Capítulo 15
Zor había sacrificado su vida al intentar remediar algunas de las injusticias que sus descubrimientos habían ocasionado. Debe habérsele ocurrido a los Maestros que su clon –alimentado correctamente, correctamente controlado para remedar el comportamiento de su padre/gemelo– compartiría las mismas cualidades desinteresadas. Lo que los Maestros habían planeado para Zor Prime después de que él los había llevado a la matriz de la Protocultura estará, y para siempre lo estará, abierto a la especulación.
Mingtao, La Protocultura: El Viaje Más Allá de la Mecha
En la nave insignia Robotech, aún en órbita geosincrónica sobre el ecuador terrestre, los tres Maestros estaban sentados para variar. Un campo holográfico esférico dominaba el centro del triángulo formado por sus sillas de respaldos altos, y en el campo mismo destellaban imágenes de vídeo del mundo visto a través de los ojos de su agente, Zor Prime, transcripciones electrónicas de los datos regresaban a ellos vía el sensor neural implantado en el cerebro del clon.
“Los pobres tontos en realidad creen que han capturado a un Humano con el cerebro lavado,” Bowkaz dijo ácidamente. “Supongo que la destrucción de tal especie no será una pérdida grande para la galaxia.”
Shaizan estuvo de acuerdo, cuando una imagen de Arcadia de la busca emociones de Dana apareció en el campo. “Son como insectos, pero con emociones. Primitivos, industriosos, y productivos, pero frívolos. Esta hembra inmadura, por ejemplo...”
“Es difícil de creer que ella sea un oficial,” él continuó, la luz de la esfera del holo-campo blanqueando su envejecida cara. “Un comandante de hombres y máquinas, guiándolos en la guerra...”
Otra vista de Dana ahora, ella aparecía cuando estaba sentada opuesta a Zor en una de las mesas de picnic del parque.
“Y parece que ella es parte Zentraedi,” dijo Bowkaz, su barbilla descansando en su mano.
Shaizan gruñó significativamente. “Ello no parece posible, y sin embargo los sensores han detectado ciertas características biogenéticas. Pero el apareamiento de un Zentraedi y un Humano... es muy extraño.”
“El clon ha sentido algo en esta mestiza, y ese reconocimiento lo ha despertado. La emoción es obviamente la llave para recuperar las memorias del donante Zor.”
De nuevo la imagen de la esfera se esfumó, sólo para ser reemplazada por aquellas escenas que Nova recientemente había mostrado a Zor: el Bioroid rojo, mechas combatiendo, y los tres montículos.
“No es de extrañar que el clon experimentara tal agonía,” Dag comentó, refiriéndose a esta última holo-proyección.
Bajo los montículos creados por el hombre estaban enterrados los restos de las SDF-1 y -2, junto con la nave de guerra de Khyron. Los Maestros se sentían seguros de que la matriz de la Protocultura estaba intacta bajo uno de estos, y habían ido tan lejos como para investigar su presentimiento, pero habían sido detenidos en seco por los espíritus que protegían el dispositivo. El clon, por supuesto, había liderado esa operación particular.
“El clon está recobrando el recuerdo de la Protocultura de su donante,” Bowkaz añadió deliberadamente. “¿Es posible que él les diga lo que sabe? Recuerden cómo nos engañó hace tantos años; debemos proseguir con cautela.”
La esfera era un vacío de color celeste ahora, un retrato de consciencia vacía, interrumpido a intervalos por erupciones dentadas de actividad nerviosa.
“¿Estás sugiriendo que asumamos el control del clon?” Shaizan preguntó.
Bowkaz asintió lentamente, mientras una imagen final llenaba la esfera: las caras hostiles del 15to cuando Zor había sido presentado por primera vez a ellos. “Para evitar el riesgo de que sea sujeto a emociones aún más primitivas. Propongo que comencemos de inmediato, si sólo para enfocar su mente en la Protocultura.”
“De acuerdo,” los otros Maestros dijeron después de un momento.
***
Los reportes actualizados de Nova al General Emerson concernientes a la identificación de Zor con los montículos de Macross y su delirio sobre la Protocultura convencieron a Rolf que era hora de dar a conocer el caso al estado mayor. El Comandante Leonard estuvo de acuerdo y una sesión de interagencia ad hoc fue convocada en la sala de comisión del Ministerio.
Emerson informó a los oficiales, y Leonard continuó desde allí.
“Los destellos de memoria del alienígena nos dicen una cosa: La Tierra es la fuente restante de toda la Protocultura. Si podemos creerlo, entonces esta es la única razón por la que los Maestros Robotech no han destruido el planeta.”
Nadie a la mesa necesitaba ser recordado que la Protocultura había exceptuado a la SDF-1 de los Zentraedi en una forma similar.
“Pero ellos continuarán sus ataques hasta que hayan acumulado cada aprovisionamiento de Protocultura que nosotros tenemos,” Leonard continuó. “Esto significa que una vez que ellos sepan que la así llamada fábrica no era más que una leyenda, irán tras nuestras centrales de energía, nuestros mechas, cada dispositivo Robotech que depende de la Protocultura.
“Por lo tanto, nuestro única esperanza de supervivencia es muy simple: debemos atacar primero y triunfar.”
Rolf no podía creer en sus oídos. El idiota estaba de regreso adonde ellos estaban antes de que Zor hubiera entrado en escena.
“Pero Comandante Supremo,” él se opuso. “¿Por qué provocar un ataque cuando tenemos algo que ellos trocarían para conseguir? Digámosles que nosotros sabemos por qué ellos están aquí y hagamos un trato.” Rolf levantó su voz una nota para cortar las protestas que su propuesta había provocado. “¡Zor puede hablar por nosotros! ¡Podríamos hacerles saber que estamos abiertos a la negociación!”
“¿Habla en serio, General?” dijo el Mayor Kinski, hablando por varios de los otros. “¿Qué propone que hagamos –sentarnos y almorzar con los Maestros Robotech?” Él ondeó de un lado a otro su puño hacia Emerson. “¡Ellos no negociarán; ni siquiera han hecho un intento para comunicarse!”
Leonard estaba sentado en silencio, recordando la advertencia personal que los Maestros le habían enviado no hace mucho tiempo...
“Hablo muy en serio,” Rolf estaba respondiendo, sus manos apoyadas sobre la mesa. “¡Y no me levante el puño, jovenzuelo! ¡Ahora, siéntese y manténgase callado!”
“Ya lo oyó,” Rochelle dijo a Kinski, respaldando a Emerson.
Ahora era el turno de Leonard de cortar las protestas.
“No estamos en el negocio de elaborar tratos, señores,” él dijo rígidamente. “Estamos aquí para proteger la soberanía de nuestro planeta.”
“¿Cómo puede siquiera pensar en negociar con estos alienígenas asesinos?” preguntó el oficial a la izquierda de Kinski.
El propio puño de Kinski golpeó la mesa. “Una solución militar es la única respuesta. Nuestra gente no espera nada menos de nosotros.”
Rolf rió locamente, con incredulidad. “Sí, ellos esperan que llevemos al planeta al borde otra vez”
“¡Es suficiente!” Leonard bramó, poniendo fin a los argumentos. “Comenzaremos a coordinar los planes de ataque inmediatamente. Esta sesión ha terminado.”
Emerson y Rochelle se quedaron en sus asientos mientras los otros salían uno por uno.
***
Zor pasó cuatro días en las manos de la PMG y luego fue liberado para volver a unirse al 15to. Louie Nichols lo saludó calurosamente cuando fue regresado a los cuarteles, desesperado por mostrarle la réplica a escala del Bioroid rojo que él finalmente había completado.
“Lo hice yo mismo,” Louie dijo orgullosamente. “Es igual al que usabas en batalla.”
Zor miró con fijeza la cosa ausentemente y se abrió paso a través de Louie. “Yo... no recuerdo nada,” él dijo ásperamente.
“¿Oye, qué sucede?” Louie insistió, alcanzándolo. “Sólo estoy tratando de ayudarte a recordar lo que sucedió allí afuera, camarada.”
“Seguro,” Zor masculló en respuesta, continuando su camino.
Louie habría dicho más, pero Eddie Jordon había saltado fuera del sofá y estaba repentinamente al lado de él, quitándole la cabeza metálica a la réplica.
“No tan rápido, as,” Eddie gritó. “Quiero hablar contigo. ¡Mírame!”
Zor se detuvo y lo miró de frente; Eddie estaba sopesando el pesado objeto, arrojándolo hacia arriba con una mano, amenazantemente. Louie trató de intervenir, pero el cadete lo empujó a un lado.
“¡Tú eres la causa de que mi hermano esté muerto!” Eddie declaró airadamente. “¡Eres un mentiroso si dices que no recuerdas! ¡Admítelo, clon!”
Angelo Dante estaba de pie ahora, cautelosamente acercándose a Eddie por detrás.
“¡Vamos, Zor!” Eddie siseó en la cara de Zor, la cabeza del robot todavía en su mano. “¡¿Dime –cuánto sufrió mi hermano?!”
Zor no dijo nada, encontrando la mirada de Eddie con ojos vacíos de sentimientos, listo para aceptar lo que fuera que el cadete tenía a bien hacer.
“¡Dímelo!” Eddie estaba diciendo, airado pero temblando; controlado por el recuerdo de la pérdida y ahora impotente contra ello. “Sé que recuerdas,” él sollozó. “Sólo quiero...”
La cabeza de Eddie estaba inclinada, su cuerpo sufriendo convulsiones mientras el dolor lo derrotaba. Zor desvió sus ojos.
Pero repentinamente la furia del cadete regresó, cortando el dolor con una derecha que empezó casi en el piso y subió con un fuerte crack! contra la barbilla de Zor. Zor cayó hacia atrás contra las estanterías de la sala de recreo; él cayó al piso y miró a su asaltante.
“¿Te sientes mejor ahora?” Zor preguntó, enjugándose la sangre de su labio.
La cara de Eddie se torció de rabia. Él levantó su puño derecho alto y se acercó para liberar un próximo golpe, pero Angelo Dante se había situado delante de Zor.
El puño de Eddie rebotó de la mandíbula del sargento sin mover al hombre más grande un centímetro. Angelo frunció el entrecejo y dijo, “¿No crees que es suficiente?”
El cadete estaba airado y asustado ahora. Él miró más allá de Angelo, mirando con odio a Zor, y arrojó la cabeza del robot al piso con toda su fuerza restante. Luego él giró y huyó de la escena.
Angelo frotó con sus nudillos su magullaba mejilla. Detrás de él, Zor dijo, “Gracias.”
“No lo detendré de nuevo, Zor,” el sargento dijo sin volverse.
“No te culpo,” Zor regresó, lleno de auto reproche. “Supongo que merezco mucho más que unos cuantos golpes por lo que le pasó a su hermano.”
Dante no se molestó en argumentar el hecho.
“Te lo merecías, señor,” él dijo despectivamente, alejándose.
***
Zor tomó el ascensor hacia abajo a la sala de ejercicios del complejo; estaba desierta, como él había esperado que lo estaría. Él tomó asiento contra la pared espejada de la sala, observando las muchas máquinas de ejercicio y bancos de peso con perplejidad, luego giró para mirar a su reflejo.
Él no tenía ningún recuerdo del hermano de Eddie Jordon, o de cualquiera de los actos malos de los que el equipo parecía hacerlo responsable. Y sin esas memorias él se sentía una víctima, tanto por su propia mente como por las a menudo acusaciones mudas del equipo. Pero aún, cuanto más él recordaba, más correctas aquellas acusaciones parecían. Sin excepción sus sueños y los recuerdos retrospectivos incompletos estaban llenos de violencia y un mal indefinible pero penetrante. Debe ser verdad, él dijo. He matado otros seres humanos... soy un asesino, él se dijo –¡un asesino!
Zor presionó sus manos contra su cara, su corazón lleno de remordimiento por las fechorías hasta ahora no reveladas. ¡Y cuán diferente esto se sentía del humor airado que él había encontrado en sí más temprano el mismo día!
Mientras él estaba en camino a los cuarteles desde la guarnición de Nova, en el Hovercycle que ella había requisado para su uso, Dana había montado junto a él, llena de su optimismo usual y lo que parecía ser afecto.
“¿Has recordado algo más?” ella le había preguntado.
Él prácticamente la ignoró.
“¿Por qué estoy recibiendo el tratamiento silencioso de repente?” ella había gritado desde su ciclomotor. “¿Has perdido tu memoria reciente, también? ¿Has perdido todo el respeto por mí?”
Era como si algo dentro de él estuviera forzando ira contra ella, irracional pero imposible de reexpedir.
Él le había gruñido. “No soporto la interrogación constante, Teniente...”
“¡Ajá! ¡Allí estás!” él repentinamente oyó desde el otro lado de la sala de ejercicios. Dana estaba parada en la puerta, impaciente con él. “Pensé que ibas a esperarme en la sala de alistamiento. Te he estado buscando por todo el lugar.”
Zor cerró sus ojos apretándolos, sintiendo que la ira comenzaba a levantarse en él de nuevo, dispersando el dolor de sólo momentos atrás.
“Estoy cansado de esto,” él le dijo, trotando lo mejor posible de no delatar la marea ascendente. “Por favor, déjame sólo, Dana.”
Dana reaccionó como si hubiese sido abofeteada.
“No quiero que me molestes más.” Algo forzó las palabras de su lengua. “Y no quiero mi memoria de regreso tampoco, ¿entendido?”
“No creo lo que estoy oyendo,” ella dijo, parada delante de él ahora.
Zor se puso de pie y giró hacia ella. “¡No puedo soportar toda esta situación! ¡Si tu gente quiere lo que está encerrado en mi cerebro, diles que me operen!”
La cara de Dana se nubló. “Realmente me estás hiriendo,” ella dijo suavemente. “Sólo estoy tratando de ayudarte. Quiero que sigamos siendo amigos. Por favor,... déjame.” Cuando él no respondió ella arriesgó un paso hacia él. “Escúchame, Zor. El pasado es el pasado. No me interesa lo que hiciste. Sólo te conozco como eres ahora. Y creo que una parte de ti se siente tan cerca de mí como yo me siento de ti.” Ella colocó sus manos en los hombros de él y trató de sostener la mirada de él. “¡No huyas de esto –podemos ganar!”
“¡No!” él dijo, volviéndose lejos de ella. “Ha terminado.”
Ella quitó sus manos de él y miró abajo hacia el piso. “Muy bien. Si así es como lo quieres, entonces así será.” Entonces su barbilla subió. “¡Pero no me vengas a buscar cuando necesites ayuda!”
Dana hizo un giro de 180 grados y partió, su nariz levantada. La sala se sintió desenfocada, y fue casi como si ella no hubiera notado la gran pantalla de proyección que había estado situada contra la pared espejada. El pie de ella embistió fuerte una de las patas de apoyo de la estructura de metal y ella maldijo ruidosamente. Pero eso no fue suficiente para ella. “¡Estúpida cosa!” ella vociferó, y pateó con la punta del pie la pata tubular, quitándola del pie cargado con peso de la estructura. La estructura empezó a caerse hacia atrás, la pantalla de lucita gruesa y todo, y todo pareció golpear los espejos al mismo tiempo.
Instintivamente, Zor se había precipitado hacia delante, apuntando a tacklearla hacia la seguridad; pero al dar dos pasos hacia delante él avistó su imagen, reflejada en cada uno de los cientos de fragmentos de espejo desprendidos de la pared rota.
El pasado y el presente parecieron unirse en ese momento: La cara asustada de Dana se convirtió en una silueta oscura, luego transmutó en el semblante de alguien anciano e inconfundiblemente maligno.
Zzoorrr... una voz incorpórea lo llamó. No hay lugar a donde correr. No puedes escapar de nosotros, no puedes huir...
Ahora una mano tan envejecida como esa cara señaló y se acercó a él con la palma abierta, y repentinamente él se encontró corriendo por los túneles de techos curvos de cierto mundo crepuscular, huyendo del asimiento de guardianes armados, boquiabierto, cubierto con un casco, y curiosamente blindado. Un trío de voces amenazantes lo perseguía por ese laberinto además, pero finalmente él los dejó atrás, lanzándose por un portal hexagonal y escondiéndose en una habitación oscura, llena de una música celestial...
Una mujer de cabellos verdes estaba sentada a un arpa, sus dedos esbeltos formando cuerdas de luz que danzaban por la habitación. Él lo sabía pero no podía decir su nombre. Asimismo él sabía que había violado un tabú visitando este lugar... aquellos vetustos que buscaban controlarlo, para mantenerlo encerrado y aislado; ¡aquellos ancianos que buscaban que él absorbiera una vida que él no había vivido!
Musica, la arpista de cabellos verdes le dijo...
Pero él ya se había movido detrás de ella ahora, su brazo alrededor de su cuello. Los Exterminadores lo habían alcanzado, y él tenía intensiones de usarla como un escudo, un escudo... No la matarán él se dijo, mientras ella temblaba con miedo en sus brazos. Ella es uno de ellos.
Pero los Exterminadores habían armado sus armas y estaban apuntando; y aunque él la había apartado de un empujón y huido otra vez, ellos habían disparado –le habían disparado a ella...
El mundo era de color rojo sangre. Alguien estaba pronunciando su nombre...
Dana estaba luchando debajo de él; él se había derrumbado sobre ella, escudándola de los vidrios pero sujetándola contra el piso.
“Musica...” Zor se oyó decirle a ella, mientras ella lo ayudaba a levantarse. “Cuando la vi por primero vez, ella estaba tocando esta bella música. Luego la usé como un escudo... ¡no pensé que ellos la iban a matar, pero lo hicieron!”
Dana lo estaba mirando fijamente, sus ojos ampliamente abiertos. “No, Zor, no lo hicieron,” ella trató de decirle. “Bowie la vio –¡viva! Tuvo que haber sido un sueño–”
Zor estaba de pie y alejándose de ella, los ojos fijos en su reflexión airada en el espejo destrozado.
“No tengo memoria” él declaró, sus ojos azul celeste entrecerrados. “Soy un androide. Yo maté al hermano de Eddie, estoy seguro de ello.”
Él golpeó violentamente su puño derecho contra el espejo; luego su izquierdo, arrojando lejos a Dana cuando ella trató de refrenarlo. Una y otra vez derecho e izquierdo, él golpeaba y zurraba el vidrio roto, finalmente agotándose y reduciendo sus manos a una pulpa sangrienta.
“¡Mi dios!” él aulló. “¡Los Maestros Robotech! ¡Ellos deben controlarme completamente!”
Dana estaba inclinada contra su espalda, sus manos sobre sus hombros, sollozando.
Las ventanas de la nariz de Zor ardieron. “¡Sólo hay una manera de derrotarlos –debo destruirme!”
“No,” Dana le suplicó. “siempre hay esperanza...” Ella avistó el goteo de sangre fresca deslizándose hacia abajo del espejo y extendió su mano para alcanzar sus manos. “¡Tus manos!” ella jadeó. Ella sacó su pañuelo y lo enrollado alrededor de su puño derecho, el que parecía mucho más lacerado que el izquierdo. “Los androides no sangran,” ella le dijo entre sollozos. “Eres humano, Zor–”
“¿Sin una memoria? ¿Sin voluntad propia?”
Ella quiso decir algo, pero ninguna palabra vino a ella.
“Lo siento, Dana,” Zor le dijo después de un momento. “Te he dicho algunas cosas terribles...”
“Déjame ayudarte,” ella dijo, mirando sus ojos.
Zor presionó su frente contra la de ella.
***
Más tarde, Zor marchaba determinadamente corredores abajo del Ministerio, acercándose rápidamente a la oficina de Rolf Emerson. La ayuda de Dana sería invalorable, pero había cosas que él iba a tener que hacer solo. En primer término, él necesitaba cada fragmento de información que estuviera disponible sobre los Maestros, sobre sus fortalezas y ciencia de la bioingeniería genética, y Emerson era el único que tendría acceso a esto.
En las puertas de la oficina, él se detuvo y trató de dominarse; luego levantó su mano vendada para llamar a la puerta. Él podía oír voces viniendo del otro lado de la puerta.
Pero algo impidió su movimiento: respondiendo al llamado de una fuerza desconocida, él permaneció en silencio e inmóvil en el umbral, los ojos y oídos armonizados a una clase de frecuencia de grabación.
“Pero es imprudente que Leonard presione un ataque ahora, General,” Zor oyó a Rochelle decir. “No estamos preparados.”
Rolf Emerson dijo: “Lo sé, ¿pero qué puedo hacer? Leonard tiene a la mayor parte del estado mayor de su lado. Había esperado que esto no ocurriese. Había esperado usar a Zor como un agente de negociación... Pero en vez de ello, a llegado a una guerra resuelta.”
Durante varios minutos Zor escuchó en la puerta, mientras Emerson y Rochelle resumían los planes de ataque apresuradamente coordinados del estado mayor. Luego él giró y caminó tiesamente pasillo abajo, sus motivaciones originales borradas.
Inadvertido en el extremo lejano del pasillo, Angelo Dante observaba a Zor partir; con los labios firmes, el sargento asintió con su cabeza en confirmación perspicaz.
***
El neuro sensor implantado en el cerebro de Zor transmitía ahora un aprovisionamiento constante de información visual y auditiva, llenando la esfera holográfica de la nave insignia con nuevas imágenes que inquietaban e iluminaban a los tres Maestros.
“Noten cómo la rabia del clon interfiere nuestros intentos de manipular su comportamiento,” Bowkaz señaló, comentando sobre el encuentro de Zor con su propia reflexión. “Esto es aprensivo.”
“Pero incluso así,” Shaizan contendió, “el uso del clon va bien –aún mejor de lo que habíamos esperado.” El intercambio de datos del plan de ataque de Emerson y Rochelle asentó la imagen solitaria de una entrada galonada. “Es interesante, sin embargo... los Micronianos continúan engañándose con planes para atacar nuestras fortalezas Robotech.”
“Debo decir que tienen coraje,” dijo Dag.
Shaizan miró de soslayo la transeñal demorada de la esfera holográfica.
“Una única verdad queda para los Micronianos: los aniquilaremos a todos. Los aniquilaremos.”
“Los aniquilaremos,” Bowkaz repitió.
“¡Los aniquilaremos!”