Capitulo 28
Tal vez el aspecto más intrigante del conflicto Regente-Tesla es uno que no puede ser verificado pero fue un rumor persistente entre los Invid.
Era afirmado en varios cuarteles que al recuento de los huevos de los Niños Especiales dejados atrás por la Regis en su partida le faltaba uno. Rumores ulteriores dijeron que ella había escogido criar uno de la camada selecta como un experimento secreto, no diciéndole a nadie sobre ello, ni siquiera al Niño Especial –y que ella lo crió como un Científico.
Tal vez los crímenes de Tesla eran, como algo salido del drama Griego, aún más enormes de lo que él imaginaba.
Lemuel Thicka, El Templo de las Llamas: Una Historia del Regente Invid
Los peregrinos del santuario de Haydon se separaron, siguiendo por varios caminos que serpenteaban las paredes de la caverna, para mirar el icono estupendo desde ángulos y distancias variadas. Karen estaba caminando sola cuando Baldan emergió de la pared resplandeciente para pararse ante ella.
Él estaba tan vacilante como cualquier macho adolescente acercándose a una hembra mayor y atractiva. “Hay –algo que pensé te gustaría ver,” Él empezó con vacilación. “Me gustaría mostrártelo –para agradecerte por ayudar a enseñarme las destrezas de luchada.”
Ella ingresó con él en un pasadizo que le hizo acordar a ella de una cueva de hielo cortado y pulido. Aquel llevaba hacia un tipo de galería abovedada o rotonda, donde los objetos estaban ubicados cerca de las paredes de la cámara. Las cosas que él la había traído a ver se parecían ni con mucho a balones de fútbol de diamante, o a estilizados huevos de Pascua, tan grandes como un vehículo terrestre pequeño. Allí había pedestales en escalinata que estaban alineados a lo largo de un diseño celestial complejo en el piso transparente como una ventana.
Baldan guió a Karen hacia uno. “Párate en ese lugar, de este modo, y mira dentro del Microcosmo.”
Ella se colocó en posición, y el huevo frente a ella descendió un poco de modo que su extremidad quedó al nivel de los ojos de ella. Aquel se sombreó maravillosamente con luces y colores aunque era transparente, pero ella no vio nada coherente. Ella estaba a punto de preguntar a Baldan si estaba haciendo algo mal cuando el mundo pareció cesar por todos los lados.
Ella se halló mirando un lugar que había sido asolado peor que Tirol o incluso Spheris. Sin embargo, de algún modo ella supo que aquello una vez había sido una escena floreciente. Ella se estremeció ante los peñascos barridos por el viento, eriales desiertos, y pantanos traicioneros y desagradablemente húmedos. A lo lejos en segundo plano, sin embargo, algo comenzó a enfocarse.
Era una colmena Invid, por lejos más grande que cualquier que ella haya visto alguna vez. Sólo su domo central era más grande que Glike, Beroth, y Ciudad Monumento juntas. Aquella, y las estructuras satélites unidas a ella y una a otra por una red que brillaba tan rojo como conductos de lava, cubrían gran parte de un continente.
“Optera,” ella oyó a Baldan decir. “Y la Colmena Hogar de los Invid.”
Ella se retiró hacia atrás y la visión se apagó. “¿Baldan, qué son éstos?”
“Ellos son nuestros cristales de observación mental para mirar otros mundos. El ver la colmena Invid te ha perturbado, ¿no es así? Lo siento; estúpido yo por comenzar con ese–”
“¡No, no!” Ella posó una mano en su brazo. “¡Fue asombroso! ¿En realidad estuve viendo lo que está sucediendo en este momento en Optera?” ¡El personal de inteligencia del G-2 se volvería loco por esto!
Pero Baldan sacudió su cabeza. “Éstas son representaciones –descripciones. Y hay otras más placenteras: Garuda y Karbarra y otras que los Sentinels nunca han visitado. Déjame mostrártelos.”
“Me gustaría eso.”
Mientras iban, él habló sobre los diferentes mundos y sus historias. Ella podía decir que Baldan I se estaba destacando más y más en él.
“Para el Regente y Tesla y su gente, Optera es un mundo bello,” él le dijo a ella, “aunque no es el paraíso que era. Parte del propósito de este lugar es recordarnos que Spheris es sólo parte de un esquema mucho mayor de cosas.”
Él hablaba como una persona con un alma añosa, como ella había oído otrora a alguien decirlo. “Yo pienso que eres un hombre muy sabio, Baldan,” ella le dijo.
Él lució alicaído. “Baldan I era en muchos modos la suma de nuestra raza. Él estaba nominado para cosas grandiosas, logros grandiosos, antes de que el Invid viniera. Su muerte fue un golpe muy intempestivo para todos los Spherisianos. Por lo que tengo un gran número de obligaciones que cumplir, como verás.”
La melancolía había caído sobre él. Karen deslizó su brazo por el de él y presionó sus labios contra la mejilla extrañamente tibia y vítrea. “Lo harás muy bien, lo sé. ¡Ahora vamos; muéstrame más!”
***
A bordo del Ark Ángel, Rem estaba ensimismado en sus estudios. Cabell había contado con que él examinase la mayor cantidad de los datos obtenidos en este viaje como fuera posible, y esperado tener adelantados sus propios estudios también.
Hubo un tono proveniente de la señal de la escotilla de su habitación. Cuando él la dejó abrirse, Janice Em ingresó a la habitación.
Ella vestía la apariencia humana, como ella usualmente lo hacía con él –y con alrededor de la mayor parte de los miembros de la tripulación, para hacerlos sentir cómodos. Aún así, había muchos quienes mantenía su distancia de ella ahora que sabían que ella era una Persona Artificial.
Rem mismo no tenía tales perjuicios; una razón era que él había estado en el extremo receptor demasiadas veces. Pero había otra, mucho mejor aún.
“Es tarde,” ella dijo. “¿No ha estudiado bastante por una tarde?”
Ella apagó la luz sobre la estación de trabajo de él y tomó su mano, besando su cuello y labios mientras él besaba los de ella. Juntos fueron a la cama de él.
***
Max Sterling combatió el impulso de no soltar a Aurora, para ver que ella no se hiciera daño. Pero su hija estaba gritando maldiciones, deseosa por practicar su caminata allí sobre el piso alfombrado de la habitación de él.
Él trató de abstenerse de dilatarse en cuán loco era todo ello. Aquí estaba ella, sólo de unas semanas de edad, dando sus primeros pasos. Max la soltó, y Aurora se tambaleó hacia Miriya, quien estaba arrodillada a unos cuantos metros de distancia.
Los cambios en Miriya eran más sutiles que los que tenían lugar en Aurora con cada minuto que pasaba, pero eran inconfundibles. La campeona sin par de las Quadronos ya no parecía tener el más mínimo interés en volver al estado de vuelo o en reasumir su carrera militar en ninguna de sus formas. Siempre que Max tocaba el tema, ella simplemente le daba una sonrisa serena y lo cambiaba.
Era como si el embarazo casi fatal y el nacimiento de Aurora hubiesen dado a Miriya una riqueza secreta de conocimiento.
La bebé Aurora lo estaba haciendo espléndidamente, como lo hacía todo, cuando ella abruptamente se quedó tan dura como un palo, como alguien sufriendo un ataque, y se desplomó. Max y Miriya casi golpearon sus cabezas, al correr hacia ella. Para su inmenso alivio, ella estaba respirando de nuevo, y el ataque parecía haber pasado. Pero ella no daba ningún signo de oírlos.
En vez de ello, ella yacía con los ojos ampliamente abiertos y enfocados en el techo. Ellos oyeron su diminuta voz pero les tomó unas cuantas repeticiones comprender lo que ella estaba diciendo. Y cuando ellos lo hicieron, Miriya dejó salir un grito de dolor, mientras Max sentía pararse el pelo en la parte posterior de su cuello.
“¡Dana, las esporas! ¡Cuídate de las esporas! ¡Dana, cuídate de las esporas!”
***
“¿Él no es muy sutil, no es así?” el Regente se burló, mirando en la pantalla. “¿Dónde está todo este refinamiento Evolutivo del que seguimos oyendo?”
Era cierto: el plan de batalla de Tesla carecía de finesa. Aparentemente, él pensaba que la aparición de su fuerza por sí solo obligaría al Regente a rogar por la paz.
“¡Tonto!” el Regente reflexionó, su antena nasal destellando. “¡Él no comprende la fortaleza verdadera de la involución!”
***
Las fortalezas y las bases defensivas distantes habían sido neutralizadas, y el domo central de la mismísima Colmena Hogar era el objetivo directo de Tesla.
Los transportes comenzaron a diseminar su acopio de naves de desembarco Terror Weapons y naves de escaramuza. Mientras que éstas continuaron adelante, los transportes descendieron para dejar salir filas tras filas de Inorgánicos bípedos y montones de Hellcats. Las naves transportes disparaban en apoyo al asalto pero se mantenían bien atrás, ya que los gigantescos cañones de la colmena estaban disparando en réplica.
Las naves y unidades terrestres de invasión más pequeñas avanzaron intrépidamente, sin embargo. Ataques suicidas por varias Terror Weapons de Tesla resultaron en pérdidas terribles pero tuvieron éxito en dejar fuera de combate a la mayoría de los enromes cañones –algo que habría sido inconcebible en los días cuando la Colmena Hogar estaba operando a eficiencia y potencia completa.
Era un fratricidio, carnicería entre gemelos idénticos, cuando Inorgánicos combatían a Inorgánicos. Como si dado vuelta, en Spheris los soldados de Tesla habían aprendido trucos de batalla concerniente a tales duelos que los guerreros del Regente nunca habían tenido ocasión de aprender. Esta era otra cosa más a favor del retador.
En un paisaje infernal de ráfagas de Protocultura, de combate de desmembramiento mano a mano, y de matanza y muerte fanática, el ejército partidario del gobierno excedido en número fue hecho retroceder más y más hacia la colmena.
Cuando él consideró que ya era hora, el Regente se volteó hacia uno de sus aduladores serviles. “Suelten a los Niños Especiales al instante.”
Él volvió a girar para observar cuando ellos se levantaban desde las posiciones de avanzada en búnkers camuflados. Los soldados de Tesla fueron atrapados desprevenidos cuando nuevos enemigos irrumpieron en su mismísimo medio.
Aunque le enfurecía el pensarlo, los propios científicos del Regente eran en gran manera los productos defectuosos de la Regis. Ella había querido sólo a aquellos que estuvieran energizados por su Grandioso Trabajo, la búsqueda de la Forma Invid Última. A los otros, ella los expulsó de su presencia.
Por lo tanto los científicos del Regente –en su mayor parte piezas desechadas– no habían sido capaces de sondear todos los potenciales y secretos de los Niños Especiales de ella. Varios sabios habían muerto bajo la furia del Regente. El monarca Invid finalmente decidió que no necesitaba genios o grandiosos artistas biogenéticos, sabios de ESP o guías espirituales. “Denme máquinas asesinas vivientes y respirando,” él ordenó.
Y así fue. Las cosas que comenzaron a rechazar el avance de los invasores eran más grandes que cualquier otro mecha que los Invid alguna vez pusieran en el campo de batalla. Se asemejaban a los Enforcers que la Regis más tarde desarrolló en la Tierra, pero eran más grandes y de una fortaleza bruta mayor, cargando armaduras más pesadas y mayor poder de fuego.
Pero al igual que los Inorgánicos, los Niños Especiales tenían extremidades superiores múltiples. Éstas estaban provistas de pinzas, tentáculos, enormes cuchillas desgarradoras semejantes a guadañas, cañones de armas, y más. Las cosas podían defender y luchar por todas partes.
Ellos atacaban denodadamente las oleadas de ataque de Tesla, acuchillando a los Inorgánico en dos y lanzando las piezas en direcciones diferentes, volándolos en pedazos, desgarrándolos miembro por miembro, o simplemente pisoteándolos dentro del suelo de Optera. El avance fue detenido, las líneas quebrantadas; los Niños Especiales se dispersaron, infligiendo destrucción sobre todo en su camino.
Pero Tesla, en la seguridad de su nave transporte, dio un suspiro de alivio. Sólo en su estado Evolucionado él finalmente había comprendido algunas de las cosas para las que los Niños Especiales fueron diseñados. Una de esas funciones era absorber y almacenar energía de Protocultura.
Diciéndolo correctamente, los Niños no habrían sido particularmente especímenes imponentes o guerreros formidables, pero podrían haber detenido a Tesla de sopetón drenando toda la energía de sus soldados. El Regente, sin embargo, se había aproximado a la situación con exactamente la simple propensión involucionada que Tesla había previsto.
“Segunda oleada,” él ordenó.
En su colmena, el Regente sacudió las paredes con su ira cuando nuevamente el doble de Inorgánicos fueron enviados por Tesla. De nuevo, el renegado estaba dispuesto a sufrir pérdidas horrendas en su campaña hacia la victoria. Por cada Inorgánico que los Niños Especiales mataban, tres más trepaban a ellos.
Los irreemplazables Niños Especiales empezaron a sufrir pérdidas, fueron hechos retroceder hacia la colmena, sin embargo lucharon como demonios cada metro del camino. Uno de los tesoros genéticos máximos de los Invid estaba siendo extinguido, a una proporción infernal y sin ningún efecto grandioso, en unos cuantos minutos de una batalla entre líderes igualmente indignos.
“¡Consignen todas las reservas!” el Regente ordenó. “¡Y establezcan un enlace directo de modo que pueda hablar con Tesla cara a cara!”
***
Las líneas defensoras titubearon pero conservaron la posición. El último mandato de la colmena estaba sobrealimentando a los guerreros del Regente, y Tesla sufría más desgaste. Pero ello no importaba.
En su nave de mando, él juró, ¡Gobernaré a los Invid!