Capitulo 13

SUS DÓLARES TRIBUTARIOS ESTÁN TRABAJANDO

Grafito encontrado en las barricadas de los Sentinels en el Redil de Esclavos Central, se creyó atribuible a Bela

Cuando el Regente oyó de la revuelta entre las esclavas Praxianas, él mismo se hizo cargo de la situación. Él dejó su colmena apenas en las afueras de la ciudad y llamó a su Crucero Terrestre –la grotesca fortaleza terrestre móvil que era el centro de mesa de la operación de superficie a gran escala Invid.

Cuando se le dijo que los Sentinels eran de alguna forma responsables por la sublevación de las esclavas, él envió recado a sus torturadores para que se preparen para un programa mucho más exigente. Pero una vez que fue informado que los anticuerpos de Haydon IV se habían vuelto contra él, instruyó a su nave insignia personal estar preparada frente a una partida inmediata.

Pero es que él no contó las pérdidas de la batalla todavía; las defensas Haydonitas habían sido concebidas para eliminar la mayoría de una fuerza invasora antes de que esa fuerza llegase a la superficie del planeta, y los Invid ya estaban a quemarropa. El Regente tenía una ventaja que ningún invasor había logrado alguna vez.

“¡Destruyan todas las fuentes de poder!” él ordenó. “¡Arrasen los centros de producción de energía del planeta! El Regente estaba seguro que sin potencia, los anticuerpos rápidamente se desintegrarían.

Aquellos Invid no sumidos en los anticuerpos de Zor comenzaron inmediatamente a destruir todas las fuentes de poder que podían detectar, lo que significó arrasar con cosas al azar. Los Inorgánicos bípedos, en particular, destruyeron eras de artesanía y arte en minutos, cambiando su puntería al azar de un objetivo al próximo. Alminares derribados, cúpulas destrozadas, y delicadas mansiones derrumbadas como corteza de un pastel frágil. Llamaradas de fuego destellaron, y humo comenzó a bloquear a Briz’dziki, el sol de Haydon.

Luego repetidores de comunicaciones mostraron al Regente la naturaleza de los anticuerpos. ¡Zor, de nuevo! El séquito del Regente agachó repentinamente la cabeza y huyó de sus golpes furiosos; él dio un golpe violento a las consolas y a los tableros de instrumentos a su alrededor. Arrancó violentamente la silla de comando de la cubierta, arrojándola contra un mamparo tan fuertemente que la silla abolló las plaquetas.

¡Zor! ¡La perversidad de la maquinaria de Haydon IV! ¡La desmesurada afrenta de él! “¡Tendré este planeta o lo destruiré!” el Regente rugió.

Aunque él estaba en una parte de la ciudad que había sido exceptuada de la aparición de los anticuerpos, el Regente cambió de opinión acerca de su plan de viajar sobre el terreno. Él llamó a una nave de desembarco de tropas la Terror Weapon; pero de las tres en Haydon IV en ese momento, dos estaban en otra parte del planeta recogiendo refuerzos y la tercera había sido destruida mientras revoloteaba cerca de su apostadero no muy lejos del Redil de Esclavos Central.

El Regente cambió sus instrucciones, y el Crucero Terrestre giró hacia el puerto estelar. Hora de hacer una huida hacia su nave insignia, mientras él aún tenía otras cartas para jugar. Una pantalla transmitió la escena desde el calabozo del Crucero Terrestre, mostrándole a él que Rem aún estaba firmemente encadenado allí. El Regente acarició a sus gigantescos Hellcats y contempló los horrores que él infligiría en el clon cuando todo esto estuviese terminado.

***

Hasta Jack y su equipo, quienes habían visto a los anticuerpos de Haydon en acción en otras formas, tenían dificultad en creer lo que estaban atestiguando. Desde las mismísimas paredes de las mazmorras salían Zors del tamaño de muñecos en cada color, fijándose sobre los Inorgánicos, haciéndolos caer y volándolos en pedazos.

Ellos eran un recordatorio, también, de Rem, que aún era mantenido prisionero por el Regente.

En los rediles de esclavos, el contraataque sobre las Praxianas y los Sentinels se detuvo de sopetón. El peligro principal para los defensores era ahora el sonido ensordecedor de las descargas cerradas de los Inorgánicos y los reportes de los mecha siendo volados en pedazos.

Sin embargo, los Inorgánicos habían infligido una pérdida considerable a los anticuerpos. Cuando los Zor de imitación revolotearon alejándose para llevar la batalla afuera, como flamas de antorchas al viento, allí había muchos menos de los que había habido al principio. La destrucción Invid de los sistemas de distribución de poder de Haydon estaba comenzando a contar.

Vowad reapareció con el ascensor para la próxima carga de evacuados, pero ahora no hubo prisa. Arla-Non tenía a sus otros heridos listos, pero muchos de los otros querían ser parte de la campaña allí bajo tierra, barrer a los Invid del complejo y buscar otras Praxianas esclavizadas.

“Lo que sería de mayor utilidad,” Lisa dijo a Vowad, “son alfombras voladoras más pequeñas, para apoyar a las Praxianas en otras partes de la ciudad y del planeta.”

Vowad habló con monotonía, aún aturdido con la enormidad de la muerte de Sarna y su propio acto de venganza. “Veré lo que se puede hacer,” él dijo, “pero la mayor parte de los Haydonitas están ocupados salvándose y a sus subordinados. La ciudad está muriendo.”

No obstante, Arla-Non envió un pelotón de sus amazonas arriba con Vowad, para ayudar a asegurar el techo y estar preparadas en caso de que se presente la oportunidad de rescatar a otras Praxianas.

Cuando el ascensor partió, los Sentinels y las esclavas liberadas comenzaron un avance cuidadoso sobre el terreno que los Invid habían ocupado sólo minutos antes. Allí sólo había escombros, humo, y pozas de metal.

Las Praxianas regresaron a la armería y continuaron su pillaje. Fuera del Redil de Esclavos Central, Rick y el resto encontraron el área inmediata tranquila, aunque los sonidos de la batalla venían de muy cerca.

Vowad apareció, esta vez sobre una alfombra mucho más pequeña. “He convocado a otros,” él dijo, “y ellos los llevarán a ustedes y a los suyos a cualquier parte que deseen.”

En lo alto, Rick pudo ver, algunas alfombras de tamaños variados estaban despegando, algunas para llevar a los heridos a las Salas de Curación, otras para descender a la calle y esperar a los pasajeros, todas comandadas por Haydonitas desconocidos para él. Él se dio cuenta que los Haydonitas habían subdividido de algún modo la enorme alfombra que Sarna había traído.

¡Quizá sólo exista una única y real alfombra, se le ocurrió a él, y todas las chiquitas son sólo piezas temporalmente separadas!

Las tropas de Arla-Non abordaron las alfombras por unidades asignadas, para ser llevadas a rescatar a más de sus Hermanas. Bela había asumido el cargo de segundo en mando de su madre, y Gnea era un tipo de ayudante de campo. Fue curioso ver a la dura de manejar Bela defiriendo a alguien tan prontamente, pero Arla-Non vestía una capa invisible de autoridad y majestad; Jack no culpó a Bela ni un poco.

Vowad aún estaba junto a Rick y Lisa. “Hemos intentado hacer contacto con su Ark Ángel, pero el Invid aún interfiere nuestras transmisiones; las cosas más allá de la atmósfera Haydonita no siempre están dentro de nuestro control.”

“Está bien,” Lisa dijo suavemente. “Hay cosas más urgentes que considerar.” Los soldados corsarios habían oído la noticia de la muerte de Sarna y la repentina conversión de Vowad. Lisa había sufrido sus propias pérdidas en la guerra y sabía cuán profundamente dolía.

“Sí.” Vowad inclinó la cabeza. “Los niveles de poder están cayendo, debido a la destrucción Invid. Refuerzos de Inorgánicos están siendo aerotransportados dentro de Glike, y el resultado está en suspenso. Pero eso no es lo que más me preocupa. Se reportó que el Regente está en camino hacia el puerto estelar, su nave espera lista. Su amigo Rem, el clon de Zor, aún es su prisionero.

“Temo lo peor.”

***

Jack Baker no tuvo suficiente tiempo para saludar a Karen Penn cuando la vio. “¿Así que, ellos finalmente te sacaron a patadas de la enfermería, huh?” Luego fue volver a la lucha por sus vidas cuando los Inorgánicos apresuraron la batalla, abajo en las conejeras de esclavas.

Ahora, arriba en la calle al aire libre, él la buscó en el caos de la batalla. Al deslizarse alrededor de una escuadra voladora de amazonas grandes y alegres yendo a reunir algunos cueros cabelludos más de Inorgánicos, él rodeó los restos humeantes de una nave de escaramuza, y finalmente la divisó. Ella estaba escuchando los sonidos del conflicto, pero estaba mirando fijamente lejos hacia las torres de Glike de la altura de las nubes.

“Um,” él empezó, y se encontró confundido. “¿Estás segura de que estás bien? ¿No hay efectos secundarios?”

Ella le mostró una sonrisa. “Sí. Gracias, Jack.”

Ella miró hacia atrás a la línea del horizonte. “¿Bueno, qué está mal entonces?” Él persistió.

“Nada está mal, Jack. Es sólo que...todo esto...quizá es mejor que Glike sea arrasado, para empezar desde el principio.”

“¿Huh? ¡Mira, éstos son nuestros aliados ahora, sabes!”

Ella le dio una expresión de odio a él. “¡Aliados, al diablo! Ellos no son la primer bella cultura en tolerar corrupción y mal en su medio, precisamente tales personas podían tener su estética y su comodidad y su paz personal.”

Jack sintió intensificarse el color en su cara. ¿Ella me está dando discursos ahora?

Ella miró a la ciudad de nuevo. “La gloria de Grecia fue construida sobre la esclavitud, ¿lo sabías? No me importa qué tipo de disparate nos digan sobre ello; si hubiese estado allí habría bombardeado el Partenón, destrozado todo lo que la esclavitud les dio–”

Jack sintió calor brotando de su cara. “¡Penn, no comiences a predicarme la historia! Sólo estaba diciendo–”

“Cualquiera cosa que salga de las cenizas de Glike será mejor que lo que la precedió, aún si es la Edad de Piedra, porque Haydon será un planeta libre–”

Jack le sacudió un puño a ella. “¿Puedes callarte y escuchar? Estoy diciendo que estoy de acuerdo con–”

“¿Quién eres tú para decirme que me calle?”

“¡Penn! ¡Baker! ¡Al frente y al centro!”

Ambos estaban respirando con dificultad, a punto de embarullarse de nuevo, cuando la estridente orden de Rick Hunter atravesó la pelea a golpazos que se venía. Su entrenamiento hizo un aporte, y ellos corrieron a paso ligero hacia Rick, los rifles con los portafusiles a los brazos.

Veidt estaba cerca de los Hunter, y también lo estaba Janice Em. La Persona Artificial había reasumido el aspecto de una hembra humana. Rick rápidamente explicó la situación táctica, y el dilema de Rem.

“No hay tiempo para alistar un ataque a gran escala al Crucero Terrestre,” Rick terminó. “Pero Veidt está preparado para tratar de llevar allí a un equipo comando en alfombra. El Coronel Wolff, los Garudianos, y los Karbarrianos desviarán la atención del Regente y proveerán apoyo de artillería. ¿Bien?”

“Cuente con nosotros, Se–” Karen había comenzado a responder por ambos, por costumbre, pero se detuvo, mirando a un costado al joven que era en parte amigo, en parte contrincante en la pelea por el título.

Jack mostró una sonrisa ligeramente insubordinada y tocó con las puntas de sus dedos su frente –más un ademán que una postura de saludo. “Como ella dice, cuente con nosotros, Almirante.”

Jack, Karen, y Veidt abordaron la alfombra del tamaño de una mesa de poker de Veidt y despegaron. Rick ni siquiera tuvo tiempo de darse vuelta; Vince Grant estaba de pie allí. “Malas noticias, Rick: Tesla y Burak se fueron.”

“¡Que quieres decir con que se fueron! ¿Se fueron a dónde?”

Vince estaba sacudiendo su cabeza. “Se escabulleron mientras nosotros nos estábamos organizando. Alguien dijo que falta una nave de escaramuza.”

Vince señaló a Garak y a Pye con una inclinación de su cabeza. “Esos dos afirman que no saben. Yo pienso que están mintiendo; algo los tiene asustados, aún más asustados que de las defensas de Haydon. ¿Dónde irían Tesla y Burak?”

Rick resopló. “No lo sé, y no podemos preocuparnos de ello en este momento. Sólo alerten a todos los puntos para atraparlos. ¡Y no vayan tras ellos ustedes mismos! Los necesito aquí mismo.”

Vince mostró desilusión. “Sí, señor.”

Rick regresó con su esposa para encontrarla lidiando con otro problema. “Nuevas señales luminosas del espacio profundo en los detectores,” un Haydonita decía. “Pensamos que son Invid.”

***

La nave de escaramuza voló bajo sobre la ciudad disputada, moviéndose muy velozmente hacia el racimo de cúpulas resplandecientes y moteadas de sombras que era la colmena Invid en el horizonte.

Burak contuvo su aliento, esperando que los anticuerpos de Haydon IV se lanzasen al aire hacia él en cualquier segundo. Pero las palabras de Veidt volvieron a la mente de él, que la intención tenía todo que ver con las respuestas del sistema de defensa. Y, ciertamente, la intención de Tesla no tenía nada que ver con la invasión y la conquista –al menos no hoy.

Burak estaba situado en los hombros del científico, agarrando el manto y arneses de aquel como para salvar la vida, mientras Tesla piloteaba la nave a velocidad peligrosa, usando maniobras suicidas para evitar a los mecha y a los demonios de fuego de Zor en miniatura que combatían por el aire.

Burak había aceptado incondicionalmente que el destino de su planeta y su propio Destino Superior, estaban ligados al de Tesla.

Ningún interceptor o fuego fulminante se alzó para incinerarlos cuando se apresuraron hacia la colmena; Burak se sintió seguro de que los poderes en crecimiento de Tesla se habían hecho cargo de ese problema. Tesla hizo aterrizar la nave en la boca de una apertura que llevaba hacia dentro del domo central.

Burak estaba más allá de cualquier pensamiento de resistencia para entonces. Tesla lo guió a través de una colmena virtualmente abandonada. Los Invid que había allí estaban desorientados y eran de ninguna importancia; ellos dieron un paso al costado, arrodillándose y tocando el suelo con la frente, por las órdenes imperiosas de Tesla.

Luego los dos llegaron al lugar más santo de cualquier colmena, la cámara reservada para aquellas Flores de la Vida que habían florecido, o que abrigaban la promesa de florecer. Aquí, para el regocijo desenfrenado de Tesla, ellos encontraron plantas que en efecto habían producido Fruto.

Burak había comenzado a reconocer un patrón, que el Fruto de cada mundo era diferente de aquel producido en cualquier otro. Y los Frutos producidos por los mundos una vez tocados por Haydon –mundos que los Sentinels estaban tratando de liberar– eran de la variedad más pronunciada de todos.

En este caso, los Frutos eran cilindros de color púrpura de la berenjena, de extremos redondos y estremecedoramente gélidos. Tesla acopó sus manos alrededor de uno suavemente.

“¿Lo ve-eee?” La palabra fue más un aliento susurrado que un sonido hablado. “¿Ve cómo la luz brilla a través de ellos? ¡Éstos son nuevos, recién madurados! ¡Han madurado en los últimos minutos –no más de una hora! ¡Ni siquiera el Regente ha probado tales Frutos como estos!”

Tesla repentinamente se volvió hacia Burak, quien estaba de pie cerca, mirando curiosamente. El científico principal lanzó celosamente un golpe fuerte al Perytoniano, un golpe que lo habría matado si Burak no se hubiese agachado. “¡Retrocede! ¡No tendrás ninguno!”

Burak retrocedió cautelosamente. “No quiero ninguno. Sólo quiero que usted mantenga su convenio.”

Tesla se había sentado de piernas cruzadas en el césped blando del jardín botánico, una pila pequeña de los Frutos en su regazo. “Bien.”

Burak se acuclilló sobre sus ancas, para observar a Tesla hundir su largo hocico en el Fruto, sorbiéndolo con ruido y baboseándolo, arroyuelos de jugo púrpura fluyendo hacia abajo de su barbilla, su cuello, y su pecho. Pronto, algo pulsó dentro del Invid. En momentos, una luz brilló de él que proyectó la sombra de Burak en las paredes del domo.

Burak se acurrucó, escudando sus ojos un poco, para atestiguar el próximo paso en la metamorfosis de Tesla inducida por la Flor.