17 octubre, domingo
Me levanté por primera vez después de qué sé yo el tiempo. Miedo me da el mirarme al espejo. Tengo las corvas que talmente parezco un tísico. ¡La madre que me echó y que apuradillo he andado! Decididamente esta tierra no me pinta. ¡A santo de qué voy a agarrar yo allá un catarro intestinal! Y antes la gripe. Si apenas he salido de una y va ando metido en otra. Y no es porque yo lo diga, pero hasta llegar acá ni sabía lo que era estar enfermo. ¡Pero anda que ahora! Ni la pluma puedo sostener. ¡Pucha madre! Y me he quedado en la espina Santa Lucía. Menos mal que amistades no me han faltado, que lo mismo que digo una cosa digo la otra. Y que se han portado conmigo como si fueran los míos. ¡Qué digo!, ni la familia hace a veces lo que la señora Verdeja ha hecho conmigo, ve ahí. Así viva mil años le guardaré yo ley a esta mujer, que uno puede ser lo que sea, pero no es un desagradecido. Porque lo que yo digo, los amigos para las ocasiones. Y ahí está el Efrén, que será lo que se quiera profesionalmente, que yo en eso no me meto, pero tiene un corazón tamaño grande. Y luego los tíos. Yo se lo decía ayer a la chavala, la tía tendrá un pronto cachondo, que yo ahí ni pincho ni corto, pero es de esas mujeres que si hay que darse no esquivan el poto. Eso por descontado. ¿Qué luego tiene sus ventoleras? ¡Qui lo sa! Después de todo, nadie somos perfectos, como yo digo. La chavala que menos historias. ¡También hay que verla a la gilí! De que me levanté me mostró el alijo de perfumes de allá. Lo que yo la dije, que ojo, pero ella me dio en los morros con un mazo de billetes. Quince mil del ala, que se dice pronto. ¡Hay que tocarse las narices! Esto lo hace la chavala a base de simpatía y un poquito de gusto, como yo digo, porque vamos por peinar nadie da hoy plata. Claro que también está lo de las uñas y los potingues. Con unas cosas y otras malo será que la chavalilla no se saque para sus gastos. Y después de todo, lo suyo no es más que un entretenimiento, porque, bien mirado, a esto no puede llamársele currelar.
A las seis se presentó el Efrén con la novedad de que el Sergio las enveló también. El huevón mojó la pestaña y lo que yo le dije, que ningún negocio vale tanto como para tomarse ese sofoco. No podía con mis huesos y me encamé. Anduve revisando papeles y sólo un día durante mi enfermedad pasaron de cien los clientes. El Efrén que lo mejor será tomar el dos. Ya le dije que dé tiempo al tiempo y que encargue al Joe que se busque compañía. A la noche se presentó el tío y me dio la murga con que agarre yo el cepillo y no me ponga en manos de nadie. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
20 octubre, miércoles
Esta tarde salí por primera vez. ¡Pucha madre! Parece como que uno no mandase en sus piernas. De regreso no me tenía de pie. No quise asomar la gaita por el negocio para no pasar un mal trago.
A Anita ya no la alcanza la mañana y tiene también sesión por las tardes. Hoy se retrasó y el chavea andaba loco. Tampoco es plan esto de que se lleve la despensa a cuestas. Así se lo dije y ella que porque el crío aguarde media hora tampoco va a pasar nada. Para todo encuentra salida la torda de ella. Otra cosa no, pero labia ya tiene para dar y tomar, como yo digo.
22 octubre, viernes
Cuando llegué al salón esta mañana estaba aquello animadillo. El Joe se ha echado una compañía que ni buscada con candil. ¡Anda y que tampoco tiene mierda encima el tal Manuel! Le pregunté al Joe por qué no se ponía Manuel el buzo y él que es condición. ¡Lo que hay que aguantar! Pero, lo que yo le digo al Efrén, nada ganaremos con enfrentarnos. No hay más que achantar la muí y el que venga detrás que arree.
El chavea hace, no es porque yo lo diga. La chavala, que ya se sabe, niño vomitón, niño regalón, y así debe de ser. Por de pronto el mozo se está poniendo como un trullo.
Voy mejorandillo. Eso no quita para que cada día que pasa me acuerde más de la tierra. Esta tarde le puse unas líneas a don Basilio para dar fe de vida. El mundo da muchas vueltas y nadie sabe lo que puede pasar mañana.
25 octubre, lunes
Me topé con una cabrita muy dije a la puerta del hotel esta mañana. De que vio que me metía me chistó y me preguntó por León. ¡Mírale qué cacho lelo, qué callado se lo tenía! Así se lo planté, y él que ya va para mes y medio y que ya me contará. Me tinca que el mandria de él, a la chita callando, se me ha puesto de novio.
El ascensor me ha dejado para el arrastre. Cuando me metí en la cama no me acordaba ni de mi nombre. La chavala, por no perder la costumbre, venga de cascar, pero yo ni caso.
28 octubre, jueves
Se me hace a mí que el torda de León ya no tiene remedio. A lo bobo se ha metido en harina y lo que pasa. Hoy me salió con que la chavala lo lleva de apunte y es hija de españoles. Entonces aproveché para decirle que la cría tiene dije, pero que la guaneaba yéndole a buscar al hotel. El vaina se enojó y me salió, de malos modos, que cada uno es cada uno y que si yo pienso a lo burgués con mi pan me lo coma. Ya le dije que no era eso, que no me había explicado, pero el cipote dio media vuelta y adiós muy buenas. Me dejó pegado. ¡Anda y que te zurzan!
El chavea le ha cogido gusto a mamarse el fole y si no, no hay quien haga vida de él. Ya la digo yo a la chavala que de aquí a un mes el dedito para el gato, pero ella como si no. La Anita anda a lo suyo y estas huevadas no la quitan el sueño.
El salón, de culo. Lo que es si espero hacerme rico con él voy listo. Esta tarde me decía el Efrén que me veía preocupado. Lo que yo le dije, que anda que tú. Verdaderamente ningún cagado se huele su mierda; no hay cosa más cierta.
30 octubre, sábado
Pasé un rato donde Lautaro, por no perder la costumbre. Le pregunté por Oswaldo y dijo que la otra tarde cayó por allí y que andaba cabreado conmigo desde lo del cacerío. Mira tú por donde dos trabajos tiene. Me preguntó cómo llevaba la veda, y le dije si es que se ha cerrado, y él que si ahora me desayuno. Te pones a ver y hace meses que no salgo al campo, pero basta que ahora sepa que no puedo hacerlo para que me cinche más de la cuenta. La noticia me ha afectado. Hasta marzo a enfundar. Aunque bien mirado ni la escopeta me quita a mí el morro esta temporada. Le pedí un trago a Lautaro y trago va, trago viene, cuando me quise dar cuenta tenía encima una merluza de tente y no te menees. Luego anduve dos horas trotando calles para ventilar la terraza.
Así que llegué a casa, la chavala me dio en los hocicos con un fajo de veinte billetes. ¡Hay que fastidiarse! Que esté uno dándole al parche de la mañana a la noche para nada y luego llegue ella, que no sabe de la misa la media y, con las manos lavadas, embolse 20.000 mensuales. La dije que ya tenía para sus gastos y ella salió que si estaba tonto, que a cuento de qué fundía ella 20.000 al mes y que la abriese una libreta. Me da lacha sólo de pensar que algún día puedan decirme que vivo a cuenta de mi señora, pero la fetén es que la chavala tiene simpatía y sabe desenvolverse.