Capitulo 11
A diferencia de los Zentraedi, quienes en cierto sentido les habían enseñado todo lo que sabían sobre la guerra, los Invid no eran de la idea de tomar rehenes. La razón para esto puede ser rastreada hasta el período caótico siguiente a la defoliación de Optera por los recientemente creados guerreros clones de los Maestros. El Regente estaba convencido de que Zor había robado las Flores de la Vida sólo para ofrecerlas a cambio de la misma Regis. Emulando al Tiresiano entonces, el Regente había enviado a su nuevo ejército no para matar, sino para capturar a Zor, ¡con la esperanza de tenerlo de rehén para el regreso de las Flores!
Bloom Nesterflg, La Organización Social del Invid
“Sólo creo que deberíamos hablar sobre esto primero, eso es todo,” Tesla dijo a los reunidos Sentinels, pilotos de Bioroid, y miembros mixtos de la tribu de Kami.
Él pudo ver que los Garudianos no estaban exactamente emocionados por tener a un Invid en su medio –particularmente el Invid que había supervisado la misión de especímenes del Regente algún tiempo atrás– y él estaba comenzando a preguntarse si lograría salir de la aldea vivo, menos aún de dentro de una de las colmenas-granja. Sin embargo, él razonó, si él pudiera surgir con un plan mejor que el intercambio de rehenes que los Sentinels parecían estar favoreciendo en ese momento, él podría ser capaz de salvarse de ambos destinos.
“Después de todo,” Tesla prosiguió, denodado, “no me suena como que ustedes tienen esta cosa totalmente desarrollada. El cuándo, el dónde, el cómo... Y por lo que sé, el Regente puede haber dado ordenes para que se me dispare a primera vista.”
Esto era verdad, y como resultado el grupo cayó en un silencio inquieto. Ellos no podían simplemente llamar a la granja, ni podían ir caminando calmadamente ondeando la bandera blanca proverbial. Pero aquí era donde Tesla debía suministrar respuestas; y en cambio él estaba repentinamente actuando como si él no pudiera admitir separarse de sus apresadores. En privado Janice había dicho a todos que esperasen ese tanto, aunque ella había sido vaga sobre las razones.
“¿Entonces para qué diablos te hemos manteniendo aquí por todo este tiempo?” Jack gritó. “Se supone que debes ser nuestro as de reserva, no algún tipo de trozo grande de peso muerto.”
“Jack, estoy herido, estoy realmente herido,” Tesla replicó, tratando de poner emoción detrás de las palabras.
El transbordador estaba de regreso en la superficie del planeta ahora. Vince Grant estaba aún a bordo de la SDF-7; pero casi todos los demás a excepción de Teal habían bajado en el transbordador. El equipo de Jean estaba en proceso de erigir un módulo médico geodésico de atmósfera controlada en los alrededores de la aldea para alojar a Rick y a los otros una vez fueran liberados. Veidt y Sarna habían afirmado que cinco o aún quince minutos de exposición a la atmósfera de Garuda no resultaría letal; pero al mismo tiempo el peligro para Rick y los otros crecía con cada momento que ellos estaban siendo privados de tratamiento apropiado. Lo que constituía el tratamiento “apropiado” aún tenía que ser determinado; y Veidt se negó a especular hasta que los humanos fueran rescatados y pasados por una serie de pruebas.
Burak estaba arrepentido de haber abierto su boca, pero no había nada que él pudiera hacer para cambiar las cosas. Además, Tesla lo estaba haciendo muy bien y aún podía convencer a los Sentinels de adoptar un curso de acción diferente.
“Oigámoslo, si es que usted tiene un plan mejor,” Miriya Sterling dijo.
Tesla colocó sus manos detrás de su espalda y se paseó de un lado a otro, la cima de su cabeza a centímetros de los pares de la vivienda comunal. El equipo de respiración que el grupo médico había adaptado para el Invid era un aparejo provisional de máscaras, tanques, y tubos, que le daba a Tesla una apariencia decididamente elefantina.
“¿Qué les parece esto?” él preguntó por último, girando para enfrentar a Jack, Cabell, al jefe, y a unos cuantos otros. “Apartamos la atención lejos de la granja iniciando un ataque inesperado–”
“Estamos un paso delante de usted, Tesla,” Max dijo, interrumpiendo. “Infiltramos una pequeña cuadrilla al mismo tiempo, y terminamos dando a sus tropas más rehenes.”
“No tiene que terminar de esa manera,” Tesla argumentó. “No si yo estoy con el equipo comando.”
Jack gruñó. “¿Qué sabe usted que Rick no sabía? Nosotros entramos tan silenciosos como unos ratones y nos descubrieron.”
“Fueron sus mecha –sus Hovercycles– los que los descubrieron. Las defensas de la granja pueden sentir la actividad de la Protocultura. Así que aunque lograron pasar a los Inorgánicos...”
Tesla dejó la sentencia inconclusa, complacido de ver que los Sentinels estaban ofreciéndose unos a otros miradas de sorpresa.
“No es de extrañar que ellos nos tomaron la delantera,” Jack notó.
“¿Qué hay de las armas, Tesla?” Cabell pensó preguntar.
“Las armas, también,” el Invid le respondió.
Max miró alrededor de la vivienda comunal. “¿Dónde nos deja eso?”
“Espadas, ballestas, lanzas,” Gnea dijo orgullosamente.
Cabell sacudió su cabeza. “Son inútiles contra los Inorgánicos.”
“Granadas, entonces,” Learna hizo oír su voz. “Lanzacohetes–”
“Y éstos,” dijo el jefe, cuando dos de los miembros de su tribu trajeron dentro de la choza un embalaje de tablas de apariencia extraña.
Adentro había una docena de armas de fuego Karbarrianas no diferentes de la propia de pequeño calibre de Lron. Cada rifle moldeado de madera y de metal tenía un accesorio globular grande adelante del guardamonte y la palanca de recámara. “Nosotros recibimos muchos embalajes de este tipo durante los días finales del imperio de los Maestros,” el jefe continuó explicando cuando Lron levantó una de las armas.
“Sí,” Lron dijo, “Karbarra estaba exportando rebelión entonces.” Él echó un vistazo a Tesla. “Hasta que el Invid apareció.”
Max, también, estaba estudiando al Invid. “Muy bien, Tesla,” él dijo, poniéndose de pie. “Jugaremos esto a su modo. Pero el trato se termina al primer signo de cualquier truco.”
Tesla observó a Max y a los otros a través de su apresuradamente adaptada máscara. “Ahora, ¿por qué querría hacer eso cuando he tenido suficientes problemas tratando de actuar humano?”
***
Esta vez el equipo era principalmente XT –Lron y Crysta, Gnea y Bela, con Learna como guía. Que Jack los acompañaría había sido dado por sentado; y, después de que al plan de Tesla se le había dado la aprobación, Janice se sumó. Las Praxianas se sentían más cómodas con sus ballestas, escudos, y espadas que con cualquier otra cosa que los Sentinels pudieran ofrecerles a modo de armamento, y Gnea no se separaría de su naginata semejante a una lanza. Pero los otros llevaban rifles de aire comprimido Karbarrianos, bolsos de explosivos de detonación a distancia, granadas de fragmentación convencionales, y lanzacohetes. Poco después de la medianoche de Garuda, el equipo de ocho miembros fue insertado por los Garudianos a treinta y dos kilómetros del cráter, dándoles amplio margen de tiempo para alcanzar la colmena-granja antes de la salida del sol.
Al mismo tiempo, Wolff y los Sterling se reencontraban en el transbordador para coordinar los planes para su incursión distractiva combinada contra dos granjas aledañas. Fue decidido que los Veritechs y los Hovertanks comenzarían sus ataques al amanecer, cuando los esclavos Garudianos aún estuviesen en los campamentos.
“Vamos a concentrar nuestro fuego contra los huertos, aquí y aquí,” Max instruyó a su escuadrón más tarde, señalando a áreas en el mapa que Learna había proveído. Las colmenas mismas –plantas de procesamiento realmente– estaban casi ciertamente protegidas por escudos de energía como el que el Invid había colocado sobre el Royal Hall de Tiresia durante la batalla por Tirol. Pero ya que el objetivo principal de los Sentinels era atraer lejos a los mecha enemigos, Max no vio ninguna razón de que el poner como objetivo a los preciosos plantíos de árboles de Optera no lograría el mismo resultado.
“Los tanqueros del Coronel Wolff se posicionarán a lo largo de esta línea de colinas y entrarán después de que ustedes hayan completado sus incursiones iniciales. Luego ustedes han de pulverizar esa colmena. Si descargamos lo suficiente en ese escudo seremos capaces de atravesarlo.” Estallidos extremos similares habían funcionado contra las colmenas Karbarrianas. Max exploró su pequeña audiencia. “¿Alguna pregunta?” Cuando todo el sacudimiento de cabezas terminó, él añadió, “Muy bien entonces, ensillemos.”
Fuera del transbordador, él avistó a Miriya, quien había estado instruyendo al contingente Rojo del Skull, y se apresuró hacia ella al momento en que ella estaba corriendo a la cabina del Alpha. Ella había parecido preocupada durante la reunión con Wolff, y ausente aún ahora cuando él le preguntó si todo estaba bien.
“Sí, bien,” ella dijo, ofreciéndole a él una sonrisa débil debajo de su transpirador.
“No luces bien,” él le dijo, tocando su pelo. “Quizá no debieras participar en esta.” Ella se rió de la sugerencia, más por la sorpresa, él sospechó, que cualquier otra cosa. ¿Una ex Quadrono no participando de una pelea?
“Max, sólo estoy un poco cansada.” Ella se colocó el casco pensante, subió la escalera de muesca, y se acomodó en el asiento de la cabina. “Ahora borra esa mirada de preocupación de tu cara,” ella le dijo a él antes de bajar la cubierta de la cabina.
Él forzó una sonrisa hacia ella, reajustó su máscara, y corrió hacia su propio mecha. En cinco minutos ambos equipos de escuadrones estaban en el aire, desgarrando por los cielos carmesíes de Garuda antes del amanecer.
Las granjas que ellos habían escogido para atacar estaban a unos ochenta kilómetros al sudoeste de la granja del cráter, rodeadas por bosques extensos de árboles de Optera, los cuales desde el punto de vista de Max se asemejaban a plantíos de melones extra grandes; la propia colmena era una toma congelada del casquete de la primera fase de una bomba de hidrógeno.
Él se afianzó a la palanca de mando y ordenó al Skull que lo siguiera allí, desprendiendo una docena de torpedos de napalm de los pilones del chasis del Alpha a la altura de las copas de los árboles. Lenguas furiosas de fuego líquido surgieron sobre la niebla a nivel del terreno detrás de él cuando el VT fue balístico; Max giró para mirar por sobre su hombro cuando el resto del escuadrón se zambulló para sus ejecuciones, cada explosión esparciendo masas de materia ardiente de árbol a árbol. Skull Uno giró sobre sí y se zambulló de nuevo, ahora incinerando un pedazo de bosque al oeste de la colmena, mientras el equipo de Miriya causaba un infierno en el cuadrante este. Entonces de repente allí estaban los Shock Troopers Invid en el aire, elevándose fuera de las llamas brotantes y del humo negro como un enjambre de avispones enfurecidos.
“Tenemos compañía, Líder de Skull,” uno de los pilotos de flanco de Max reportó. “Señales múltiples a las ocho.”
Max volvió su atención del mecha ascendente y dio una vuelta repentina hacia su derecha: veinte o más Naves Pincer se estaban acercando en la dirección de la granja del cráter.
“Cambiando rumbo a cero uno cero,” Max dijo por la red táctica. “Ayúdame a enfrentarlos, Danubio Azul.”
“En camino, Skull Uno. Girando...”
Max atacó con misiles fijados en la dirección del Pincer y soltó con su pulgar dos buscadores de calor; ellos encontraron la nave cuando ascendía, desmembrándola y a un segundo Pincer en el proceso. Pero los Invid estaban respondiendo al reto, y Max fue forzado a romper alto y a la derecha cuando corrientes de discos de aniquilación gritaron en el vacío que él había dejado. Sus pilotos de flanco se separaron y se propulsaron justo a tiempo, perseguidos por racimos de Shock Troopers del grupo de contraofensiva de los Invid.
Max imaginó al Alpha en modo Battloid en la cima de su ascenso, fijándose en los datos que corrían a través de sus pantallas ahora, y la red un enredo de solicitudes y chillidos locos. Una lluvia de proyectiles se desprendió de los compartimentos abiertos del hombro del VT y cayeron en el medio del grupo de persecución Invid, eliminando a cinco de su número. Max pasó a armas de mano con lo restantes dos, las manos apretando los HOTAS, tirando al platillo a los Invid con el rifle/cañón del Alpha cuando ellos se movieron muy velozmente cerca de él.
En otra parte en el campo, el equipo de Miriya se estaba manteniendo firme contra los mecha nacidos en ese infierno de debajo. La mitad de los árboles estaba ardiendo ahora, humo espeso enturbiando el amanecer de Garuda, mientras los humanos e Invid intercambiaban descargas de muerte. Battloids y Troopers luchando cuerpo a cuerpo, manos contra garras.
“Supongo que tuvimos éxito en atraer su atención,” Max dijo a nadie en particular. Él enlazó la frecuencia de Miriya y pidió una actualización; él repitió la solicitud cuando ella no respondió, luego reconfiguró su nave y descendió para dar una mirada por sí mismo.
Miriya había pasado a Battloid y estaba ejecutando su propia versión de la Maniobra Fokker cuando Max la alcanzó. Allí había cuatro Shock Troopers revoloteando alrededor del mecha de ella, tirando golpes y corriendo. Él sonrió al observarla marcar de un golpe a uno de ellos con el cañón automático; pero esa mirada se derrumbó cuando él se dio cuenta de cuán lenta ella fue en reaccionar a los Frisbees de energía consecutivos liberados por el restante del grupo. Max estaba suficientemente cerca ahora para arrojarse a la lucha; pero la vista del desaliño de ella lo había dejado temblando, y casi confundido.
“Miriya, ¿qué sucede?” él dijo cuando el último de los cuatro había sido eliminado. “¡Miriya!”
“No... no lo sé, Max,” ella le respondió después de un momento. “Fue un rato de aturdimiento.”
“Quiero que regreses a la base.”
La cara de Miriya apareció en la pantalla de comunicación del Skull Uno. “Estaré bien. Está mejor ahora.”
“Olvídalo–”
“¡Max!” la voz de Wolff repentinamente retumbó por la red. “¡Tenemos problemas! ¡Inorgánicos –cientos de ellos!”
Max apartó la vista de la imagen de Miriya y enlazó la frecuencia de comunicaciones con la barbilla. “Su Pack debería ser capaz de manejar esas cosas, Wolff,” él dijo.
“Ellos no están tras nosotros, Comandante,” Wolff dijo, ásperamente. “Los hijos de perra se desataron sobre el campamento –¡están atacando a los Garudianos!”
***
A corta distancia del huerto sitiado, el equipo de Hovertanks de Wolff estaba bien dentro del bosque rodeando la segunda granja. Desde la línea de colinas sobre la colmena en forma de domo, donde el Pack había estado configurado en Guardián, Wolff había podido observar los ardientes pases a la altura de las copas de los árboles del Skull. Él había dado luego la orden para que sus tanqueros abriesen fuego. Ellos no habían lanzado proyectiles por unos cinco minutos en el bosque cuando la primera oleada de Inorgánicos había aparecido –Hellcats, galopando a través de la tundra de Garuda y dirigiéndose directamente hacia las colinas. Fueron seguidos un minuto más tarde por filas de los bípedos Robo-gnomos de apariencia demoníaca conocidos como Cranns y Odeons.
Wolff había odiado a las cosas desde que él las enfrentó en Tirol, y había estado esperando ansiosamente trabar combate con ellas –cualquier cosa para conseguir sacar a Minmei de su mente por algún tiempo, para abstener a su mano de extenderse por una botella... Así que él había ordenado al Pack pasar a modo estándar y dirigir la descarga hacia debajo de la pendiente rocosa, sólo para encontrar que los Inorgánicos habían cambiado de rumbo. Y había tomado sólo un momento descubrir la razón detrás de la táctica: los Invid planeaban usar a los Garudianos al igual que los Sentinels lo habían hecho con los árboles vivificantes de los Invid –para distracción. La fuerza de trabajo XT estaba extendida por más de una milla a lo largo de una ladera escasamente arbolada vigilada por una compañía de soldados Invid blindados y empuñando armas. Fue entonces que Wolff había abierto la red a Max.
Los guerreros del Skull estaban sobre su cabeza ahora; Wolff los pudo ver a través de huecos en las apiñadas bóvedas de forma de pelotas de billar de los árboles. Los Shock Troopers y las Naves Pincer ya estaban en sus colas.
Los Hovertanks de Wolff salieron del bosque un momento después de que Skull Uno aterrizó; el Alpha estaba en modo Guardián, con el rifle/cañón agarrado en una mano, tartamudeando su severo saludo a los Hellcats. Docenas de Inorgánicos estallaron en partes cuando salvas perforantes de blindaje desgarraron al grupo, pero cinco veces ese número logró pasar la línea de VTs que aún se estaba formando, saltando sobre los mecha y continuando su loca carrera hacia los Garudianos. Conscientes de la situación ahora, los indefensos esclavos habían roto las filas y estaban intentando huir; la mayoría de ellos fue abatido instantáneamente por estallidos de las armas de antebrazo de los soldados, mientras que otros cayeron en manos de la primera oleada de Inorgánicos, desgarrados por los Hellcats o asados por los rayos disparados por las esferas armas con orificios de los Cranns.
Wolff ordenó al Pack dispersarse y formar una segunda línea; los Hovertanks se reconfiguraron y empezaron a disparar a voluntad, diezmando gran parte de la segunda oleada de salida, pero repentinamente se vieron forzados a tratar con los Shock Troopers también. Discos de aniquilación bramaron de cólera en el medio de los tanqueros, abriendo el suelo y derribando a dos de los mecha. Wolff pudo ver que los miembros del equipo azul de Max estaban pasando a Battloid y reposicionándose en oposición al Pack para formar la segunda pierna de una formación en V. Wolff solicitó un cañoneo cuando los Inorgánicos se precipitaron en el paso. Golpeada con salvas explosivas la tundra tembló y bramó; la línea de colinas atrapó los sonidos sacudientes y los lanzó de regreso, cuando Inorgánicos y Shock Troopers por igual fueron reducidos a pedazos de metal incandescente, géiseres de fuego en el aire ya recalentado.
El equipo rojo de Miriya entró en acción luego para añadir su desplazamiento ensordecedor a la cuenta. Naves Pincer y VTs se encontraron cara a cara, trabajando asiduamente uno en el otro, mientras misiles y proyectiles serpenteaban a través de la tormenta de fuego y humo.
Wolff dijo a su equipo B que se mantuvieran firmes; al mismo tiempo él y los otros tanqueros A combatieron para abrirse paso por el terreno chamuscado y a través de árboles en llamas hacia la marcha de la muerte de los Garudianos. Impedidos de ascender la ladera por filas de soldados Invid y vulnerables por debajo al avance desenfrenado de los Inorgánicos, los XTs vulpinos estaban siendo masacrados. Wolff pensó que él podía oír sus lamentos claramente a través de la cubierta del tanque y la cacofonía de las llamadas de la red táctica. El Pack no podía disparar por miedo a matar aún más de ellos; así que en cambio Wolff guió a los tanqueros en un curso de colisión directamente hacia donde los Inorgánicos habían comenzado a agruparse en la base de la colina. Los tanques se abrieron paso destrozando lo más espeso de la matanza, curvas de deflección precipitadas hacia abajo cortando Cranns y Odeons por la mitad. Los Hellcats saltaban sobre los mecha revoloteantes, sólo para ser volados en pedazos por armas encerradas, o aplastados a mano cuando algunos del Pack se reconfiguraban al modo Battloid.
Entretanto, en el borde del bosque los equipos de VTs de Max estaban dominando. Naves Pincer y Shock Trooper caían del cielo como en un día malo en el pantano. Los Rojos de Miriya dieron razón de la mayoría de esas matanzas; Wolff pudo discernirlos sobre su cabeza, volando en círculos alrededor de los pilotos enemigos. Él avistó un VT en particular cuando éste estaba completando un tipo de pirueta aérea que había dejado a tres Pincers en ruina; él estaba pensando que debía ser Miriya, hasta que él vio al VT sufrir un disparo que cualquier cadete podía haber esquivado. Wolff lo observó caer a plomo hacia un área de bosque devastada.
***
“Ese es el lugar donde fueron atacados,” Jack dijo, señalando una hilera dañada de árboles de Optera al pie de la ladera. Los cascos de las tres naves Scout habían sido removidas, pero había pruebas de los fuegos que las explosiones habían provocado. “Entonces fueron arrastrados dentro de la colmena.” Jack pasó los binóculos a Lron, una vez más indicando la dirección. “Puedes divisar la entrada o lo que eso sea.”
Tesla le dio la palabra Invid para el portal, al barbotear algo que Jack encontró ininteligible.
“Como yo dije: lo que eso sea.”
Cuidadoso de no tocar su transpirador, Lron echó una mirada por los binóculos blindados y se los pasó a Crysta. Ella estaba elevando la intensidad un poco, cuando la señal parecida a un gorjeo de Learna los alcanzó desde algún lugar en los árboles. Un momento más tarde, la Garudiana apareció en la base de la ladera, haciendo señas al equipo para que baje. Gnea y Bela estaban acuclilladas detrás de ella, enmascaradas y vigilantes, pareciéndose más que nunca a gladiadores barbáricos transportados de alguna arena Romana. Jack dio una palmadita a Janice en el hombro y puso a todos en camino.
Ellos habían alcanzado el cráter antes del amanecer, sin incidentes a pesar de la presencia de las intensificadas patrullas de Inorgánicos. No sólo Hellcats, sino Cranns y Odeons –criaturas bastante raras en la luz del día, y positivamente atemorizantes en la niebla a nivel del suelo antes del amanecer. Aún éstos no habían disuadido a los Garudianos libres de presentarse, sin embargo; sólo esta vez era más que curiosidad lo que los motivaba: muchos se habían armado con rifles de aire comprimido Karbarrianos, levantándolos en exhibición de ayuda cuando el equipo pasaba. Justo antes de la salida del sol en el borde del cráter, Jack había visto destellos de luz explosiva en los cielos hacia el sudoeste, retumbos de truenos distantes –el bombardeo del Skull contra la granja cercana. Poco tiempo después, multitudes de Shock Troopers se habían levantado de la hoya y volado hacia el sonido de las armas.
“¿Alguna actividad?” Jack preguntó cuando alcanzó la base de la ladera.
“Nada hasta ahora,” Learna le dijo. “Fuimos hasta la colmena.”
Jack giró hacia Tesla. “¿Qué piensa?” él dijo airadamente. Él ya no tenía paciencia para la simulación de enfermedad del Invid. El mantener a Tesla oculto en la huella había llevado a más de unos cuantos momentos desagradables; y en la ladera él se había comportado menos como una criatura consciente que como un pedrón rodado fuera de control. Pero ahora había llegado el tiempo para que Tesla se ganase su subsistencia. “¿Cuál es su rutina?”
Tesla miró a lo que se podía ver de la colmena a través de los árboles. “Es difícil de decir, con toda la actividad que ustedes han agitado. Normalmente, los esclavos estarían llegando en cualquier momento ahora.” Tesla miró a una de las copas esféricas incrustada de enredaderas de los árboles. “Es una lástima, también,” él meditó. “Todo este fruto maduro se desperdiciará.”
Jack blandió un puñal de hoja larga cuando Tesla se extendió para arrancar una pieza particularmente de apariencia suculenta. “Aún no se lo ha ganado, Tesla. Además, usted realmente no quiere quitarse la máscara, ¿o sí?”
Tesla pensó en ello. No había ninguna razón por la que él no pudiera alzar la máscara para cuando tuviera que engullir algunos frutos; pero él decidió no incomodar argumentando el punto. Así que simplemente dejó al fruto echarse a perder en lugar de añadirlo a las muestras que él ya había atiborrado en los bolsillos de sus mantos.
“No, supongo que no,” él dijo después de un momento.
Jack le ordenó que tomase la punta; y en diez minutos el equipo llegó a la entrada de la colmena. Estaba débilmente iluminada, un túnel en forma de media luna de siete metros de alto y compuesto de lo que parecía espuma del agua de mar solidificada. Parecía haber un brillo tenue en el aire interior, pero este cesó cuando Tesla se identificó al escáner. Una huella vocal, Jack pensó, pero no podía estar seguro.
El túnel estaba mortalmente caliente, un olor maligno aun a través de los filtros de las máscara, y le recordó a Jack los videos de fibra óptica que él había visto del sistema arterial del cuerpo humano. Aquello terminaba en una rotonda, cuya enormidad e iluminación crepuscular Jack encontró desorientadoras. Docenas de pasillos desembocaban en el área, como los cuernos de detonación en una mina naval anticuada.
“Podemos dispensar de estos dispositivos,” Tesla estaba diciendo, quitándose el transpirador de su hocico. Él aspiró profundamente y sonrió a todos. Jack pudo ver que él estaba encontrando obvio deleite en su sorpresa.
“Este es nuestro vestíbulo,” Tesla dijo, con un elaborado gesto de su brazo.
Jack verificó la pantalla del biosensor que Jean había atado en su muñeca. Satisfecho, él deslizó la máscara de filtración de su boca, determinado a mantener una cara seria. Todavía cauteloso, él oliscó el aire, lo encontró ligeramente húmedo pero respirable, y dio la señal de que había pasado el peligro a los otros para que siguieran su ejemplo. “¿Cuál camino?” él demandó, guiando con su barbilla.
Tesla señaló a la escotilla circular directamente sobre su cabeza. “Allí.” Con un gesto teatral, él indicó al equipo que se reuniera a su alrededor. Ni bien lo hicieron así se encontraron encerrados por algún tipo de rayo tractor que los levantó en masa hacia la escotilla superior. Gnea trajo la punta de su lanza al lado de abajo acanalado del cuello de Tesla.
“No,” él le dijo, elevado sobre las puntas de sus pies para aliviar el contacto. “Lo malentiende. Esto es simplemente nuestro... sistema de ascensor.”
Jack y Janice estaban acuclillados en posición de combate, las armas desenfundadas, examinando la circunferencia translúcida del rayo por cualquier signo de peligro. Lron, Crysta, Bela, y Kami estaban colocados en una postura similar, los rifles de aire comprimido Karbarrianos en posición terciada alta, las ballestas armadas. Tesla continuó protestando durante la duración de la ascensión de treinta segundos dentro de los tramos superiores del domo.
Lentamente, el campo tractor empezó a desaparecer.
Jack se había relajado un poco para cuando el rayo se apagó; entonces de repente él vio a cuatro guardias Invid girando para enfrentarlos, los cañones de los antebrazos levantados.
***
Max había visto caer al Alpha de Miriya. Él tenía su propio VT en modo Battloid ahora, y lo estaba dirigiendo hacia el sitio de caída a través de una sección de bosque ardiente. Dos del equipo de él estaban muertos; al menos esa cantidad del de Miriya habían muerto también. Él no estaba seguro de cómo Wolff lo estaba haciendo, pero él había visto más de un Hovertank derribado por los discos de aniquilación de los Shock Troopers. Max ni siquiera quiso pensar en los esclavos Garudianos. Y repentinamente allí estaba Miriya de quien preocuparse.
Los escáneres del mecha avistaron algo más adelante, y Max aumentó la intensidad, estudiando las pantallas de datos del biosensor. Un minuto más tarde él tuvo visuales. Era el Alpha Rojo de Miriya a salvo, en configuración Guardián ladeada, el radomo inclinado hacia el suelo –un ave herida.
Luego Max detuvo a los Hellcats –cuatro de ellos, atacando la cubierta de la cabina del VT con frenesí, golpeándola con golpes descendentes de sus cabezas blindadas. Él pudo ver que un Inorgánico había logrado introducir una garra, y la estaba meneando alrededor, probablemente esperando rebanar a Miriya a pedazos. Los cuatro se voltearon al mismo tiempo para mostrar a Max sus colmillos destellantes y los afilados cuernos de los hombros; dos compañeros de caza saltaron en dirección recta hacia el VT, pero él ya tenía el rifle/cañón apuntado sobre ellos. Ellos fueron despedazados en el medio del aire como pichones de barro. Max agujereó a un tercero en donde aquel estaba de pie mirándolo con odio, y ahora el último Hellcat extrajo su garra de la cubierta perforada de la cabina, se encabritó, y vino hacia él. Max trató de poner un paso hacia el costado al Battloid cuando el Hellcat saltó, pero su oportunidad se había esfumado; el Inorgánico se aferró a los escudos ablativos de la cabeza del mecha y comenzó a apisonar su hocico contra el visor de permaplas. Reflexivamente, Max se apretó hacia atrás contra el asiento de la cabina; él tenía una vista de tamaño natural de la boca mordisqueante y del falso esófago de la cosa. El Hellcat estaba gruñendo, tratando desesperadamente de abrir rebanando la barriga del Battloid con el movimiento removedor de sus garras posteriores afiladas como navajas. Max apagó las fonocaptores externos y armó los rayos láseres de la cabeza. El ángulo era casi demasiado oblicuo, pero la parte posterior del Hellcat estaba entrando y saliendo de los corchetes de objetivo y Max pensó que tendría una oportunidad. Él levantó el brazo izquierdo del Battloid, agarró al Hellcat por la cintura, y lo jaló dentro del campo de los rayos láseres. Luego presionó el gatillo las armas. El Inorgánico levantó su cabeza cuando los rayos de luz chamuscaron su parte posterior; éste recibió el pulso consecutivo de Max justo por los ojos y cayó al suelo, sin vida.
Max pisoteó a la cosa dos veces. Él imaginó pasar a modo Guardián y aseguró su máscara al abrir la cubierta de la cabina del mecha. Miriya tenía aún que dejarse ver. Subiendo por el ala ladeada del Rojo, él miró curiosamente en el interior de la cabina destrozada y comenzó a manipular desmañadamente las palancas de liberación manual.
“¡Miriya!”
Él pronunció el nombre de ella dos veces más antes de tener éxito en hacer saltar la burbuja protectora de la nave. Ella parecía ilesa, pero inconsciente. Más inquietante, sin embargo, era el hecho de que el Hellcat le había quitado rasgando la máscara; ella había estado respirando la atmósfera de Garuda por un tiempo peligrosamente largo.