Capitulo 21
Esto puede sonar extraño, viniendo de mí, pero quiero tomarme un momento aquí para hablar en defensa de los Ghost Rider –una unidad con una historia larga y orgullosa retrocediendo a la aviación naval de los EE.UU.– hasta esos eventos en la misión de la SDF-3.
Yo creo que algunos de esos hombres y mujeres estaban inducidos por el atractivo Faustino de Edwards –hay manzanas podridas en cada barril. Pero yo he revisado las menciones y condecoraciones de los Ghost, retrocediendo décadas, y estoy convencido de que alguna fuerza más allá de la mera falibilidad humana los había esclavizado a su general por aquella noche.
Sería una mancha en la memoria de los valientes y abnegados miembros del servicio no observar esto: el mayor crimen de Edwards, entre sus muchos, fue el hacernos combatir entre nosotros.
Jueza Justine Huxley, Yo he estado en una Fiesta Maravillosa
El hombre cuyo marbete decía Isle, L. sabía desde el inicio que la salida de Edwards sería imparable en su fuente.
Cientos de Inorgánicos bípedos habían abierto de golpe las puertas de la conejera subterránea del Royal Hall y salieron a borbotones, infligiendo terribles bajas, en respuesta al comando silencioso del general. Sólo fue buena suerte que una QIC de seguridad oficiosa había insistido en que el Consejo Plenipotenciario evacuase el edificio después del escape de Edwards –ella prácticamente había sido forzada a forcejear con algunos de los miembros del consejo para introducirlos a los vehículos blindados.
Ella fue exonerada unos cuantos minutos más tarde, cuando los Crann, Scrim, y Odeon salieron hirviendo de sus catacumbas, desparramando muerte. Justine Huxley, mirándolo con horror a través de una rendija posterior de un APC, escribió más tarde, “Las palabras no servirían para describir la carnicería ocurrida allí. No creo que la REF haya tenido un momento más oscuro.”
Unos cuantos VTs partidarios del gobierno trajeron muerte desde los cielos en minutos, pero el ejército de Edwards ya estaba en marcha. Ahora el Oficial de Vuelo Isle los observaba venir hacia el complejo del Cuartel General de la REF, como él sabía que ellos lo harían.
La pobre reconstruida Tiresia estaba siendo arrasada de nuevo, en un grotesco martes de carnaval de contienda Robotech. Excalibers Mark IX y Crann giraban violentamente, luchando cuerpo a cuerpo en las calles; Spartans y Scrim permanecían de pie firmes y se disparaban a quemarropa en los callejones; Battloids y Odeon rodaban, trabados en combate mortal, desmenuzando edificios y haciéndose pedazos.
Los VTs Ghost que estaban allí estaban ocupados primariamente manteniendo a los pilotos de seguridad de Lang ocupados. El conflicto era más bien una batalla terrestre.
El hombre soltó el marbete que él había rasgado de su traje de vuelo. Aquel cayó ondeando en el viento mientras él observaba la batalla moverse hacia él. Edwards estaba usando sus tropas Invid hábilmente, amagando y redesplegándose, sutilmente abriendo una vía de ataque sobre el Cuartel General. El Comando de la REF consideraría al Cuartel General un objetivo de poca cuantía para Edwards, el Oficial de Vuelo Isle lo sabía; el Comando lo consideraría un callejón sin salida, y estaría velando por un asalto a la estación de lanzamiento. Ellos no sabían que la cosa más preciada en el universo estaba en el edificio del cuartel general.
No, el Comando estaba ocupado lidiando con ataques de distracción llevados a cabo por los Ghost Rider de Edwards y apuntalando a sus titubeantes grupos de reacción inmediata en las regiones occidentales y del sur de Tiresia. Edwards estaba en ventaja sobre ellos.
***
El consejo actuó rápidamente sobre la petición de Lang para asegurar la SDF-3 contra el motín. Pero para lo que ellos no estaban preparados era una deserción masiva de los elementos Ghost luego en la fortaleza super dimensional. Y mientras que había suficientes tropas leales para defender con éxito el puente, la sección de máquinas, y otros puntos vitales contra asaltos, no había suficientes para detener a la gente de Edwards de decampar.
Algunos de los Ghost se dirigieron hacia la superficie de Tirol, para proveer de apoyo aéreo para el escape de su general. Pero el grueso de ellos se dirigió directamente hacia la nueva nave SDF-7, hermana de la Tokugawa y de la Jutland, que estaba próxima a su terminación. Ya que Edwards tenía que huir, él pretendía hacerlo en una nave con su propulsión superluminal en su lugar.
***
Los Inorgánicos ya estaban abriéndose paso por la enorme plaza afuera del edificio del cuartel general de apariencia de cohete. El hombre que se había llamado a sí mismo Isle hasta ahora aspiró profundamente y saltó desde el parapeto sobre el cual estaba parado.
Tres metros abajo, él aterrizó sin hacer ruido en la losa de un balcón, se deslizó sobre un reborde que rodeaba el edificio, y se movió furtivamente por aquel, la espalda contra la pared. Él sorteó la esquina y vio el mecha que él había visto quince o treinta segundos antes: un Scrim avanzando pesadamente detrás de la de primera oleada de Inorgánicos para atacar las puertas del cuartel general.
Él se columpió asiéndose a un contrafuerte, sus dedos, tan fuertes como el acero, encontrando punto de apoyo donde pocos otros Humanos podrían haberlo hecho. Cuando el Scrim pasó por debajo, él hizo una caída temeraria, asiéndose al reborde de una placa posterior blindada. El Scrim se detuvo y giró, pero no vio nada detrás de él. Aquel iba a la carga detrás de sus compañeros, cuidando la retaguardia, mientras ellos quebrantaban las puertas principales del cuartel general.
En otro instante, el hombre estaba dentro del edificio que había resistido hasta ahora cada esfuerzo suyo para lograr entrar.
Él vio su oportunidad y brincó, con fortaleza y precisión casi sobrehumana, hacia el mástil de una cámara de vigilancia ensombrecida, al momento que el Inorgánico que él había estado montando cayó bajo fuego intenso de una cañonera. La lucha en el vestíbulo y los pasillos era espantosa y sin cuartel, los humanos tan dispuestos a morir como los Invid. Frío e inteligente como era, él quedó perplejo por un momento por la carnicería cegada e inflexible de ello. La ventaja de Edwards en número y poder de fuego fue rápidamente reducida por la absoluta obstinación humana. Los elementos Invid pagaban duramente por cada centímetro que reclamaban.
Pero había otras cosas en que pensar. Él se alejó deslizándose como una sombra flameante, conociendo el plano del piso por estudio diligente. Él había esperado por tanto tiempo y pacientemente, tan humildemente. Y ahora era su momento.
***
Los reportes decían que los infames Wolff Pack de Wolff estaban avanzando para ayudar a los Destroids leales al gobierno a repeler a los Inorgánicos. Afortunadamente, a sólo una parte de la unidad de Hovertanks se le había permitido bajar al planeta con su comandante, y la mayoría del resto de las tropas que habían ido a Haydon IV aún estaban en órbita a bordo de la nave, muy lejos para ser de alguna importancia táctica.
A Edwards no le importaba, como no le importaba cuántas vidas tendría que extinguir para tomar la ciudadela del cuartel general. Las tropas y los mechas eran cosas que él podía reemplazar; Minmei no lo era.
Adams estaba parloteando algo en su oído; Edwards dejó de mirar sus pantallas y lecturas. “¿Qué?”
“El edificio del cuartel general está parcialmente asegurado pero todavía opone resistencia, señor,” Adams repitió. “Creo que deberíamos resistir y esperar hasta que–”
“Vamos a entrar,” Edwards lo interrumpió. “¿Dónde está esa escolta de la SDF?”
Adams le dijo calmadamente, “El punto de reunión aún está en horario. Ellos están comenzando la inserción orbital ahora. Sólo tenemos veintitrés minutos, General.”
Tiempo más que suficiente. “¡Sigan avanzando! ¡Denles duro!” Edwards gritó por la red táctica. “¡Quiero resultados, gente!” Transmitiendo órdenes a la Computadora Viviente mediante una banda receptora que lucía algo así como una vincha de esclavitud Invid, él impelió a los Inorgánicos en un frenesí destructivo.
Él dejó la limosina atrás para hacerse cargo personalmente de la incursión. Sus fuerzas segaron toda oposición, mataron y demolieron, fundieron superaleaciones y volaron en pedazos paredes. En la entrada de la sección de calabozos, él fue obligado a dejar atrás sus Inorgánicos y mechas Ghost porque los pasillos eran demasiado pequeños. Los Ghost Rider se desplegaron con los rifles apuntados, asegurando el área.
***
Minmei había imaginado que la puerta de la celda se abría, lo había imaginado tantas veces que pensó que su mente le estaba jugando un truco ahora que ello estaba sucediendo. ¡Oh, Dios! ¡Preferiría estar muerta antes que loca!
Pero cuando Edwards dio unos pasos en la entrada abierta, ella supo que no lo estaba imaginando y comenzó a gritar. Hundiendo sus dedos en el cabello negro que colgaba alrededor de su cara, forzando sus ojos a cerrarse, ella chilló.
Edwards se abalanzó sobre ella mientras Adams y dos oficiales inferiores cubrían la retaguardia, protegiendo la puerta. El general abofeteó la cara de ella, de un lado a otro. “¡Cállate, cállate!”
Luego él tomó sus hombros, sacudiéndola, mientras ella temblaba con sollozos largos y atormentados. “¡Minmei, tú vendrás conmigo! ¿Lo oyes? ¡Eres mía!” Él la abofeteó de nuevo. “¡No de Hunter! ¡No de Wolff! ¡Mía!”
Por alguna razón ella dejó de llorar. Minmei levantó sus ojos hacia Edwards con una mirada que él nunca había visto en ella antes. Ella se limpió las lágrimas y la saliva y el moco con la parte posterior de su mano.
Ella miró a su enemigo al ojo. “Si no me dejas en paz será mejor que me mates, T.R. O de otro modo yo te mataré.”
Él sintió tal temor repentino que levantó su mano para golpearla de nuevo, esperando que ella se acobardase. Pero ella mantuvo sus ojos fijos en él. “Haré que me ruegues para que olvide lo que acabas de decir,” él susurró.
Minmei tomó un aliento profundo. “No, no lo harás.”
Una mano se cerró alrededor de la muñeca levantada de Edwards por detrás; una voz le dijo, “No, no lo harás.”
Edwards fue empujado hacia un lado, su muñeca casi rota. Él fue hecho girar en la pared de la celda como un trompo de un niño, su máscara facial bruñida sonando contra ella, su nariz golpeó con violencia de modo que él olió metal y sangre. Él arañó para encontrar punto de apoyo pero se encontró resbalándose hacia abajo de la fía aleación, dejando una mancha roja. Un pie apretó su cabeza contra la cubierta, casi aplastándola, entonces cedió. Luego el pie se quitó abruptamente.
El general sacudió su cabeza para aclararla, avistando poco más o menos ebriamente. Adams yacía tendido en la entrada, tal vez inconsciente, tal vez muerto. Edwards pudo ver las puntas vueltas hacia arriba de las botas de un guardia caído en el pasillo más allá. Minmei estaba de pie con una mirada en su rostro que Edwards siempre había anhelado forzarla a dirigirla a él. Pero era para el hombre en el traje de vuelo de la REF que había aparecido de ninguna parte.
Edwards se sintió aturdido en ciertas maneras, superalerta en otras. La luz bailó en los ojos de Minmei cuando ella lentamente levantó sus manos hacia su salvador.
“¡Lynn-Kyle! Oh, Lynn-Kyle...”
Su primo lejano y, en la opinión de algunos, un reflejo del lado oscuro de Minmei misma; su otrora amante y el más renombrado luchador de artes marciales de la era Robotech. El obsesionado y taciturno, el brillantemente dotado pero desdichado, el invicto y maldito Lynn-Kyle.
La cara de Kyle estaba más delgada que cuando había sido una estrella de cine. El cabello fino, negro y sedoso estaba mostrando un poco de gris. Él besó la frente de su prima, luego tomó su mano. “Te llevaré a casa.” Había algo tanto penitente como cariñoso en su voz.
¡Casa! Ella realmente ya no podía recordar lo que la palabra significaba. Pero se sintió sin peso, su mano y su cuerpo y su alma vigorosa más allá del convencimiento, cuando ella confió su apretón al de él, sus pies aparentemente libres del piso de la celda.
Edwards se tambaleó y asió su tobillo con un agarro decadente. “¡No! ¡No dejaré que te vayas!”
Kyle se arrodilló sobre el bíceps de Edwards, la cabeza de Edwards sujeta en sus manos, tan rápidamente que no hubo ninguna sensación de cambio repentino de llave. El general oyó a los huesos de la parte superior de su espina crujir y supo que su vida estaba en juego.
La daga en la bota de Edwards, la pistola de bolsillo de energía en el bolsillo de su chaqueta –aquellos deberían estar con igual razón en la SDF-3, o de regreso en la Tierra, a pesar de todo el bien que le podían hacer. Kyle era tan rápido como un rayo, y simplemente no había ninguna defensa contra él. Él era más como una fuerza elemental que un hombre.
“Nunca he quitado una vida humana.” Las palabras parecían llegar tan lentamente, sin embargo Edwards sabía que Lynn-Kyle estaba hablando muy rápido. “¡Pero lo mataré si no yace inmóvil!” El talón de la mano de Kyle estaba, apretando hacia arriba en advertencia, debajo de la nariz del general, balanceado para ejecutarlo en un instante.
Edwards, derrotado, se quedó inmóvil. En el lugar de Kyle, él habría matado; pero él nunca estaría en el lugar de Kyle, él lo sabía ahora. Él había perdido.
Pero él no pudo resistir proferir en voz ronca, “Sigue adelante; llévate a la pequeña zorra, entonces. Es un desperdicio de tiempo en la cama de todos modos...”
Kyle asió un puñado del cabello de Edwards, preparándose para matarlo. Su puño se elevó, el nudillo del medio amartilló hacia delante, y los ojos de Edwards casi cruzados, se enfocaron en esa singular superficie de golpe Damocliana suspendida sobre él.
“Kyle, no,” Minmei dijo, cuando su primo tomó alientos rápidos y ganó resolución. “¡Kyle, lo necesitamos!”
“Yo no lo necesito.” La muñeca volteó al revés, el nudillo amartillado tirado hacia atrás tieso y alto debajo de la axila derecha de Kyle, apuntado a la manzana de adán de Edwards. El general se retorció, tratando de mover sus brazos, pero fue inútil.
“Kyle, la guerra terminó. Sólo dale un golpe, y podemos terminar todo hoy.” Ella quitó de un manotazo el cabello largo, húmedo y negro como la noche de sus ojos. “Kyle, tú no eres un asesino. La guerra terminó.”
“La guerra terminó.” El decirlo no le dio a Kyle la satisfacción que él pensó le daría al principio –al principio cuando la misión de la SDF-3 estaba reclutando; al principio antes de que él y Minmei y el resto hubiesen pasado por las llamas otra vez.
Pero era suficiente. Él se conformaría con eso. “La guerra terminó, General. Usted se pondrá de pie y ordenará a sus tropas rendirse. Haremos la paz con el Regente. Y luego todos iremos a casa, ¿cierto?”
La boca de Edwards se movió, pero no pudo hablar. Sin embargo él fue cuidadoso al inclinar la cabeza evidentemente, su cabello tirando contra el agarre de Kyle, al mirar a ese único nudillo que se proyectaba como un ariete. “Urr. Co-correcto.”
Kyle sonrió, inclinando la cabeza. “‘El lobo debería habitará con el cordero.’” Él asió el frente de la chaqueta del uniforme de media gala de Edwards, listo para alzarlo.
“‘Y el leopardo debería acostarse con el niño.’” Kyle clavó su puño cerca de la cara de Edwards de nuevo. El puño se asemejaba a una pieza rugosa de hierro con una cubierta de piel zaparrastrosa encima. “Y todos vamos a vivir felices para siempre, ¿no es eso correcto?”
Edwards casi dijo algo, pero cambió de opinión. Él tragó, luego inclinó la cabeza. Kyle se inclinó hacia delante para ponerlo sobre sus pies.
Hubo un forcejeo súbito detrás de él y Kyle giró rápidamente, levantándose. Los ojos de Edwards oscilaron en esa dirección al mismo tiempo, para ver a Adams yéndose a las manos con Minmei, el filo brillante de un cuchillo de combate reflejando la luz.
“¡Mátala! ¡Mátala!” Edwards gritó, no porque él pensara que Adams necesariamente seguiría órdenes, sino más bien porque ello mantendría a Lynn-Kyle distraído. No fue ninguna sorpresa que Kyle instintivamente saltase a la ayuda de Minmei. Edwards estaba buscando su arma, mientras pensaba, ¡Kyle debe saber que estoy armado! Porque...
Los ojos de Adams se abrieron ampliamente, el filo de su cuchillo extrayendo un hilo de sangre del cuello de Minmei. Kyle se le vino encima, imparable y casi demasiado rápido para verlo, con una fortaleza como algo salido de la Robotecnología.
Adams se sintió horriblemente herido y trató de manotear, pero no hubo nada que él pudiera hacer al respecto; él fue propulsado hacia una esquina, sangre de color rojo oscuro burbujeando en sus labios, sabiendo que sólo le quedaba unos cuantos momentos de vida. Minmei estaba a salvo, excepto por el corte somero en su garganta.
Kyle giró hacia Edwards, pero el general ya tenía su pistola de bolsillo en su mano. Eso no hizo ninguna diferencia; Kyle saltó sobre él de todos modos.
El arma era pequeña, sólo válida para dos disparos, pero gráficamente efectiva a corta distancia. Edwards le disparó a Kyle dos veces mientras él estaba en el aire; el cuerpo que aterrizó sobre el general estaba casi muerto.
Edwards quitó a Kyle de encima, mientras que Minmei vino al lado de su primo, se arrodilló, y quitó la melena negra y brillante de él de sobre sus ojos. Ella tomó la cabeza de él en su regazo tiernamente, mientras Edwards luchaba por recobrar su aliento y ponerse de pie.
Los párpados de Kyle temblaron. “Minmei...”
“Shh-hh.”
No había salvación para él; ella mantuvo su temblorosa mano en la barbilla de él, de modo que él no pudo ver la estructura fundida y el revoltijo sangriento que era su pecho. Kyle tosió, “La guerra estaba casi terminada. Habíamos ganado.”
“Habíamos ganado.” Ella inclinó la cabeza. “Tú la ganaste por nosotros, Kyle.” Ella estuvo a punto de desmayarse, sosteniendo un cuerpo humano que estaba mitad abierto, pero encontró reservas de coraje en algún lugar que ella nunca antes había explorado, y le sonrió en vez de ello.
Hubo una pizca final y forzada de vida en él. “Dime que me amas, Minmei. Deja que eso sea lo último que oiga. Por favor.”
Otrora, ella hubiese actuado con renuencia para conceder aquello, pero ella había sufrido tanto desde que se unió a los Sentinels... parecía que las últimas palabras eran todo lo que ella sabía no más.
“Te amo, Lynn-Kyle. Ahora y para siempre.”
Minmei unió su boca a la de él, y sintió a Kyle volverse frío y morir. Ella lo sostuvo cerca, meciéndose al abrazar su cabeza, cantando con voz suave una corta canción de niños que él le había enseñado mil eones atrás.
Repentinamente sintió el asimiento de manos ensangrentadas, y Edwards la arrastró lejos del cadáver de Lynn-Kyle. Él estaba hablando en una unidad de comunicaciones pirata a través de su cara destrozada. “¡Reagrúpense aquí! ¡Reagrúpense aquí! ¡Lleven a cabo la extracción en esta ubicación al instante!”
Hubo un estallido de estática cuando alguien confirmó desde las unidades de asalto. Minmei sabía que ella aún era una prisionera y que Edwards aún podría triunfar, pero todo eso no tenía importancia para ella ahora.
Ya no soy una prisionera. Ahora tengo que jugar mi propio papel.
Ella miró alrededor de la habitación, y todo lo que ella vio parecía ser un arma afilada o una cachiporra. Edwards, todavía tratando de concertar un punto de reunión, repentinamente se preocupó cuando vio la sonrisa paulatina de Minmei.