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Jonnie yacía sobre las crucetas de la zona de carga de barriles del bombardero, perdido en una pesadilla. Estaba otra vez en la jaula con un collar en torno al cuello y un demonio golpeaba la parte trasera de su cráneo. Él trataba de decirle que si no paraba dispararía, pero no conseguía pronunciar las palabras.
Luchó para salir de la pesadilla. El rugido de los inmensos motores del bombardero golpeaba contra su cabeza. Comprendió dónde estaba. No era el collar; era la cuerda de disparo del revólver. La pesada arma colgaba entre las vigas. Trabajosamente, la recuperó. Había muy poca luz y abrió el cilindro. Le quedaba un solo tiro.
Se tocó el cinturón para ver si tenía recarga. No tenía. El rifle de asalto se había perdido.
Antes de desmayarse había abierto el botiquín de primeros auxilios y se colocó un apósito en la cabeza y por debajo de las tiras de la máscara. Era todo lo que recordaba después de haber arrancado la linterna de la mano de Zzt. Podía verla todavía encendida, apoyada en una cruceta. No, no era una linterna. Estaba a cuatro pies de distancia y parecía que estuviera a cuarenta. ¿Qué era?
Un espejo de mecánico. De modo que así era como lo observaba Zzt.
¿Qué lo había despertado? ¿Cuánto tiempo había estado desmayado? ¿Segundos? ¿Minutos? Sentía como si tuviera hundida la parte de atrás de la cabeza, muy blanda al tacto. ¿Cráneo fracturado? ¿O era simplemente hinchazón y cabello húmedo de sangre? Escuchó un tintineo. Era un ruido en torno al avión lo que lo había despertado.
Con una súbita sensación de urgencia, hizo un esfuerzo y alcanzó el espejo. Se deslizó por la viga de cruceta y aplicó el espejo al agujero. Era Zzt.
Su primer impulso fue salir y usar esa última bala. Después vio el extremo de la escalera y la canasta de metal subiendo. ¡Estaban cargando combustible en el Mark-32!
La súbita idea de lo que podían hacer con el Mark-32 en el recinto lo despejó. Sabía lo que debía hacer. Por el momento… ¡esperar!
Ésa era la parte más dura. Seguía deslizándose hacia un pegajoso mar negro de inconsciencia. Podía mantenerse por un rato, pero la ola lo cubría otra vez.
Zzt se hallaba atento a la radio. No, la estaba destrozando con la llave inglesa.
Jonnie se incorporó, tensándose para salir por el agujero. Miró cuidadosamente por el espejo. Zzt fue hacia la escalera. Comenzó a subir. Se detuvo y sólo sus piernas eran visibles por la puerta.
Aturdido por una oleada de dolor, Jonnie salió de la hendidura de carga de barriles. En las placas del suelo había un cable de salvamento. Lo cogió y dio un tirón. Estaba atado a su avión. En su estado, no quería desmayarse y caer por la puerta. Rápidamente, pasó el cable de seguridad en torno a su cintura y lo aseguró con un lazo apresurado.
Las piernas de Zzt ya no se veían.
Jonnie revisó el revólver para asegurarse de que la única bala estaría en el percutor cuando apretara.
Se lanzó sobre la escalera. Ésta se apartaba del bombardero a causa del viento. El extremo inferior estaba cogido a la parte interior de la puerta, pero ahora se hallaba en el espacio vacío, protegido del viento por la cola del avión de combate. Subió varios escalones.
Veía con claridad el Mark-32. Las luces de la carlinga estaban encendidas; el pie de Nup mantenía abierta la puerta. Zzt había hecho una tercera parte del recorrido.
Por un instante Jonnie pensó que era demasiado tarde. Pensó que Nup ya habría hecho desaparecer los cartuchos de combustible. Pero no. Nup había sacado las cabezas de los receptáculos y estaba examinándolos. ¿Buscaba los números? ¡Y tenía la canasta en su regazo!
Zzt estaba gritándole a Nup algo sobre que abriera más la puerta y mantuviera quieto el cable. Zzt ascendió más. La escalera quedaba protegida por el ángulo del Mark-32, pero no obstante había un viento terrible. Estaba desgarrando la chaqueta de Zzt. Éste volvió a rugir algo sobre la apertura de la puerta, pero las palabras se perdieron en el rugido del bombardero y el aullido del viento.
Jonnie levantó el revólver. La máscara facial protegía sus ojos. Podría haber disparado a Zzt o a Nup. Pero no hizo ninguna de las dos cosas. Cuidadosamente, calculó el viento y la elevación. La ya importante velocidad del cañón de la Smith and Wesson 457 Magnum estaba aumentada por las cabezas detonantes de los cartuchos. Debía ser muy cuidadoso. Sólo un tiro.
Nup abrió más la puerta de una patada y la canasta de metal quedó a la vista sobre su regazo. Entonces vio a Jonnie y gritó y señaló, de modo que Zzt también se dio vuelta. ¡Jonnie disparó! Trató de saltar adentro un instante después del disparo, pero no fue lo bastante rápido.
¡No sólo explotaron suficientes municiones y combustible como para veinte aviones de combate, sino que también se encendieron los receptáculos abiertos del combustible y las municiones!
La conmoción rugiente y casi instantánea golpeó a Jonnie como una almádena. Salió disparado sobre el espacio negro.
El cable de seguridad lo sostuvo y volvió a atraerlo bruscamente hacia el interior de la puerta.
En ese instante de confusión, como si fuera una foto fija, vio a Zzt envuelto en llamas, comenzando a volar por el espacio. Vio al Mark-32 saltando por el aire transformado en una bola de fuego.
Jonnie golpeó contra las placas del suelo del lado de adentro de los abiertos portillos, de modo que no podía resbalar.
La conmoción había sido excesiva para su cabeza y estaba desmayándose otra vez.
Precisamente antes de que una profunda oscuridad lo dejara sin sentido, una frase idiota pasó por su cabeza: «El viejo Staffor estaba equivocado. No soy demasiado listo. Soy el único blanco que pueden localizar los reflectores».
El bombardero no oscilaba ahora que había quedado libre del peso desestabilizador.
El cuerpo que yacía sobre el suelo helado no se movía.
El carguero letal seguía su camino hacia Escocia y el resto del mundo, y su objetivo era la aniquilación de los restos de la raza humana, aquellos que no había podido eliminar mil años antes.