7. El camino del enfrentamiento

El imperialismo

Con el lento pero inevitable latido de un metrónomo, llegó el momento de otras elecciones, y los whigs, en profundo desorden pese a su victoria de 1848, se dispusieron a tratar de obtener nuevamente la presidencia.

El 16 de junio de 1852, el Partido Whig realizó su convención en Baltimore. El presidente Fillmore y el secretario de Estado Webster tenían sus adeptos, pero ninguno de ellos era aceptable para la parte antiesclavista del partido, por su papel en la aprobación del Compromiso de 1850, con su odiada Ley del Esclavo Fugitivo. El inveterado paladín Clay ya no estaba disponible; en ese momento estaba a menos de dos semanas de la muerte. (Webster, por su parte, moriría a los cuatro meses.)

Sólo en la votación cincuenta y tres los whigs pudieron llegar a un acuerdo, y la elección recayó en Scott, el otro veterano de la Guerra Mexicana. Por tercera vez los whigs eligieron como candidato para la presidencia a un héroe de la guerra, con la esperanza de que la gloria militar compensase todo lo demás. Para la vicepresidencia eligieron candidato al secretario de Marina de Fillmore, William Alexander Graham, de Carolina del Norte (nacido en 1804).

Ya antes, el 1 de junio, el Partido Demócrata se había reunido en Baltimore y había tenido tantas dificultades como los whigs para hallar un candidato. Había varias posibilidades: el viejo Lewis Cass, por ejemplo, que había sido el candidato demócrata en 1848, y el aún más viejo William Marcy, que había dado nombre al «sistema de los despojos»; y también James Buchanan, el secretario de Estado de Polk, y la estrella en ascenso, Stephen Douglas.

Pero los demócratas estaban obligados a cumplir la regla de los dos tercios, aprobada durante el entusiasmo jacksoniano, que no podía ser anulada sino por un acuerdo de los dos tercios. La restricción había anulado las esperanzas de Van Buren en 1844, y en esta ocasión (como en muchas ocasiones futuras) los principales contendientes se anularon mutuamente, pues ninguno podía obtener los dos tercios necesarios. Finalmente, en la votación cuarenta y nueve, los desesperados delegados tuvieron que elegir un dark horse[*]

En 1844 había sido Polk; en 1852 fue Franklin Pierce, que había sido general —uno de los pocos provenientes de los Estados libres— en la Guerra Mexicana. Durante sus diez años posteriores como miembro del Congreso, había hecho tan poca cosa que no se hizo enemigos. Por ello era aceptable tanto para el ala de los Estados libres del partido como para la de los Estados esclavistas. Como candidato a vicepresidente fue elegido el senador de Carolina del Norte William Rufus Devane King (nacido en Sampson County, Carolina del Norte, el 6 de abril de 1786).

Ambos partidos aceptaron el Compromiso de 1850 y se esforzaron para mantener fuera de la campaña el tema de la esclavitud. Tan esperanzados estaban la mayoría de los americanos de que el Compromiso de 1850 serviría a sus fines y proporcionaría tiempos más calmos que hubo un genuino alivio por el debilitamiento de la retórica sobre la esclavitud.

El Partido de la Tierra Libre no pudo hacer nada para modificar esto. Se reunió en Pittsburgh, Pensilvania, el 11 de agosto de 1852, y eligió candidato al senador de New Hampshire John Parker Hale (nacido en Rochester New Hampshire, el 31 de marzo de 1806). Pero era claro que el Partido de la Tierra Libre no tendría la influencia que había tenido en 1848. Entre otras cosas los barnburners de Nueva York habían vuelto al redil demócrata, y el resentimiento por la Ley del Esclavo Fugitivo aún no había llegado a proporciones suficientemente masivas como para superar las esperanzas de paz de los Estados libres.

Las elecciones no fueron muy excitantes. El Partido Whig se estaba desmembrando y Scott, aunque un excelente soldado, era un político deplorable que siempre metía la pata cuando pronunciaba discursos.

El 2 de noviembre de 1852, Pierce ganó por 1.600.000 votos contra 1.385.000 de Scott y 156.000 de Hale. Hablando en términos electorales, ello significó 254 votos para Pierce y 42 para Scott (que sólo triunfó en cuatro de los treinta y un Estados). Los demócratas reforzaron su dominio en ambas Cámaras del Trigesimotercer Congreso; ganaron 38 escaños contra 22 en el Senado, y 159 contra 71 en la Cámara de Representantes.

Pierce fue investido como decimocuarto presidente de los Estados Unidos el 4 de marzo de 1853. Tenía cuarenta y ocho años de edad; fue el hombre más joven que alcanzó ese honor hasta entonces. Pero el vicepresidente, King, era un hombre de salud endeble, y el día de la investidura estaba en Cuba, buscando la mejoría en su clima más cálido. Se le permitió prestar juramento al cargo allí por una ley especial del Congreso, pero nunca se recuperó lo suficiente como para desempeñar sus funciones. Murió el 18 de abril, después de ser vicepresidente por sólo seis semanas. Estados Unidos estuvo sin vicepresidente durante todo el gobierno de Pierce, y a nadie parecía importarle.

Pierce era de inclinaciones vigorosamente imperialistas y fue muy influido por su secretario de Guerra, el capaz Jefferson Davis, de Mississippi (mencionado antes en relación con la Guerra de Halcón Negro). Desde la muerte de Calhoun, Davis se había convertido en el principal portavoz radical de los Estados esclavistas. Se opuso al Compromiso de 1850, sospechando (con razón) que la Ley del Esclavo Fugitivo no podría ser aplicada, y pensaba que la secesión era un remedio legal para un Estado insatisfecho con su posición dentro de la Unión.

Se presentó una ocasión de expansión imperialista en conexión con la nueva frontera entre Estados Unidos y México determinada por el Tratado de Guadalupe Hidalgo. La determinación era vaga en el territorio situado al oeste de El Paso, y México aún ocupaba algunas tierras que Estados Unidos consideraba que le pertenecían. Fillmore había dejado las cosas allí, aceptando la frontera a lo largo del río Gila, en lo que es hoy el sur de Arizona y Nuevo México; pero Pierce, dominado por Davis, quería más.

Entre otras cosas, había planes para construir ferrocarriles a través de Estados Unidos, desde el Atlántico hasta el Pacífico, y Davis quería una ruta meridional que fuese útil a los Estados esclavistas. Esa ruta meridional era más fácil de construir por el territorio situado inmediatamente al sur de la frontera aceptada por Fillmore.

Pierce no deseaba librar una guerra por esa cuestión. (En su alocución inaugural se había manifestado vigorosamente a favor de las adquisiciones territoriales, por ejemplo, Cuba, pero subrayaba que debía hacerse por medios pacíficos, es decir, por la persuasión o la compra.) En cambio, el territorio podía ser comprado. En mayo de 1853, Davis persuadió a Pierce a que enviase a un hombre de los ferrocarriles, James Gadsden (nacido en Charleston, Carolina del Sur, el 15 de mayo de 1788), como embajador en México. Su misión era comprar tanta tierra mexicana como Santa Anna (al frente de la nación por tercera vez) quisiese vender. Gadsden recibió facultades para ofrecer la compra no sólo del territorio situado al sur del río Gila, sino también toda la Baja California.

Santa Anna no estaba dispuesto a conceder tanto, pero el 30 de diciembre de 1853 firmó un tratado cediendo setenta y siete kilómetros cuadrados de tierras situadas al sur del río Gila (una superficie casi tan grande como la de Carolina del Sur) por 15 millones de dólares.

El tratado halló una ruidosa oposición por parte de los Estados libres y el pago se redujo a 10 millones antes de que, finalmente, fuese aceptado por el Congreso, el 24 de abril de 1854. La «Compra de Gadsden», como se la llamó, fijó la frontera de México en la que ha sido desde entonces, y fue la última ampliación de territorio de los Estados Unidos entre la línea canadiense al norte y la línea mexicana al sur. Desde entonces ha habido otras extensiones de territorio americano, pero en lugares separados por mar, por otras naciones o por ambos del cuerpo principal de los «Estados Unidos contiguos».

En cuanto a Santa Anna, su disposición a vender territorio mexicano fue considerada el colmo. Se le exilió por tercera vez y, aunque volvió a México en su vejez, nunca recuperó el poder; murió en 1876, en la pobreza y el desprecio, sin nadie que lo llorase.

Cuba también siguió siendo un blanco del imperialismo, pese al fracaso de López de 1850. Se presentó una nueva ocasión cuando un barco mercante estadounidense fue capturado en La Habana por razones técnicas el 28 de febrero de 1854. Se levantó un gran griterío contra España, y el embajador americano en aquel país, Pierre Soulé, de Luisiana (nacido en Francia en septiembre de 1802), se apresuró regocijadamente a aprovechar al máximo la ocasión. Su protesta a España estaba deliberadamente destinada a provocar la guerra, pero William Marcy, secretario de Estado de Pierce, frenó a Soulé. El gobierno quería Cuba, pero no al precio de una guerra.

Soulé, pues, fue instruido por Marcy para que se reuniera discretamente con James Buchanan, por entonces embajador en Gran Bretaña, y John Young Mason (nacido en Greensville County, Virginia, el 18 de abril de 1799), ex secretario de Marina bajo Tyler y Polk y en ese momento embajador en Francia, para considerar la cuestión. Los posibles beneficios de tal consideración nadie ha podido imaginarlos hasta ahora.

Los tres embajadores se reunieron en Ostende, Bélgica, el 9 de octubre de 1854, y decidieron solemnemente que la ocupación de Cuba era necesaria a fin de impedir que cayese bajo la dominación de los negros, que Estados Unidos debía ofrecer 120 millones de dólares por ella y que, si España se negaba a venderla, la guerra estaría justificada.

Fue una conferencia inútil que llegó a una conclusión inútil. De hecho, causó muchos perjuicios, pues la decisión se llegó a conocer y fue impresa por los periódicos con el nombre de Manifiesto de Ostende. Estados Unidos pronto se vio obligado a desautorizar tal descarnada muestra de codicia territorial e hizo el ridículo ante el mundo. Se hizo de Soulé el chivo expiatorio y se le obligó a renunciar a su cargo el 17 de diciembre.

Otro ejemplo de imperialismo fue la aventura de ópera bufa de un alborotador llamado William Walker (nacido en Nashville, Tennessee, el 8 de mayo de 1824). Después de obtener un título de médico, Walker se había marchado a California en 1850 en busca de oro y permaneció allí tratando de obtener tierras. En 1853 invadió la Baja California y trató de convertirla, junto con el territorio mexicano adyacente, en república independiente. Expulsado de México, fue arrestado en Estados Unidos a su retorno a California y enjuiciado por violación de las leyes de neutralidad, pero fue absuelto por un jurado que simpatizaba con la rapiña territorial.

A renglón seguido hizo una intentona más al sur. La república centroamericana de Nicaragua estaba profundamente sumida en una guerra civil. Con una pequeña banda, Walter logró hacerse con el poder, se hizo elegir presidente y fue investido en julio de 1856. Inmediatamente declaró a Nicaragua abierta a la esclavitud, y, aunque Estados Unidos oficialmente deploró su acción, reconoció su gobierno[27].

Los hechos de Walker tuvieron poca trascendencia, pero fue tratado como un héroe en los Estados esclavistas, y muchas personas de los Estados libres pensaron que era parte de una conspiración de los Estados esclavistas.

Por esa época hubo también una forma pacífica de imperialismo americano que sirvió para introducir el poder americano en el Lejano Oriente.

Durante dos siglos y medio la nación isleña de Japón había seguido una política de estricto aislacionismo, negándose a admitir a extranjeros y manteniendo un mínimo absoluto de comercio con el mundo externo. Los japoneses pensaban que todo contacto con Europa daría origen al dominio de su país por los europeos, y la historia de India y China, les parecía, justificaba su actitud.

A mediados del siglo XIX había una presión creciente sobre Japón para que se abriese y aceptase el comercio. Gran Bretaña, que ahora dominaba la India y estaba a la cabeza de la explotación de China, juzgaba que no tenía mucha necesidad de Japón, y no tradujo su presión a la violencia. Estados Unidos, en cambio, estaba en posición diferente. El paso más corto de la costa del Pacífico de Estados Unidos a China atravesaba Japón, y el comercio con éste aumentaría los beneficios de los clípers yanquis. Además, los balleneros estadounidenses del Pacífico Norte podían aprovechar los puertos japoneses, de estar éstos abiertos.

Una fuerza naval americana enviada a Japón en 1846 no logró persuadir a los japoneses a que admitiesen el comercio o conviniesen en dar mejor trato a los barcos estadounidenses que naufragaban en sus costas. Pero los japoneses quedaron impresionados por el tamaño de los barcos estadounidenses.

En marzo de 1852, el presidente Fillmore autorizó una segunda expedición, mayor, a Japón bajo el mando de Matthew Calbraith Perry (nacido en South Kingston, Rhode Island, el 10 de abril de 1794), hermano menor de Oliver Perry (el héroe de la batalla del Lago Erie en la Guerra de 1812[28]) y el primer americano que estuvo al mando y probó el valor de barcos de guerra de vapor. También había conducido las fuerzas navales que ayudaron a Scott a capturar Veracruz en 1847.

Perry decidió que no había tiempo para tratar a los japoneses con cortesía; había que hacer una demostración de fuerza. Por ello, condujo cuatro barcos al puerto de Tokio el 8 de julio de 1853, e insistió en entregar documentos a alguna persona de suficiente importancia; si no acudía nadie, tenían intención de desembarcar y entregar los documentos por la fuerza. Los japoneses, sensatamente, cedieron y un funcionario importante llegó a los barcos.

Perry luego se retiró para dar a los japoneses oportunidad de salvar las apariencias y de reflexionar, pero no por mucho tiempo. Los rusos estaban cada vez más interesados y Perry tenía que adelantarse a ellos. Retornó a la bahía de Tokio en febrero de 1854 con siete barcos. Esta vez llevó regalos y muestras de los productos avanzados de la civilización occidental: cañones, telégrafos, telescopios, ferrocarriles en miniatura, etc.

Los japoneses quedaron adecuadamente impresionados y, el 31 de marzo de 1854, se firmó un tratado entre Japón y los Estados Unidos. Se permitiría a Estados Unidos utilizar dos puertos japoneses para obtener combustible y suministros. Además, se prometió un mejor tratamiento a los marinos estadounidenses naufragados.

El efecto más importante del tratado fue que los japoneses, al entrar en contacto con la tecnología occidental, hicieron lo que hasta entonces no había hecho ninguna otra nación no occidental. Abandonaron sus propias costumbres en la medida necesaria para permitirles adoptar la tecnología occidental y en algunas décadas se convirtieron en una gran potencia, según patrones occidentales[29].

La soberanía ilegal

El crecimiento del imperialismo americano podía haber provocado vítores de gloria que sofocasen la disensión interna y llevasen a una temprana expansión del papel estadounidense en el escenario mundial.

Pero no fue así. Para las fuerzas antiesclavistas, casi toda acción americana allende los mares parecía una piratería destinada a incrementar el poder de los Estados esclavistas y sujetar más firmemente la vergüenza de la esclavitud a la nación.

Como resultado de ello, las acciones imperialistas no despertaron ningún fervor patriótico en la nación en su conjunto, más bien lo contrario. Pese a las aventuras extranjeras, las dos partes de la nación, la esclavista y la libre, nuevamente —después de una pausa momentánea ocasionada por el Compromiso de 1850— marchaban hacia una colisión.

Durante cuatro años, el compromiso había acallado la disputa, a pesar de los candentes problemas provocados por la Ley del Esclavo Fugitivo; luego, en 1854, la amarga disensión estalló aún más enconadamente.

Se reanudó la controversia concerniente a los restantes territorios no organizados de los Estados Unidos. En 1854, la mayoría de las partes del territorio americano que aún no eran Estados estaban comprometidas, en lo concerniente al problema de la esclavitud. Los territorios de Minnesota y Oregón habían sido organizados antes del Compromiso de 1850 y ambos tenían ya constituciones que prohibían la esclavitud. Los territorios de Utah y Nuevo México, formados como parte del compromiso, tenían constituciones que no hacían mención alguna de la esclavitud, pero dejaban la decisión a la «soberanía ilegal». Además, había un pequeño «territorio indio» al norte de Texas, reservado para los indios pero abierto a la esclavitud.

Pero al norte del territorio indio quedaba una ancha franja de tierra que llegaba hasta la frontera canadiense y que todavía no estaba organizada. Douglas, de Illinois, quería organizaría. Estaba interesado en los ferrocarriles (y especulaba fuertemente en ellos), y pensó que beneficiaría a los Estados norteños construir un ferrocarril que atravesase el continente en las latitudes centrales. Hasta entonces sólo se había pensado en la ruta meridional a través de la «Compra de Gadsden».

Para hacer la ruta central más práctica era conveniente estimular a la gente a colonizar esas latitudes, para lo cual, a su vez, sería beneficioso la organización territorial. Por ello, el 4 de enero de 1854 Douglas presentó un proyecto de ley para crear el Territorio de Nebraska.

Pero Douglas estaba interesado en algo más que ferrocarriles. También estaba interesado en ser presidente de los Estados Unidos, y para ello necesitaba el apoyo de los Estados esclavistas, sin perder el apoyo de los Estados libres. Pensó que había un medio de conseguirlo.

¿Por qué no permitir que el Territorio de Nebraska decidiera sobre la cuestión de la esclavitud por soberanía ilegal, como se había hecho con los territorios que constituían las tierras tomadas a México? Esto agradaría a los Estados esclavistas y no inquietaría realmente a los Estados libres, pues (según el argumento de Webster en su Discurso del Siete de Marzo), como el clima de ese territorio era inadecuado para el trabajo esclavo, terminarían siendo Estados libres de todos modos.

A fin de suavizar la cuestión para los Estados esclavistas, Douglas, el 23 de enero, modificó su proyecto de ley dividiendo el territorio en el paralelo 40, creando Nebraska al norte y Kansas al sur. Los Estados esclavistas tendrían muchas posibilidades de éxito en Kansas, pues estaba inmediatamente al oeste del Estado esclavista de Missouri, que podía colonizar la nueva tierra, y suficientemente al sur como para hacer práctica la esclavitud.

Las fuerzas antiesclavistas se horrorizaron, porque ambos territorios estaban al norte de la línea de 36° 30’ y, por el Compromiso de 1820, debían ser libres. Los Estados esclavistas no se impresionaron por este argumento, al que consideraron típico de la hipocresía de los Estados libres. California era un Estado libre aunque la mitad del mismo estaba al sur de la línea. El territorio de Nuevo México estaba al sur de la linea y sólo tenía soberanía «ilegal», en vez de esclavitud declarada. De igual modo, el territorio de Utah estaba al norte de la línea y en él se aceptaba la soberanía «ilegal».

De hecho, las fuerzas de los Estados esclavistas sostenían que el proyecto de ley sobre Kansas y Nebraska debía, expresa y específicamente, revocar el Compromiso de Missouri, con lo cual Douglas, por último, estuvo de acuerdo.

Hubo meses de violentos debates en el Congreso, pero finalmente Douglas y los Estados esclavistas ganaron. El proyecto fue aprobado por ambas Cámaras y firmado para convertirlo en ley por el presidente Pierce el 30 de mayo de 1854.

Como en el caso de la Ley del Esclavo Fugitivo, ésta fue una victoria de los Estados esclavistas que sólo podía acarrear problemas. La soberanía ilegal suponía que la gente de un territorio tomaba la decisión en lo concerniente a la esclavitud; por lo tanto, cada parte estaba vitalmente interesada en que la mayor cantidad posible de gente de su propio bando estuviese en el territorio.

El territorio que, según parecía, seguiría uno u otro camino era Kansas, por lo cual las fuerzas antiesclavistas empezaron a establecer métodos para reclutar y pagar a gente para que fuera allí. El 21 de febrero de 1855 se formó en Massachusetts la Compañía de Ayuda al Emigrante de Nueva Inglaterra; logró enviar dos mil hombres en total a Kansas.

Para los Estados esclavistas fue más difícil trasladar colonos, sobre todo a propietarios de esclavos renuentes a arriesgar su propiedad en un lugar que, sin duda, iba a ser turbulento. Pero el Estado esclavista de Missouri podía suministrar bandas de «rufianes fronterizos» (como los llamaban en los Estados libres) que se abalanzarían al territorio de Kansas cuando fuese necesario para intimidar a los antiesclavistas o proporcionar votos proesclavistas.

Estaba montado el escenario para una contienda entre los Estados libres y los esclavistas que sólo podía terminar de una manera: en el derramamiento de sangre.

La Ley de Kansas y Nebraska señaló la fase final de la muerte del Partido Whig. De los tres partidos principales —el Federalista, el Demócrata y el Whig— que habían luchado por el destino político de Estados Unidos hasta ese momento, el Partido Whig era el más débil y el que menos realizaciones contaba en su haber. Ahora era insuficientemente antiesclavista para muchos con cuyo voto contaba.

Tenía que crearse un partido puramente antiesclavista (que resultó ser el cuarto —y hasta ahora el último— de los partidos americanos importantes), y los Estados esclavistas se perderían para los demócratas.

El 28 de febrero de 1854, mientras se discutía en el Congreso el proyecto de ley sobre Kansas y Nebraska, un grupo de whigs, de miembros del Partido de la Tierra Libre y demócratas antiesclavistas, se reunió en Ripon, Wisconsin, para crear ese nuevo partido. Se propuso llamarlo Partido Republicano, que fue el nombre dado al partido fundado por Jefferson (luego llamado Partido Demócrata Republicano y, finalmente, Partido Demócrata). Este nombre fue adoptado oficialmente el 6 de julio, y el movimiento creció rápidamente. Desde 1854, los partidos Demócrata y Republicano han sido los dos partidos principales de Estados Unidos, y todo presidente, desde Fillmore, ha pertenecido a uno u otro.

Cuando, en las elecciones de 1854 para el Trigesimocuarto Congreso, el Partido Republicano se enfrentó con los demócratas por primera vez, fueron elegidos 15 senadores republicanos contra 40 demócratas, y en la Cámara de Representantes los republicanos obtuvieron la mayoría: 108 a 83.

El Partido Republicano no era el único nuevo en la competición. La llegada de católicos irlandeses, que escapaban del hambre y la represión en su patria, a Nueva York y Boston hizo elevar a nuevas alturas el sentimiento nativista. Ya en 1849 los nativistas se habían organizado en una sociedad secreta llamada la «Orden de la Bandera Estrellada», cuyo fin era luchar por la exclusión de los católicos y los extranjeros de los cargos públicos y por el requisito de una residencia de veintiún años para que los inmigrantes obtuviesen la ciudadanía.

La sociedad creció rápidamente, y su crecimiento parecía tanto más amenazante cuanto que era poco lo que se sabía de ella. Todos sus miembros se comprometían por juramento a responder «No sé nada» a todas las preguntas, de modo que el grupo fue conocido popularmente como el «Partido de los que No Saben Nada», nombre muy apropiado, en cierto modo.

En 1852, los No-Sé-Nada habían ganado una serie de elecciones a niveles estatales y locales, y en 1854 decidieron salir a campo abierto, organizándose como el «Partido Americano». Los whigs, demasiado conservadores para unirse al nuevo Partido Republicano —el ex presidente Fillmore entre ellos—, afluyeron al Partido Americano, que también ganó fuerza entre los whigs restantes en los Estados esclavistas.

Así, en 1854, los No-Sé-Nada habían adquirido una fuerza sorprendente, pues dominaban casi totalmente Boston y Massachusetts, donde se apiñaban los irlandeses. En el Trigesimocuarto Congreso había cinco senadores y cuarenta y tres representantes que adherían a las convicciones de los No-Sé-Nada. Pero el Partido se escindió en lo concerniente al problema de la esclavitud; en verdad, como el absorbente interés nacional por la esclavitud oscurecía la preocupación por los católicos y los extranjeros, el Partido se esfumó tan rápidamente como había surgido.

Terror en Kansas

En febrero de 1855 había 2.905 votantes en Kansas, según un censo realizado en el territorio. Sin embargo, el 30 de marzo de 1855, cuando se efectuó una votación para crear una legislatura, se emitieron 6.307 votos. Como los votos adicionales habían sido emitidos por rufianes fronterizos de Missouri, se eligió una legislatura proesclavista que luego fue establecida en Sahwnee, Kansas, a orillas del Missouri.

El gobernador territorial, Andrew Horatio Reeder (nacido en Easton, Pensilvania, el 12 de julio de 1807), era antiesclavista, pero, hallándose rodeado de burlones rufianes fronterizos, fue incapaz de proclamar la verdad sobre la elección: que era un fraude.

La nueva legislatura procedió a promulgar severas penas contra la agitación antiesclavista y a organizar un sistema totalmente esclavista, a modo de preparación para solicitar el ingreso en la Unión como Estado esclavista. Reeder, que puso objeciones a esto, fue desplazado de su cargo el 31 de julio y reemplazado por Wilson Shannon (nacido en Belmont County, Ohio, el 24 de febrero de 1802), quien era abiertamente proesclavista.

Los colonos antiesclavistas protestaron contra esas maniobras. El 5 de septiembre de 1855 realizaron su propia convención en Lawrence, a cincuenta y cinco kilómetros de Shawnee, organizaron un «Partido del Estado Libre» y, en otra reunión efectuada en Topeka, a treinta y ocho kilómetros de Lawrence, el 23 de octubre, empezaron a elaborar una constitución que prohibía la esclavitud. El 15 de enero de 1856 eligieron un gobernador y una legislatura propios de acuerdo con la Constitución de Topeka.

A comienzos de 1856, pues, el territorio de Kansas tenía dos gobiernos, uno esclavista y otro libre.

Puesto que los rufianes fronterizos estaban armados, para restablecer el equilibrio llegaron a Kansas armas procedentes de Nueva Inglaterra y otros lugares y, al comenzar el año 1856, el escenario estaba listo para una guerra civil.

Pierce trató de impedir el inminente conflicto arrojando el peso del gobierno a favor de una de las partes; así, condenó la Constitución de Topeka elaborada por el partido antiesclavista. Esta censura —equivalente al reconocimiento de Kansas como posible Estado esclavista— agudizó la indignación de los antiesclavistas e incrementó el flujo de armas a los antiesclavistas del territorio.

El primer incidente importante, que llevó a un grado febril la cólera de la nación por la situación en Kansas, fue un ataque llevado por elementos proesclavistas, con la ayuda de rufianes fronterizos, contra la ciudad antiesclavista de Lawrence, el 21 de mayo de 1856. La ciudad fue destruida en su mayor parte, pero sólo fue muerto un hombre.

Casi simultáneamente ocurrió un suceso infortunado en el Senado. Dos días antes del saqueo de Lawrence, Sumner, de Massachusetts, pronunció un discurso, más tarde llamado «El Crimen contra Kansas». Sumner tenía la intención de insultar y encolerizar a los proesclavistas, y lo consiguió. Se refirió a sus colegas senadores en términos groseros y degradantes, y lo peor de sus vituperaciones cayó sobre el senador Andrew Pickens Butler, de Carolina del Sur (nacido en Edgefield, Carolina del Sur, el 8 de noviembre de 1796), y el senador Douglas, de Illinois, los autores de la Ley sobre Kansas y Nebraska.

El senador Butler contestó a Sumner con otro discurso. Pero el sobrino de Butler, el congresista Preston Smith Brooks (nacido en Edgefield, Carolina del Sur, el 4 de agosto de 1819), ofendido por las palabras de Sumner, el 22 de mayo irrumpió en su despacho con un bastón. Brooks censuró a Sumner y luego lo golpeó. Quizá su intención era hacer del castigo un gesto simbólico, pero en el calor de su furia Brooks golpeó dura y repetidamente. Además, Sumner quedó atrapado entre su asiento y el escritorio, que estaba sujeto al suelo, y no podía escapar ni defenderse. Por último, Brooks rompió el bastón sobre Sumner, quien quedó sin sentido.

El alboroto que siguió fue increíble. Las violentas exigencias de los Estados libres de que la Cámara expulsase a Brooks no hallaron respuesta. Pero Brooks renunció a su escaño, fue enjuiciado y condenado por lesiones y multado con 300 dólares. Fue reelegido unánimemente por su exultante distrito y recibió desde todos los Estados esclavistas una cantidad de bastones para reemplazar al que había roto.

Sumner permaneció ausente del Senado durante tres años, con excepción de un solo día, y su asiento quedó conspicuamente vacío como testimonio de la brutalidad de los Estados esclavistas. Su reelección por la indignada Massachusetts estaba asegurada. (Brooks murió al año siguiente, desdichadamente consciente de que su lugar en la historia reposaría enteramente en su ataque físico a un hombre indefenso.)

Noticias del ataque a Sumner y relatos exagerados e inflamados del saqueo de Lawrence llegaron a los Estados libres al mismo tiempo, y el encono llegó casi a alturas bélicas. Cantidades crecientes de personas en los Estados libres y en los esclavistas llegaron a considerarse enemigos en el sentido militar, más que político. La única respuesta a la violencia parecía ser más violencia.

Así lo creyó John Brown (nacido en Torrington, Connecticut, el 9 de mayo de 1800), un abolicionista activo en el Ferrocarril Subterráneo, pero que fracasó en cualquier actividad que emprendió (excepto la paternidad, pues engendró veinte hijos). Brown llegó a tales extremos en sus opiniones que casi parecía loco.

En 1855 se había marchado a Kansas, donde cinco de sus hijos lo habían precedido. Para entonces estaba convencido de que la abolición sólo podría lograrse por la fuerza, y soñaba con conducir esclavos negros en una rebelión que resultaría en la creación de una república negra.

El saqueo de Lawrence llevó a Brown a sentir necesidad de venganza. Creyéndose bajo las órdenes directas de Dios, tomó a cuatro de sus hijos y a otros tres hombres y, el 24 de mayo de 1856, sorprendió a una pequeña colonia de Pottawatomie Creek, a sesenta y cinco kilómetros de Lawrence. Allí Brown y sus seguidores sacaron a cinco hombres de la cama y los mataron. Presumiblemente, los hombres eran proesclavistas, pero no habían hecho nada que mereciese la ejecución, a menos que ser simplemente proesclavista fuese un delito capital castigable por la muerte sin juicio.

Aunque los desconcertados Estados libres reprobaron la acción de Brown, las noticias de la «Matanza de Pottawatomie» enfurecieron a la facción proesclavísta tanto como el saqueo de Lawrence al bando antiesclavista.

Siguió una suerte de guerra de guerrillas. Hombres antiesclavistas fueron asesinados tan implacablemente como los de Pottawatomie. Trescientos proesclavistas atacaron la ciudad de Osawatomie, a sólo quince kilómetros al noreste del escenario de la matanza de Pottawatomie. En la villa estaban John Brown y otros cuarenta hombres. Se defendieron valientemente (por lo que los abolicionistas dieron luego a Brown el apodo de «El Viejo Brown de Osawatomie»), pero finalmente fueron expulsados y la villa fue saqueada. Por el otoño de 1856 ya habían sido muertos doscientos hombres.

Entonces Pierce nombró un nuevo gobernador, John White Geary (nacido en Mount Pleasant, Pensilvania, el 30 de diciembre de 1819), el 11 de septiembre. Geary recibió tropas federales, y no vaciló en usarlas. El 15 de septiembre detuvo a dos mil quinientos rufianes fronterizos y los envió de vuelta a Missouri, con lo que finalmente se logró una paz inestable.

A todo esto, el Congreso no podía hacer nada. Stephen Douglas quería establecer un gobierno estatal en Kansas; atacó la Constitución antiesclavista de Topeka y el envío de armas desde Nueva Inglaterra. El proyecto de ley de Douglas fue aprobado por el Senado, pero ni siquiera fue tomado en consideración por la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos. La Cámara quería admitir a Kansas como Estado libre bajo la Constitución de Topeka, pero esta propuesta no sería aprobada por el Senado. Se llegó a un punto muerto.

El último «cara de masa»

El año de la agonía de Kansas, 1856, fue también un año de elecciones; se hizo posible que el problema fuese dirimido por el mandato del pueblo.

Los No-Sé-Nada se reunieron en Filadelria el 22 de febrero de 1856 y eligieron como candidato a presidente al ex presidente Millard Fillmore. Como candidato a vicepresidente eligieron a Andrew Jackson Donelson (nacido en Nashville, Tennessee, el 25 de agosto de 1799), que había sido secretario privado del mismo Andrew Jackson. Donelson había negociado el tratado de anexión con Texas.

El resto del Partido Whig se alineó con los No-Sé-Nada en esto. Pero Fillmore no era un candidato estimulante y estaba completamente en manos de la facción proesclavista del partido, que había dominado la convención. La facción antiesclavista de los No-Sé-Nada se separó y se unió a los republicanos. Esta escisión fue fatal para los No-Sé-Nada; después de las elecciones, el partido desapareció.

En cuanto al Partido Republicano, realizó su primera convención nacional en Filadelfia el 17 de junio de 1856 y dio una voltereta para apoyar a John C. Frémont, que no lo merecía. Era pintoresco, pero su única experiencia política desde que se le había formado consejo de guerra y había sido condenado fueron los dos años como senador por California, durante los que no se distinguió en nada. Pero los republicanos necesitaban a alguien con atractivo nacional que fuese conocido por algo más que por ser meramente antiesclavista. Nombraron candidato a vicepresidente a William Lewis Dayton, de Nueva Jersey (nacido en 1807).

El Partido Demócrata se reunió en Cincinnati el 2 de junio de 1856 y experimentó su dificultad habitual para hallar a alguien que pudiese conseguir los dos tercios de los votos. El mismo presidente Pierce estaba tan comprometido en la cuestión de «Kansas sangrante» que no se juzgó conveniente elegirlo candidato y permitir que se agitasen contra él las pasiones de los Estados libres. Por cuarta vez consecutiva un presidente que había cumplido un solo mandato no fue nombrado candidato para su reelección. Stephen Douglas descubrió que el cortejar a los Estados esclavistas no le había servido de nada; también él estaba manchado por el follón de Kansas.

Por ello, en la votación decimoséptima, los delegados se volvieron a James Buchanan, quien tenía un historial político impresionante. Había estado en la Cámara de Representantes durante diez años y en el Senado durante once. Había sido embajador en Rusia con Jackson y secretario de Estado con Polk. Pero lo más importante era que había sido embajador en Gran Bretaña durante todo el mandato de Pierce y, por lo tanto, no se había visto involucrado para nada en el follón de Kansas.

Para candidato a vicepresidente, los demócratas eligieron al congresista John Cabell Breckenridge (nacido cerca de Lexington, Kentucky, el 15 de enero de 1821).

La campaña siguiente giró repetidamente alrededor de Kansas. Los republicanos pidieron el control por el Congreso de la cuestión de la esclavitud en los territorios, condenaron el Manifiesto de Ostende (como bofetada a Buchanan, pero el Manifiesto había aumentado su popularidad en los Estados esclavistas) y exigieron que Kansas entrase en la Unión como Estado libre.

Los demócratas defendieron el Compromiso de 1850 y la Ley sobre Kansas y Nebraska como único modo de preservar la Unión. Se referían constantemente a los «republicanos negros», para explotar los prejuicios y temores de los blancos aun en los Estados libres. También señalaron que el Partido Republicano era un partido regional que sólo tenía fuerza en los Estados libres y que votar por ellos era votar para romper la Unión, mientras que los demócratas eran un partido nacional, con fuerza mayor o menor en todos los Estados.

Los demócratas obtuvieron la victoria una vez más. Buchanan obtuvo 1.830.000 votos, frente a 1.340.000 de Frémont, y los votos electorales fueron de 174 a 114. Fillmore y sus No-Sé-Nada recibieron 870.000 votos —una proporción elevada para un tercer partido—, pero sólo obtuvieron los ocho votos electorales de Maryland. Después de la victoria, los demócratas recuperaron el dominio de ambas Cámaras del Trigesimoquinto Congreso: 36 a 20 en el Senado, 118 a 92 en la Cámara de Representantes. (También hubo No-Sé-Nada en ambas ramas de la legislatura.)

La elección también marcó un mojón. Zachary Taylor había sido el último presidente esclavista. (En verdad, nunca volvería a haber otro.) Desde su muerte, en 1850, había habido dos presidentes de los Estados libres, Fillmore, de Nueva York, y Pierce, de New Hampshire, ambos «caras de masa» totalmente sumisos a la presión de los Estados esclavistas.

La elección de Buchanan y su mayoría popular fueron enteramente resultado de los votos de los Estados esclavistas Obtuvo los votos electorales de catorce Estados esclavistas (el decimoquinto votó por los No-Sé-Nada), pero de sólo cuatro de los dieciséis Estados libres.

Sin embargo, los republicanos, en su primera campaña nacional por un candidato débil, habían logrado resultados impresionantes. Con votos de los Estados libres solamente (recibieron 1.200 votos únicamente de la totalidad de los Estados esclavistas), obtuvieron un tercio de todos los votos emitidos. Los republicanos consiguieron cuatro veces más votos que el Partido de la Tierra Libre en su mejor momento.

El 4 de marzo de 1857 Buchanan fue investido como decimoquinto presidente de Estados Unidos, el único soltero que ocupó nunca el cargo, y en ese momento con sesenta y seis años, es decir, un hombre viejo. Aunque totalmente honesto, Buchanan fue, al llegarse a ese punto, totalmente incapaz de dominar los sucesos. El único curso de acción que se le ocurrió para salvar la Unión fue capitular en todo aspecto ante los Estados esclavistas. En su discurso inaugural defendió la «soberanía ilegal» y reprobó la agitación antiesclavista.

Y sólo dos días después de la investidura el Tribunal Supremo tomó su más importante decisión desde los grandes días de Marshall, una decisión que exasperó a las fuerzas antiesclavistas. Buchanan no tenía nada que ver con ella, desde luego, pero parecía dar el tono de lo que sería el futuro gobierno.

La cuestión se originó en 1834, cuando un cirujano del ejército llamado John Emerson, de Saint Louis, Missouri (Estado esclavista), fue a Rock Island, Illinois, y luego a Fort Snelling, en el territorio de Wisconsin, llevando consigo un esclavo, Dred Scott (nacido en Southampton County, Virginia, alrededor de 1795). En total, Emerson pasó cuatro años en Illinois y Wisconsin antes de retornar a Missouri, donde murió en 1843, dejando sus esclavos a su esposa. En abril de 1846, Scott decidió demandar a la señora Emerson para obtener su libertad, con el argumento de que, al ser ilegal la esclavitud en Illinois y en el territorio de Wisconsin, había quedado automáticamente liberado al vivir allí y, por ende, ya no podía ser retenido como esclavo.

Las ramificaciones legales del caso eran enormemente complicadas y durante diez años la cuestión fue de un tribunal a otro hasta que, en 1856, finalmente llegó al Tribunal Supremo, que estaba todavía, después de veintiún años, bajo la presidencia de Taney. Éste y cuatro de los jueces miembros del Tribunal eran de los Estados esclavistas, y la decisión, comunicada el 6 de marzo de 1857, fue adversa a Dred Scott por siete contra dos; los dos disidentes eran de los Estados libres.

La decisión del Tribunal era que Scott, en su condición de negro, no era ciudadano de los Estados Unidos y, por lo tanto, no tenía derecho a presentar demandas ante un tribunal federal.

El punto era discutible, pues en los Estados libres, como el juez Benjamín Robbins Curtís (nacido en Watertown, Massachusetts, el 4 de noviembre de 1809) señaló en vigorosa disidencia, los negros eran considerados ciudadanos, aunque no se les permitía votar, y a menudo habían presentado demandas en tribunales federales. (Curtís luego renunció coléricamente al Tribunal Supremo, después de un duro intercambio de cartas con Taney.)

Pero la ley es lo que el Tribunal Supremo dice y, después de negar a Scott el derecho a presentar demanda, el Tribunal podía haber dejado las cosas allí. Pero no fue así. Aprovechó la oportunidad para afirmar que en el territorio de Wisconsin, al menos, Scott no era libre porque el Congreso no tenía derecho a prohibir la esclavitud en ningún territorio; solamente los Estados podían prohibir la esclavitud en su propio territorio. El juicio, efectivamente, declaraba inconstitucional el Compromiso de Missouri de 1820. (Ésta fue la primera vez que el Tribunal Supremo declaraba inconstitucional una ley desde que Marshall había establecido el precedente medio siglo antes.)

El resultado fue que todos los territorios quedaron abiertos a la esclavitud, aun aquellos territorios —Washington, Oregón y Minnesota— que habían votado ser libres. Más aún, parecía que los propietarios de esclavos podían viajar libremente con sus esclavos hasta por los Estados libres.

La decisión parecía hacer de todo Estados Unidos territorio esclavista y fue una gran victoria para los Estados esclavistas. A las indignadas fuerzas antiesclavistas (en cuya lista de villanos Taney fue ahora inscrito para siempre) les parecía que el poder proesclavista se había adueñado de la rama judicial, tanto como del Ejecutivo y de la mitad senatorial de la legislatura[30].

La política en Kansas

Dijera lo que dijese el Tribunal Supremo sobre la legalidad de la esclavitud en los territorios, era en Kansas donde el problema se estaba poniendo a prueba duramente, y allí las fuerzas proesclavistas y antiesclavistas siguieron enfrentándose.

El gobernador Geary, después de remendar una paz poco segura, hizo lo posible para preparar una votación más o menos justa, pero la legislatura oficial reconocida por los Estados Unidos, elegida fraudulentamente por rufianes fronterizos, se afanó para aprobar una constitución propia que permitiese la esclavitud. Si tenía éxito, esto dirimiría la cuestión antes de que se realizasen otras elecciones.

El 12 de enero de 1857 la facción proesclavista, reunida en Lecompton, a veinticinco kilómetros al este de Topeka, preparó un censo y una elección de delegados a una convención constitucional. La elección fue cuidadosamente maquinada para elegir delegados que elaborasen una constitución proesclavista.

Geary trató de impedirlo, por lo cual fue destituido. El nuevo presidente, Buchanan, envió en su lugar a Robert John Walker (nacido en Northumberland, Pensilvania, el 19 de julio de 1801), quien había sido senador por Mississippi de 1836 a 1845, y luego secretario del Tesoro en el gobierno de Polk. Puesto que Walker, quien vivía en el Estado esclavista de Mississippi desde hacía treinta años, era un entusiasta partidario de los derechos de los Estados y un ardiente imperialista que había movido cielo y tierra para lograr la anexión de Texas, Buchanan pensó que cooperaría con la facción proesclavista. Pero Walker era un hombre honesto y fue a Kansas decidido a tratar imparcialmente a ambas facciones. Tenía la extraña idea de que Buchanan lo respaldaría en esto.

Walker persuadió a la facción antiesclavista a que participara en una votación para elegir una nueva legislatura, prometiendo impedir el fraude en la medida de lo posible. Luego expulsó a miles de votantes proesclavistas claramente fraudulentos, y el resultado fue que el 5 de octubre de 1857 se eligió una legislatura con una concluyente mayoría antiesclavista en ambas cámaras.

La vieja legislatura proesclavista siguió elaborando su propia constitución. El 7 de noviembre la «Constitución de Lecompton», como se la llamó, estaba lista para su votación, sólo que no se permitió ninguna votación, pues quienes la propusieron sabían que no podían ganar en ninguna votación correcta. En cambio, prepararon una cláusula especial para ser sometida a una sola votación. Según esta cláusula, los votantes podían elegir entre la esclavitud plena y permitir la conservación de los esclavos ya existentes sin el agregado de otros nuevos. En cualquier caso, se aprobaba la Constitución de Lecompton, que estaba redactada de tal modo que la plena esclavitud podía ser restaurada fácilmente si era rechazada.

Walker estaba tan indignado que viajó a Washington para urgir al presidente Buchanan a que anulase la Constitución de Lecompton. Buchanan no se atrevió a ir contra los hombres de los Estados esclavistas que llenaban su gabinete ni a adoptar una posición que le granjearía la enemistad de la poderosa ala proesclavista del Partido Demócrata. Aceptó con indolencia la Constitución de Lecompton y el indignado Walker renunció a su cargo el 21 de diciembre de 1857.

El mismo día se puso a votación la cláusula. Como esperaba la facción proesclavista, los colonos antiesclavistas se negaron a participar; así, hubo 6.226 votos (un tercio de los cuales, al menos, emitidos por rufianes fronterizos) a favor de incluir plenamente la esclavitud en la constitución, contra 569 a favor de la constitución con la cláusula débil.

La legislatura antiesclavista llamó a una votación a favor o en contra de la Constitución de Lecompton en su integridad. La votación se llevó a cabo el 4 de enero de 1858; 10.226 colonos votaron contra la constitución, 162 a favor de ella.

Para un observador imparcial parecía claro que la mayoría de los colonos querían una constitución antiesclavista y, por consiguiente, que Kansas debía ser admitido como Estado libre, si es que la «soberanía ilegal» significaba algo. Sin embargo, Buchanan insistió cobardemente en someter la Constitución de Lecompton al Congreso, el 2 de febrero de 1858, recomendando que Kansas fuese admitido como Estado esclavista.

Esto último era más de lo que Douglas podía digerir. El 13 de febrero protestó diciendo que la acción de Buchanan hacía burla de la «soberanía ilegal»; luego censuró la Constitución de Lecompton, dividiendo, así, al Partido Demócrata.

Pero Buchanan puso toda la presión presidencial a favor de la Constitución de Lecompton y la hizo aprobar por el Senado, por 33 a 25 votos, el 23 de marzo. En la Cámara de Representantes la situación era diferente. Allí los antiesclavistas eran más fuertes y no cederían. Rechazaron la Constitución de Lecompton y exigieron que se la sometiese a otra votación en Kansas.

Entonces el gobierno sugirió un compromiso. La Constitución de Lecompton sería sometida a la votación de los colonos de Kansas, como pedía la Cámara. Pero la votación se realizaría en condiciones que favorecían abrumadoramente al bando proesclavista. Si la constitución era aceptada, Kansas entraría en la Unión inmediatamente como Estado esclavista, en condiciones muy favorables en lo concerniente a la concesión de tierras públicas; pero si la constitución era rechazada, no se otorgarían estas favorables condiciones ni se concedería a Kansas el rango de Estado. Kansas seguiría siendo un territorio hasta que su población llegase a los noventa mil habitantes (dando a la facción proesclavista una oportunidad, mientras tanto, de obtener la fuerza necesaria), y luego podía hacerse otro intento de conquistar la categoría de Estado.

Douglas, después de algunas vacilaciones, rechazó el compromiso por considerarlo otro fraude, pero algunos demócratas contrarios a la Constitución de Lecompton fueron persuadidos a que lo aceptasen y el compromiso fue aprobado. La Constitución de Lecompton fue sometida a votación el 2 de agosto de 1858 y, no obstante el peso del bando proesclavista, fue rechazada por 11.812 votos contra 1.916. Kansas siguió siendo un territorio.