Capitulo 4

Constance Wildman [La psicohistoriadora] nos quiere hacer creer que las Guerras Robotech fueron nada más que una serie de luchas incestuosas y rivalidades freudianas –los Maestros y sus “niños,” los Zentraedi; las varias intrigas que florecieron alrededor de la “diosa primitiva” Lynn-Minmei; la Flor como la leche nutritiva de la madre... Y ella aduce el triángulo Regis-Tesla-Regente para fortalecer su caso; dónde más “¿encontramos una representación arquetípica más perfecta del hijo rebelde que desea matar al padre y poseer a la madre?” A lo que uno podría estar tentado a responder: en la relación entre Zor y Haydon.

Nota al pie de página en Jinetes en la Tempestad de Reedy Kahhn: Los Invid del Regente

“¿Y tú en realidad amenazaste a Edwards?” la voz del Regente gritó a través del comunicador. “¡Tonto! Se suponía que debías seducirlo, no alejarlo de mi alcance.”

En su habitación en la nave insignia de la flota, el simulagente Invid engulló y encontró palabras. “Sólo estaba tratando de sacarle información –como usted mismo solicitó. Pero él no revelaría nada sobre su mundo hogar. Y peor aún, él no pareció creerme cuando le hablé del poder de nuestro imperio.”

El Regente hizo una expresión agria. “¿Bueno, cómo podría él, viniendo de alguien como tú? ¿No sabes nada de la sutileza? ¿Has olvidado todo lo que el cerebro te enseñó sobre la recolección de información? Es como si te hubieras decidido a negociar con los humanos a tu propio modo chapucero, cuando tu misión era ser mis ojos y oídos. ¡No mi boca!”

El simulagente se encogió, y se dio vuelta para ver si alguno de los soldados estaba riendo a sus espaldas. Cómo podía él empezar a explicar por lo que él estaba pasando –cómo la sensación de poder había obrado su propia magia en su mente, una magia que pesaba más que cualesquiera intereses por la diplomacia o “la sutileza.” Pero él mantuvo estas cosas ocultas del ser hacia quien él nació para responder, y en cambio pensó dirigirse al Regente como uno podría esperar que se comportase un sirviente.

“Me disculpo, Su Alteza. Son estos humanos... me confunden.”

“Sí,” el Regente le dijo, ablandando su tono un poco, “lo puedo entender. Pero comienzo a preguntarme sobre este Edwards. Se me ocurre que tal vez él ha entrevisto mi artificio –no gracias a ti.”

El simulagente bajó su hocico hacia el remoto del comunicador. “Dígame cómo puedo compensarme. No soy más que su servidor.”

El regente meneó un dedo. “Y te sería de utilidad que lo tengas presente.” Él mostró en la esfera las palmas de sus manos. “¿Por qué todos sienten que pueden pensar por sí mismos? Primero mi esposa, ahora tú... Sólo Tesla me sirve bien.” Él movió de un lado a otro sus manos en el aire. “Arg, todo este asunto es mi culpa de cualquier modo, enviando a un sirviente a hacer el trabajo de un conquistador.” El Regente se acomodó sus mantos. “Quiero que regreses a Optera. No hay nada más que puedas hacer en Tirol, y si te permito permanecer más tiempo, es probable que arruines algo.”

“Pero, Su Alte–”

“¡No discutas conmigo! Podemos prescindir del cerebro capturado por algún tiempo más, y hay otras vías para extraer la información que deseamos sobre los Maestros, la Matriz, y el mundo hogar de los humanos. Es mejor dejar a la situación en Tirol deteriorarse espontáneamente. Luego Edwards y yo hablaremos.” Los ojos del Regente miraron fijamente hacia fuera a través de la esfera, mirando fríamente a su simulagente. “Tú puedes tener mi apariencia” –él suspiró– “pero ciertamente careces de mis talentos.”

***

Rick dejó caer con estrépito su mano sobre el interruptor del micrófono de la consola y gritó la señal de llamada para Wolff en el fonocaptor. Un minuto Jonathan había estado comunicando que todas las señales estaban listas para la separación, y lo siguiente que supieron fue que él estaba diciendo algo sobre que el Beta se había separado del VT. Y ahora la GMU parecía haber perdido contacto con ambos componentes.

“Estrella Ascendente, responda,” Rick urgió. “¡Wolff! Responda. ¿Qué está sucediendo allí arriba?” Él se dio vuelta hacia Jean y Vince, quienes estaban ocupados en las consolas adyacentes. “¿Hay algo?”

Jean giró para mirarlo de frente. “Una cubierta de nubes demasiado gruesa para una visual del Beta, pero los escáneres lo muestran en un curso acelerado hacia el módulo de propulsión. El Alpha está fuera de la marca. Deberíamos recibir algunos datos pronto.”

“¿Fueron las esferas?”

“No lo puedo decir, Rick,” Vince dijo sin darse vuelta.

Precisamente entonces la voz de Wolff chisporroteó a la vida por los altavoces de la habitación. “-xactamente seguro de lo que sucedió. Sarna estaba pasando instrucciones a las esferas, luego de repente el Beta se separó. Estamos fuera de curso. ¿Nos pueden dar un nuevo rumbo?”

“En camino,” Rick le respondió. “¿Tienes algún tráfico de Janice?”

“Negativo, Rick. Ni siquiera puedo determinar la posición de la nave.”

“Ella se está acercando al módulo, Jonathan,” Vince dijo. “¿Alguna suposición?”

“No en este momento.”

Rick estaba a punto de añadir algo cuando la escotilla siseó abriéndose. “Tenemos problemas, señor,” un piloto del Skull anunció.

“Estamos conscientes de ello,” Rick dijo, más ásperamente de lo que era necesario.

El capitán dio una mirada confusa a su alrededor. “No, señor, en las cuevas. Estamos bajo ataque.”

“¿Ataque? ¿De quién?” Rick notó por primera vez que la mujer estaba cubierta de tierra. Su cara estaba manchada con un tipo de fluido negro indefinible o grasa.

“Uh,” la piloto tartamudeó, “usted tendrá que decidir por sí mismo, señor.”

Rick y la piloto dejaron la base corriendo. Afuera, Rick vio grandes números de esferas fluyendo de la boca de la cueva. Veidt y un puñado de Praxianas y pilotos de mecha estaban haciendo lo mejor que podían para calmar a las criaturas, pero Max y Miriya, junto con la mitad del Wolff Pack, no estaban a la vista.

“¡Aquí adentro, señor!” la piloto estaba voceando, indicando con un gesto hacia la entrada cavernosa.

El piso de la cueva estaba temblando, y Rick oyó sonidos retumbantes graves, los que él inicialmente atribuyó a temblores tectónicos; luego se dio cuenta que estaba oyendo explosiones. Éstas se hacían más agitadas cuando él se acercaba a la caverna.

El lugar estaba en un estado casi de pandemonio, docenas de esferas meneándose conjuntamente, iluminadas desde abajo por destellos intensos de luz explosiva que estaba vertiéndose al exterior desde agujeros y pozos en el piso; voces estridentes sobresalían entre el estruendo del fuego de las armas; y algo más –un tipo de chillido, un ruido corto, tan misterioso como fuerte.

Rick dio un vistazo a su alrededor, tratando de explicarse las cosas. Karen Penn estaba alejada en un rincón, aterrorizada, aunque Kami y Learna estaban a su lado. Teal estaba de pie a cierta distancia de ellos, sola cerca de lo que parecía ser una extremidad de roca. Gnea y Bela estaban llevando trozos enrollados de cuerda hacia la boca de un pozo; por allí cerca estaba un par de Perytonianos y unos cuantos hombres del equipo de Wolff, poniéndose máscaras antigás y sujetándose encima parques de munición con arneses de tejido.

Sin advertencia alguien metió un Wolverine en sus manos.

“¡Max!” Rick dijo, girando rápidamente. “¿Qué está–”

“Cúbrete,” Max lo interrumpió. Él arrojó a Rick una máscara y se alejó trotando hacia el pozo, meciendo un revólver de masas Owens Mark IX. “Jack y Rem están atrapados allí abajo,” él gritó por sobre su hombro. “¡Ya hemos matado a un montón de ellos, pero continúan viniendo!”

“¿Mataron un montón de qué? ¿Quién sigue viniendo?”

En la abertura, Max bajó su respirador y se enganchó a una de las cuerdas que había sido bajada en el pozo. “¿Listo?” él gritó sobre el estrépito que provenía de abajo. Jadeante, Rick siguió su guía, y ambos se pusieron los aparejos.

Un momento más tarde, en el piso de una enorme habitación de subnivel, Rick estaba seguro de que ellos habían excedido su objetivo y aterrizaron en el infierno. En la luz estroboscópica él pudo ver que ellos estaban parados en el borde de un gigantesco poso que parecía caer directamente hasta el núcleo fundido del planeta. Aquí, también, el techo estaba cubierto con las esferas –la mayoría de ellas de mayor tamaño que cualquiera que él había visto en la superficie; pero fue ver a las criaturas que se arrastraban subiendo fuera de aquel poso lo que lo había dejado sin habla. Ellas podrían haber sido arañas del tamaño de un Hovertank, si no fuera por sus pedúnculos movibles que sostenían los ojos, sus cuerpos segmentados en doble hilera, y bocas al frente. Y si ellas no eran la creación propia del diablo, Rick decidió, entonces él no deseaba encontrarse alguna vez con su hacedor. Ningún dios habría amado una bestia tan horrible y de apariencia diabólica.

Lo hizo estremecerse el darse cuenta de que la pegajosidad negra que revestía el piso de la caverna era la sangre de estas cosas, pero aún eso no fue suficiente para lavar el miedo fuera de él. Él recordó haber leído en alguna parte que existía una hormona del miedo endógena real que ciertas criaturas activaban en el cuerpo humano; y efectivamente él parecía recordarlas en alguna esquina primitiva de su mente. Pero entonces él repentinamente recordó dónde las había visto en realidad: ¡eran las criaturas que una antigua y desconocida mano Praxiana había retratado en las paredes de la cueva!

***

Tesla estaba asombrado por la fortaleza de la hembra humana. Él finalmente había tenido éxito en halarla con dificultad hacia atrás al espacio de carga del Beta y ahora tenía ambas muñecas aparentemente frágiles de Janice firmemente apretadas en sus propias manos, pero ello había sido una lucha durante todo el camino. Burak, entretanto, se había deslizado dentro del asiento de la cabina del piloto para manejar los controles. El módulo de propulsión estaba apareciendo en vista por la cubierta de la cabina del VT, justo en horario, y los suyos hacia la captura.

“Bienvenida a nuestra tripulación,” Tesla estaba diciendo a la mujer aún indomada. “Me alegra tenerla a bordo.” la voz apremiante de Jonathan Wolff podía oírse por la red de comunicaciones abierta.

Janice se dio vuelta repentinamente, casi liberándose del asidero de él, y lo miró con ira. “¿Es este el modo de tratar a un huésped?”

“¿Si la dejo libre, prometerá comportarse?”

Janice dio a su cabeza una sacudida desafiante. “Pruébeme.”

Tesla alivió su asimiento, y el androide que todos pensaban era una mujer se lanzó por el cuello de Burak. Tesla sujetó firmemente los brazos de ella y la arrojó rudamente contra el mamparo trasero; él estaba complacido en ver alguna belicosidad salir de ella.

“Burak,” Janice dijo débilmente, una mano en la cabeza de ella. “¿Cuál es tu parte en esto? No puedo creer que vayas a dejar a tus amigos morir allí abajo.”

Burak le mostró a ella su perfil, cuernos aterciopelados y cejas pesadamente gruesas acentuadas con color ámbar en las luces de la pantalla. “Es la única manera en que puedo ayudar a liberar a mi planeta,” él ofreció. “Tú no puedes entender–”

“Suficiente,” Tesla interrumpió, inventariando las heridas que las uñas de Janice habían abierto en sus brazos. “Presta atención a lo que estás haciendo. Y cierra el comunicador,” él añadió, gesticulando hacia el interruptor de la red.

El módulo Spherisiano de forma cristalina llenaba su vista ahora, eclipsando las estrellas. Burak igualó el curso del Beta al del módulo aparentemente en movimiento lento, y comenzó a maniobrar el mecha a lo largo del casco chamuscado y muy maltratado del propulsor. Él utilizó la computadora de a bordo para comunicarse con la del módulo, y en minutos la escotilla de la bahía de acoplamiento se abrió; el Beta había logrado su meta.

Cuando la bahía se había vuelto a presurizar, el trío descendió de la cabina del Beta y finalmente encontraron su camino hacia el puente. Tesla cargó a Janice todo el camino, abrazada como un oso a su enorme pecho como algún tipo de juguete relleno sin el cual él no podía vivir. Burak llevaba arrastrando los frutos mutados que él había contrabandeado a bordo del VT antes del despegue.

El Invid se estaba sintiendo omnipotente –no sólo porque él había engañado tan fácilmente a los Sentinels, sino porque pronto estaría en camino hacia Optera para el encuentro cara a cara con el Regente que él había imaginado tan a menudo estos tiempos pasados. Los frutos provenientes de Karbarra y Praxis lo habían, así él creía, vuelto superior al monarca al que él otrora había servido como soldado y presunto hijo. Y ahora era hora de que el Regente se hiciese a un lado y le cediese su posición merecida como el líder de la raza Invid. Tesla había venido a comprender que requería más que simple fortaleza el liderar; hizo una introspección, y estos talentos eran de él en abundancia.

Pero cuando ellos llegaron a la sala de control del propulsor, algunos problemas muy reales surgieron, erosionando las fantasías de Tesla y convocando una ira desde su interior.

“¡Pero tú me dijiste que podías navegar esta nave!”

Con un gesto de desamparo, Burak se dio vuelta desde los mapas estelares y cartas de transposición espacial que él había convocado en los monitores de guía Spherisianos. “Pensé que podía, pero ahora...”

Tesla se precipitó sobre él y comenzó a explorar las pantallas, buscando solución a los datos mostrados. Él apuntó un dedo grueso a una de ellas. “Aquí. Aquí está Optera.”

Los ojos de Burak se abrieron de par en par. “¡Optera! Pero, Tesla –Peryton, estamos yendo a Peryton.”

Tesla lo empujó hacia un lado. “A su debido tiempo,” él dijo ausente. “Primero hay algo que debo atender.”

Burak se aceró. “Entonces atiéndelo sin mi ayuda.”

Tesla hizo un movimiento violento con sus manos, pero se detuvo cerca del cuello del Perytoniano, tomándolo en cambio por los hombros, fraternalmente. “Por supuesto, mi querido. A Peryton, entonces.” Las manos de Tesla apresuraron a Burak a sentarse en uno de los asientos de aceleración. “Ahora, porque no tratamos de resolver esto juntos, paso a paso. Sólo digamos por puro ejemplo que queríamos transponernos al espacio de Optera... Ahora, ¿cómo haríamos eso, mi amigo...?”

Janice mientrastanto observaba desde el otro lado de la habitación. Los dos amotinados casi se habían olvidado de ella, así que fue bastante fácil conectarse a los sistemas de la unidad propulsora mientras la atención de ellos estaba enfocada en otra parte. En un breve tiempo ella había completado su bocadito de magia cibernética. No importaba lo que ellos alimentasen en las computadoras navegaciones de la nave ahora, el módulo estaba bloqueado en curso hacia el sistema del espacio de Fantoma.

Janice sonrió para sí, preguntándose cómo Tesla tomaría la sorpresa.

***

Al principio se creyó que Baker y Rem habían sido capturados o comidos por las monstruosidades reptantes de ocho patas entregadas por el mundo interior Praxiano; pero posteriormente los Sentinels hallaron que sus dos compañeros de equipo simplemente estaban detenidos –la palabra que alguien del Wolff Pack había usado. Jack y Rem habían sido sondeados y maltratados, pero aparentemente estaban a salvo. Parecía que los arácnidos –Gnea y Bela tenían un nombre para ellos que nadie podía pronunciar– no tenían gusto por la carne. Además, las criaturas no estaban en un frenesí de alimentación en absoluto –ni, en cuanto a eso, estaban interesadas en contraatacar a los seres que estaban ocupados lanceándolas con rayos láseres y proyectiles. Al igual que las esferas, estos anacronismos vivientes –no vistos en Praxis por milenios– estaban intentando huir de las tempestades que ardían en el corazón transformado del planeta.

Rick había dejado lejos su susto inicial, pero el sabor agrio del miedo permanecía en su boca. Lo afectó que mientras que en sus días él había combatido a gigantes de quince metros y a babosas andantes, ido a batalla al lado de clones humanoides, guerreros ursinos, y amazonas en Robocorceles, él podía experimentar tal terror total al ver arañas gigantescas. Quizá, él había decidido, era la misma insensatez de las criaturas; después de todo, hasta los Invid no eran monstruos, ¿lo eran? Las mujeres Praxianas habían sido igualmente asustadas, y Rick procuró imaginar que ello sería como ir contra, digamos, los dinosaurios.

Pero si las criaturas no se hubieran en realidad añadido a la situación de los Sentinels, ellos no habrían hecho nada para mejorar las cosas. Innumerables esferas habían salido de la cueva, y ahora quedaba una desagradable tarea de acabar con los restos de los enemigos allí abajo mientras el resto de las esferas eran reunidas para asistencia de elevación adicional. ¡Para empeorar las cosas, aún no había noticias del Beta, y uno de los Spherisianos había ido y conseguido quedar atrapado en una roca!

Pronto, Rick y alguno de los otros se agruparon alrededor de Teal y la mano que otrora había pertenecido a su amigo. Baldan estaba combinado con la pared –del modo en que un bajorrelieve Mesoamericano podría decirse para ser combinado con una estela. Su perfil estaba congelado pero claramente visible, y había una masa cristalina sobresaliendo de la sección de roca donde su pecho habría estado. El cristal crecía frente a los ojos atónitos del grupo congregado.

“¡No, no puedes, Baldan –por favor detén esto!” Teal estaba gritando a la pared. Ella volteó hacia Rick. “Él está intentando transferir su esencia. Pero esto nunca ha sido llevado a cabo en ningún mundo excepto en Spheris.” Ella miró hacia atrás al atiborrado crecimiento. “¡Y no quiero levantarlo!”

De nuevo el cristal se agrandó. Teal colocó sus manos en su cabeza en un gesto aterrado y suplicó a Baldan detenerse. Pero finalmente sus manos se extendieron para recoger la cosa facetada y comenzó a tirar de ella.

“Es inútil, Baldan,” ella gritó. “¡Morirá!”

Rick se aproximó para darle una mano, y con cierto esfuerzo ambos se las arreglaron para tirar del cristal suelto. El estallido hueco envió un escalofrío a la espalda de Rick. El perfil de Baldan se retiró dentro de la pared y desapareció. Teal dejó caer el cristal de sus manos temblorosas y lo observó.

“La criatura está sin vida... muerta.” Ella miró a su alrededor a los otros. “Baldan está perdido para nosotros.”

Sonidos de lloriqueo encontraron su salida por debajo de los conductos de respiración de Kami y Learna. Rick agarró a Teal por los hombros. “¿Qué te dijo él?”

Ella lo miró con fijeza inexpresivamente por un momento, luego dijo, “Los Invid. Ellos deben haber estado usando a Praxis para experimentos de algún tipo. Fueron las cámaras que ellos excavaron las que dieron a luz a esas criaturas. Y estas mismas cámaras han anunciado el fallecimiento del mundo.”

“¿Pero qué tipo de experimentos?” Rick demandó. “¿Qué estaban tratando de crear?”

Teal negó con su cabeza.

Con los labios firmes, Rick la soltó e indicó con un gesto a un radiotécnico que se acercase a él. “¿Alguna noticia del Beta?” él preguntó a Vince cuando la comunicación con la GMU fue establecida.

“Ellos han alcanzado el módulo,” Vince actualizó. “Pero no podemos establecer comunicación con ellos.”

Rick resumió lo que había sucedido abajo en las cavernas. “Quiero hablar con Tesla tan pronto como llamen. Él debe saber algo sobre todo esto –estos posos. ¿Quizá haya un modo de revertirlo?”

“Es improbable,” Vince respondió. “Pero estoy seguro de que Tesla nos dirá lo que sabe. Él es prácticamente uno de nosotros ahora.”

***

Con un poco de ayuda de las computadoras de la GMU, el Alpha estaba de regreso en rumbo. Wolff y su copiloto Haydonita no sabían como explicar la separación inesperada, pero asumieron que Janice lo había hecho con algún buen propósito en mente, y que su silencio de radio era nada más que un mal funcionamiento en el sistema. No se le ocurrió a ninguno de ellos que había una conspiración en marcha.

Wolff continuó en esta veta esperanzada, aún después de que se había enterado de que el Beta había hecho aparentemente un acoplamiento exitoso con el módulo propulsor. Ese chamuscada pieza de escombro espacial orbitante estaba sobre él ahora, y él estaba obteniendo todo lo que podía del Alpha para compensar el tiempo perdido. Fue sólo cuando sus solicitudes de radio por las coordenadas de acoplamiento fueron ignoradas que él comenzó a sospechar de una traición. El presentimiento se convirtió en un asunto maduro cuando no pudo conseguir que los sistemas de a bordo del Alpha interactuasen con el módulo. Por lo tanto, los escudos de la bahía de acoplamiento permanecieron cerrados, y a menos que algo se hiciera para abrirlos, el Alpha iba a terminar muerto en el espacio.

Aún si eso significase ir extravehicular.

Sarna se hizo cargo de los controles mientras Wolff se colocaba el traje. Praxis giraba debajo de ellos como un ojo con catarata. La telépata sujeta con el cinturón, acercó al Alpha tan cerca como ella pudo al casco lleno de cicatrices del módulo; entonces Wolff voló la cubierta de la cabina. Él flotó hacia arriba y fuera del VT en una línea de traílla, agarró el lado de la nave giratoria, y trató de centrar su atención en el tablero de control externo alienígena. Sarna le habló por los repetidores del casco, evitando la red en favor de frecuencias de una clase cerebral. Wolff oía los pensamientos de ella como palabras habladas cuando manipulaba desmañadamente interruptores Spherisianos diseñados para manos más sensibles que las suyas.

Pero un ratito más tarde la escotilla se estaba deslizándose, abriéndose y guardándose en el casco cristalino. Sarna encendió las toberas de maniobra del Alpha y comenzó a maniobrar la nave hacia la seguridad.

El Beta estaba en el interior, vacío; y afortunadamente, Wolff decidió, no había una cuadrilla de bienvenida allí para saludarles. Ahora, abajo sobre el piso de la bodega él se armó con un rifle y dos armas de mano; Sarna tenía un recuerdo perfecto de los esquemas de pasillos y compartimentos del módulo, así que ella guió el camino. Ellos estaban apenas fuera del área de acoplamiento cuando la nave tambaleó.

“Estamos dejando la órbita,” Sarna le dijo.

Wolff sintió el ruido sordo de los propulsores del módulo abrirse camino por sus piernas. Sarna revoloteó por el pasillo con una marcha acelerada, luego abruptamente giró en ángulo recto dentro de una cabina grande y dijo a Wolff que se sujetase a uno de los asientos.

Wolff miró al cubil de aceleración y le dio una mirada inquisitiva.

“Nos estamos preparando para transposicionar,” ella le dijo.

***

“¡Ellos han hecho, qué!”

“Se transposicionaron,” Vince Grant repitió. “El módulo se ha ido.”

Rick se apoyó contra una de las consolas del centro de mando de la GMU para recobrar el aliento. Él había corrido todo el camino desde la cueva sólo para oír las malas nuevas tan pronto como atravesó la escotilla.

“Pero, pero, ellos–”

“Ni una palabra,” Jean interrumpió. “El último mensaje que recibimos fue de Wolff. Él estaba seguro de que algo le había sucedido a Janice.”

“Tesla,” Rick dijo, mordiendo el nombre al decirlo.

Vince inclinó la cabeza. “Ésa es mi suposición.”

“¿Pero dónde está el Alpha ahora?” Rick añadió, mirando de un lado a otro entre ambos.

Jean se alejó de la consola, sus manos sobre los brazos de la silla. “Esa es la parte extraña. El Alpha está a bordo.”

Rick quedó en silencio; se sintió por un momento como si ellos le estuvieran hablando en una lengua extranjera. Él sacudió su cabeza, esperando que todo se estableciera en algún tipo de orden. “Quizá no fue Tesla. Quizá Janice sabe algo que nosotros no...”

“Muy bien,” Vince dijo.

“Y quizá ella logró hablar con Wolff, pero él no nos pudo alcanzar...”

“Muy bien, de nuevo.”

“Y quizá ellos tuvieron que transposicionarse porque se dieron cuenta que no había modo de sacar a todos del mundo usando los VTs...”

“Uh huh.” Vince cruzó sus brazos. “Así que ellos partieron hacia Karbarra o Tirol, imaginándose de que seremos capaces de aguardar hasta que termine.”

Rick lo dejó por contestar. No había necesidad, de cualquier modo, ahora que los temblores habían vuelto a comenzar. Un rugido atronador y continuo se filtró en la habitación; en alguna parte cercana, cadenas de montañas estaban comenzando a desmoronarse.

***

Fue un salto corto. Wolff se podía sentir saliendo de los efectos de mareo de la transposición, y estuvo de pie aún antes de que Sarna lo proveyera con una señal de que había pasado el peligro.

Cuando ambos irrumpieron en el puente del módulo, encontraron a Tesla y a Burak sentados a los controles. Janice estaba lejos hacia un lado, dormida, Wolff pensó.

Tesla y Burak ambos giraron cuando oyeron el siseo de la escotilla. El hocico del Invid se abrió de para en par cuando vio a Wolff parado allí armado hasta los dientes, e inmediatamente cayó de espaldas contra su coconspirador, esperando que Wolff lo leyese como que Burak intentaba una captura.

Los dos XTs rodaron a través de una de las banquetas de la consola y cayeron al piso. Tomado completamente desprevenido, Burak no sabía lo que le había golpeado. Pero Tesla se estaba forzando a sí mismo en una posición de subordinado ahora, y ordenando a Burak a asirlo por el cuello.

“¡Lucha, idiota!” Tesla estaba susurrando. “¡Tienes que hacerles creer que no tienes nada que ver con esto!”

Burak finalmente entendió el mensaje y arrojó sus manos alrededor del grueso cuello del Invid. Ambos toparon sus cabezas y se enmarañaron y se maldijeron mutuamente. Burak estaba introduciendo sus pulgares en el hocico de Tesla cuando Wolff tuvo éxito en separarlos.

“¡Hacia atrás!” Wolff le dijo, blandiendo una de las armas de mano. “¡Tesla, de pie!”

Sarna revoloteó hacia el comunicador.

El Invid levantó sus manos, pero permaneció sobre sus rodillas, suplicando a Wolff que no lo matase, y confesando su intento de capturar la nave.

“Y si no fuera por este loco cornudo yo hubiera–”

“Basta de disparates,” Wolff dijo. Él se dio vuelta hacia Burak, quien estaba haciendo lo posible para parecer inocente, hasta heroico. “Tú eres cómplice de esta babosa.”

“¡No lo soy!” Burak argumentó. “¡Él colocó un hechizo sobre nosotros!”

“¿Un hechizo?” Wolff casi rió. “¿Quieres decir que él te hizo hacerlo?”

Burak señaló a Janice. “Pregúntele a ella si usted no me cree.”

Janice se había reactivado a sí misma. Ella miró a Wolff y dijo, “Ellos estuvieron en esto juntos–”

“¡Mentirosa!” Burak dijo a gritos.

“-pero ellos no parecían poder convenir un destino. Así que yo tomé la decisión por ellos.”

Tesla y Burak intercambiaron miradas.

“¿Dónde estamos?” Wolff dijo, tan confundido como los más.

“Fantoma,” Janice dijo, y Tesla se desmayó.