INTRODUCCIÓN
EL grueso de esta antología recoge la casi totalidad de relatos todavía inéditos en castellano de las dos colecciones The Book of Wonder (1912) y Tales of Wonder (1916), con las que Dunsany culminó su imaginativo ciclo épico-onírico, precursor de la actual fantasía heroica. En ellos, los dioses paganos, vanidosos y vengativos, así como los mitos proteicos de sus primeros libros (ciclo de Pegana) han sido sustituidos por una insólita galería de héroes torvos (un joyero, un aprendiz de ladrón, un gigante, un centauro, tres hombres de letras, un capitán pirata, un mago, etc.), cuyas «pequeñas aventuras» y proezas en otra realidad más allá de los confines del mundo (escenarios recreados por Dunsany a partir de unos dibujos previos que encargó a su fiel ilustrador de Los dioses de Pegana, Sidney H. Sime, con el osado propósito de invertir por una vez los papeles en su fructífera colaboración) están tamizadas por la fina ironía y el cáustico humor celta de este altivo fabulista, presa del hechizo de los tiempos gloriosos en que se manifestaba el sentimiento mágico de la naturaleza.
De parecida índole son los dos brevísimos cuentos que también se incluyen, procedentes de la colección 51 Tales (1915), en la que Dunsany experimentó una drástica reducción de la extensión del relato (entre 200 y 250 palabras), así como las dos secuelas de su celebérrimo Días de ocio en el país del Yann (de Cuentos de un soñador, 1910), pertenecientes ambas a Tales of Three Hemispheres (1919).
Completan la selección seis relatos extraídos de los tres primeros volúmenes de la serie «Jorkens», típica de la última etapa, «realista», de nuestro autor, en la que, sin perder su agudo sentido del humor y su riqueza de lenguaje, mezcló lo macabro y lo misterioso con la ficción científica e incluso la parapsicología.
El protagonista y narrador de estas extravagantes historias —personaje creado por Dunsany a su propia imagen y semejanza: viajero y conversador infatigable, propenso a fantasear y a forzar la credulidad de sus amigos y contertulios a la manera del barón de Münchhausen, sobre cuyo parecido hasta se permite ironizar— se reúne periódicamente con sus conocidos en un exclusivo club londinense, donde invariablemente les cuenta sus increíbles experiencias: desde una dramática odisea espacial en la línea de los clásicos viajes imaginarios y fabulosos (de Luciano de Samosata y Plutarco a Julio Verne, pasando por Cyrano de Bergerac, Athanasius Kircher, Fontenelle, Voltaire, Swift o Flammarion) hasta un sorprendente vuelo astral por el Ártico provocado por la ingestión de un misterioso licor, sin olvidar un insólito conjuro mágico para ganar a la lotería, la telefanía de la hija de un faraón o un decepcionante caso de transmigración.
J. A. Molina Foix