Capítulo Veintiocho
LOS HUBBLE se habían mostrado muy comprensivos sobre la necesidad de cambiar la fecha de la sesión fotográfica. Daisy era incapaz de concentrarse en su trabajo con aquella noticia bullendo en su cabeza.
Además, tenía que encontrar a Logan para decírselo, y cuanto antes, mejor. Quería ser ella la primera en contarle lo ocurrido.
Y esperaba que no fuera una nueva fuente de conflictos entre ellos. Ya tenían suficientes problemas como pareja.
Condujo hasta su despacho, situado en un antiguo edificio de ladrillo cuya fachada daba a la plaza. Al lado de la emisora de radio local y peligrosamente cerca de la panadería Sky River, la agencia parecía encajar perfectamente en el ajetreo del pequeño y pintoresco centro de Avalon. En la ventana más grande de la fachada habían pintado el logo y el lema de la compañía: Agencia de Seguros O’Donnell. Con nosotros siempre estará a salvo.
El logo, un escudo heráldico, no era muy original, sin embargo, teniendo en cuenta el éxito de la agencia, probablemente había sido una buena opción. La agencia publicitaria que había contratado Logan había insistido en que el símbolo debía de ser reconocible a primera vista.
Daisy permaneció en el coche durante varios minutos, intentando ordenar sus pensamientos. La noticia de Julian era tan reciente que la sentía ardiendo en su pecho. «Toma aire», se dijo a sí misma. «Respira». No había forma de convertir la situación en menos extraordinaria de lo que era, aunque decidió elegir con mucho cuidado sus palabras. Incluso ensayó la mejor manera de dar la noticia.
—Acaban de darme una noticia increíble.
No. Logan pensaría inmediatamente que estaba embarazada. No era el mejor tema para ellos. En absoluto.
—Logan, necesito decirte algo ahora mismo.
Probablemente pensaría que quería hablar otra vez de su matrimonio. Últimamente habían tenido numerosas conversaciones que giraban alrededor de ese tema, pero jamás eran capaces de mitigar los sentimientos incómodos que continuaban interponiéndose entre ellos.
«Eh, ¿sabes una cosa? El amor de mi vida acaba de regresar de su tumba».
Se llevó la mano a la boca. Dios santo.
Lo único que tenía que hacer era ser sincera. Decirle la verdad.
Entró en el despacho, haciendo sonar la campanilla de la puerta al hacerlo.
—Eh, Brandi —saludó a la secretaria de Logan.
Brandi trabajaba antes como gerente y técnica de la emisora local, pero Logan había conseguido convencerla de que trabajara con él. A veces tocaba el bajo en la misma banda que el padrastro de Daisy, Noah. Brandi era una persona leal y de absoluta confianza.
Y también tenía un físico maravilloso que realzaba con una ropa preciosa.
A Daisy nunca le había importado. Y jamás se había preguntado por qué no la molestaba. A lo mejor estaba a punto de descubrir la respuesta.
—¿Logan está ocupado? —le preguntó Daisy.
Brandi desvió la mirada hacia el teléfono.
—No, adelante.
Una antigua puerta de madera con un panel de cristal biselado y una placa en la que aparecía el nombre de Logan conducía al despacho. Daisy tomó aire, adoptó una expresión con la que esperaba ocultar sus nervios y abrió la puerta.
—Hola, Logan —saludó sonriendo.
—Hola.
Logan cerró el buscador del ordenador con un rápido clic en el ratón. Daisy se preguntó si no sería sospechosa aquella rapidez. Se recordó a sí misma el motivo que la había llevado hasta allí.
—Siento interrumpirte.
—No te preocupes. Estaba pensando en ti. En nosotros, en realidad.
—¿En nosotros?
Logan la miró muy serio.
—Sí, he estado pensando en nosotros, como se supone que nos ha ordenado que hagamos nuestro consejero matrimonial.
—Logan...
—Mira, nunca me arrepentiré de haberme casado contigo por lo que eso ha significado para Charlie, pero quizá...
—Por favor, esto puede esperar.
—¿Crees que esto es fácil para mí? Lo menos que puedes hacer es escucharme...
—Es Julian —estalló Daisy.
Logan la miró con los ojos entrecerrados, se reclinó en la silla y entrelazó los dedos de las manos.
—Genial, ¿y ahora qué?
—Le han encontrado. Ha vuelto —se esforzaba en contener la alegría desbordante de su voz. Logan cambió inmediatamente de postura. Se inclinó hacia delante y apoyó los codos en la mesa.
—¿Qué quieres decir? ¿Han encontrado el cadáver?
—No, pero... sí. Lo siento, estoy muy nerviosa. Acaban de darme la noticia. Connor ha recibido una llamada de Julian. No estaba en el helicóptero cuando lo derrumbaron. En realidad... Bueno, la verdad es que no conozco los detalles, pero por lo visto un grupo de paramilitares que trabajaba para un cártel de la droga le hizo prisionero y durante todo este tiempo ha estado encerrado. Pero consiguió escapar y ha llamado a su hermano desde Washington. Ahora viene de camino hacia aquí. Llegará a la hora de la cena.
Logan continuaba en silencio. Recorrió a Daisy con la mirada.
—Vaya, menuda noticia.
—Es un milagro. Jamás habría soñado que podría llegar a ocurrir algo así. Nadie podía imaginárselo.
En el instante en el que pronunció aquellas palabras, comprendió que no eran ciertas. Había soñado que Julian estaba vivo cientos de veces desde que le habían dado la terrible noticia de su muerte. Al observar a Logan, sospechó que éste la conocía mucho mejor de lo que ella sospechaba.
—¿Y ahora qué vendrá? ¿Su ascenso a los cielos?
—Logan.
Logan se levantó y comenzó a pasear nervioso por el despacho.
—No te equivoques, jamás he deseado la muerte de Julian, pero supongo que me perdonarás si no celebro su vuelta con puros y champán.
La frialdad de su tono hizo estremecerse a Daisy.
—Connor ya le ha contado que estamos juntos —el estómago se le encogió al decirlo.
«Lo siento, Julian. Lo siento mucho. ¿Cómo podía imaginar que ibas a volver». Logan se pasó la mano por el pelo, despeinando sus rizos.
—Me alegro por él, pero también lo siento por él.
—Me parece justo —repuso Daisy con voz queda.
Sabía que tiempo después se preguntaría por aquellos meses perdidos. ¿Cuánto habría durado el encierro de Julian? ¿Habría sufrido mucho?
—¿Y qué va a significar su vuelta para nosotros? —quiso saber Logan.
Daisy vaciló. Había una parte de ella, una parte muy considerable, que anhelaba dar marcha atrás en el tiempo, regresar al momento en el que era la prometida de Julian y soñaba con vivir a su lado. Sin embargo, y ésa era la realidad, había hecho lo único posible para salvar su cordura después de la desgarradora noticia de su muerte. Había recogido los pedazos de su corazón y había intentado recomponerlo para poder seguir adelante con su vida.
—Me han dado la noticia hace cinco minutos. Ni siquiera he podido asimilarla todavía.
—Contéstame solamente una pregunta. ¿Vas a abandonarme ahora que ha vuelto tu novio?
Daisy contuvo la respiración. El corazón le latía a toda velocidad.
—Estoy casada contigo. Contraje un compromiso contigo y no voy a tomármelo a la ligera.
—Eso no contesta a mi pregunta.
Daisy comprendía la hostilidad de su tono. Para él, aquella noticia no sólo era una sorpresa, sino también una amenaza. Estudió su rostro en silencio.
—Necesito verle. ¿Comprendes que necesito verle? Esta noche, si él está dispuesto...
—¿Por qué no va a estarlo?
—Supongo que no esperaba encontrarme casada. Es posible que ni siquiera esté dispuesto a verme.
—Problema suyo.
Daisy decidió que Logan y ella necesitaban tiempo para asimilar la noticia, así que agarró la bolsa y se volvió hacia la puerta. Se detuvo antes de marcharse.
—Siento haberte interrumpido al llegar. ¿Qué era lo que querías decirme?
—No importa. No era nada importante.