos hecho mella. ¡¡Ahora estamos a un paso del triunfo!!

EL CHOCO: (Canta y charranguea su guitarra desde su butaca, a modo de comentario.)

«… Cómo no, Chón, cómo no,

cómo no, Chón, que de a huevo…».

(El clima teatral se rompe en escena; los actores dejan de ser personajes y vuelven a ser actores parados en un escenario.)

GRANJERO 2: (Molesto, indignado, quejumbroso a sus compañeros): Muchá, que se calle el Choco: ¡no deja trabajar!

GRANJERO 4: (En cuclillas en la orilla del proscenio, al Choco.) Vos Choco, no jodás, hombre ¡calíate!, ¡estamos en escena!

EL CHOCO: (Suspende su canto y hace sonar un Sol-Do, como final.)

GRANJERO 2: (Volviendo a su lugar y a su clima, repite como para solucionar la interrupción.) ¡Sí: estamos a un paso del triunfo!

GRANJERO 3: Pero no podemos dar ese paso.

GRANJERO 2: ¿Por qué no?

GRANJERO 4: Porque las gallinas se morirán de hambre si el Supremo Distribuidor General no nos vende concentrado.

GRANJERO 2: Escúchenme bien: dos cosas tenemos que hacer: es cierto que el vendedor de concentrado estaba en su derecho al vender su tienda. Pero si todo el mundo empieza a «estar en su derecho», llegará el día cuando nosotros «estaremos en nuestro derecho» de pedir limosna. Debemos sentar un precedente.

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 1 y levanta de su silla a Granjero 2. Sale por el lateral derecho llevándose el mueble.)

GRANJERO 1: De acuerdo.

GRANJERO 3: Démosle una paliza y hagamos el saqueo del almacén.

(Por el lateral derecho entra Gallina 2 y se lleva la silla en la que estaba sentado Granjero 1. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 4: Ni loco: las dos cosas son delito.

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 3 y se lleva la silla que ocupara Granjero 4. Sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 1: Además, lo segundo es imposible: Los camiones del Supremo Distribuidor General se llevaron esta madrugada todo el concentrado.

(Por el lateral derecho entra Gallina 4 y se lleva la silla que ocupara el Granjero 3. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 2: No importa: la paliza sigue en pie. En cuanto al concentrado, ¡lo haremos nosotros mismos!

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 5 y se lleva el bibelot y el retrato de la abuela. Sale por lateral derecho.)

GRANJERO 4: ¿Nosotros, hacer el concentrado? ¿Pero, cómo…?

(Por el lateral derecho entra Gallinavada y se lleva el florero grande. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 2: Yo les diré cómo: conozco algunas fórmulas.

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 1 y se lleva el cenicero de pie y el cenicero de mesa. Sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 3: ¿No nos resultará más caro?

(Por el lateral derecho entra Gallina 2 y se lleva la mesita esquinera. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 2: Haremos un tipo de concentrado de acuerdo con nuestras posibilidades. (Por el lateral izquierdo entra Gallina 3 y se lleva la mesita de centro. Sale por el lateral derecho.) Y esta misma noche vamos a buscar a ese vendedor de concentrado que ejerció su «derecho de venta», aunque tengamos que sacarlo de su cama o revolver todo el pueblo para dar con él.

(Por el lateral derecho entra Gallina 4 y se lleva la alfombra. Sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 1: No lo buscaremos mucho ni lo sacaremos de «su» cama: lo hallaremos fácilmente en la cama de todos…

GRANJERO 3: Ahora «ejerce su derecho de compra»…

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 5 y se lleva el barcito rodante. Sale por el lateral derecho.)

GRANJERO 4: En todo el día no ha salido del prostíbulo que está al final de la calle principal.

(Por el lateral derecho entra Gallinavada, se lleva el cartelón en el que se lee «HOGAR, DULCE HOME» y sale por el lateral izquierdo.)

GRANJERO 1: ¡El maldito dilapida en putas y guaro la ganancia que consiguió a costillas nuestras!

GRANJERO 3: Vamos ahora mismo.

(Por el lateral izquierdo entra Gallina 1, toma la capotera y da una vuelta alrededor de los Granjeros de modo de que éstos puedan tomar sus respectivos sombreros. Sale por el lateral derecho. La escena ha quedado totalmente vacía de muebles).

GRANJERO 2: Espérenme un momento. (Sale por el lateral derecho).

EL CHOCO: (Rompe a cantar. Los tres Granjeros que están en escena salen de su rol de personajes y se acercan a él, sonrientes al escuchar el contenido de la copla. En el bis lo corean.)

«… hay hombres que siempre son como mujeres,

son como mujeres de la mala vida:

siempre están de venta, son del que les paga

y encima de todo hasta piden propina…» (bis)

GRANJERO 1: (Los tres han aplaudido.) Ésa sí estuvo buena, vos Choco.

GRANJERO 3: Ésa le cae como anillo al dedo al vendedor de concentrado.

GRANJERO 2: (Reaparece con el sombrero puesto y armado de un garrote.) ¿Vamos?

GRANJERO 1, 3 y 4: Vamos. (Inician la salida hacia el lateral izquierdo.)

NIÑO: (Entra por el lateral derecho en pijama, con la gallina que apareciera en la 1.ª y 2.ª escenas bajo el brazo. Viene adormilado): ¿A dónde vas, papá?

GRANJERO 2: (Todo el grupo se detiene.) Vete a la cama.

NIÑO: ¿Por qué llevas ese palo?

GRANJERO 2: Porque voy a hablar de negocios. (Lo empuja suavemente.)

NIÑO: ¿Qué son «negocios», papá?

GRANJERO 2: (Acariciando alternativamente al niño y al animal.) La comida de tu gallinita. Y vete a la cama.

NIÑO: Pero si no tengo sueño.

GRANJERO 2: (Fastidiado.) ¡Vete a la cama! (Lo hace salir por el lateral derecho. A sus compañeros.) Vamos, vamos. (Todo el grupo sale por el lateral izquierdo.)

ESCENA VII

(Escenario vacío. Por el lateral izquierdo entra precipitadamente Galloviejo. Viste un llamativo uniforme militar, con plumas y entorchados. Coloca una banda de montaje que cubre 3/4 del proscenio. Fuera de escena se escuchan retazos de conversaciones y comentarios airados de las Gallinas. Cuando Galloviejo ha terminado de colocar la banda, da unas palmadas hacia la izquierda.)

GALLOVIEJO: ¡Bueno, bueno! ¡Al trabajo! (Sale por el lateral derecho, al tiempo que las Gallinas entran de mala gana por el lateral izquierdo, ocupan sus respectivos lugares frente a la banda e inician el trabajo.)

GALLINA 1: ¡Esto es el colmo!

GALLINAVADA: ¡Los condenados granjeros nos obligan a trabajar incesantemente y ahora destruyen los huevos!

GALLINA 2: ¿Se han fijado? ¡De todos los huevos que ponemos, se llevan apenas una docena y el resto lo tiran al barranco!

GALLINA 1: ¡Es una infamia!

GALLINA 4: Destruyen toda la producción.

GALLINAVADA: ¿La producción? ¿Es que todas ustedes ya están pensando igual que ellos? ¡Se trata de nuestros hijos!

GALLINA 1: Yo, desde que ya no hay gallo, ya no puedo sentirlo así.

GALLINAVADA: Pues, con gallo o sin él, los huevos que ponemos son nuestros hijos.

GALLINA 3: Creí que este maldito concentrado inseminador sería lo último.

GALLOVIEJO: (Entra inspeccionando el trabajo.) ¿Qué les pasa, comadres, por qué están tan alborotadas?

GALLINAVADA: ¿Qué? ¿Usted no se ha dado cuenta de lo que están haciendo los granjeros?

GALLOVIEJO: No sé a qué se refiere.

GALLINA 1: Todos los huevos que ponemos los tiran al barranco.

GALLINA 2: Yo creo que se han vuelto locos: ahora las mujeres de ellos nos miran con odio cada vez que nos tiran la comida, como si nosotras tuviéramos la culpa de las chifladuras de sus maridos.

GALLOVIEJO: Bueno, ésa es pura susceptibilidad de tu parte. Respecto a los huevos, ellos pueden hacer lo que les dé la gana. ¿Por algo son los dueños, no?

GALLINAVADA: ¿Los dueños? ¡Los dueños! ¡¡Los tiranos peores de cuantos hay!!

GALLOVIEJO: No hay que tomar tan así las cosas.

GALLINA 4: ¿Y cómo?

GALLINA 3: ¿Ha visto usted a lo que han reducido nuestra vida?

GALLINA 5: ¡Somos máquinas ponedoras!

GALLINAVADA: ¿Qué es ahora poner un huevo?

GALLOVIEJO: ¿Y qué era antes? ¡Lo mismo!

GALLINAVADA: No, señor.

GALLINA 1: ¡Qué va!

GALLINAVADA: Antes, poner un huevo significaba que, primero, habíamos amado un gallo joven de vistosas plumas, impetuoso y valiente; significaba que seríamos madres; que un día ese cascarón, esa cajita que alimentábamos con nuestro calor vital, se rompería para dar vida a un pollito que crecería a nuestro lado, a quien enseñaríamos a buscar lombrices, a esconderse de los gavilanes y quien, andando el tiempo, sería un hermoso gallo o una linda gallinita.

GALLINA 5: (A las demás Gallinas.) ¿Ustedes recuerdan cómo nos protegíamos antes? Por ejemplo, aquella vez cuando un gavilán anduvo rondando el gallinero…

GALLINA 3: ¿Te acuerdas?

GALLINA 2: ¡Eso fue tremendo!

GALLINA 5: ¡Dejamos los pollitos encerrados y cuando el gavilán bajó, se topó con todas nosotras y con los gallos!

GALLINA 1: ¡Picos y espolones lo saludaron!

GALLINA 3: ¡Se largó todo picoteado y sin llevarse a nadie!

(Black-out. Sobre el grupo y el telón de fondo se proyecta una diapositiva intermitente del rostro de William Walker. Luego, queda proyectada fijamente una foto del General Augusto César Sandino con sus hombres. La acción se paraliza en escena mientras El Choco canta.)

EL CHOCO: «… General Sandino, ¡cuando en Nicaragua desafiando el viento de los huracanes, juntaste tus pollos, diste tu batalla, y hasta desplumaste rubios gavilanes…»

(De nuevo plena luz sobre el escenario.)

GALLOVIEJO: (Colérico, primero al Choco y luego a las Gallinas.) ¡Ésas son leyendas! ¡Eso no es cierto! ¡No puede ser cierto! ¡Los gavilanes son mucho más fuertes y más veloces que nosotros!

GALLINAVADA: ¡Usted ni se enteró, Gallo-Gallina al fin, se quedó escondido con los pollos!

GALLOVIEJO: ¿Gallo-Gallina yo? ¿Yo? ¡Yo: prez y ornato de este gallinero!

GALLINA 5: ¿Para qué sirve usted?

GALLOVIEJO: ¿Me está provocando a que me acuerde de mis buenos tiempos? ¿Quieren que les dé una pequeña demostración a todas de para qué puedo servir? ¡Si me alebresto las hago a todas poner huevos más grandes que cocos!

GALLINA 4: ¡Ya no puede!

TODAS LAS GALLINAS: ¡Ya no puede! ¡Ya no puede! ¡Ya no puede!

GALLINAVADA: Usted ya no sirve ni para dar la hora: siempre se queda dormido y cuando canta anunciando el amanecer es porque ya son las diez de la mañana.

GALLOVIEJO: Yo no nací para reloj. ¡Yo soy un gallo guerrero, veterano invicto de cien combates!

GALLINAVADA: Sí… de cien «gloriosos» combates en los que nunca participó…

GALLINA 3: A usted lo llevaban al palenque para que aprendiera cómo peleaban y cómo morían los gallos de verdad.

GALLINA 4: Y sólo quedó usted…

GALLOVIEJO: ¡Ni modo que iba a dejarme matar para que los granjeros ganaran más plata con sus apuestas!

TODAS LAS GALLINAS: (A coro.) ¡Gallogallina! ¡Gallogallina! ¡Gallogallina!

GALLOVIEJO: ¡Putas! ¡Putas! ¡Gallinasputas! ¡Reputas! ¡Más putas que las gallinas!

TODAS LAS GALLINAS: (A coro.) ¡Gallogallina! ¡Gallogallina! ¡Gallogallina!

GALLOVIEJO: ¡¡Madres frustradas!!

GALLINA 5: Eso no es culpa nuestra, gallo maricón, impotente, engreído.

GALLOVIEJO: ¿Qué prefieren? ¿Este gallo viejo, o que las agarre otra vez el granjero, como cuando era muchacho, que de una vez las mataba?

GALLINA 5: ¡Ese maldito!

GALLINA 3: ¡Cuántas pobrecitas murieron víctimas de él!

GALLINA 1: ¡Por qué no buscó mujeres!

GALLINA 4: ¡Degenerado!

GALLOVIEJO: No es para tanto. Ahora ya lo ven cómo es de bondadoso: Les ha puesto luz eléctrica, malla metálica para que no vengan los gavilanes, les mantiene limpio el gallinero y no pueden quejarse de que les falte jamás la comida…

GALLINA 2: Porque le conviene a él.

GALLINAVADA: Para hacemos trabajar como si en vez de animales dotados de vida fuéramos máquinas.

(Una sirena similar al pito de salida de las fábricas se escucha a lo lejos. Las Gallinas suspenden el trabajo. El Galloviejo quita la banda de montaje, pero la discusión continúa sin interrupción.)

GALLINA 3: ¡Y la comida!

GALLINAVADA: ¡Concentrado que nos mantiene preñadas sin que podamos dejar de poner!

GALLINA 5: Sí, de poner huevos que no tenemos derecho a empollar.

GALLINA 1: Que él los tira al barranco.

GALLOVIEJO: Hay que perder algo a cambio de tantas ventajas, ¿no?

GALLINAVADA: ¡Ya basta! Esto no puede seguir así.

GALLINA 2: Tenemos que hacer algo.

GALLINAVADA: (Llama a las demás gallinas.) Yo propongo que nos pongamos de acuerdo y que… (Salen todas en conciliábulo, por el lateral izquierdo, dejando solo a Galloviejo quien, muy ofendido, abandona la escena por el lateral derecho.)

EL CHOCO: (Desde su butaca.)

«… sucede entre las gallinas

igual que entre los humanos:

siempre los que están arriba

se cagan en los de abajo…».

ESCENA VIII

(Escenario vacío. Por entre el público entran en plena discusión los cuatro Granjeros. Se dirigen al escenario.)

GRANJERO 4: ¿Se dan cuenta a dónde ha venido a parar todo?

GRANJERO 3: (Por Granjero 2.) ¡Éste y sus ideas!

GRANJERO 1: (A Granjero 2.) ¡A ver qué se te ocurre ahora!

GRANJERO 2: ¡Seguir luchando!

GRANJERO 4: ¡Nada de eso! ¡Hay que transar!

GRANJERO 2: ¡Por nada del mundo!

GRANJERO 3: Ya viste que tus fórmulas del concentrado no sirvieron para nada.

GRANJERO 1: Las gallinas han dejado de poner.

GRANJERO 3: ¡Y además están bajando de peso!

(El grupo ha llegado a la orilla del escenario.)

GRANJERO 4: Y si ahora el Supremo Distribuidor General cede y nos dice: «Está bien: a los precios de antes», ¿qué vamos a hacer?

GRANJERO 3: Eso es, ¿qué huevos vamos a venderle?

GRANJERO 2: (Tomándose los genitales de frente al público.) ¡Aunque sea los nuestros! Si él decide comprar de nuevo a los precios tradicionales, tendrá que abrir la venta de concentrado y darnos crédito.

GRANJERO 4: ¡Eso no lo hará nunca!

GRANJERO 2: Por el momento, ¿qué nos aflige? ¿Que las gallinas han dejado de poner? ¿Y qué? ¡Eso nos ahorra el trabajo de ir a tirar los huevos al barranco!

GRANJERO 3: Tienes razón.

GRANJERO 1: En eso no había pensado.

GRANJERO 2: No podemos abandonar la lucha ahora; si nos echamos atrás, nunca podremos levantar cabeza. Es él quien tiene que ceder.

GRANJERO 3: Entonces, ahora ya no se trata sólo de que nos sostenga los precios, sino de que, además, nos venda concentrado y nos dé crédito…

GRANJERO 4: ¡Eso complica mucho más las cosas!

GRANJERO 1: Mientras tanto, él sigue buscando la manera de obligamos a comprarle las incubadoras.

GRANJERO 2: Por el momento, no: tiene bastante con el problema que se ha buscado.

GRANJERO 1: Bueno, en ese caso tenemos que hacerle saber las nuevas condiciones cuanto antes.

GRANJERO 1: Resumiendo.

GRANJERO 2: ¡Precios, concentrado y crédito! Enviémosle esta carta… (Gira sobre sus talones y va a dirigirse, con el resto del grupo hacia el fondo de la escena, cuando

ESCENA IX

Violentamente vienen del fondo los Cuatro Gordos, quienes sin ninguna contemplación echan del escenario a los Granjeros. Éstos apenas logran entregar la carta a uno de ellos, saltan hacia el lunetario, en donde permanecen, mientras los Gordos estén escena. El Gordo de la ametralladora permanece apuntando amenazadoramente hacia los Granjeros, mientras los otros tres desaparecen por el foro, reapareciendo de inmediato. Resuena en los altoparlantes la marcha que se escuchara en la escena IV. Traen con la misma actitud ceremoniosa el trono rodante que ocupa el Supremo Distribuidor General, de espaldas al público. Con ellos viene el Vendedor de Concentrados, con un ojo morado. El grupo deja en el proscenio, de espaldas al público, el trono del Supremo Distribuidor General. Se sitúa luego en semicírculo frente a él, a quien se dirige ceremoniosa y respetuosamente en todos sus parlamentos).

GORDO 1: (Mimando la lectura de un cable): Úrgenos envío huevos. (Punto.) Paralizada producción rompopo. (Punto) Atentamente. (Punto.) Sociedad Rompopera. (Punto).

GORDO 3: (Mima un teléfono en la mano): ¡Rrrriiiínnngg! ¡Rrrriiiínnngg! (Acción de llevarse el auricular a la oreja. Se lo aparta y cubre con la mano el micrófono de cuando en cuando para informar al Supremo Distribuidor General.) Es la Compañía General de Pasteleros y Reposteros… Están furiosos… No pueden cumplir con los pedidos… Amenazan con buscarse otro abastecedor… Aunque tengan que pagar más… (Cuelga y pasa el teléfono imaginario a Gordo 1.)

GORDO 2: (Lee en voz alta fragmento de la carta entregada por los Granjeros.) «… en vista de todo lo anterior, manifestamos al Supremo Distribuidor General, con todo respeto, que para que se reanude entre nosotros el comercio de huevos, serán necesarias tres condiciones: a) Que el producto sea comprado al precio original de tanto por la carga de cien huevos; b) Que sea abierto nuevamente el expendio de concentrado de la localidad, y c) Que en el mismo se nos permita operar al crédito…».

(Movimientos aprobatorios entre el Grupo de Granjeros.)

VENDEDOR DE CONCENTRADO: (Saliendo de escena y volviendo inmediatamente.) ¡Nuestro agente en la Bolsa de Valores informa que las cotizaciones para huevos han subido de nuevo treinta puntos más!

GORDO 1: (Mismo juego mímico con el teléfono.) ¡Rrrriiiínnngg! ¡Rrrriiiínnngg! ¡Rrrriiiínnngg! (Descuelga, escucha y cuelga inmediatamente. Informa al Supremo Distribuidor General.) El gobierno anuncia que, de continuar la presente crisis, tomará las medidas necesarias y que ya está sobre la pista…

(Los cuatro Gordos y el Vendedor de Concentrados se abrazan entre ellos, formando un círculo cerrado —team-back.)

TODOS: ¡¡Rrrá-rrrá-rrraaaá!!

(Se separan. Vuelven al primer plano. Hacen girar el trono del Supremo Distribuidor General poniéndolo de frente al público.)

GORDO 2: (Habla tras el Supremo Distribuidor General.) ¡Transaré! El Supremo Distribuidor General, en vista de la aguda crisis por la que atraviesa la industria avícola, ha decidido sacrificar generosamente sus intereses en beneficio de los productores, por lo que, aun en detrimento propio, comprará nuevamente el producto a los precios que regían con anterioridad (movimientos aprobatorios entre el grupo de los Granjeros), abrirá los expendios de concentrado (aprobación creciente por parte de los Granjeros) y en los mismos expendios, ¡otorgará amplio crédito a los señores Granjeros! (Aprobación unánime y entusiasta por parte de los Granjeros que los Gordos observan con risitas socarronas). A los señores fabricantes de rompopo, así como a los señores reposteros y pasteleros, se les informa que, debido a estas circunstancias y al alza del producto en la Bolsa de Valores, el precio de los huevos clase triple «A» no podrá ser menor que el del doble de tanto. (Del plafond desciende nuevamente la balanza. Esta vez trae en sus platillos dos bolsas: «PRECIO DE COMPRA», se lee una; «PRECIO DE VENTA» en la otra. La balanza se desnivela a favor de la segunda). Al Gobierno de la República, el Supremo Distribuidor General informa que, precisamente previendo las complicaciones de un mercado monoproductor y monoconsumidor, en el que la vida y la economía del país pueden llegar a depender de los caprichos y ambiciones de intermediarios y de acaparadores, el Supremo Distribuidor General ha luchado, desinteresadamente, ¡en favor de la diversificación de la producción! Prueba de ello es que en sus bodegas existe una suficiente cantidad de incubadoras que están a la disposición de los señores Granjeros, al precio de tanto la unidad. (Movimiento de protesta por parte de los Granjeros, que es apagado de inmediato por la actitud ominosa de los Gordos, especialmente del Gordo de la Ametralladora. El grupo inicia su ceremoniosa salida por el fondo, no sin que antes, el Gordo 3 haya cambiado el contenido de la balanza: Esta vez las bolsas tienen otros textos: «HUEVOS», «CONCENTRADO» el peso de la segunda bolsa es mayor que el de la primera. Resuena la marcha acostumbrada, salen de escena los Gordos llevándose al Supremo Distribuidor General, sube la balanza hacia el plafond, queda sólo en escena el Vendedor de Concentrado y el grupo de Granjeros se precipita hacia él, vociferando colérico.)

ESCENA X

VENDEDOR DE CONCENTRADO: Yo no tengo nada qué ver en esto: yo sólo soy un empleado que cumple órdenes.

GRANJERO 2: ¡Pero esto es una cabronada!

VENDEDOR DE CONCENTRADO: ¿Quién los entiende a ustedes? ¿Querían que el Supremo Distribuidor General les comprara los huevos a las mismas tarifas de antes? Ahí está: concedido. ¿Querían que abriera otra vez el expendio de concentrado? Ahí está: concedido. ¿Querían crédito? Aquí está: ¡concedido también!

GRANJERO 1: ¡Sí, pero ahora nos ha encaramado el precio del concentrado al doble!

GRANJERO 2: ¡Lo que quiere es que nos endeudemos con él para rematarnos, quedarse con nuestras granjas y que pasemos a ser sus empleados!

VENDEDOR DE CONCENTRADO: Ustedes han puesto sus precios. Él está en el derecho de poner los suyos. Él vende. Si no les parece, ¡no compren!

GRANJERO 3: ¡Sí! ¡«Legítimo derecho de venta»!… (Yéndosele encima y fallándole algunos puñetazos) ¡Ya viste lo que te pasó por tu «legítimo derecho de venta»…!! (Los demás Granjeros lo sujetan y lo llevan aparte).

GRANJERO 2: (Tratando de calmar a Granjero 3): Compraremos, pero sólo la mitad del concentrado necesario. En las granjas lo mezclaremos con el que hicimos nosotros mismos. Lo que nos interesa es que las gallinas pongan y no que los huevos sean de óptima calidad…

GRANJERO 1: De acuerdo: así el Supremo Distribuidor General tendrá que bajar el precio del concentrado o mejorar la calidad de sus fórmulas cuando sus compradores de huevos le reclamen…

GRANJERO 4: Y ése será problema sólo entre ellos… ¡perfecto!

GRANJERO 2: Vamos a discutirlo con los otros… Vamos.

(Sale el grupo por uno de los laterales. El Vendedor de Concentrado los sigue cautelosamente. Queda vacío el escenario.)

ESCENA XI

EL CHOCO: (Canta desde su butaca acompañándose con la guitarra.)

«… Éste es el jueguito de “aprietacañuto”:

la pita se rompe por lo más delgado.

Unos se hacen locos, otros se hacen brutos

y los pobres siempre pagamos el pato…» (bis).

(Durante el «bis» o los «bis» necesarios, por el lateral derecho entra a escena Galloviejo, coloca la banda de montaje, cuelga al fondo un cartelón en el que se lee «HOY: HORAS EXTRAS». Se sitúa, finalmente, en el ángulo fondo-derecho de la escena y llama a las Gallinas con unas palmadas; éstas aparecen de mala gana por el proscenio izquierdo y forman desordenadamente una cola frente a Galloviejo. Una a una, las Gallinas pasan frente a Galloviejo, mimando la acción de cobrar, recibir el salario, firmar el recibo, etc. Terminada la acción, Galloviejo abandona la escena. Las Gallinas cuentan sus monedas y comentan. Gallina 5 se queda, fija e indecisa frente al cartelón que anuncia las HORAS EXTRAS.)

GALLINA 1: Este concentrado ya está mejor…

GALLINAVADA: Cómo sería de malo el que se nos estaba dando antes, que hasta dejamos de poner…

GALLINA 2: ¡Sabía a rayos!

GALLINA 3: Éste aún es malo.

GALLINA 2: Es lo mismo que el otro.

GALLINAVADA: (A Gallina 5.) Oye, ¿qué te pasa?

GALLINA 5: No sé, siento algo extraño.

GALLINA 4: (Observando el cartelón.) Yo también.

GALLINAVADA: (Notando el cartelón.) Es la comida. Yo también siento algo raro; una especie de hambre.

GALLINA 5: Creo que voy a poner un huevo.

GALLINA 2: ¿Otra vez?

GALLINAVADA: Lo único que nos faltaba: ¡Vamos a seguir trabajando!

GALLINA 1: Y apenas si han mejorado un poco la alimentación.

GALLINA 2: ¡Sigamos en la huelga!

GALLINA 5: (Se dirige a la banda de montaje.) Ya no puedo.

GALLINA 2: ¡No hay que poner un solo huevo mientras no nos den buena comida al menos!

GALLINA 5: (Se suelta del brazo de Gallina 2 que trató de sujetarle, corre hacia la banda de montaje y se pone a trabajar; mientras Gallina 2 descuelga el cartelón y está a punto de romperlo.) ¡Ya no puedo más: siento que voy a reventar si no lo pongo!

GALLINAVADA: (Yendo hacia la banda de montaje.) Me pasa lo mismo.

GALLINA 2: (Deja caer el cartelón por el suelo.) No podemos evitarlo. (Ocupa su lugar en la banda de montaje.)

GALLINA 1: Debe ser algo en la comida (Ocupa su lugar.).

GALLINA 3: Pero no podemos dejar de comer (Misma acción.).

GALLINA 5: (Terminando la elaboración de un producto.) Puse un huevo.

GALLINAVADA: ¡Qué lata! ¡Estamos poniendo otra vez!

GALLINA 1: Es verdaderamente imposible evitarlo.

GALLINA 2: Pero esta alimentación es insuficiente: me he tragado casi media libra y tengo una como hambre que no es hambre.

GALLINA 1: Sí, una como necesidad de algo más.

GALLINAVADA: Bueno, puesto que no podemos dejar de trabajar como lo hicimos antes, ahora tendremos que recurrir a otros medios.

GALLINA 2: Es verdad: ¡nos tratan como máquinas!

GALLINAVADA: (A la Gallina 5 quien ha destapado uno de los productos que pasan en la banda de montaje y se lo está tragando precipitadamente.) ¿Qué estás haciendo tú?

GALLINA 5: Lo siento. Ya sé que es monstruoso, pero no puedo evitarlo. ¡¡Tengo hambre!! (Pausa general.)

GALLINAVADA: ¡Eso es exactamente lo que debemos hacer todas!

GALLINA 3: ¿Qué?

GALLINA 1: ¿Te has vuelto loca?

GALLINAVADA: Nada de eso. Vean: (Misma acción que la Gallina 5.) Yo misma les doy el ejemplo. Vamos: todos, ¡a comerse todos los huevos que pongan!

GALLINA 4: Francamente siento la necesidad de hacerlo… pero, no me atrevo.

GALLINAVADA: ¡Hay que «destruir la producción»! Ya que no podemos dejar de poner, ya que ellos nos obligan a poner y nos impiden empollar, ya que ellos se están enriqueciendo a costa nuestra, a costa de nuestra hambre, ¡lo único que nos queda es destruir todos los huevos que pongamos!

GALLINA 5: Me siento mejor después de haberlo comido.

GALLINAVADA: Yo también. ¡Todas nos comeremos los huevos hasta que ellos cedan y nos den mejor alimentación!

(Todas las gallinas desmontan la banda de montaje y salen en grupo tras la Gallinavada por el lateral derecho-fondo. Por la izquierda aparece Galloviejo quien, alarmado, indignado, nervioso, recoge la banda de montaje y pone orden en el escenario. Mientras él realiza la acción descrita, hasta que sale por el lateral derecho, El Choco canta.)

EL CHOCO: (Con su guitarra y desde su butaca.)

«… tanto va el cántaro al agua

que al fin se rompe.

La paciencia se le acaba

hasta a los pobres.

Los ricos después se alarman,

pero no se oye:

con sus líos sólo estaban

jode que jode…»

ESCENA XII

(Por el lateral derecho entra a escenario La Mujer, con una madeja de lana sostenida con los antebrazos. Tras ella viene Galloviejo, quien trae dos sillas iguales, las que coloca en el proscenio, una frente a otra, muy juntas, de perfil al público. La Mujer ocupa la de la derecha. En ese momento, por el fondo izquierdo, entra con aire cansado Granjero 2. Durante los primeros parlamentos atraviesa el escenario, deja su sombrero fuera de escena por el lateral derecho, se sienta frente a La Mujer y sostiene él la madeja mientras ella hace la bola de lana.)

GRANJERO 2: Hola. Ya vine.

LA MUJER: ¿Te sirvo la comida?

GRANJERO 2: No estoy para comida ahora. Hoy no tengo hambre.

LA MUJER: ¿Problemas todavía?

GRANJERO 2: ¡Parece que no fueran a terminar nunca! Las gallinas de toda la región han dado en comerse todos los huevos que ponen. Menos mal que nosotros siquiera tendremos producción para vender…

LA MUJER: ¿Qué te hace pensarlo?

GRANJERO 2: ¿Qué quieres decir?

LA MUJER: Cuando dijiste «toda la región» no tenías por qué excluir tu propia granja.

GRANJERO 2: ¿También aquí?

LA MUJER: Aquí también. Además, están furiosas. Esta mañana, cuando bajé a dejarles el concentrado se me tiraron encima. Si no me armo de una escoba y salgo corriendo me hubieran sacado los ojos a picotazos.

GRANJERO 2: ¡Sólo eso nos faltaba!

LA MUJER: La gallina avada fue la que empezó el alboroto.

GRANJERO 2: ¿La mascota del niño?

LA MUJER: Ésa. Esa misma.

GRANJERO 2: Se veía tan mansa.

LA MUJER: Siempre te he dicho que ese animal tiene algo raro. Tiene una mirada que no parece de gallina.

GRANJERO 2: ¡Tonterías! ¿Cómo miran las gallinas?

LA MUJER: De otro modo. Entre dulces y asustadas. Ésta tiene mirada como de gavilán, como de gato furioso.

GRANJERO 2: ¿Y qué? ¿Al final de cuentas, qué? ¿Qué más da que mire como gallina, como general de artillería o como obispo?

LA MUJER: ¡Podría instigar a las demás a no producir huevos!

GRANJERO 2: Mujer, te estás volviendo loca. ¡¿Una gallina instigadora?! ¿A poco me dirás que hasta escuchaste los discursos de esa… terrible agitadora?

LA MUJER: No te burles. Es en serio. No es necesario que una gallina haga demagogia ni que se encarame en una tribuna. Entre los animales el ejemplo es una poderosa fuerza de convicción. Son por naturaleza imitadores.

GRANJERO 2: ¿Sabes que no andas tan descaminada?

LA MUJER: ¡Claro que no! Y dime ¿qué hacen ustedes para espantar los pajarracos de los sembrados?

GRANJERO 2: Si lo sabes de sobra, ¿por qué lo preguntas?

LA MUJER: Respóndeme.

GRANJERO 2: Colgamos de trecho en trecho los sanates que matamos.

LA MUJER: ¿Para qué?

GRANJERO 2: Para darles un ejemplo a los que quedan vivos de lo que puede ocurrirles si bajan a comerse el grano.

LA MUJER: ¿Entonces, los animales sí entienden los ejemplos?

GRANJERO 2: ¿A dónde quieres ir a parar?

LA MUJER: A que ustedes, los genios de la avicultura, han olvidado todas las viejas verdades.

GRANJERO 2: ¡Ya me fastidias con tus vueltas y revueltas! Estamos en un problema endiablado y te pones a hablar en filosofía: «las viejas verdades» y todo eso. ¿Por qué no hablas claro de una vez?

LA MUJER: «A gallina que come huevo hay que quemarle el pico».

GRANJERO 2: ¿Qué?

LA MUJER: Eso mismo: «hay que quemarle el pico», pero frente a las demás gallinas para que escarmienten todas.

GRANJERO 2: Bueno: eso hacían antes, pero… pero la técnica avícola actual señala que…

LA MUJER: ¿Y quién te ha enseñado la «técnica actual»?

GRANJERO 2: El Supremo Distribuidor General.

LA MUJER: ¿Y tú sigues fiándote de él?

GRANJERO 2: No… no dejas de… de tener razón…

LA MUJER: (Ha terminado ya de hacer la bola de lana: en la última vuelta de la madeja hay un nudo corredizo que, cuando ella tira del hilo, ata las manos de Granjero 2 hacia el frente. Poniéndose de pie y tirando del hilo para que él la imite.) ¡Tengo toda la razón! ¡Hay que hacer las cosas como la gente de antes! ¡Ellos eran más sabios!

GRANJERO 2: (Obedeciéndole temeroso.) Con probar nada se pierde.

LA MUJER: (Arrastrándolo hacia la salida fondo izquierdo.) ¡Llama a tus compañeros y cítalos para esta misma noche!

GRANJERO 2: (Saliendo): Sí, sí: para esta noche… (Sale.)

LA MUJER: (Saliendo tras él): ¡Para esta misma noche! (Sale.)

(La escena vacía. Sobre el telón de fondo se proyecta una serie en aproximación —dolly-inn— de diapositivas de una misma fotografía: en ella El General Ubico, el generalísimo Trujillo, o cualquiera de los pintorescos dictadores que pueblan la sangrienta fauna histórica de estos pueblos. Mientras tanto El Choco canta con su guitarra y desde su butaca:)

«… ya venía la Montada

ya pasaba la Rural:

a todos se fusilaba

de modo provisional.

La Ley-fuga en los caminos

igual que en la capital:

por sobre charcos de sangre

pasa en moto el General…».

ESCENA XIII

(Aprovechando la oscuridad de la proyección entran a escena todas Las Gallinas. Cuando se encienden las luces del escenario éstas ya están en él, en plan de actores. Sorpresivamente la iluminación cambia de luz difusa general a un cenital concentrado al centro del escenario. Por el lateral izquierdo irrumpen los cuatro Granjeros cargando dos marcos que sostienen dos lienzos de tela de gallinero. Instintivamente Las Gallinas se agrupan y los marcos son colocados entre estos personajes y el público en una escuadra de 90°, a manera de dar tanto la sensación de un gallinero como de una cárcel. La Mujer aparece por el lateral izquierdo, con una enorme vela encendida en la mano. Viene toda vestida de blanco y como en trance hipnótico.)

LA MUJER: (Señalando a la Gallinavada.) Ésa, ¡ésa es! (Los Granjeros toman a la Gallinavada y la arrastran hasta La Mujer. Mientras ellos sujetan a la Gallinavada, La Mujer habla solemnemente, como en un exorcismo o en un auto de fe.) Emplumación y encarnación diabólica de Satanás que has sembrado el escándalo como madre desnaturalizada al devorar los frutos de tu propia entraña: por los cuatro elementos, por los cuatro horizontes del orbe, por los siete colores y las siete regiones del infierno, yo te conjuro para que te manifiestes con voz humana. ¿Abjuras de tan abominables prácticas malignas? (Pausa. La Gallinavada trata de liberarse inútilmente.) Por segunda vez ¿abjuras, pérfido animal? (Pausa y mismo juego.) Por tercera y última vez, ¿abjuras? (Pausa y mismo juego.) Por tu silencio obstinado, el fuego purificador limpiará de pecado y de muerte tu pico sangriento!! (Aproxima la llama al rostro de la Gallinavada, quien lanza un alarido de dolor y queda luego con la cabeza colgando sobre el pecho. La Mujer habla ahora marchando alrededor del grupo de las Gallinas, quienes permanecen en cuclillas, apretadas unas con otras.) Y vosotras, que habéis sido corrompidas por el ejemplo de esta alimaña posesa del demonio, ved este escarmiento y sabed que esta vez hemos sido clementes y piadosos: la próxima, será la pena de muerte y la condenación eterna. Amén. (Todos los Granjeros y La Mujer salen en solemne procesión por el lateral izquierdo, arrastrando a la Gallinavada).

ESCENA XIV

(La acción queda paralizada en el escenario. La misma luz cenital sobre el grupo de Gallinas aprisionadas entre las mallas metálicas. Inmóviles.)

EL CHOCO: (Canta, casi llora, con su guitarra.)

«… ojos que no ven, corazón que no siente.

Mis ojos no miran y yo estoy llorando:

¡Gallinitavada, frágil y valiente!

los torturadores la están torturando…

Gallinitavada color de ceniza.

Color de ceniza, de piedra y de acero,

tus plumitas vuelan por los horizontes:

heroicas tormentas su color le dieron…».

GALLINA 5: (Salta tras su puño en alto como en una explosión, viendo hacia el lateral por donde se llevaron a la Gallinavada.) ¡Hijos de puta!

GALLINA 4: Les ha dolido que interrumpamos de nuevo la producción.

GALLINA 1: ¡Canallas!

GALLINA 3: ¡Qué manera de torturarla!

GALLINA 4: La vieja maldita está loca de rabia desde que le dimos sus picotazos esta mañana…

GALLINA 3: ¡Ella empezó: que el cumpleaños de su hija, que el vestido, que el concentrado, que la fiesta, que los huevos y que yo qué sé cuántos; y mientras hablaba, venía a tirarnos de escobazos!

GALLINA 5: ¡Silencio! ¡Vuelven!

(Pausa. Pasos. Por el lateral izquierdo la Gallinavada es lanzada al escenario, con evidentes huellas de tortura. Las otras Gallinas la rodean, consternadas. Pasos que se alejan. Pausa general.)

GALLINA 4: ¿Cómo te sientes?

GALLINA 1: ¿Qué te hicieron?

GALLINAVADA: ¡Qué ardor! ¡Qué ardor!

GALLINA 4: Tráiganle agua. (Gallina 5 mima la traída del agua.)

GALLINA 3: ¡Cómo te ha quedado el pico!

GALLINA 5 (Dándole a beber.) Toma, tal vez te mejore. (Pausa larga general.)

GALLINAVADA: Querían saber cómo se enteraron las gallinas de las otras granjas.

GALLINA 3: Entonces, ¡en las otras granjas también han estado luchando!

GALINAVADA: Querían que les prometiera que no lo volveríamos a hacer.

GALLINA 1: ¿Te… te torturaron mucho…?

GALLINAVADA: Sí. Siguieron quemándome el pico con llamas y con brasas y hablando babosadas como cuando rezan.

GALLINA5: Y dijeron que la próxima vez nos mataría.

GALLINA 1: ¿Qué hacer? ¡Qué hacer!

GALLINAVADA: Seguir parejo hasta que nos den mejor comida.

GALLINA 3: ¿Para qué, si con el pico quemado no se puede comer?

GALLINAVADA: Intenta no comer un huevo en cuanto lo pongas…

GALLINA 3: No podré. Hay una como hambre que me acosa.

GALLINAVADA: ¿Lo ven? (Se incorpora.) Aunque sigan torturándonos ya no debemos ni podemos dejar la lucha. ¡Sabemos que nos matarán y sin embargo seguiremos en la lucha hasta el final!

GALLINA 5: ¡Seguiremos en la lucha!

GALLINA 1: ¡En la lucha hasta el final!

TODAS LAS GALLINAS: (Mientras de un empujón hacen caer por el suelo los paneles de tela metálica.) ¡¡En la lucha hasta el final!! (Plena luz sobre el escenario. Las Gallinas, encabezadas por la Gallinavada salen por el lateral derecho repitiendo a coro la consigna.) «¡En la lucha hasta el final! ¡En la lucha hasta el final! ¡En la lucha hasta el final!» etc. (Por el lado izquierdo entran precipitadamente Galloviejo y el Gordo de la metralleta. Miran asombrados los paneles por el suelo, y tras dudarlo un tanto, los recogen, los sacan de nuevo por la izquierda y se lanzan en persecución de las Gallinas por el lateral derecho.)

EL CHOCO: (Canta alegremente.)

«¡… ya llegó la hora!

¡Ya se armó la gorda!

¡Ya llegó la hora!

¡Ya se armó la gorda!

A todos nos cansa

que sólo nos jodan…».

ESCENA XV

(Escenario vacío. De entre bambalinas un grito autoritario de La Mujer —«¡SILENCIO!»— hace callar al Choco. Por el lateral derecho entran a escena, marchando marcialmente, los cuatro Granjeros, quienes se sitúan en dos filas y en posición de «descanso» de cara al público. La Mujer trae un fuete en la mano con el que se azota nerviosamente los muslos mientras camina incesantemente por entre los inmóviles Granjeros. Estos hablan sin ninguna gesticulación. La voz de ella va desde una ronca cólera hasta ocasionales y estridentes gritos histéricos.)

GRANJERO 1: Esto es desesperante.

GRANJERO 3: Ya no es el Supremo Distribuidor General: ahora son las gallinas quienes nos han declarado la guerra.

GRANJERO 2: Lo que quieren es que les demos el mismo concentrado que antes.

GRANJERO 3: Eso es imposible: Los precios que ha impuesto el Supremo Distribuidor General son excesivamente altos.

LA MUJER: ¡Lo que quieren es el otro ESCARMIENTO!

GRANJERO 1: ¿Cuál?

GRANJERO 2: Te equivocaste de refrán la vez pasada: «Gallina que come huevo AUNQUE le quemen el pico». Así es.

LA MUJER: ¡No me refiero a ese ESCARMIENTO! ¡Estos animales son muy obstinados!

GRANJERO 2: ¿Y a cuál escarmiento entonces?

LA MUJER: ¡Matar una gallina frente a todas las demás!

GRANJERO 4: Pero si eso lo hacemos todas las semanas…

LA MUJER: ¡No es lo mismo! La gallina del sábado es para el caldo del domingo; para los tamales; para el almuerzo. Esto es una medida económica. Una medida política. ¡UN ESCARMIENTO! Y habrá de hacerse en público, delante de ellas, como cuando se cuelga un sanate a modo de espantapájaros. ¡UN ESCARMIENTO QUE LAS HARÁ ENTENDER DE UNA VEZ POR TODAS!!

GRANJERO 1: ¿Y cómo vamos a hacer eso?

LA MUJER: En forma de juicio público: con fiscal, juez, jurado y verdugo.

GRANJERO 2: Sólo te faltó el abogado defensor…

LA MUJER: ¿El abogado defensor? ¡PARA QUÉ! De lo que se trata es de que las demás se enteren cómo y por qué las matamos. ¡EN MARCHA!

(Todos los Granjeros se ponen en actitud de «firmes», giran en «media vuelta» y salen de escena en fondo marcialmente, seguidos por La Mujer.)

ESCENA XVI

(Escenario vacío. Plena luz. Por el lateral derecho, sin maquillaje, aunque siempre con el traje de carácter, entra a escena la actriz que ha venido haciendo el papel de Gallinavada. Trae en una mano un banquillo; en el otro brazo, la gallina verdadera que aparece en las escenas, 2, 3 y final de la escena 6. Deposita el banquillo a la izquierda del proscenio. Habla al público de modo directo y en tono coloquial, mientras acaricia tiernamente al animal.)

GALLINAVADA: Señores espectadores: hasta el momento yo he encamado el papel que en la vida real corresponde a este pobre ser. Pero, ustedes comprenderán que el Teatro tiene sus limitaciones. Ha llegado el momento cuando la farsa se vuelve realidad. Yo soy una farsante: la Verdad no es mi escenario. Ahora, cuando los símbolos dejan de ser símbolos y la sangre comienza a ser sangre verdadera, me retiro y dejo el papel al verdadero personaje: esta gallina que a su vez representa, en el sacrificio, lo que yo he venido representando en la simulación teatral de esta fábula. (Deja la gallina verdadera bajo el banquillo.) El símbolo sigue en pie, representando una realidad. Me toca a mí retirarme. A esta gallina, enfrentarse al juicio y al sacrificio. Y a ustedes, comprender. (Sale, dejando en escena el banquillo y la gallina.)

ESCENA XVII

EL CHOCO: (Canta tristemente desde su butaca, acompañándose con su guitarra.)

«… ya está sola en el banquillo

cuando llega el juez parcial…»

(Por el lateral derecho el Vendedor de Concentrado entra a escena empujando un enorme estrado forrado en tela de gallinero y en el que hay un escudo al frente compuesto de un pollo frito y una orla en la que se lee «Justicia & Co. Ltda.». Viste una toga negra y se ubica al centro-fondo.)

«… tan lejos de sus amigos

y tan cerca del fiscal…»

(Por el lateral derecho entra Galloviejo empujando su estrado de fiscal: una hielera roja en cuyo frente se lee «Coca-Cola», la emplaza en 3/4 a la derecha. Viste igualmente toga negra.)

«… Ya preparan la comedia

los que la van a juzgar…».

(Por el lateral izquierdo entran los Granjeros 1, 3 y 4: traen cuatro muñecos tamaño natural, recortados de perfil en madera y pintados primitivamente a imagen y semejanza de los Granjero. Los cuatro muñecos tienen goznes en los hombros a modo de que los brazos derechos sean accionables. Todos los brazos están unidos por una gruesa cuerda, que los mueve al mismo tiempo. Al final de cada brazo una mano enorme empuñada con el pulgar hacia abajo. Los Granjeros dejan los muñecos a la izquierda, frente a frente al estrado del Fiscal y se sitúan de espaldas a la escena en cada una de las entradas al escenario.)

«… Ya están afilando el filo

de la pena capital…».

(Por el lateral izquierdo —primer plano— entra El Verdugo. Trae en una mano el tajo, en la otra el hacha. Viste a la manera del «SUPERMAN» de las tiras cómicas, con todo y capa, salvo tres diferencias: Usa grandes guantes negros; usa capuchón de verdugo; y la «S» del escudo en el pecho está cortada por dos barras. Viene armado de una gigantesca hacha de decapitaciones. Detrás suyo, Granjero 2, entra cargando un enorme tajo que deja en el proscenio, al lado del banquillo y de la gallina. El Verdugo se sitúa al lado del estrado del Juez-Vendedor de Concentrado. El Granjero 2 toma la misma actitud que los otros Granjeros de espaldas a la escena frente a una de las entradas.)

EL CHOCO: «… La justicia está torcida

¿Quién la puede enderezar?

La Justicia está torcida.

¿Quién la puede enderezar?…».

(Del plafond desciende la balanza con sus platillos vacíos, pero notoriamente inclinada hacia el costado derecho. Pausa general.)

EL FISCAL-GALLOVIEJO: (Habla, canta, grita. A veces como un párroco de misa y olla que predicara; a veces, como un sargento que diera cuartelarias voces de mando; a veces soprano colorattura de ópera italiano.) Con vuestra venia. Su Señoría. Amados hermanos míos: Por aquel tiempo decía el maestro a sus discípulos: en verdad, en verdad os digo que llegada será la hora cuando el hijo se rebelará contra su padre, el soldado contra su general, los siervos contra sus señores naturales; el orden será destruido por el desorden; la impiedad negará el rostro del señor y hasta las bestezuelas irracionales desconocerán la autoridad del hombre. Yo os invito a meditar profundamente sobre la Piedad y el Amor… Dijo el maestro: «Hagamos el amor y no la guerra».

GALLINA 5: (Desde bambalinas.) ¡Todos los gallos murieron en el palenque! (Su grito desata un rumor de protesta y voces que van en crescendo interrumpiendo el discurso del Fiscal-Galloviejo.)

EL FISCAL-GALLOVIEJO: ¡«Dad al César lo que es del César»! Dentro de la Creación cada quien tiene su función y su destino. El de unos es brillante y lleno de responsabilidades. Oscuro y lleno de humildad es el de otros. Así se establece el supremo equilibrio en la balanza eterna. Por eso, ¡no hay peor vicio que la violencia subversiva en los humildes, que —olvidando el amor— quieren arrebatar por la violencia el sitio que a los poderosos ha sido designado para la conservación del equilibrio y el concierto del universo mundo!

GALLINA 1: (Desde bambalinas.) ¡Ese equilibrio es injusto!

EL FISCAL-GALLO VIEJO: ¿Y qué mueve a las almas que en tal error caen? ¿Cuyo es el móvil? Los groseros apetitos, ¡las más bajas pasiones! ¡La gula! ¡La envidia! ¡La pereza! ¡Nada más odioso ni más abominable ante los ojos del señor…!

GALLINA 3: (Desde bambalinas.) ¡Suelten a la Gallinavada!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: En el caso presente, no entremos en una enumeración minuciosa de las culpas cometidas. Sea bastante señalar hasta dónde conduce la impiedad; cómo un crimen lleva a la comisión de otro más monstruoso. En principio, fue la envidia de los bienes terrenales que han sido obtenidos por el granjero.

GALLINA 2: (Desde bambalinas.) ¡A costillas nuestras!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: Luego, el deseo lúbrico e impuro de haber macho, cuando la procreación estaba realizándose dentro de un sistema puro, libre de pecado camal y carnoso.

GALLINAVADA: (Desde bambalinas.): ¡Queremos gallos!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: Siguió la gula: ¡el grosero e inmundo afán de hartazgo!

GALLINA 1: (Desde bambalinas.): ¡Tenemos hambre!

CORO DE GALLINAS: (Se queda repitiendo rítmicamente.) ¡Hambre!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: Después, la ira, cuando la satisfacción de tales apetitos fue negada. La pereza, más tarde, cuando estos seres, poseídos ya de tantos pecados, ¡se negaron a realizar el trabajo que la madre Naturaleza les ha asignado!

CORO DE GALLINAS: (Desde bambalinas.) ¡Viva la huelga! (se queda repitiendo rítmicamente): ¡Huelga!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: Y finalmente, ¡crimen de los crímenes! ¡Colmo de los colmos! ¡Aberración, locura y apocalipsis! Estas desnaturalizadas madres han llegado a la iniquidad nefanda de la bárbara Medea: ¡¡Han devorado a sus propios hijos…!! ¿Quién fue la culpable?

GALLINA 1: (Desde bambalinas.) ¡Ustedes!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: ¡Culpables lo fueron todas!

CORO DE GALLINAS: (Se queda repitiendo rítmicamente.) ¡Ustedes!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: Pero la Piedad es mar inmenso y, siempre que exista la tabla de salvación del arrepentimiento y el propósito de enmienda, el alma náufraga llegar puede segura a puerto de salvación!

GALLINA 5: (Desde bambalinas.) ¡Seguiremos en la lucha!

CORO DE GALLINAS: (Se queda repitiendo rítmicamente.) ¡Lucha!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: No así aquél que sembró el escándalo, que corrompió a sus semejantes: Sobre el réprobo recaen, bajo tales circunstancias, el peso de las culpas propias, y el peso de las culpas a que indujo a otras almas:

¡Para quien tal crimen comete, piadoso castigo la muerte es!

CORO DE GALLINAS: ¡¡No, no la maten!!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: ¿Es que debo decir que la Sociedad se defienda a sí misma del putrefacto cáncer que la corroe, que haga valer el sagrado principio de autoridad y que corte de su multitudinario cuerpo el miembro tumefacto y contaminador, la manzana podrida que pudre a las demás?

CORO DE GALLINAS: ¡¡No, no, no la maten!!

EL FISCAL-GALLOVIEJO: No pido: ¡¡Exijo la muerte de la delincuente!!

CORO DE GALLINAS: ¡No la maten! ¡No la maten! ¡No la maten!

FISCAL-GALLOVIEJO: (Gritando por sobre el coro.) ¡He terminado! ¡Su Señoría!

CORO DE GALLINAS: ¡No la maten! ¡No la maten! ¡No la maten!

JUEZ-VENDEDOR DE CONCENTRADO: ¡¡Silencio la acusada!! (El Coro de Gallinas calla.) Vistas las pruebas contundentes e irrefutables presentadas por el Fiscal, se pide al honorable jurado que exprese su veredicto, de preferencia condenatorio. (El Fiscal-Galloviejo atraviesa el escenario, toma la cuerda que acciona los brazos de los muñecos que simulan el jurado y tira de ella a modo que las cuatro manos de madera aparezcan con los pulgares hacia abajo en mudo gesto condenatorio. Los deja caer y vuelve a su estrado.)

Vista la unanimidad del veredicto condenatorio, la culpable deberá ser sometida a la DECAPITACIÓN. Este tribunal solicita, humilde y respetuosamente, que el Excelentísimo Señor Verdugo tenga a bien someter a la acusada a la pena capital por decapitación, como corresponde por sus múltiples crímenes. ¡Y que Dios tenga piedad de su alma!

CORO DE GALLINAS: (Esta vez son gritos aislados en crescendo, verdaderos alaridos, las Gallinas pugnan por entrar a la escena, pero son rechazadas por los Granjeros.) ¡No! ¡No la maten! ¡No! ¡No! ¡No la maten! ¡Asesinos! ¡No la maten! etc.

EL VERDUGO: (Avanza lentamente hasta el proscenio entre la creciente gritería de las Gallinas, toma la gallina que está bajo el banquillo, con toda calma le traba la cabeza en gancho ad hoc del que el tajo está provisto, le estira el cuello, levanta el hacha y corta de un solo y limpio golpe los gritos y la cabeza de la gallina, procurando que el hacha se quede clavada en el tajo. Lleva luego el cuerpo agonizante y lo deposita sobre el estrado del Juez-Vendedor de Concentrado, en medio del silencio general. Es seguro que el cadáver salte del estrado y caiga al suelo aún con movimiento. Deberá hacerse una larga pausa indiferente, hasta que el animal se quede quieto.)

ESCENA XVIII

(Atruena en los altoparlantes la marcha del Supremo Distribuidor General, quien entra esta vez de frente al público, en su trono rodante, escoltado por los cuatro Gordos, quienes lo sitúan en el centro del proscenio. Al mismo tiempo, por el lateral izquierdo, totalmente vestida de blanco, entra a escena La Mujer. El Juez-Vendedor de Concentrado desata del hilo que la sostiene la balanza y se la entrega a La Mujer, quien, tras el tajo permanece en actitud hierática sosteniendo con una mano la balanza y con la otra empuñando el hacha que está clavada en el tajo de la ejecución —«la justicia»—. Como en un cambio de guardia, el Gordo de la Ametralladora entrega su arma al Verdugo quien asume una actitud de centinela ominoso frente al público.)

GORDO 3: (Tras el trono del Supremo Distribuidor General. Melifluo.) Inestabilidad… muere… derramamientos estériles de sangre… ¡Dolorosas y continuas son las crisis y los problemas a los que se enfrentan, con excesiva frecuencia, las áreas subdesarrolladas por falta de tecnificación y de asesoría! El ejemplo que acabamos de ver en lo de los granjeros es elocuente. Por ello nos sentimos obligados a optar nuestra asesoría desinteresada. Analicemos: Si ellos se hubiesen avenido a alimentar debidamente sus fuerzas productoras, ésta no se hubieran vista impelidas a destruir la producción y todos habríamos salido ganando. Si ellos se hubiesen adaptado a la modernización de su primitiva industria y hubiesen comprado mis incubadoras, todo habría ido mejor (al menos para mí). Pero se enteraron y lo complicaron todo. ¡Y he allí el resultado! (Señala el cadáver de la gallina.) Debo finalmente, como Supremo Distribuidor General que soy, dar un dictamen técnico: La falta de calcio en el concentrado empíricamente preparado o adulterado, impulsó, obligó (biológicamente hablando) a las gallinas a buscar ese elemento vital en los huevos que ellas mismas estaban poniendo, sin que esos pobres animales pudieran resistir la necesidad de proveerse, por cualquier medio, de dicha substancia. Por lo tanto y en conclusión: ¡Es conveniente incluir la cantidad necesaria de calcio en la alimentación de las aves de corral para aumentar y garantizar las ganancias del granjero así como para asegurar y mejorar la producción avícola!

ESCENA XIX

(Con el discurso del Gordo 3 termina prácticamente la función. Pero, en ese momento invaden el escenario los actores que ha jugado los roles de las Gallinas. Vienen ya sin maquillaje o terminando de quitárselo. Su entrada causa una sorpresa paralizante y desconcierto en los que ocupan el escenario.)

GALLINA 3: ¡Un momento! ¡Esta fábula no se adapta a la realidad!

GALLINA 1: Esto no es un gallinero.

GALLINA 5: Eso del calcio en los cascarones se queda para las gallinas, pero nosotros no somos gallinas.

GALLINA 4: ¡Somos seres humanos!

GALLINAVADA: ¡Está bien: aquí se acaba el juego y empieza la realidad! ¡Qué enciendan las luces de la sala! (Se encienden las luces del lunetario.)

GALLINA 3: (Ha bajado del proscenio y está ya entre el público.) (Al Choco.) Y vos, quítate ya esos anteojos. (El Choco obedece.) (A todos los que están en el escenario.) Vamos: ¡En la lucha hasta el final!

GALLINAVADA: (Enarbola el cadáver de la gallina muerta. Grita.) ¡En la lucha hasta el final! (Desciende al proscenio seguida por todos los actores y encabeza la salida de todos por entre el público que va repitiendo rítmicamente la consigna: «En la lucha hasta el final». Salen al foyer, recorren los pasillos del edificio y reaparecen finalmente (si el director desea aplausos) por el lateral izquierdo, cubriendo en una sola y desordenada fila toda la orilla del proscenio. Del plafond desciende una pancarta en la que se lee: «TELLON».)

BLACK-OUT