Primera parte
El guardián de mi hermano

De lo profundo te invoco, ¡oh Señor!

¡Oye, Señor, mi voz!

¡Estén atentos tus oídos

a la voz de mi súplica!

Si en cuenta tomas las culpas,

¿quién, oh Señor, podrá subsistir?

Mas el perdón se halla junto a ti,

para que seas temido.

Salmo 130: 1-4,

La liturgia de las horas. Salterio (Grail)

Versión (Londres: Collins, 1963).