Capítulo 9

—¿Estás enamorado de Maggie? —preguntó Kate, con una radiante sonrisa en el rostro.

—¡No! —replicó Josh, poniéndose de pie—. Claro que no. Le estoy ofreciendo un matrimonio de conveniencia. Yo cuidaré de ella y ella cuidará de Ginny.

—¡Cómo te atreves! —le espetó Kate, a quien aquella respuesta no había agradado—. ¿Cómo puedes insultar así a mi hermana? ¡Ella no tiene que acceder a esa clase de matrimonio! —añadió Kate, a pesar de que su propio matrimonio había estado, al principio, casi basado en la conveniencia, aunque luego había surgido el amor.

—Cielo, no te lo está preguntando a ti —dijo Will. Sin embargo no parecía muy contento.

Josh miró a Maggie, temiéndose lo peor. ¿Reaccionaría ella de la misma manera?

—Maggie...

—¿Cuánto tengo que darte una respuesta?

—Maggie, no te precipites —le advirtió Will.

—¡Mary Margaret O’Connor! No te atrevas a aceptar esa oferta tan descafeinada —insistió Kate.

—Tómate todo el tiempo que necesites, cariño —dijo Josh, esperanzado—. Pero estoy seguro de que funcionaría. Tendrías un lugar donde vivir mientras levantabas tu negocio, podrías quedarte en casa con Ginny mientras trabajabas. Y... bueno, creo que nos ha ido bastante bien estos días.

—¡Maggie! —protestó Kate.

—Creo que es mejor que nos vayamos —dijo Maggie, poniéndose de pie—. Ya te llamaré mañana, Kate.

Josh también se levantó, pero Will lo detuvo.

—¿Has ido a tu piso desde esta mañana?

—No, estaba demasiado preocupado por recoger a Maggie y a Ginny —respondió Josh, avergonzado de no haber pensado en aquello—. Maggie, ¿puedes quedarte aquí mientras yo voy a ver si está todo en orden?

—Sí, pero no deberías ir solo. Dejaremos a Ginny aquí e iré contigo.

Josh, que no creía que hubiera ningún peligro, le extendió la mano.

—¡No! —exclamaron Will y Kate al unísono.

—Yo iré contigo —añadió Will—. Por si hay algún problema.

Josh hubiera preferido la compañía de Maggie, pero aceptó sin problemas. El tenía razón. No debía correr riesgos con Maggie. Josh aceptó y ambos hombres salieron por la puerta. Cuando antes comprobaran que todo iba bien en el piso, antes podría estar a solas con Maggie.

En cuanto estuvieron solas, Kate empezó a sermonear a Maggie sobre las desventajas de ni siquiera considerar la propuesta de Josh. Maggie escuchó durante al medos diez minutos antes de detenerla.

—Kate, soy una mujer hecha y derecha. Quiero una familia, la esperanza de ser feliz, como tú... Yo... yo siento cariño por Josh. Tal vez él no me ame, pero me necesita. Y Gínny es tan especial...

—Pero tú puedes tener tus propios hijos.

—Sí, tal vez así sea algún día, pero eso no es razón alguna para no querer a Ginny. Tengo que pensarlo, así que cambiemos de tema y charlemos de algo más interesante.

Afortunadamente, Kate cedió. Empezaron a hablar de las últimas hazañas de Nathan y prediciendo lo que Ginny empezaría a hacer muy pronto.

Aquel tema interesaba a Maggie, pero no tanto como el matrimonio con Josh. Josh... ¿qué iba a hacer ella? El domingo por la mañana, cuando se había despertado entre sus brazos, Maggie había pensado que lo amaba. No había querido soltarse de aquel abrazo.

Sin embargo, había tenido que hacerlo. El no debería haberla llevado a la cama. Tuvo que hacer lo posible por sentirse muy enojada para hacerle saber que se había equivocado. Tenía que demostrarle que ella no era un juguete para que él jugara cuando le apeteciera.

En aquel momento, ella nunca había pensado que él fuera a ofrecerle un lugar permanente en su vida. Al menos durante algunos años... Pero no le ofrecía amor, lo que significaba que ella no podría meterse en su cama.

¿Podría vivir en el mismo apartamento que Josh sin recibir sus caricias? Maggie no lo sabía. Y eso era lo que tenía que decidir antes de darle una respuesta.

Joshy Will volvieron casi dos horas más tarde. Kate y Maggie les prepararon lo que había quedado de la cena y los dos hombres comieron como si estuvieran muertos de hambre. Maggie esperó un poco antes de preguntar.

—¿Habían entrado en el apartamento?

—Está completamente destrozado —musitó Josh—. Llamamos a la policía e hicimos el informe del seguro. Era lo único que podíamos hacer.

—¿Vamos a volver allí esta noche?

—No —respondió Will—. La puerta principal estaba hecha pedazos. He sugerido que los tres deberíais quedaros aquí. Lo que tienes que hacer es convencer a Josh. No creo que sea muy seguro volver allí esta noche. Y no creo que sea muy fácil ir a un hotel con una niña pequeña.

Kate apoyó inmediatamente la invitación de Will. Maggie supo que no le quedaba elección.

—Creo que deberíamos quedamos aquí, Josh —dijo Maggie.

—Haremos lo que tú quieras.

El hecho de que Josh estuviera de acuerdo con ella hizo que Maggie se sintiera muy nerviosa. Lo hizo tan cortésmente que parecía ser un extraño.

—¿Está Ginny dormida? —añadió él.

—Sí. ¿Quieres verla?

El asintió y se puso de pie. Maggie se levantó para llevarlo arriba. Josh la siguió en silencio. Cuando llegaron a la habitación de los niños, Josh fue al parque donde Ginny estaba durmiendo. Se inclinó y acarició la mejilla de la niña con un dedo. Luego tomó del brazo a Maggie y la sacó de la habitación.

Cuando cerraron la puerta, él se detuvo, haciendo que Maggie también se parara.

—¿Estás segura de que te quieres quedar aquí? Me puedo permitir un hotel.

—Será más fácil aquí.

—Voy a comprar una casa. No me puedo permitir algo tan grande como ésta, pero estoy seguro de que encontraré una casa en un buen vecindario.

—Todavía no me he decidido, Josh. Necesito un poco de tiempo. Pero cuidaré de Ginny hasta que...

—Sé que lo harás. Pero somos un equipo, Maggie. Mi plan es bueno. Los dos cuidaremos de Ginny. Yo puedo mantenerte económicamente de forma desahogada mientras tú empiezas tu nuevo negocio. Ginny podrá tener una madre que la adore. Nos llevaremos bien. Es perfecto.

Maggie intentó recordar por qué estaba dudando. La razón principal estaba delante de ella. Ella lo amaba, pero él no le ofrecía amor a cambio. ¿Sería capaz ella de sobreponerse a aquello?

—Maggie —insistió él—. Funcionará, te lo prometo.

Ella le tomó de la mano y asintió.

—¿Sí? —preguntó Josh, con la voz llena de ansiedad, mientras se inclinaba sobre ella.

—Sí —susurró ella.

Antes de que él pudiera responder, ella se había dado la vuelta y había bajado corriendo por las escaleras.

Josh estuvo a punto de perder el equilibrio. Había empezado a inclinarse sobre ella para sellar su acuerdo con un beso, pero ella se había escapado.

El la siguió escaleras abajo. De algún modo, la respuesta de Maggie había sido menos satisfactoria de lo que él se había imaginado. ¿Por qué? Porque ella había aceptado todo lo que él le había ofrecido. Sin embargo, él quería mucho más que eso.

Rápidaniente, intentó suprimir aquel pensamiento.

Él no quería más. Lo mejor era tener un matrimonio que se pareciera lo más posible a una transacción financiera. Por supuesto, él sentía cariño por Maggie, pero no pensaba darle el poder que su madre había tenido sobre su padre.

Cuando llegó a la cocina, descubrió que Maggie ya les había comunicado a su hermana y a su cuñado su decisión. Kate lo miró de modo gélido, mientras Will parecía estar reservándose su opinión. Genial. Ni él ni Maggie ser quedarían allí ni un momento más de lo necesario. Sería como quedarse en un frigorífico.

Maggie había estado pensando mucho sobre si su decisión había sido la adecuada. Sin embargo, cada día le daba pruebas de que así había sido.

Encontrar pequeñas empresas que requirieran los servicios de una contable fue tremendamente fácil. Con el restaurante y el despacho de Josh como clientes principales y las pequeñas empresas en las que trabajaba, había conseguido doblar lo que ganaba en su antiguo trabajo. Además, vivir con Josh como su esposa significaba que sus gastos estaban cubiertos. Así podría ahorrar un poco de dinero.

Y lo más importante de todo. Podía estar con Ginny.

Josh, a pesar de estar muy ocupado con su trabajo, se había pasado un montón de tiempo buscando la casa perfecta. Maggie había esperado que se resistiera, pero parecía haber empezado la tarea con entusiasmo.

Wil se había tomado unos días libres para ayudar a Josh en su búsqueda, lo que sorprendió tanto a Kate como a Maggie.

—¿Por qué crees que Will está acompañando a Josh? —preguntó Maggie a su hermana el jueves.

—No sé. Se lo he preguntado, pero no me ha dicho nada.

Se suponía que los hombres iban a llegar a la casa a los pocos minutos para cenar. Maggie volvió a mirar el reloj.

—Josh parece tener muchas ganas de comprar una casa.

—A ese hombre le gustas. Y tú le dijiste que no te casarías hasta que comprara una casa. ¿Qué esperabas?

—¡Kate! A Josh no le... Esto es sólo un matrimonio de conveniencia.

—¿Significa eso que no vais a hacer el amor? Eso no me lo puedo creer. El es muy guapo, eso tienes que admitirlo. Y tú tampoco eres ningún monstruo.

—Gracias. Pero yo no soy su tipo.

—Maggie, piensa en lo que estás haciendo. El encontrará el sexo en alguna parte. Supongo que no querrás que se vaya acostando con todo el mundo, ¿verdad?

Maggie cerró los ojos. Había intentado no pensar en lo que ocurriría cuando estuvieran casados. Ella deseaba a Josh, más de lo que nunca se habría imaginado. Pero ella quería mucho más que sexo.

Además, desde que habían concertado el matrimonio, él no la había tocado. Ni siquiera la había besado... Nada. Había besado a Ginny, la había abrazado. Era terrible sentirse celosa de una niña...

—¿Maggie? —dijo la voz de Josh desde la puerta.

—¿Sí? —respondió ella, con el corazón latiéndole a toda velocidad.

—¿Habéis tenido un buen día? —preguntó Kate, al ver que los dos hombres entraban.

—Creo que se podría decir eso —respondió Will.

—Mañana por la mañana iremos a sacar la licencia de matrimonio y nos casaremos el domingo por la tarde —anunció Josh, muy orgulloso.

—Pero no nos vamos a casar hasta que hayas comprado la casa —respondió Maggie.

—Acabo de comprar una casa.

—¿Cuándo piensas cerrar el trato? —preguntó Maggie, pensando en unas seis semanas.

—El lunes. Voy a pagarla en efectivo y está vacía.

—¿Has comprado una casa sin que Maggie la vea? —preguntó Kate, muy enojada.

—Es perfecta. A ella le encantará —insistió Josh—. Y nos casamos el domingo.

—No se puede planear una boda en tres días —protestó Kate de nuevo.

—Mi madre nos la preparó en una semana —le recordó Will a su esposa.

—Eso era diferente. ¿Maggie? —dijo Kate.

—¿Maggie? —dijo Josh.

Los dos le estaban preguntando básicamente lo mismo. ¿Iba ella a aceptar los planes de Josh, sin embargo, ella ya había aceptado tres días antes?

—Sí, claro. Tengo un traje de color crema que me puedo poner. Conseguiremos que nos case un Juez de Paz —respondió Maggie, sonriendo—. Así que el lunes, Kate, te quedarás sin huéspedes.

—A menos que accedas a quedarte con Ginny unos días para que podamos tener una luna de miel —dijo Josh.

—No creo que una luna de miel sea necesaria dadas las circunstancias —le espetó Maggie. Para su sorpresa, Josh pareció dolido—. Además, a Ginny no le gustaría.

—De acuerdo.

—¿Cuándo podemos ir a ver la casa? —preguntó Kate.

—¿Qué os parece si vamos después de cenar? —sugirió Josh—. Tengo la llave, hay electricidad. Y, además, no está demasiado lejos.

Las fantasías de la que Josh había estado disfrutando sobre su matrimonio se hicieron pedazos cuando recorrieron la casa. Maggie escogió su habitación de las cinco que había disponibles. Y no era la habitación principal.

Ella le dejó aquella habitación a Josh y eligió la que había al lado de la de Ginny. Entonces, ella pidió también el pequeño estudio que había al lado del salón para que se convirtiera en su despacho.

—No te rindas —le susurró Will, poniéndole una mano en el hombro—. Kate también planeaba eludirme cuando nos casamos.

—¿Por qué?

—Ella también se casaba por conveniencia, como Maggie.

Josh quería saber más detalles, pero no tuvo tiempo de preguntar nada. Al menos las palabras de Will le dieron alguna esperanza. Tenía la intención de meter a Maggie en su cama, tardara lo que tardara.

Desgraciadamente, al estar en casa de su hermana, Maggie había conseguido evitar pasar tiempo a solas con él. Y aquella noche, ella había dejado muy claro lo que quería.

Josh la recorrió con la mirada. Desde que había dejado el trabajo de la empresa, le parecía mucho más relajada. Se vestía de modo más informal, con vaqueros que resaltaban sus curvas y ya no se ponía los trajes que sol[a llevar antes.

Recordó que la primera vez que la había visto había pensado que no era nada atractiva. Sin embargo, en aquellos momentos no le parecía que se pudiera comparar a Maggie con ninguna de las mujeres con las que él había salido.

Maggie emanaba una luz y una calidez incomparables. Especialmente, cuando tenía en brazos a Ginny. Quería que ella lo mirara de la misma manera. Qué triste era sentir celos de su propia hija...

Tres días después, Josh estaba de pie en el jardín trasero de Will y Kate esperando a su futura esposa. Le habían presentado a Susan, la tercera hermana y también había conocido al resto de los O’Connor.

La madre de Will se había encargado de todos los preparativos, aunque no había dejado de murmurar sobre las bodas precipitadas.

La orquesta empezó a tocar la marcha nupcial en cuanto se abrió la puerta de la casa. Josh contuvo el aliento al ver salir a Maggie.

Llevaba un traje de color crema, tal y como ella había dicho y tenía en brazos a Ginny, también vestida de color crema. La novia llevaba un ramo de rosas rojas. En el pelo llevaba un pequeño tocado, con un velo corto que le cubría la cara hasta la barbilla. La niña llevaba un lacito haciendo juego. Sus dos mujeres...

El corazón de Josh se hinchió de orgullo al verlas a su lado. El tomó la mano de Maggie. El juez que Will había invitado para celebrar la ceremonia se aclaró la garganta y empezó a relatar las palabras que Josh se había jurado no volver a repetir. Sin embargo, no había pánico en su corazón, al contrario de lo que él había esperado.

Sabía que podía confiar en Maggie. Además, no iba a amarla. Tenía intención de hacerle el amor, pero no iba a enamorarse de ella.

Pero aquello fue precisamente lo que le pidió el juez.

Maggie miró el precioso anillo de diamantes con el que Josh la había sorprendido. Ya era la señora de Joshua McKinley.

No había sido tan maravilloso como ella había esperado. No había sido la ceremonia lo que la había desilusionado. La suegra de Kate, con la ayuda de ésta, había hecho un trabajo excepcional. Y la comida, por supuesto traída del Lucky Charm había estado deliciosa.

Lo que la preocupaba eran las emociones que la embargaban. El le había dado exactamente lo que la había prometido. Un matrimonio de conveniencia.

«Tonta. ¿Qué habías esperado?», se preguntó ella, mientras acostaba a Ginny en una cama en la casa de Will y Kate.

Sabía perfectamente lo que había esperado. Sin embargo, cuanto más se acercaba el día de la ceremonia, más distante había sentido a Josh. Ella había descubierto que él había estado casado antes, pero era evidente que no había sido una unión feliz.

Aquello no importaba. Lo suyo era un acuerdo financiero, así que no debía esperar nada. Así todo iría bien mientras pudiera olvidar los anhelos que sentía en su corazón.

Al regresar abajo, descubrió que Kate y Will estaban al lado de la puerta con una maleta.

—¿Qué pasa? —preguntó Maggie.

—Hemos decidido que Angie se quede esta noche para cuidarde los niños. Will y yo nos vamos a pasar la noche en el hotel Plaza —respondió Kate, que no parecía demasiado contenta.

—Pues no pareces demasiado feliz de irte, Kate —dijo Maggie.

—Ha sido idea de Will —musitó la hermana.

—Soy un loco romántico —dijo él—. Desde que nació Nate, no hemos tenido una noche para nosotros solos.

—¡Eso no es cierto! —protestó Kate—. Acuérdate... Will la interrumpió tapándole los labios y abrazándola apasionadamente. Maggie sintió celos. Ella quería que su marido la tratara de la misma manera.

—¿Maggie? —la llamó Josh desde el pasillo—. ¿Se ha dormido Ginny ya?

—Sí —respondió ella.

Will dejó de besar a su esposa y se despidieron, Saliendo antes de que los dos pudieran responder.

—Se van a un hotel.

—Sí, Will me lo dijo.

Maggie no supo lo que contestar.

—Vamos —dijo él, entrando en el salón sin esperarla—. Hay una buena película en televisión.

Sin saber lo que hacer, ella lo siguió. Dos horas más tarde, la película acabó. La pareja que había entrado en el salón seguía sentada en el sofá, separada por tres cojines.

Varias veces, Josh había intentado entablar conversación, pero nunca lo había conseguido. Maggie no sabía lo que estaba intentando decir, pero nunca consiguió saberlo.

Finalmente, subieron las escaleras juntos, pero, como todas las demás noches, Kate se metió en la pequeña habitación que había al lado de la habitación de los niños.

—Buenas noches, Josh —dijo ella rápidamente, temiendo que si no se separaba de él rápidamente, se arrojaría a sus brazos y le suplicaría que le hiciera el amor.

Al ver que él no respondía, cerró la puerta y se apoyó en ella, pensando que al menos Will y Kate, al contrario que los recién casados, pasarían una noche romántica.