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Ahora vendría el coletazo menor que seguía al envío semestral.
Jonnie contó los segundos. Jadeaba a causa de la carrera. Junto a él, Windsplitter resoplaba y temblaba.
De pronto el suelo fue sacudido. Un gran estrépito hendió el aire mientras un relámpago iluminaba el cielo.
¿El coletazo? ¡Parecía más bien como si el lugar hubiera volado!
Jonnie trepó a lo alto del barranco y se asomó al borde.
¡Demasiado retroceso!
Según las mechas, las armas nucleares no explotarían en Psiclo hasta diez segundos más tarde.
La cúpula de operaciones seguía en el aire y las llamas brotaban de ella.
La red de cables que rodeaba la plataforma se estaba fundiendo.
Las máquinas que había en la zona salieron disparadas en todas direcciones. Los operarios psiclo fueron arrojados contra la tierra.
Un relámpago salvaje resplandeció como una aureola sobre la zona de transbordo.
Las cúpulas del recinto oscilaron, pero parecían intactas.
La explosión se expandía por las praderas.
Era demasiado pronto para que las bombas estallaran en Psiclo. ¿Qué habría sucedido? ¿Habrían fallado el tiro, depositando su carga letal en un espacio más inmediato? ¿Significaba eso que el armamento psiclo podría llegar todavía del planeta central para aplastarlos?
Pero en aquel momento la pregunta era: ¿habría arruinado esto sus planes de asalto?
Miró ansiosamente en dirección a las hileras de aviones de combate. La señal estaba dada para el instante posterior al coletazo del disparo.
Miró hacia los cercanos barrancos. Equipos de escoceses camuflados con sus trajes contra la radiación debían salir a toda prisa y tomar posiciones con sus armas.
El coletazo también podía ser radiactivo, y allí estaba él sin traje de combate antirradiación.
¡Sí! ¡Allá iban los aviones de combate! Habían dispuesto dieciséis, cada uno con piloto y copiloto. Habían pasado la noche escondidos en los aviones, colocando las llaves sobre cada uno de los asientos.
¡Allá subían rugiendo! Un rugido conjunto, ensordecedor, de motores pesados. Treinta y dos pilotos y copilotos escoceses.
Dieciséis aviones se alejaron, dirigiéndose hacia sus destinos a velocidad supersónica. Un avión para cada mina distante del planeta. La misión consistía en golpearlos y destruirlos, y prevenir un contraataque. Un avión para actuar como cobertura en la mina central. La contraseña era el silencio radial. ¡Nada de advertencias!
Jonnie miró los aviones que quedaban en tierra para ver si los habían estropeado. Observó que estaban un poco de costado, pero sin novedad…
¡Un momento! Algo andaba mal. Debían quedar cuatro aviones. Sólo tenían treinta y dos pilotos y copilotos. ¡Pero quedaban tres aviones, no cuatro!
Volvió a erguirse sobre el borde del barranco y contempló la escena.
Y entonces lo vio.
La pared lateral de la morgue había sido destruida, y entre los escombros estaba el ataúd que había servido para hacerlo.
De algún modo, Terl había reaccionado, abriéndose paso fuera de la morgue.
Jonnie miró hacia arriba.
¡Donde tenía que haber un solo avión de combate para la mina, había dos!
Jonnie buscó a Windsplitter. Algo andaba mal. El caballo se había lastimado una pata al bajar al barranco. Y había una distancia de trescientas yardas hasta aquellos aviones.
Con una mirada al cielo, Jonnie empezó a correr colina abajo, con todas sus fuerzas.
Desde el recinto le dispararon con un rifle explosivo. Siguió corriendo en medio de una nube de polvo.
¿Dónde estaban los grupos de asalto? ¿Los habrían puesto fuera de combate?
Corriendo, Jonnie se abalanzó sobre el avión de combate más cercano. A su alrededor sonaban tiros. Más rifles explosivos disparaban desde el recinto.
Llegó hasta la puerta del avión y la abrió a medias. Un disparo la cerró. Se metió por debajo del avión y fue hacia la otra puerta.
La llave. ¡La llave! ¿Dónde habría puesto Angus la llave del avión? La sacudida del coletazo había arrancado la llave del asiento.
Un rifle explosivo disparó una bala al parabrisas. ¡Allí estaba la llave! ¡En el suelo!
En el instante inmediatamente anterior a pulsar el arranque, escuchó el estallido de un bazooka. Después el clamor de los rifles de asalto.
Los motores ladraron y movió rápidamente las manos sobre la consola. El avión se elevó a dos mil pies.
Tuvo una rápida visión de la llegada de los grupos de asalto. Dos equipos con bazookas. Cuatro con rifles de asalto. Habían estado a cubierto en los barrancos donde habían pasado la noche agazapados, cubiertos con pantallas anticalor.
Jonnie encendió los visores. ¿Dónde estaba Terl?