Soy Cushinjizkipa, del país de Yeskumaala, cerca, muy cerca del fin del mundo.
He ayunado hasta conseguir que mi cuerpo fuese transparente como el alba.
He velado hasta que Watoineiwa se apoderó de mi espíritu, como la gran orca corre hacia su presa. Pues Hainola-la-orca es la embarcación que lleva el espíritu al yekamush para que diga el orden de todas las cosas.
Ha llegado el tiempo de construir la choza puntiaguda. El tiempo está ahí para que los niños pasen al otro lado de su temprana edad. Soy la guardiana de este tiempo.
Hemos dispuesto a los muchachos y las chicas con pinturas blancas y negras para que el espíritu los tome. Aneki es uno de ellos.
Hemos matado al pájaro blanco para revestir sus cabezas con su plumaje.
Hemos aullado como el viento entre las ramas, como el agua contra el fuego, para que conozcan el miedo.
La choza estaba oscura, fría y sin fuego.
Hemos ayunado con ellos y velado con ellos para que conozcan el sufrimiento.
Les hemos enseñado el canto del luto por su temprana edad.
Para una chica, dos mujeres y un hombre; para un muchacho, dos hombres y una mujer; para enseñarles la sabiduría y el respeto, la obediencia y el valor pues este es el deseo de Watoineiwa que ve en los corazones.
Han tenido que abandonar los gritos y los llantos de la juventud para compartir la pena que no se dice.
Han permanecido inmóviles hasta que les llegó la paciencia.
Han trabajado hasta olvidar la fatiga.
Han cazado, pescado y, luego, abandonado todo para vencer el hambre.
Se han zambullido en el agua helada de los torrentes para reírse del frío.
Han aprendido las leyendas y el canto del mundo secreto.
Días y noches, días y noches han pasado.
Entonces los acogimos en el mundo de los humanos.
Hemos reavivado la llama que ha bailado sobre el rojo y el ocre de las pinturas de la choza.
Les hemos dado el hueso vaciado para que bebieran el agua de la vida y la cesta para coger los frutos de la vida.
Por fin hemos combatido, cantado y danzado con ellos, como combaten, cantan y danzan los hombres y las mujeres unos contra otros y unos con otros.
Así ha terminado el Ciexos, la ceremonia que hace a los hombres y las mujeres, cuando ha llegado el tiempo.
Entonces Aneki ha podido elegir una esposa y Chakaluchulupipa y él se han encontrado, para conducir la piragua y parir.
Soy una yekamush, una de las que tienen el poder, veo que el alma de Aneki es rebelde. Ha tomado ese espíritu de los blancos cuando estaba con ellos en la gran isla. Los blancos no saben educar, sino solo adiestrar. Creen que se puede adiestrar el tronco cuando solo el viento le da su forma y lo doblega para enseñarle a resistir. El árbol erguido se rompe.
He visto a la mujer de piel pálida, he leído el asco y el miedo en sus ojos. He visto también su corazón de niña y las locuras de su espíritu. Vaga como el pájaro privado de nido. He visto en torno a ella la sombra de Yetaite, el espíritu maligno, pero también la de Lachuwakippa, que protege el hogar. Se la disputan y la niebla se extiende sobre el final de este combate como sobre el canal, las mañanas de otoño. Acude cada noche a mi sueño.
Las golondrinas de mar se han marchado pronto hacia el norte y Kushteata, el león marino, ha nadado cerca de la ribera. Eso significa que el invierno nos atrapará muy pronto y que su dominio será muy largo.