POSDATA

En las clases de escritura, a menudo me decían: «Escribe de lo que conozcas». Es una máxima que los escritores escuchan a menudo, y me confundía. ¿Escribir de lo que conozco? ¿Cómo hacerlo? Escribo fantasía. No puedo saber cómo se utiliza la magia. Y ya puestos, no puedo saber cómo se es mujer, pero quiero escribir desde diversos puntos de vista.

A medida que mi habilidad iba madurando, empecé a ver lo que significaba esa frase. Aunque en este género escribimos sobre lo fantástico, las historias funcionan mejor cuando hay una base sólida en nuestro mundo. La magia funciona mejor para mí cuando se alinea con principios científicos. La construcción de mundos funciona mejor cuando extrae recursos de nuestro propio mundo. Los personajes funcionan mejor cuando se basan en sólidas emociones y experiencias humanas.

Ser escritor, entonces, es tanto una cuestión de observación como de imaginación.

Trato de permitir que las experiencias nuevas me inspiren. He tenido la suerte suficiente en este campo para poder viajar con frecuencia. Cuando visito un país nuevo, intento dejar que la cultura, la gente y las experiencias que allí vivo se conviertan en una historia.

Hace poco visité Taiwan, y tuve la fortuna de visitar el Museo del Palacio Nacional con mi editora Sherry Wang y la traductora Lucie Tuan, que nos hicieron de guía. No se puede abarcar miles de años de historia china en cuestión de pocas horas, pero hicimos lo que pudimos. Por fortuna, yo sabía ya algo de historia y tradiciones asiáticas. (Viví dos años en Corea como misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y luego estudié coreano como asignatura optativa durante mi época en la universidad.)

Las semillas de una historia empezaron a germinar en mi mente a partir de esta visita. Lo que más me llamó la atención fueron los sellos. A veces los llamamos «tampones», pero yo los llamo siempre por su nombre coreano, tojang. En mandarín, se llaman yìnjiàn. Esos sellos de piedra intrincadamente tallados son usados como firma por muchas culturas asiáticas distintas.

Durante mi visita al museo, vi muchos de los familiares sellos rojos. Algunos eran, naturalmente, los sellos de los artistas, pero había otros. Una pieza de caligrafía estaba cubierta por ellos. Lucie y Sherry me lo explicaron: los antiguos eruditos y nobles chinos, si les gustaba una obra de arte, a veces también la marcaban con su sello. A un emperador en concreto le encantaba hacerlo, y cogía hermosas esculturas y piezas de jade, de siglos de antigüedad, y las marcaba con su sello, e incluso mandaba tallar algunos versos en ellas.

Qué escenario tan fascinante. Imagínate ser rey, decidir que te gusta especialmente el David de Miguel Ángel, y entonces ordenar que le graben tu firma en el pecho. En esencia, se trataba de eso mismo.

El concepto era tan sorprendente que empecé a jugar con un sello mágico en mi mente. Sellos de alma, capaces de reescribir la naturaleza de la existencia de un objeto. No quería acercarme demasiado a la forja de almas del mundo de Tormenta de Luz, así que en su lugar utilicé la inspiración del museo (de la historia) para crear una magia que permitiera reescribir el pasado de un objeto.

La historia creció a partir de ese punto de partida. Como la magia se parecía al sistema que había desarrollado para Sel, el mundo donde tiene lugar Elantris, situé allí la historia. (Ya me había inspirado en las culturas asiáticas de nuestro mundo para retratar varias culturas de allí, así que encajó maravillosamente.)

No siempre puedes escribir de lo que conoces, no exactamente. En cambio, sí puedes escribir de lo que ves.

BRANDON SANDERSON