Cuando uno está sin trabajo, pueden ocurrirle dos cosas: que lo encuentre o que no lo encuentre. Si no lo encuentra, lo más que puede sucederle es ser acusado de vagancia, encerrado unos cuantos días en la cárcel por cuenta del municipio y luego expulsado da la ciudad.
Si encuentra el trabajo, puede suceder que ese trabajo sea honesto, en cuyo caso no pasa nada; que no lo sea, y entonces, la policía empieza a molestarle a uno con preguntas tontas.
Pero también puede ocurrir una posibilidad: que ese trabajo no sea honrado, pero que tampoco no lo sea. La verdad es que no sé cómo explicarme, salvo para decir que cuando uno halla un empleo de la clase última, se expone a verse metido de hoz y coz en una serie de complicaciones tal como para encanecer en veinticuatro horas cuando solo se cuenta un número ligeramente mayor de años.