[INTERLUDIO]

16. Amistad de Narijira con Aritsune

Una vez había un noble llamado Aritsune de Ki, el cual había servido a tres emperadores, llegando a tener gran influencia en la Corte. Cambiaron los vientos, y se encontró peor que los hombres del estado llano. Aritsune era, sin embargo, hombre de gran corazón, refinado en sus gustos, con una distinción natural. A pesar de su pobreza, conservó la elegancia de espíritu y modales de sus mejores días, sin preocuparse mucho por la estrechez de su vida.

Su esposa de muchos años, pues ya eran ambos ancianos, decidió de pronto meterse a monja, como lo había hecho ya también una hermana mayor. Dígase la verdad que Aritsune y ella desde hacía algún tiempo venían tratándose con algo de frialdad; pero de todos modos él sintió la separación, y sobre todo sintió no poder, a causa de su penuria, despedirla con algún regalo digno. Abrumado, Aritsune le escribió a un buen amigo: «… Y ahora mi esposa se separa sin que yo pueda hacerle el menor obsequio…» Al final de su carta Aritsune escribió este poema:

Conté con los dedos

los años que en ella

puse mi amor.

Con ser diez los dedos,

les di cuatro vueltas.

Su amigo se entristeció al saber esto, e inmediatamente le envió todo un juego de ropas nuevas, desde kimonos hasta batas de dormir. Y con el regalo iba este poema:

Contaron los años

cuatro veces diez.

¿Y cuántas veces

contó ella contigo

como esposa fiel?

Aritsune le contestó:

¿No es ésta aquella

túnica de plumas,

prenda del cielo?

Señor, pues que fue

vuestra vestidura.

Su alegría era tal que posteriormente escribió otro poema de agradecimiento:

¿Vino ya el otoño?

Que me parecía

que era rocío.

Y era aquel rocío

las lágrimas mías.