Capítulo 3
Turbado por haber recibido noticias de la misión del 15to para reconocer la nave alienígena –¡ni siquiera se me ocurrió que ella podría no regresar!– repentinamente estuve enfrentado a un nuevo obstáculo: Bowie Grant estaba bajo la custodia de la PMG. Las reacciones de Dana hacia la fortaleza eran de importancia suprema, pero yo estaba igualmente interesado en establecer la profundidad de su envolvimiento con el joven Grant. Yo me pregunté. ¿La proximidad a los Maestros volvería a despertar su naturaleza Zentraedi hasta el punto donde ella abandonaría sus lealtades a ambos, sus compañeros de equipo y sus amados? Era por lo tanto esencial que Grant acompañase al 15to, y en cuanto a mi ver que se haga que Rolf Emerson se enterase del encarcelamiento de Grant.
Dr. Lazlo Zand, Horizonte de Eventos: Perspectivas sobre Dana Sterling y la Segunda Guerra Robotech
La operación de penetración se puso en marcha temprano la mañana siguiente. Ataques aéreos coordinados proveerían la diversión necesaria, y, con algo de suerte, la brecha que el 15to iba a requerir a fin de infiltrar su docena de Hovertanks. Los grupos de técnicos habían trabajado toda la noche, inspeccionando rápidamente los complejos sistemas mecha e instalando cámaras remotas.
El General Emerson estaba controlando los procedimientos desde la sala de situación. Los oficiales del estado mayor y enlistados entraban y salían suministrándole actualizaciones y datos de reconocimiento. Nunca había menos de seis voces hablando al mismo tiempo; pero Emerson tenía poco que decir. Él tenía sus codos sobre la mesa, los dedos empinados, los ojos fijados en las transmisiones de vídeo retransmitidas hacia allí por varios planos de situación sobre la zona objetivo. Sólo momentos atrás un equipo combinado de VTs Aventureros y guerreros Halcón habían logrado despertar al aparentemente adormecido gigante, y un intercambio de fuego intenso estaba en proceso en las tierras altas que circundaban la fortaleza alienígena. Rondas perforantes de blindaje hasta ahora habían probado ser ineficaces contra el casco de varias capas de la nave, a pesar del hecho que el escudo de energía de los XT aún tenía que ser desplegado. Pero Emerson acababa de recibir la noticia de que el cuerpo de aviación estaba llevando al lugar un QF-3000 E Ghost –un drone de cañón triple no tripulado capaz de soltar potencia de fuego Reflex de la clase que había probado ser efectiva en confrontaciones aerotransportadas más tempranas.
La imagen de la pantalla pared de la fortaleza sitiada se desdibujó momentáneamente, sólo para ser reemplazada por una vista de ave del avance en formación de diamante del 15to. Emerson sintió que su pulso se elevaba mientras observaba a la docena de mechas acercarse al perímetro pesadamente fortificado. Era irónico que sus intentos por desacelerar la guerra de novatos hubiesen resultado en la asignación del 15to a esta misión al infierno; pero en ciertas maneras él comprendía la rectitud pervertida de ello: Emerson literalmente tenía que poner lo que importaba para su familia en juego a fin de convencer al comandante supremo de escucharlo. Y Dana y Bowie eran justo eso –familia.
A menudo él trataría de hacer retroceder sus pensamientos en el tiempo, en busca de los patrones que habían llevado a todos ellos a esta coyuntura. ¿Había habido signos a lo largo del camino, presagios que él había errado, premoniciones que él había ignorado? ¿Cuando los Sterling y los Grant habían optado por irse a bordo de la SDF-3 como miembros de la tripulación de los Hunter se les ocurrió a ellos que podrían no regresar de esa esquina del espacio gobernada por los Maestros Robotech, o que los Maestros podrían venir aquí en cambio? Emerson recordó el optimismo que caracterizaba a aquellos días, unos quince años atrás, cuando la recientemente fabricada nave había sido lanzada, Rick y Lisa al mando. Rolf y su esposa habían tomado a ambos, a Dana y al infante de Bowie: Después de todo, ellos habían cuidado tan a menudo a los niños mientras los Grant pasaban el tiempo en el Satélite Fábrica, y los Sterling peinaban las selvas de la Zona de Control Zentraedi –lo que se solía llamara Amazonia– para los Malcontentos; parecía una solución perfecta entonces que los niños debieran permanecer aquí mientras que sus padres se embarcaban en la Misión Expedicionaria que estaba destinada a traer la paz a la galaxia...
El que Emerson haya escogido enrolarlos a ambos en el ejército había resultado en el divorcio de su esposa. Laura nunca entendió sus motivos; sin hijos, Dana y Bowie se habían convertido en sus hijo, y ¿qué madre –¡qué padres!– optaría por desear la guerra en su descendencia? Pero Rolf meramente estaba honrando las promesas que él había hecho a Vince y a Jean, a Max y a Miriya. Tal vez cada uno de ellos tenía una sensación de lo que el futuro guardaba, y tal vez ellos razonaron que los niños tendrían una mejor oportunidad en la Tierra de la que ellos tendrían, ¿perdidos en el espacio? Desde luego ellos reconocían el porque Rolf había decidido quedarse, precisamente tan seguramente como el Comandante Supremo Leonard lo reconocía...
Emerson presionó sus manos contra su cara, los dedos masajeando los ojos cansados. Cuando él levantó la vista de nuevo, el Teniente Milton, un ayudante joven enérgico, estaba de pie hacia su hombro derecho. Milton lo saludó y se encorvó cerca de su hombro para reportar que Bowie estaba en el calabozo. Parecía que la PMG lo había atrapado involucrado en un alboroto de cantina.
Rolf inclinó la cabeza abstraídamente, mirando las pantallas, y pensando en un pequeño muchacho que había llorado tan inconsolablemente cuando sus padres lo dejaron atrás. Él se preguntó si Bowie había provocado adrede una pelea a fin de ausentarse de la misión. Él tenía que comprender que los reglamentos eran para ser seguidos. El 15to había sido escogido y como un miembro de ese equipo él se lo debía a los otros. Por supuesto, era igualmente verosímil que Dana estuviera detrás de esto; ella no parecía comprender que su sobre protección no le estaba haciendo nada bien a Bowie, tampoco.
“Dígale a la Teniente Satori que el General Emerson lo considerará un favor personal si ella pudiera encontrar la manera de liberar al Soldado Grant,” Rolf dijo a su ayudante en tonos bajos. “Pídale de mi parte que vea que Bowie se reúna con su unidad cuanto antes.”
El teniente saludó y salió apresuradamente mientras Emerson regresaba su atención a la vista de ave del avance del 15to de la pantalla pared, dándose cuenta de repente que la readición de Bowie al equipo elevaría su número a trece.
***
El terreno entre Ciudad Monumento y la fortaleza estaba tan áspero mientras se acercaba. Lo que antes era una serie de pendientes arboladas elevándose desde el río de un valle estrecho había sido transformado por los rayos de aniquilación de Dolza en un paisaje tortuoso de despeñaderos erosionados y afloramientos precipitosos, desnudo, sin agua, y completamente antinatural. Trechos de autopistas antiguas se podían ver acá y allá debajo de depósitos de granito pulverizado, u obras de tierra volcánicas.
Antes del amanecer el 15to estaba en posición justo debajo del sitio de choque de la fortaleza, circundada como lo estaba en tres lados por pseudo oteros y peñascos. Dana había hecho detener la columna, esperando la llegada del drone Ghost. La quietud reinaba en todos los frentes.
Encapullada en la cabina del mecha, su cuerpo envainado de arriba abajo en la armadura, ella sentía un extraño conjunto de sensaciones rivalizando por su atención. Por derecho su mente debía haber estado vacía, sometida enteramente accesible a las demandas de reconfiguración del mecha; pero con las cosas en un callejón sin salida temporal, ella cedió su voz interior a algunos de estos pensamientos.
Ella sabía, por ejemplo, que la emoción que sentía era atribuible a su ascendencia Zentraedi; el miedo, a su ascendencia Humana. Pero este era apenas un caso bien definido de ambivalencia o dicotomía; más bien ella experimentaba una rara mezcla de los dos, donde cada uno contenía una medida de su opuesto. Su corazón le decía que dentro de la fortaleza ella encontraría su propia reflexión: el pasado racial sobre el cual se le había hablado sobre pero nunca experimentado. ¿Cómo se habrá sentido su madre al ir a combate contra sus propios hermanos y hermanas? Dana se preguntó. ¿O cuando cazaba a los gigantescos Malcontentos que vagaban por los eriales? Nada diferente, ella supuso, de cuando un Humano iba a la guerra en contra de su propia raza. ¿Pero terminaría alguna vez? Aún sus amorosos y divertidos tíos –Rico, Konda, y Bron– se resignaron a la guerra al final, diciéndole antes de morir que la paz, cuando viniera, meramente sería un intervalo en la Guerra Sin Fin...
Al lado de ella ahora, un Hovertank se unió inesperadamente a las filas del frente del 15to, levantando una nube de polvo amarillo cuando se deslizaba a un alto en la tierra guijosa. Dana pensó a la cabeza del Battloid girando a la izquierda y casi saltó de su asiento cuando reconoció el mecha como el Diddy-Wa-Diddy de Bowie.
“¿Qué rayos está haciendo aquí, Soldado?” ella ladró por la red táctica.
“Dímelo tú. Alguien me soltó.”
“El buen Tío Rolf.” Ella dejó que la amargura fuese oída en su tono. Emerson había socavado su mando.
“Es lo que supuse,” Bowie rió. Luego la risa se había ido. “Y el soldado Grant está completamente a sus órdenes. He aprendido mi lección, Dana.”
¡Rolf! Dana pensó.
Enfurecida, ella comenzó a maquinar planes siniestros contra él, pero todos los guiones se terminaron más bien rápidamente. Rolf estaba pensando en la auto imagen de Bowie, como siempre, y ella no podía sino comprenderlo. Era justamente esa auto imagen la que no valdría mucho si uno no vivía para sacar provecho de ella. ¿O sí?... Absurdo debatirlo ahora, ella se dijo cuando las pantallas de la cabina se iluminaron.
“¡Entonces fórmese, soldado!” ella dijo a Bowie.
“No más de esta insensatez,” Dana oyó a Angelo secundar por la red.
“Lo copio, Sargento,” Bowie dijo.
Dana pidió ataques aéreos cuando el 15to se puso en movimiento de nuevo, directamente hacia el colosal bastión de aleación que era el casco de la nave insignia.
Los guerreros Tácticos Aéreos de nariz de cuchara, los Aventureros y Halcones, descendieron en ataques arreglados de antemano, soltando toneladas de artillería inteligente y no tan inteligente, bombardeando, encarando el fuego del cañón vítreo de lágrima invertida de la fortaleza. Las ojivas explotaron violentamente contra el casco de la nave, convocando a cambio descargas cerradas tronantes de fuego de cañón de pulso y una efusión de Bioroids, algunos a pie, pero muchos más sobre hovercraft equipados con artillería. Los equipos terrestres acribillaron a las tropas alienígenas salientes con fuego de armas en serie, y la red táctica hizo erupción en una cacofonía de órdenes, solicitudes, alabanzas, y gritos espeluznantes.
Mientras los dos lados intercambiaban muerte, el drone Ghost caía allí en su corrida de liberación. Un híbrido no transformable del Halcón y del Veritech, el Ghost fue desarrollado en las etapas tempranas de la Robotecnología como un adjunto a los sistemas de armas transorbitales utilizados por las plataformas orbitales de la serie Blindada. Éste había recibido varias transformaciones desde entonces, y el de uso presente era más cercano a una bomba inteligente que a una aeronave zángano. El equipo del Profesor Miles Cochran había delineado un punto de impacto hacia la proa de la fortaleza, en la porción vertical del casco algo por debajo de la estructura piramidal conocía para algunos como “La Teta Robotech” de Louie.
Los Battloids del ATAC tomaron posiciones de disparo y concentraron su poder total en la sección preelegida del casco en un intento por ablandarlo. Las baterías principales y los rifle/cañón, y los múltiples cañones de las secundarias, todo en el 15to se soltó, apuntado a la pequeña sección de aleación extraterrestre. El aire brilló tenuemente y se cocinó; ondas de calor se levantaron todo alrededor, y los niveles de poder en los ATACs cayeron rápidamente. Dana sudaba y esperaba que ninguna nave de asalto o Bioroid viniera hacia ellos ahora, cuando los mechas del 15to debían mantener sus posiciones hasta que la brecha fuera hecha.
Sterling mantuvo al 15to bien atrás de la zona de ataque mientras el Ghost centraba la puntería. La nave no alcanzó el blanco de su meta proyectada, pero la explosión resultante probó ser suficientemente poderosa para abrir un fiero y ardiente agujero lo bastante grande para acomodar un Hovertank, y nadie podía pedir más que eso.
Los ATACs bajaron sus armas a modo de sorpresa.
“¡Cuando regresamos, yo compraré las cervezas!” Bowie dijo, rompiendo el silencio.
Dana devolvió una sonrisa invisible y le agradeció, prometiendo hacerle cumplir su palabra. “¡Muy bien, Decimoquinto,” ella mandó por la red táctica, “ustedes conocen la instrucción!”
La Protocultura hacía su magia mientras los Battloids se mechamorfoseaban a modo Hovertank, reconfigurándose como una origami exótica y caballerosa. Los propulsores gimieron cuando los tanques flotaron a formación, formándose tras Dana para el reconocimiento, y montando separadas alfombras detonantes hacia la apertura dentada y la oscuridad incógnita.
Detrás del visor del casco de su Valkyria, los ojos de Dana Sterling se estrecharon. “¡Ahora llevamos la guerra a ellos!” ella dijo.
***
Los Bioroids no escoltaron exactamente al 15to adentro, ni le dieron la bienvenida con los brazos abiertos una vez que llegaron. Dana levantó la cubierta corrediza de su mecha e indicó con un ademán al equipo que continuara, ordenándoles por la red que mantuviesen la formación. Ella los guió en una línea recta hacia la rotura, las armas de disco y el fuego de cañones pavimentando un camino explosivo para los Hovertanks, los que continuaban liberando descargas de pulso a cambio. Milagrosamente, sin embargo, ni uno fue golpeado y en breve el 15to se encontró adentro de una de las cámaras cavernosas de la fortaleza.
Fue la sugerencia del Profesor Cochran –basada en un análisis más bien superficial de la infraestructura de la fortaleza (el que lo había llevado a creer que gran parte de los compartimentos de estribor eran dedicados a defensa y navegación espacial)– que el equipo fuese hacia el lado de babor de la nave si fuera posible. Esto pronto probó ser no sólo viable sino necesario porque la sección de estribor se encontrada separada por un mamparo masivo que hubiera requerido otro Ghost para romperlo. Por lo tanto, los ATACs apenas redujeron su velocidad mientras avanzaban.
Tres Bioroids repentinamente aparecieron, cayendo desde portales circulares en el techo que simplemente no estaban allí un momento antes –”Ellos pudieron también haber caído de otra dimensión,” Louie Nichols diría más tarde.
Cuando discos de aniquilación pasaron cerca de la cabeza de Dana, ella apuntó el cañón del Valkyria hacia el primero de estos y lo derribó con un tiro a la placa del rostro; el alienígena pareció absorber la ronda craneal silenciosamente, desplomándose súbitamente y entrando en cortocircuito mientras Dana lo pasaba apresurada. Los otros dos estaban entregando una corriente continua de fuego mutilante que la mayor parte del equipo logró evitar. Pero Dana entonces oyó un grito lleno de terror perforar la red y vio a uno de los tanques del 15to chillando a lo largo del vasto pasillo en su extremo posterior. Dante estaba tratando de levantar al Soldado Simon cuando el mecha chocó a gran velocidad a uno de los Bioroids y explotó. Dana y Louie vertieron plasma contra el restante, literalmente volándolo miembro a miembro.
“¡Reporte de estado!” el teniente exigió cuando ellos detuvieron los tanques.
El pasillo, de unos buenos quince metros de ancho, estaba lleno de humo espeso e iluminado con escombros de mecha. El brazo seccionado de un Bioroid yacía contorciéndose en el piso, dejando salir un fluido verde enfermizo y un nido de gusano de alambres. Dana se preguntó qué tipo de recepción el cuartel general estaba recibiendo y trató sin éxito de contactarlos por la radio. Las pantallas de los sensores no daban ninguna indicación de que las unidades de vídeo estuvieran incapacitadas, así que ella giró la cámara a través de un 360 para el beneficio de Emerson. Louie, entretanto, lanzó una unidad de monitoreo auto desplegante.
Era el mecha de Simon el que se había estrellado con el Bioroid. Afortunadamente, el soldado había saltado en el último minuto, su armadura protegiéndole de la explosión y lo que hubiera sido un sarpullido de camino de cuerpo completo. Sin embargo, sin el mecha, Dana le informó, que él iba a ser inútil al equipo.
“¿Pero por qué?” él le estaba diciendo a ella ahora. “No es mi culpa que mi nave fuera inhabilitada.”
Sean, Road, y Woodruff se habían situado como una retaguardia; Angelo, Bowie, y Louie estaban adelante. El Soldado Jordon y el resto del equipo había desmontado y estaban agrupados alrededor de Dana y Simon, el soldado sin casco luciendo pequeño e indefenso en la vastedad del pasillo. Jordon, quien raramente sabía cuando mantener su boca cerrada, repentinamente encontró necesario respaldar las palabras de Dana hacia Simon.
“Tienes que entender, Simon, no podemos afrontar arriesgar la misión por arrastrarte junto con nosotros.”
Entretanto, Dana había estado tratando de deducir qué podía hacer con Simon. Ellos estaban a unos buenos ochocientos metros adentro, ciertamente no demasiado lejos de la brecha para que él regresara a pie, ¿pero qué podía hacer él cuando llegase? La escaramuza aún estaba en proceso y él no tendría oportunidad afuera. Él podía montar en segundo lugar en uno de los tanques, pero Dana pensó que era mejor apostar a Simon y a uno de los otros aquí como soporte. Jordon era tan buena elección como cualquier.
Jordon no tomó la noticia mejor de lo que Simon lo hizo, pero Dana puso un rápido fin a sus protestas. Él y Simon debían esperar que el equipo regresase; si nadie regresaba para las 0600 horas debían tratar de contactar al cuartel general y abrirse su propio camino fuera de la fortaleza. Entretanto, Dana vería que Louie mantuviera contacto de radio con ellos cada treinta minutos. Con eso, ella reagrupó al resto del 15to y les indicó que continuasen.
Una porción substancial de su información de pre misión había involucrado un estudio completo de las notas de archivo dejadas por los hombres que habían reconocido la primera fortaleza super dimensional poco después de su fatal llegada a la Tierra. Ese grupo había sido liderado por Henry Gloval y el Dr. Emil lang, y había incluido también al legendario Roy Fokker y al ahora notorio T. R. Edwards. Pero el 15to encontró poca similitud entre lo que habían leído y lo que enfrentaban ahora. Para comenzar, el grupo de la SDF-1 había ido a pie; pero más importante aún, esta nave era sabida estaba armada y era peligrosa. Todo lo que Dana podía hacer era mantener el procedimiento apropiado en mente y tratar de emular el acercamiento metódico de Gloval.
Como un grupo ellos continuaron a velocidad moderada a lo largo del pasillo tenuemente iluminado, la altura y la anchura de éste nunca variaba. Era de forma de hexágono, aunque algo alargado verticalmente, unos constantes quince metros de ancho en el piso –azulejos extra grande de azul uniforme– por unos veinticinco metros de alto. Las paredes (adornadas con paneles en la parte descendente y extrañamente jaspeadas y como celdas arriba) parecían estar construidas de un cerámico resistente a los rayos láseres. No había techo como tal, excepto por un continuo de enormes vigas T, proporcionalmente espaciadas, más allá del cual yacía una espesura impenetrable de caños, conductos, y tuberías –un nudo inacabable de vasos capilares y uniones arteriales. Pero por lejos los objetos más interesantes en el pasillo eran los adornos que forraban las paredes superiores del hexágono –lentes opacas de color rojo rubí en forma oval separadas a cinco metros a lo largo de la longitud entera del pasillo. Cada doceavo medallón había una versión más ornamentada, respaldada por una cruz segmentada con brazos puntiagudos. Dos veces, el 15to entró en un tramo de pasillo donde estas lentes encontraban sus iguales en convexidades similares que aclaraban las paredes inferiores, pero sólo a lo largo de un lado.
El equipo se estaba moviendo en paralelo al eje más largo de la fortaleza, un kilómetro y medio adentro cuando alcanzaron el primer tenedor, una intersección en forma de Y simétrica al final de una larga curva barrida, con pasillos idénticos bifurcándose hacia la izquierda y derecha. El corredor abovedado estaba delineado con un tipo de adornos de madera segmentados que lucían suaves y tentadores, pero eran en realidad cerámicos como las paredes. Aquí, la servo galería sobre el techo calado estaba bañada en luz infrarroja.
Dana otra vez más les ordenó detenerse y dividió al equipo: el sargento llevaría al equipo B –Marino, Xavez, Kuri, y Road– por el tenedor izquierdo; Dana, el Cabo Nichols y el resto del 15to explorarían el derecho.
“Nos reuniremos aquí en exactamente dos horas,” ella dijo a Angelo desde la cabina abierta. “Muy bien, vámonos.”
El grupo de Dante sacó sus vehículos de la formación y siguieron el lento liderazgo del sargento dentro del pasillo. Dana hizo un ademán y el equipo A se formó detrás de su tanque. Detrás del 15to, tres figuras curiosas de tamaño humano cruzaron clandestinamente el pasillo. Una de ellas presionó un botón de color rojo rubí que parecía parte del diseño de un medallón. De receptáculos ocultos en el corredor abovedado se deslizaron cinco paneles concéntricamente grabados de metal impenetrable, sellando el pasillo.
El grupo de Dana pasó rápidamente por cámaras abovedadas, vacías e inquietantes, con cartelas de soporte semejantes a costillas y paredes semejantes a piel estirada. Más allá de ello se encontraba un pasillo hexagonal idéntico y otra intersección en Y.
“¿Qué camino ahora?” Bowie preguntó.
Dana estaba en contra de dividir al equipo en grupos aún más pequeños, pero tenían que sacar el mejor partido a su tiempo. “Bowie, tú y Louie vengan conmigo por el pasillo derecho,” ella dijo después de un momento. “Sean, tú y los otros tomen el izquierdo –¿entendido?”
Mientras Dana estaba emitiendo las órdenes, Bowie por casualidad echó un vistazo a tiempo por sobre su hombro para ver lo que parecía ser la sombra que se retiraba de un ser de cierta clase. Pero la luz aquí estaba tan perturbada que él resistió alarmar a los otros; sus ojos le habían estado jugando trucos desde que ellos entraron a la fortaleza y él no quería que el equipo pensase que él estaba paranoico. Sin embargo, Dana atrapó su aspiración aguda de aliento y le preguntó qué había visto.
“Es sólo mi imaginación, Teniente,” él le dijo cuando el grupo de Sean se separaba y movía sus Hovertanks dentro del pasillo izquierdo.
Dana también tenía la sensación de que ellos estaban siendo observados –¿cómo no podría ser así, dados los tecnosistemas de la nave? Pero eso estaba bien: ella quería ser vista.
El pasillo derecho probó ser un nuevo mundo: aún hexagonal, pero enteramente cercado, con un caballete “reforzado” sobre sus cabezas y numerosas cartelas como costillas. Ya no estaban los medallones y óvalos de color rubí; las paredes, superiores e inferiores, eran una serie intacta de paneles de luces rectangulares. Un nuevo mundo, pero uno aprensivo.
Sin éxito, Dana trató de comunicarse con el Sargento Dante por la red.
“Yo no he sido capaz de recogerlo, tampoco,” Louie dijo, una nota de angustia en su voz. “¿Piensa que debemos ir en su búsqueda?”
Dana estaba considerando esto cuando el silencio que hasta ahora los había acompañado fue repentinamente roto por un sonido distante de servo motores poniéndose en operación. Los tres compañeros de equipo se volvieron y vieron como un panel sólido comenzaba su firme descenso desde el techo.
El pasillo se estaba sellando.
Delante de ellos, una segunda puerta estaba descendiendo; y más allá de esa una tercera, y una cuarta. Hasta donde ellos podían ver, cortinas masivas de planchas blindadas estaban cayendo de receptáculos incorporados en las cartelas del techo, ecos de descenso y cierre llenando el aire.
“¡Apresúrense!” Dana explotó. “¡Máximo poder!”
Los Hovertanks salieron disparados hacia delante a toda velocidad, apenas salvando la primera puerta. Ellos pasaron por debajo de una docena más en la misma forma, aparentemente alcanzando la secuencia –tres jinetes alocados urbanos venciendo las luces del tráfico en la ciudad.
Entonces de repente la secuencia cambió: delante de ellos se encontraba una puerta completamente cerrada. Dana, muy por delante de Bowie y Louie, se esforzó por alcanzar sus palancas de retroimpoulso y las jaló, favoreciendo la válvula de babor de modo que el extremo posterior del tanque gradualmente comenzase a girar hacia estribor. No había manera en el mundo entero de que ella quisiera golpear esa puerta de frente...